jueves, 7 de agosto de 2008

tal vez valiente...

Tal vez valiente, tal vez testarudo.
Sosteniendo mirada retadora.
Diminuto, queriendo romper olas.
Sirve de juglar al cerrar los puños.

El voto del pez fuera de agua es nulo.
Es carnada fácil la que lo atora.
Es pesadilla el presente de ahora,
tan sólo un sueño el pasado que tuvo.

Fácil, grácil caer en el lugar.
Dices que de ello ni te diste cuenta.
Venga, ya no piensas en regresar.

Admite que a veces, ni a tu conciencia
ni a tu corazón saludas: ¿qué tal?
Te haces el loco y finges demencia.

Por qué detesto a Jim Morrison

Es increíblemente extraño que yo escriba acerca de Jim Morrison, por eso no lo haré (jajaja, qué estúpidamente gracioso). Es extrañísimo (o bueno, sería extrañísimo, porque no se dará el caso, no en esta ocasión, al menos) porque tengo cierta repulsión por la figura de Jim Morrison. Él está en la lista de esas personas que detesto. Nótese, esa lista no tiene cabida para razones ni explicaciones, es más como un sentir.
Bueno, hablaré de por qué detesto a Jim Morrison. Puede que sea cierta envidia, sí, lo admito, la envidia forma parte del proceso de detestación (¿acaso existe esa palabra?). Es una envidia por dos razones: Uno. La más importante a mi parecer, aunque puede que me esté engañando a mí mismo por más que trate de ser honesto (puede que por más que trato de ser honesto, más me engaño a mí mismo, ya que mi honestidad puede derivar en mi falta de querer ser honesto y simplemente serlo... bueno, vale madre, ese no es el punto), pero considero que es la más importante. Le envidio el intelecto que tenía, anticipado a ciertos tiempos, podía leer los mensajes ocultos, era una persona sin duda muy inteligente, inteligentísimo, según veo, leo y escucho. Y bien, dos: le envidio la fama de inmortal rocanrolero adorado por hombres y mujeres, en especial, la forma en que lo adoran las mujeres, me pone de malas, simple y sencillamente de malas. A veces río irónicamente o me oculto tras la cortina de la indiferencia.
Pero bueno, la envidia que le tengo a la figura de Morisson no es la razón principal por la que lo detesto. Lo detesto por el abuso de las drogas, que lo llevó a su fin. Digo, para empezar, me cae de muy mal peso el hecho de que alguien tan inteligente, con tanta capacidad para crear y que podría enseñarle tanto a la gente y a una juventud muy disparatada que parecía y parece a veces no encontrar su lugar, me molesta tanto que haya abusado del consumo de drogas, que acabó por morir muy joven, con tanto camino por delante. Lo sé, lo sé, igual y ese era todo el camino que tenía, igual y lo que hizo fue exactamente lo que tenía qué hacer y para él no había más camino, eso pueden pensar algunos, pero yo soy del pensar que dejó muchas cosas por hacer, y eso no me late, para nada.
Duro y dale con las drogas. Ahí les va. A mí me gustaría, desde luego, ser una persona de gran intelecto, con capacidad para leer mensajes ocultos, para prever escenarios, para reconocer la corteza del entorno y no solamente rascar la superficie, y bueno, viendo entrevistas y leyendo artículos y platicando con gente uno va entendiendo que el Morrison era una de estas personas. Pues, yo estoy en contra de las drogas químicas, en contra totalmente, negativa radical, incluso puede que me perturbe y moleste bastante si alguien me ofrece o me ven cara de yunkie. ¿A qué quiero llegar? Bueno, el Morrison era uno de esos “rockers” (detesto esa denominación, sin embargo la uso porque existe y se sobreentiende) insatisfechos que le ponía y le ponía y le ponía hasta morir, ora si que “hasta que el cuerpo aguante”.
Uno llega a pensar: ¿tendrá algo qué ver el consumo de drogas con el intelecto que tuvo? Y uno mismo se contesta: puede que no ya que yunkies hay miles y por más que consuman lo que consumía Morrison nunca van a llegar ni a rascarle al intelecto que tuvo. Pero bien, tengo otra picazón que me molesta sobremanera. Si el güey era tan inteligente y tan superior, ¿por qué consumía las drogas? ¿Por qué ese afán de apendejarse o iluminarse o... vayan ustedes a saber por qué se metía lo que se metía. ¿Por qué hacerlo? ¿Era necesario? ¿Era preciso? ¿Era un lujo? ¿Un pasatiempo? ¿Un capricho?
Bueno, tons va la envidia y el uso de las drogas. De hecho, el uso de las drogas es lo que rodea todo. Porque otra razón de gran, gran peso, es que el Morrison es un ídolo de la juventud, un ícono, y como sabemos, hay mucha juventud que no conoce su rumbo, juventud perdida, que se pone figuras a seguir y las sigue, y por andar en la onda de “admiro a tal y cual y para verme superchingón como ellos voy a vestir, hablar, y hacer lo que hacían”. Y chingas... viene el ranazo, caída de espaldas, de esas que sacan el aire de los pulmones. Duele y no permite que uno se mueva. Y bueno, uno no puede competir contra eso, yo no he grabado ningún disco, su gran intelecto de seguro haría papilla al mío, no soy ninguna leyenda, no soy famoso y no estoy tan guapo como él (cuando me dijeron esa última razón comprendí que no tengo nada, absolutamente nada qué hacer contra el Morrison, definitivamente ser menos guapo me hace menos persona...). Claro que no todos son así ni piensan que deberían de ser igual a las personas a las que admiran.
Otro punto, no me late la onda es que Morrison sea como que el ícono absoluto de The Doors. Sé que los centros de atención y figuras de la mayoría de los grupos son los vocalistas de los mismos, pero en este caso, considero que se exagera.
Eso sería todo, lo que queda por decir es que ya no lo detesto, tanto.

miércoles, 6 de agosto de 2008

Dócil corderito a final de cuentas

Hoy no amanecí con el ruido del radio,
fue el canto de las aves,
fue el viento de primavera,
¡el maldito vaivén de un sueño que me deja!,
una maravillosa pesadilla que se queda.

Quiero crecer y a menudo me da hambre.
Tú vienes y te prestas para ser mi platillo,
un plato dividido entre el ahora y el mañana,
una visita, borracha, a horas de madrugada.

El ayer despierta
y busco cualquier forma para sacarle la vuelta.

Podemos creer que somos bien duros;
locos y salvajes como tormentas;
dignos, erguidos, luchadores rudos.
Podrás haber sobrevivido afrentas
pero eres tú, la chica que me pudo:
Dócil corderito a final de cuentas.

¿No te das cuenta de cuánto me cuesta rechazarte?
No es para darte alas.
No es una actuación.
Por favor, no más preguntas, no me pidas la razón
de un sentimiento difuso que se cura sin doctor.

Podemos creer que somos bien duros;
locos y salvajes como tormentas;
dignos, erguidos, luchadores rudos.
Podrás haber sobrevivido afrentas
pero eres tú, la chica que me pudo:
Dócil corderito a final de cuentas.

lunes, 4 de agosto de 2008

de vuelta/anuncio panorámico patético

Es en los retornos de lo salvaje, en la vuelta de aquel mundo inesperado donde nada se toma en serio; sea el tiempo, las personas, las leyes. Se toman en cuenta, pero no en serio. Uno no es uno mismo, uno es algo más. Uno cuenta con una carga liberadora. Uno no mira atrás porque sabe que va a volver. El Espíritu viajero acompaña. A pesar de saber que vas a regresar y vas a tener que volver a acoplarte a la monotonía de las horas laborales o escolares, a las levantadas temprano, a servir para algo que parece no te sirve, te haces de la vista gorda y no miras atrás. Sabes que vas a volver, así que no miras atrás. Una vez que vuelves, otra vez hay que acoplarse, a pesar de que sabías que lo ibas a hacer, nunca se te había hecho tan difícil, porque el nunca se convierte en el ahora, y bueno, ahora es cuando vuelvo a escribir en este Blog para no dejar morir la idea.

Fui a Monterrey y me topé con un anuncio panorámico, de esos que ves en la calle, gigantescos, que si tomaran vida y acosaran la ciudad, nos hacen añicos. Vas por la avenida y se convierten en un gran punto de distracción. No les estoy echando la culpa de tantos accidentes viales, pero... jijos de la chin... Total, que uno de estos anuncios panorámicos me llamó bastante la atención y me indignó. Antes de contar lo que sigue, aclaro que no me pongo a favor de chilangos ni regios ni oaxaqueños ni veracruzanos ni nada de eso.
Hay un panorámico anunciando una carrera de diez kilómetros. El Panorámico dice algo así como “Haz patria, vence a un chilango”. No me sentí agredido puesto que yo soy chilango (sin meterme a la onda de que el chilango es el que nace fuera y se va al defe y la chingada bla bla bla... qué hueva, ya me harté de explicar esa cuestión). No, no me sentí agredido. Pero me llamó la atención por la patética idea que se presenta. Usaron ese rencor que se tiene contra los chilangos como estrategia de publicidad para meterse en las cabezas y en las tripas de las personas que vean ese anuncio panorámico. Es patético pensar que uno se va a meter a una carrera sólo para ganarle a un chilango, para que el chilango no se lleve el premio. Digo: no me jodan.
No sé cuánto se deteste a los chilangos, pero es impresionantemente patético saber que se les tiene en un pedestal, aunque sea para tirarles jitomates y verduras, pero se les tiene en un pedestal... o bueno, se nos tiene en un pedestal. Se nos mirra para arriba, nos gritaran pura basura, pero de abajo a arriba. Es lamentable.
Cuando llegué a Saltillo, en la secundaria, nunca dije de dónde venía porque a cada rato decían que los chilangos esto y los chilangos aquello, puras cosas negativas, así que yo prudentemente no dije de dónde venía, aunque mi acento era un grandísimo delator. Tiempo después, ya teniendo cierta popularidad y amistades en la secundaria, alguien me preguntó de dónde venía, yo contesté, con toda naturalidad, que del defe. Estos güeyes se impactaron, no podían creer que un chilango fuera tan buena onda como yo lo era con ellos. Pensé, absurdamente, que cambiarían su postura hacia los chilangos, o al menos que dejarían de generalizar, pero no, lo que dijeron fue: bueno, odio a todos los chilangos excepto a ti. Ni me inmuté por refutar ese argumento.
Y bien, yo me preguntaba de dónde salía tanto rencor a los chilangos. Algunas respuestas se basaban en que el país está bien centralizado, que los chilangos se creen la pura chingonada de la vida, que los impuestos se van para allá, que allá tienen toda la chamba y, por último pero creo es el punto más fuerte: que cada vez que un foráneo va al defe, le pasa algo malo, se lo agandallan, lo apañan o simplemente le va mal porque queda atorado en un trafical causado por la huelga tal del sindicato tal de tal empresa por tal mamada que hizo o no hizo gobierno.
Bueno, quizás tienen razón en eso de que les va mal en el defe, y sí, los residentes del distrito federal suelen agandallar a la gente que ven que anda papando moscas, porque en el defe se suele vivir muy despiertos, muy vivos, porque si no, ps te apañan. Y bueno, acá en el norte, en lugar de hacerse más rápidos y más vivos cuando van al defe, simplemente acaban por odiarlos.
Pues ya qué, no los puedo culpar, los agandalles no son cosa fácil y suelen ser muy desagradables, pero... ps ni que acá en el norte no agandallaran a los novatos, a los que ven que no saben por dónde ni qué tranza. Pero bueno, ese no es el punto, el punto es que si siguen con esa mentalidad de odio a los chilangos se van a seguir viendo patéticos. Tan patéticos como yo me veo patético cuando alguien menciona a Gustavo Cerati y yo hablo pura basura del güey, con tal o cual razón, yo lo detesto y él ni me hace en vida. Patético ¿cierto? Bueno, así vi ese panorámico.

Por cierto, un agradecimiento a ese ser gris que vive de las historias, que lee este Blog y que no merece perdón o algo así... no recuerdo bien lo que escribió en su comentario, pero un afectuoso saludo, es bueno saber que existen los lectores del Diente de Marrano y que dejen comentarios. Pinche retroalimentación, me cae que sí incita a que uno escriba más material y más chido.

jueves, 24 de julio de 2008

Real de Catorce. La probadera del peyote

Bueno, no sé si haya lectores de este blog así como para pedirles disculpas… no, qué chingados… disculpas ni madres, es más bien una notificación de por qué no he escrito y no escribiré dentro de un tiempo. No he escrito porque nos fuimos: Lalo, el Malamen y yo, a Real de Catorce, sí, con la única intensión de comer peyote y… y ver qué pasaba, trascender, evolucionar, ser iluminados con una gran sabiduría… queríamos descubrir ese pedo.
Bueno, por eso es que no he escrito, y no escribiré porque ya salgo de vacaciones y no tengo comp. En mi casa, y muy probablemente no vaya a un ciber o a casa de alguien para escribir.

Okei, en cuanto al viaje a Real de Catorce. Cabe destacar que nosotros no queríamos ir a comer peyote sólo por el viaje y el alucine y la onda de sexo, drogas y rocanrol. Yo quería probar el peyote como algo místico y mágico. Tengo que decir que la sugestión de uno provoca efectos, pero hay sí, un punto en el que no es la sugestión, en que los efectos son reales. No les voy a contar de mi experiencia, porque es una historia que he contado ya muchas veces vía oral, y no quiero escribirla. Así que si quieren conocerla, será por vía oral. Lo que puedo decir es que fue… interesante.

Regreso del desierto y no me siento más sabio ni poderoso ni iluminado. No, soy el mismo Ñero, pero con la devoción de querer ser el Nackeri y llevar como bandera e himno la rola de “Noche de Bodas” de Joaquín Sabina. Sigo adorando lo que adoro y detestando lo que detesto, creo en lo que creía antes y al parecer, nada cambió. Pero bueno, un viaje más en mi lista de vivencias.

Tuvimos una peda… pedototota. En un Bar, el Tolentinos, se llamaba. Conocimos a los músicos y hasta nos hicimos cuates de ellos. Nos dejaron dormir en su departamento ya que nosotros no teníamos donde dormir, bueno, sí teníamos: en el coche.

Los puntos a destacar del viaje:
- Pedir agua en un bar.
- El plato de botana que nadie toco, porque estábamos ayunando.
- La regañiza que el peyote le puso a Lalo, con merecido haber.
- La pedota que nos pusimos en el bar, a la segunda noche.
- Haber conocido a un angel y un demonio el mismo día, y luego haberlas bajado de su pedestal.
- Las tambaleadas del Malamen rumbo al coche para sacar la botella y seguir con el cotorreo.
- Las culeadas de Lalo cuando, en el camino de regreso que le tocó ser copiloto y a mi manejar, yo aceleraba para rebasar.
- Los reivers a los que dejamos erizos porque no fuimos a cotorrear con ellos porque ni el Malamen ni yo queríamos cotorrear con unos reivers (me vale madre de lo que me perdí entonces y me perderé en un futuro por tachar así a la gente, ¡me vale madres!)
- La pelea de gallos a la que fuimos pero tuvimos que retirarnos antes de que empezara.
- El pouser indio mexicano que le lavó el cerebro a una güerota y ahora viven como un par de hippies nativos. Hazme el favor, hippies nativos.
- La chica hippiosamente arreglada que me saludó y preguntó cómo estaba, lo que provocó en mí un momento en el que el dios me miró directamente.
- La comida en un restaurante-central de camiones en Estación 14, después de haber ayunado por casi dos días y haber comido peyote.
- Lo buena onda que anduvimos en la segunda noche del viaje.
- El rock sigue muerto…

Si se me olvidó algo, se me olvidó y ni modo, el resto no lo quiero contar por aquí.

viernes, 18 de julio de 2008

Noches de Boda

Me voy siendo el Ñerix, pero volveré siendo la última evolución del Nackeri. Esta travesía a los desiertos de Real de Catorce marcará una hoja de mi vida. El fin de una era para iniciar una nueva. Elegí una canción que cargaré como himno en la nueva etapa que llevaré. La elegí porque se lo merece, francamente. Es una canción muy fuerte. Genial. La letra es de una poética sublime, me cae de recontrasmadres. Es de esas canciones tan inteligentes, tan esperanzadoras, tan alegre, totalmente compatible para borrachera... excelente. Y comparto lo que se dice en ella, y quiero que en mi nueva etapa de vida, esa canción sea como la luz que ilumine mi camino.
Trata de vivir, la canción, y de vivir bien. De vivir y disfrutar de la vida. No es necesario que explique la letra o diga de qué trata ya que se explica sola. Lo mejor... me encantan las bodas. Si la buscan, salió en el disco “19 días y 500 noches”. El disco mejor logrado según el mismo autor, ya que se dejaron de conceptos muy elaborados y le rascaron el hueso a la guitarra y la genialidad de sus letras. Está bastante acústico, el disco. Fue el último que sacó antes del marichalazo, como nombró a su incidente que lo llevó al hospital y lo sacó de los escenarios por un buen rato, que lo sacó de la música, que lo sumergió en una gruesa depresión (al punto de no salir de su casa y no aceptar visitar por un buen rato), y que desde cierto punto de vista hizo que le cayera el veinte. ¿Cuál veinte? No sé, ps alguno, supongo.
Noches de Boda, de Joaquín Sabina.

Que el maquillaje no apague tu risa,
que el equipaje no lastre tus alas,
que el calendario no venga con prisas,
que el diccionario detenga las balas.

Que las persianas corrijan la aurora,
que gane el quiero la guerra del puedo,
que los que esperan no cuenten las horas,
que los que matan se mueran de miedo.

Que el fin del mundo te pille bailando,
que el escenario me tiña las canas,
que nunca sepas ni cómo, ni cuándo,
ni ciento volando, ni ayer ni mañana.

Que el corazón no se pase de moda,
que los otoños te doren la piel,
que cada noche sea noche de bodas,
que no se ponga la luna de miel.
Que todas las noches sean noches de boda,
que todas las lunas sean lunas de miel.

Que las verdades no tengan complejos,
que las mentiras parezcan mentira,
que no te den la razón los espejos,
que te aproveche mirar lo que miras.

Que no se ocupe de ti el desamparo,
que cada cena sea tu última cena,
que ser valiente no salga tan caro,
que ser cobarde no valga la pena.

Que no te compren por menos de nada,
que no te vendan amor sin espinas,
que no te duerman con cuentos de hadas,
que no te cierren el bar de la esquina.

No me sé la historia de esta canción, no sé por qué, ni cómo, ni cuándo, ni dónde la escribió el Sabina. Repito, se explica por sí sola. La voy a convertir en mi himno, me cae de recontrasmadres que sí. Sería una vida muy interesante y chidísima. Claro que, como himno no me refiero a que sólo pueda hacer cosas que se contengan en la canción, porque en la vida hay más, mucho más...
Bah,
ya,
harto de escribir.
Tengo mucha hambre.
Más vale que el ayuno valga la pena.

jueves, 17 de julio de 2008

Ni a nosotros nos pasa (primera parte)

Después del típico ritual de los viernes por la tarde: un rato con la guitarrita, un rato grabando su patético programa televisivo en el cual se quejan y se quejan y se quejan mientras se emborrachan, otro rato rindiéndole culto a los dioses risueños, o , será sólo un dios, pero bueno, si es uno, ps es el uno, si son más, son de los mismos; también hay ratos en los que planean; ratos en los que involucran gente en su vida, gente que no se encuentra en su vida (de momento, según ellos), principalmente mujeres hermosas, guapas, inteligentes, nobles, modestas, carismáticas y con toneladas de otros atributos, pocos defectos. Bueno, después de todo eso, viendo un dvd de quién sabe qué grupo, se quedaron dormidos. Ahora, no es que el dvd hubiera estado aburrido, o que el grupo fuera malo. Nada de eso. Se quedaron dormidos porque desde tempranas horas de la tarde comenzaron a pistear y a atizarse... el trabajo, la presión social, las frustraciones, las desveladas, fueron factor para que el cuerpo dijera “ya párale, maestro, que hasta aquí llegamos”. Los ronquidos se escuchaban hasta afuera de la casa.
Ay güey, ¿qué pedo?. Se levantó uno de ellos. Los ojos se negaban a abrirse por completo, tenía que hacer un esfuerzo para enfocar la vista. Botellas de chela por aquí y por allá. Chingado, creo que estoy crudo. Sin darse cuenta, el cuerpo trabajaba en automático, se dirigió al baño, desabrochó su pantalón, bajó la bragueta y comenzó a orinar. Es extraño como a veces el cuerpo sabe perfectamente cómo hacer ciertas cosas para las que se necesita cierta precisión, como atinarle al hoyito donde va la llave de la casa, atinarle al escusado y no salpicar, trepar a un árbol sin caerse, tirar de la pistola con buen tino (la de balines, porque a menudo jugaban a los gangsters). Nota, no me refiero a cuando andan borrachos, porque borrachos, bien sabían estos güeyes que todas esas cosas y tantas otras, las hacían pésimamente mal, pero en esos momentos no andaban borrachos, era de esas crudas tempraneras que te tienes que sacudir porque la noche aun no llega a su cúspide, aun falta camino por recorrer, y quedarse a descansarla sería una grave ofensa.
Pues sí, ofendieron. No era cosa rara. Una de sus grandes costumbres era quedar mal, decir que sí iban pero no llegar, hacer planes que ni empezaban, cosas por el estilo. Total, que se quedaron en la casa tomándose bebidas que disque alivianarían la cruda venidera. Entonces fue que surgió el plan de hacer un círculo literario. Escribir cuentos, poemas, novelas, llevarlos a la reunión y criticarlos. Sonaba a una buena idea.
Llevaban una semana y ya había empezado la reclutación... ¿reclutación?, no mames... reclutamiento, cabrón, reclutamiento de gente. Como era de esperarse, Lidoro tenía la idea de invitar chicas guapas para tirárselas, enamorarse por tres días, máximo una semana y luego darlas por bien habidas. El Frijolito Salvaje, conocido luchador amateur no invitaba a mucha gente pues a quienes les comentaba no les interesaba la lectura ni escritura y/o tenían otras actividades. El primer recluta interesante fue un conocido de un amigo del Grutas.
El Grutas tenía la oportunidad de conocer mucha gente pues trabajaba en el departamento de ventas de un periódico. Odiaba su trabajo, el Grutas. Fue una mujer la que lo llevó a cometer la decisión de entrarle a esa chamba. Primero porque quería verla más y hacerse de una oportunidad con ella, ah, olvidé mencionarlo, ella también trabajaba en el departamento de ventas. Pero al caerle el veinte de que no tenía oportunidades, entonces se quedó en la chamba para destruirla, para ganarle los clientes y acabar con esa vida perfecta que aparentan llevar las chicas fresas buenotas vacías del coco. La conoció en un curso de liderazgo que tuvo que llevar por azares del destino. Los únicos alumnos eran ella y él. Rescatamos una fracción del cuaderno del Grutas. Los apuntes de su primer día en el curso.
“Apestosa clase de liderazgo, aunque mi única compañera es Samalia y vaya que gozará más de mi atención que la profe.
Tacón alto que combina con la blusa coqueta. Morado, atractivo, aunque atrae más lo que esconde ¡vaya curvas! Esos jeans apretados... sus piernas largas, bien formadas... pero uuuf, me voy a ver muy vulgar (qué raro) pero tiene un culo... ¡señor culo! Desde la prepa se le veía un hermosísimo culo.
*Nota, tarea: consultar tres biografías de líderes y traer tres puntos que lo hayan hecho un líder. ¡Qué hueva, chingadísima madre!
Volvamos con ese culo, por favor. Wow, del rostro sigue estando chula. Nariz respingada, boca algo delgada y alargada, barbilla de conito, ojos claros dos-tres llamativos; bonita sonrisa. Se ve que cuida su cuerpo, nada de llantitas o parecidos... pero ahora, en ese escote morado asoman un par de senos preciosos, el color y el difuminado de la luz en ellos, creo que ya se dio cuenta de que se asoman mucho, igual y sintió una brisa que le causó un escalofrío y se tapó. Aunque pue´que me haya visto mirándola, pero lo dudo porque ella está mirando a la profe. Lo sé porque yo la veo a ella.
No ha hablado aun, la profe se está echando un discurso de paradigmas y modelos y sepa qué mas cosas.
Las uñas de los dedos de esta diva están pintadas de rosa... chinga si tan sólo no fuera fresa y cargara con esa pose de “inalcanzable” que yo me trago por completo, agradezcamos eso a mi timidez con ciertas chicas.
*Otra tarea, puta madre: traer características de muchos líderes.
¡Trabaja en ventas! No sé qué me dice eso, pero es un susurro que grita. Chica que se mueve, que conoce gente, acostumbrada a darles por su lado sin dejar de ver el propio, bla, bla, bla. ¿Y qué me dice eso?
*No jodas, ¿más tarea? Análisis fode, o foda, como mierdas se llame (fuerzas y debilidades).”

Se nota, no tanto la atracción, sino la obsesión que se iba formando en el Grutas en ese primer día de clases. Pero bueno, así fue cómo entró a chambear en el departamento de ventas de un reconocido periódico de la ciudad.
Habían pasado dos semanas de interesantes lecturas pero seguían siendo los mismos Lidoro, el Frijolito Salvaje y el Grutas. No había nuevos integrantes en el grupo, hasta que llegó Donatello, conocido de un amigo del Grutas que había sido su cliente (de los que le robó a Samalia). El hombre, ya entrado en edad, entró a la habitación donde leían, como Juan por su casa, Lidoro fue el primero en verlo y por poco y le da un paro en el corazón. Era un vejetrefe muy alto, vestía una gabardina como que gris, bastante oscura, llevaba un bastón con apoyadera del globo terráqueo y sombrero de copa. Lidoro pensó que se le había aparecido la muerte.
- ¡Puta madre! – exclamó con el rostro pálido y el corazón latiéndole a seiscientos sesenta y seis mil por hora.
Los otros dos voltearon y vieron al señor. El Frijolito Salvaje se levantó de su asiento inmediatamente, aquel señor imponía. El Grutas lo miró fijamente, como si lo conociera de algún lugar.
- Buenas tardes. – saludó el Grutas.
Más que saludo, era un: ¿qué pedo con usted, qué se le ofrece? El señor miró al Grutas pero no respondió. Expedía un aire de seguridad arrogante, cosa que intimidó a Lidoro, enfureció al Frijolito Salvaje e intrigó al Grutas.
- Mira, mira, bien campante, el ñor. – gruñó el Frijolito Salvaje.
- Campante vuela el ave, ser libre por naturaleza, feliz de este cruel mundo no ser su presa.
- Eso te lo fusilaste de algún lado. – dijo el Frijolito.
- ¿De dónde sería eso? – preguntó el señor.
- No me acuerdo, pero lo he escuchado antes.
- Pues cuando sepas quien, me avisas.
- Creo que de Gustavo Adolfo Bécquer, o Pablo Neruda, o José Martí. Uno de esos.
- Cuando tengas la certeza, me avisas.

Mira que mamoncín, nos salió el ñor, pensó el Frijolito Salvaje. No le había agradado para nada.
- ¿Quién es usted, y qué quiere aquí? – preguntó Lidoro, aunque más que pregunta, era una demanda. Algo así como: esta es mi casa y no lo conozco.
Volteó a con sus compañeros para que lo respaldaran en esto, pero no decían nada, sólo miraban al señor que observaba detenidamente la habitación. Ropa tirada, colillas de cigarros, hojas sueltas con garabatos por todos lados, iluminación baja, amplificadores, guitarras y bajos eléctricos, envases vacíos de Coca-Cola. Parecía agradarle al señor, pues sonreía y asentía con la cabeza.
- Entonces... – incitó el Grutas.
- Me llamo Donatello, pero pueden decirme Don.
El Frijolito salvaje soltó una carcajada con matices burlones, pero aceptando la broma.
- Estuvo buena esa, Don, ¿qué lo trae por aquí?
- Vengo a asistir al club literario.

El Don entró al club literario, pero no duró mucho, a la tercera semana los chavos se dieron cuenta de que el Don no salía de su escritura del género de superación personal, al que los chavos criticaban duramente, a veces hasta se ponían crueles, pero al Don no parecía importarle. Él estaba casado con esa corriente de escritura y sabía que podía progresar en eso.

Una chica llegó un día, en medio de una acalorada discusión entre Lidoro y sus escenas eróticas contra el Don y sus escenas hiperpendejas, según catalogaba el Frijolito Salvaje. Semejante al Don, la chica entró directamente a la casa, puesto que la puerta permanecía abierta, pero al escuchar el volumen y entonación de las voces, se detuvo y esperó en la sala. El Grutas salió de la habitación para ir al baño y se topó con la chica, la saludó y preguntó si iba para el club de literatura, ella contestó afirmativamente y comenzaron a platicar. Elena, se llamaba, Elena Limantour, aristócrata por apariencia, rebelde (según ella) por devoción. El Grutas se presentó y explicó que las discusiones con el Don eran bastante normales, que a ninguno de los integrantes les gustaba lo que el Don escribía, no era que tuviera mala técnica, era que no les latía la onda de la superación personal.
- ¡Es que eso no es siquiera literatura! – gritó Lidoro.

El Don se ofendió en extremo, retó a los chavos. Se demostraría quién era mejor sacando un libro a mercado que tuviera la aceptación del público. El que más ventas tuviera para el final del año sería el ganador. Misma editorial, mismo precio, para que no hubiera cabida a dudas. Lidoro aceptó, convencido. El Frijolito también aceptó, pero era más por compromiso que por otra cosa. No creí que un libro suyo se vendiera bien, tampoco alguno del Don, pero en el oscuro mundo de los literatos, las puñaladas y las tranzas eran de lo más común. El Frijolito no quería meterse en una bronca con el Don, siempre supo que ese viejo podría ser un excelente villano, por rencoroso, malicioso, pendejo y manipulador. Peligrosa combinación.
El Don pactó con Lidoro mediante una sacudida de manos y se dispuso a salir de ese estúpido e inmaduro agujero hasta que salió a la sala.
- ¡Elena! – gritó sorprendido el Don.
Elena se levantó de un brinco, alarmada.
- Oh, ¿se conocen? – preguntó el Grutas.
- Es mi hija.
A huevo, pensó el Grutas, algo malo debía tener.
- ¿Esa es tu hija? – preguntó Lidoro, impresionado.
El Frijolito Salvaje también quedó impactado con aquella preciosura que por azares del destino fue a parar al club de lectura, y que en esos precisos momentos se veía algo molesta.
- ¡No soy tu hija! – gritó ella.
Uuuuta, pensó el Grutas, pedos familiares, no puedo lidiar con esto.
- Es adoptada. – confesó el Don.
- Entonces, Don, ya te ibas. – apuró Lidoro.
- Me voy, junto con ella. – dijo, anticipando las intenciones de Lidoro.
- No, Dona, yo me quedo.
- No me llames así.
- ¿Dona? – rió el Frijolito Salvaje. – Esa está aún mejor.
- Bueno... entonces, yo me quedo también. – concluyó el Don.
Esto va a ser muy estresante, pensó el Grutas.
Esto va a ser interesante, pensó el Frijolito Salvaje.
Me la tengo que coger, está buenísima y así me chingo al viejo, pensó Lidoro.

No fue tan estresante para el Grutas, ya que tanto Elena como el Don parecían portarse a la altura de la situación, dejando atrás las ondas incómodas de papi y su hijita, y aparte, en la tercera sesión a la que Elena asistió, se acabó besando con el Grutas. Para el Frijolito Salvaje, sí fue interesante, ya que pudo ver todo el proceso de “enamoramiento” entre Elena y el Grutas, ya que éste último le comentaba de las conversaciones y los encuentros que tenían, como aquella vez que se toparon en un bar y charlaron y bebieron y ni supieron cómo se despidieron. Para Lidoro fue frustrante porque Elena nunca se fijó en él, de hecho, lo tachó de sucio, depravado, obsesivo, pito-chico; pero bueno, al menos se chingaron al Don en ese punto.

miércoles, 16 de julio de 2008

Escribividiremos entonces...

- Primero se debe de vivir antes que escribir

Eso fue lo que dijo su hermano. ¿Quien se cree? Pensó él indignado.

La más reciente de sus brillantes y nuevas ideas. Si… escribir… escribirlo todo, hacer en su propio… un Big Brother donde sus manos, ya sea con una pluma o un teclado, fueran las cámaras. Cámaras que captarían todos y cada uno de sus pensamientos, sus acciones, sus sentimientos y sus más perversas y nefastas chaquetas mentales.

Lo que él quería y buscaba era trascender, influir de alguna manera en las personas, ser recordado o por lo menos encontrado, aun y cuando solo fuera por mera casualidad dentro de un par de cientos de años por algún arqueólogo aficionado. Él estaba seguro de que cuando el tiempo pasara, mucho tiempo después de que los gusanos devoraran sus ojos, los arqueólogos tendrían que descifrar códigos obsoletos de reliquias computacionales, en lugar de que tuvieran que excavar en la tierra como lo hacen hoy. En efecto, ensuciarse las manos para saber sobre los antiguos, a excepción, tal vez… de una pequeña manchilla gris y ovalada en los dedos dejada por el polvo acumulado, iba a ser lo más rudo a lo que esta nueva generación de arqueólogos se enfrentaría.

Si en algún momento de la historia lo descubrirían, en algún momento alguna persona despistada se toparía con lo que él escribiera hoy. No tengo prisa, le decía a quien le preguntara, esta vez es cuestión de estadística y no de percepción. Eventualmente, alguien se lo va a tener que encontrar. ¿No acaban de encontrar el evangelio de Judas? Imagínate… si ese vato fue un culero, y traicionó al dios, y como quiera se encontraron lo que escribió… imagínate yo que ni le he hecho nada. Pues ya las tengo de ganar, calculo que si se tardaron unos dos mil años en encontrar lo que escribió Judas, pues lo mío en unos cien ¿no? La gente sonreía y asentía con la cabeza cuando terminaba de decir este argumento por mera cordialidad, por lástima o por cobardes. Por cordialidad los que querían evitarse problemas con una lógica tan torcida como esta. Por lástima los que no querían ser el malo del cuento como Judas. Finalmente los cobardes por no querer razonar la gran estupidez que acababan de escuchar y solo decir si, sin si quiera cuestionar.

Después de un pesado y largo silencio largo, su hermano lo miró y le dijo con su tono habitual de voz, un tono amigable y despreocupado, a pesar de que las palabras dichas tuvieran un sentido siniestro o melancólico.

- Primero se debe de vivir antes que escribir

lunes, 14 de julio de 2008

Movimiento Música Nueva

A veces es la situación la que te lleva a ser y a hacer. El fin de semana reciente, el Malamen y yo estábamos solos, en el Confesionario. Lalo se había ido a la cabaña con sus padres, no tenemos novias ni amigas con quiénes cotorrear. Le habíamos hablado a César, pero estaba ensayando, nos hablaría acabando. Total, que ahí andábamos los dos, decidimos ir al centro a hacer el ya algo típico entre nosotros, recorrido de bares, mejor conocido como “La Gira”.

Debo decir que el centro de Saltillo es algo de mi agrado, no total, pero sí algo. Por la noche, en fin de semana, hay variedad. Hay muchos bares y cantinas, pta, cantinas hay décimas, me cae, pero lo que a nosotros nos llama la atención son un reducido, elegido grupo de bares. Tenemos al Dublín, al que ya muy tarde no nos dejan entrar porque se llena, aunque tenemos nuestros medios para entrar. Contamos también con el Cerdo de Babel, aunque casi siempre lleno, sí te dejan entrar. Pero no solemos frecuentarlo mucho, y si vamos, no es por mucho tiempo, a menos que sea ya al final de toda la onda, cuando caminamos no tan derechito, cuando los párpados ya van caídos etc, etc... También está el Dogma, cuya localidad y decoración está excelente, a mi gusto, y lo incluiremos en la gira; si no lo incluíamos antes es porque como es el más nuevo y novedad, está muy afresado. Y está el Confesionario, el bar metalero al que vamos más seguido y en el que más consumimos, porque hay una promoción de cerveza a diez pesos, debemos aprovecharla, porque esa promoción se acaba a las once.

Ya que los puse al tanto con la Gira, ténganse a ustedes, que el sábado pasado estábamos el Malamen y yo tomándonos la cubeta de chelas, platicando. La plática se tornó a un punto interesantísimo, que se está volviendo en mi círculo social como un tema semejante al futbol, religión y política: de los que ya no se deben de hablar porque no llegan a nada. Surgió algo así de que nos preguntábamos a qué círculo social correspondíamos, porque correspondemos a uno, pero no podíamos definirlo bien. Sabemos, sin embargo, que si por ahí nos ven en la calle, la banda que nos conoce de vista, los de la escuela, de la chamba, de diversas actividades, lo más seguro es que ellos nos consideran “rockeros”. Bueno, en cuanto a mí me concierne, NO soy rockero, ya lo había expuesto en otro artículo en este mismo blog. Pero sí, el Malamen tenía razón en que la gente que nos conoce a medias tintas puede decir que somos rockeros. Y comenzó “¿qué es un rockero?”

Llevábamos más de una hora platicando de lo mismo y ni siquiera habíamos tocado el tema de la música. Hablábamos de la vestimenta, de ademanes, de cultura social, de conocimiento, intelectualidad, bla bla bla, pero no habíamos tocado la música, y, muy personalmente creo que es lo más fundamental para decir que una persona es rockera. Pero no, ahora no, al parecer, el rock ha dejado de ser música para convertirse en algo muy general, que muchos consideran como un estilo de vida. Muchos de esos elementos que crean a un rockero, (según la generalidad de la gente, repito, esto no es cosa mía, es lo que saqué de mi dolorosa investigación acerca del rock en la sociedad) son elementos que también podrían pertenecer a un reiver, a un eskato, a un metalero, a un idealista, a un guerrillero, a un revolucionario, a un narco, incluso a fresas y vaqueros. ¿Cosa rara? No me parece. Entonces, el "estilo de vida" del rockero es demasiado ambiguo, tan ambiguo, me atrevo a decir, que está perdido a simple vista, como una onda de sonido que se propaga y va disminuyendo su intensidad y cuerpo.

Luego viene el tema de la música. Quisiera que alguien me diga de un grupo que toca rock, pero rock a secas, porque sabemos que subgéneros hay miles: que si el punk (y los suyos), que si el metal (y los suyos), que si el grundge (y los suyos), y más. Ahora, Cesarín dio en un punto muy bueno: que el rock era música alternativa, que sacaba sus elementos de varias vertientes, que no tenía miedo de combinar, que podía escuchar lo que fuera y sacarle el jugo de lo que más le gustara a toda esa capirotada musical que escuchaba, añadirle lo suyo y tan tan, sacamos del horno al rock. Pero ese punto es, también, tan ambiguo que no pudimos darlo por válido. Porque hay salseros que experimentan, hay jazzistas que experimentan, hay metaleros y blueseros que experimentan; los progresivos, los rancheros, los cumbieros y hasta los malditos regguetoneros pueden experimentar y “alternar”, incluso los de la música electrónica (que yo no acabo por considerar música) podrían sacar ritmos de otros géneros y convertir o fusionar al suyo.

Entonces quedamos en las mismas... en las de que el rock es tan general que se pierde, y optamos por no seguir con eso. La investigación del rock ha terminado.


Fíjense nomás... todo empezó con la plática de “¿qué es un rockero?”, porque queríamos saber qué somos nosotros y por qué nos consideran rockeros los que nos conocen a medias. Surgieron tantos puntos que no recuerdo, que la ilación de algunos de ellos nos llevó, horas después, y en otro lugar, al nacimiento de un movimiento musical, algo relativamente sencillo y posible. No sólo es un “hay que hacer algo con las bandas”, un “hay que sacar adelante el medio musical en Saltillo”. Sacamos ese “algo” y lo convertimos en una meta tangible. Ahí les va.

Concordamos en que ya no está chido tocar los covers de siempre, y no sólo eso, ya no está tan chido tocar covers. Las rolas se queman y acaban por hartar. Los músicos queremos tocar nuestro material, enfocar los ensayos en sacar y arreglar nuestras canciones. Por eso nos hicimos músicos (estoy generalizando, no sé de todos, pero lo supongo... y si no, qué triste), porque encontramos en algún instrumento y en la música en sí nuestro mejor medio para expresar nuestros sentimientos y compartirlos con el mundo. Porque tenemos algo qué decir y creemos que el mejor medio es a través de una canción. Porque queremos que los demás sientan lo que nosotros sentimos hacia algo, igual y no sentirán todos lo mismo, pero al menos queremos compartirlo, porque sentimos que es algo que el mundo debería saber, es algo que no queremos llevarnos con nosotros a donde sea que vayamos cuando la vida se acabe... okei, okei, okei, me estoy viendo muy “discurso del líder antes de luchar la batalla final en película joliwudense”, pero bueno, me dejé llevar. Como nos dejamos llevar cuando tocamos nuestras rolas... y dale, otra vez con lo mismo.

El caso es que este movimiento debe realizarse. DEBE realizarse. Un día en que los grupos no toquen covers, eso proponemos. Un día. Por lo pronto lo que tenemos es la idea, pero si se corre la voz, podemos irlo convirtiendo en una realidad, ir a darnos un tiro con los bares y exigirles ese día en que no contraten grupos de covers, en que presten espacio para que los músicos toquen rolas nuevas, rolas suyas. Sí, lo sé, suena a chaqueta mental, pero ¿acaso no son las chaquetas mentales parte de lo que hace a esta vida, chingona?

viernes, 11 de julio de 2008

Shine on you Crazy Diamond

Bueno, les quiero comentar y compartir esta onda de un dvd de un concierto de David Gilmour (muchos “de´s” en la redacción, pero bueno...). Es excelente. No puedo sacarme de la cabeza esa canción de “Shine on you Crazy Diamond”. Antes que nada, es importante decir que Gilmour toca con una guitarra electroacústica, no sé qué marca. Claro que tiene ahí una pedalera que supongo debe ser bien potente, pero en el intro de la canción, muy apenas y podríamos escuchar los efectos que usa, porque no se nota que use (muchos). A lo que voy, es a que Gilmour toca el intro de Shine on you Crazy Diamond a la “rupestre”. Cabe resaltar que con esa canción inicia el concierto, entonces se toca un intro sublime. La sucesión de acordes alargados seguido de unos riffs bluesesones me encantó. Es como si los acordes no tuvieran mucho qué ver, pero lo tienen todo, como si fuera un coqueteo en el que no quieres decir nada, pero en ese afán ya hablaste de más, pero claro, llevándote por otros lados: Lugares nuevos a explorar, lo que le da a la canción una atmósfera extremadamente profunda. Wow
Y bueno, luego viene la cantada, la letra es muy de mi agrado, siempre que la escucho me quedo pensando “qué fuerte que un amigo tan íntimo te escriba una canción así”. Esa canción la compusieron David Gilmour y Roger Waters, dedicada a su amigo y colega Syd Barret, el virtuoso fundador de Pink Floyd. La canción salió a luz en el disco “Wish you were here” en 1975. Álbum era un tributo a Syd.
Syd Barret le entró demasiado a las drogas sicodélicas, demasiado. Se comenta que en una gira, Syd no se presentó y lo dejaron atrás. También se dice que no llegó a un ensayo y que por eso lo sacaron de la banda. Lo cierto es que Syd Barret tenía problemas con el LSD y otras drogas sicodélicas y eso afectaba el rendimiento y las presentaciones en vivo de Pink Floyd, por lo que lo sacaron definitivamente.
A ésta pérdida de un colega muy querido, añadiendo la inusual y básica melancolía que caracteriza a Pink Floyd, se hizo “Shine on you Crazy Diamond”.
Los dejo con la letra de la canción. Hermosa, sin lugar a dudas.

Remember when you were young, you shone like the sun.
Shine on you crazy diamond.
Now there's a look in your eyes, like black holes in the sky.
Shine on you crazy diamond.
You were caught on the crossfire of childhood and stardom, blown on the steel breeze.
Come on you target for faraway laughter, come on you stranger, you legend, you martyr,and shine!

You reached for the secret too soon, you cried for the moon.
Shine on you crazy diamond.
Threatened by shadows at night, and exposed in the light.
Shine on you crazy diamond.
Well you wore out your welcome with random precision, rode on the steel breeze.
Come on you raver, you seer of visions, come on you painter, you piper, you prisoner,and shine!

Nobody knows where you are, how near or how far.
Shine on you crazy diamond.
Pile on many more layers and I'll be joining you there.
Shine on you crazy diamond.
And we'll bask in the shadow of yesterday's triumph, and sail on the steel breeze.
Come on you boy child, you winner and loser, come on you miner for truth and delusion,and shine!

Ahora una pedorra traducción al español (porque la mayoría de las traducciones son pedorras, por más precisas que quieran ser, por ahí se escapa el “filing”, o juegos de palabras, o rimas. En fin...).

Recuerdas cuando eras joven, brillabas como el sol.*Brilla en ti, diamante loco.
Ahora hay una mirada en tus ojos, como hoyos negros en el cielo.Brilla en ti, diamante loco.
Fuiste atrapado en fuego cruzado de la infancia y el estrellato, soplado en una brisa de acero.
¡Vamos, tú, objeto para risa lejana; vamos, desconocido, legenda, mártir, y brilla!

Quisiste alcanzar el secreto demasiado pronto, le gritaste a la luna.
Brilla en ti, diamante locoAmenazado por sombras en la noche, expuesto en la luz.
Brilla en ti, diamante loco.Te acabaste tu bienvenida con precisión al azar, montaste la brisa de acero.¡Vamos reivero (como en persona que va a “raves”), tú, vidente de visiones; vamos, pintor, (no sé qué es “piper”), prisionero, y brilla!

Nadie sabe dónde estás, qué tan cerca o qué tan lejos.
Brilla en ti, diamante locoApila más capas y me uniré ahí contigo.
Brilla en ti, diamante loco.
Y tomaremos el sol en la sombra del triunfo de ayer, y navegaremos en la brisa de acero.
¡Vamos, tú, niño infante; tú, ganador y perdedor; vamos, tú, minero de verdad y engaño y brilla!

*Ahora, hago un énfasis en esta parte que se repite a lo largo de la rola. En inglés, hay una especie de frase o refrán que dice “shame on you”, en español es algo así como: “que te de vergüenza” o “te debería dar vergüenza”. Y bueno, el “shine on you” hace un juego de palabras con el “shame on you”. Posiblemente Waters y Gilmour sentían pena por Barret y así lo quisieron poner en la canción, pero con cierto aprecio. Esto es sólo una observación, tómenla como tal.
Bueno, eso fue mi intento por traducir la canción. Lamento no saber qué significa “piper” y que mis diccionarios no tengan esa palabra. “Pipe” es pipa, así que “piper” puede ser “pipero” pero esa es una vaga suposición. En fin, si no han escuchado la rola, escúchenla, vale cada instante de atención que le pongan.

viernes, 4 de julio de 2008

Actitudes...

Bueno banda, ahí les va un rollo bien chido que me encontré por ahí en una de esas excursiones musicales a lo desconocido, un día, explorando la música en portugués me tope al final de una canción de Ana Carolina esto que leyó... fue escrito para Brasil, pero definitivamente y sin mucho esfuerzo podemos ver esta realidad reflejada en nuestro país.

Nota: La traducción no es del todo fiel y puede ser mejorada, pero en cuanto encuentre palabras más apropiadas la iré modificando, esto de traducir no es asunto sencillo.

Só de Sacanagem

Por Elisa Lucinda

Meu coração está aos pulos!
Quantas vezes minha esperança será posta à prova? Tudo isso que está aí no ar: malas, cuecas que voam entupidas de dinheiro.

Do meu dinheiro, do nosso dinheiro, que reservamos duramente para educar os meninos mais pobres que nós. Para cuidar gratuitamente da saúde deles e dos seus pais. Esse dinheiro viaja na bagagem da impunidade e eu não posso mais.

Quantas vezes minha esperança vai esperar no cais? É certo que tempos difíceis existem para aperfeiçoar o aprendiz. Mas não é certo que a mentira dos maus brasileiros venha quebrar no nosso nariz.

Meu coração está no escuro. A luz é simples, regada ao conselho simples de meu pai, minha mãe, minha avó, e dos justos que os precederam: “Não roubarás”. “Devolva o lápis do coleguinha”. “Esse apontador não é seu, minha filha”.

Ao invés disso, tanta coisa nojenta e torpe tenho tido que escutar. Até habeas corpus preventivo, coisa da qual nunca tinha visto falar e sobre a qual minha pobre lógica ainda insiste: esse é o tipo de benefício que só ao culpado interessará.

Pois bem, se mexeram comigo, com a velha e fiel fé do meu povo sofrido, então agora eu vou sacanear: mais honesta ainda vou ficar! Só de sacanagem!

Dirão: “Deixa de ser boba, desde Cabral que aqui todo o mundo rouba”. E eu vou dizer: “Não importa, será esse o meu carnaval, vou confiar mais e outra vez”. Eu, meu irmão, meu filho e meus amigos. Vamos pagar limpo a quem a gente deve e receber limpo do nosso freguês.
Com o tempo a gente consegue ser livre, ético e o escambau. Dirão: “É inútil, todo o mundo aqui é corrupto, desde o primeiro homem que veio de Portugal”. E eu direi: “Não admito, minha esperança é imortal”. E eu repito: “Ouviram? IMORTAL!”

Sei que não dá para mudar o começo. Mas, se a gente quiser, vai dar para mudar o final!

Solo por Molestar

Por Elisa Lucinda

Mi corazón está agitado

¿Cuántas veces será puesta a prueba mi esperanza? Todo eso que está ahí en el aire: maletas, pantalones que van llenos de dinero.


De mi dinero, de nuestro dinero, que ahorramos duramente para educar a los niños más pobres que nosotros. Para cuidar gratuitamente de su salud y la de sus padres. Este dinero viaja en el equipaje de la impunidad y yo ya no puedo más


¿Cuántas veces mi esperanza va a esperar en el muelle? Es cierto que los tiempos difíciles existen para perfeccionar al aprendiz. Pero no es cierto que la mentira de los malos brasileños se venga a quebrar en nuestra nariz.

Mi corazón está en lo oscuro. La luz es simple, regada por el consejo simple de mi padre, mi mamá, mi abuela, y de los justos que los precedieran: “No robarás”. “Devuelve el lápiz de tu compañerito”. “Esta pluma no es tuya mi hija”.

Al contrario de esto, tantas cosas repugnantes y torpes he tenido que escuchar. Hasta habeas corpus preventivo, cosa de la cual jamás había escuchado hablar y sobre la cual mi pobre lógica todavía insiste: Este es el tipo de beneficio que solo al culpado le interesa.

Pues bien, si se metieron conmigo, con la vieja y fiel fe de mi pueblo sufrido, entonces ahora yo los voy a molestar: más honesta aún voy a ser! Solo por molestar.

Dirán: Deja de ser boba, desde Cabral aquí todo el mundo roba”. Y yo voy a decir: “No importa, será este mi carnaval, voy a confiar más y otra vez”. Yo, mi hermano, mi hijo y mis amigos. Vamos a pagarle limpio a quien le debemos y recibiremos limpio de nuestros clientes.

Con el tiempo se consigue ser libre, ético y los demás. Dirán: “Es inútil, todo el mundo aquí es corrupto, desde el primer hombre que vino de Portugal”. Y yo diré: “No lo admito, mi esperanza es inmortal”. Y yo lo repito: “¿Escucharon? ¡INMORTAL!

¡Se que no se puede cambiar el comienzo. Pero si quisiéramos se puede cambiar el final!

Tramos

Un tramo de mi corazón quiso comerla.
Un trago y un buen acostón por repetir.
Un trato con la más fina y delicada hierba.
Un tramo de su espalda siempre pude derretir.

Un trato con el más loco de este hotel.
Un tramo de dolor por ambas partes afectadas.
Dos tramos distintos sobre qué hacer con él.
¿Te has derretido en un beso para poder
diluirte por completo en sus ojos?

Un tramo entre dientes donde reposan las sobras.
Un tramo canal de agua para que limpie las heridas.
Un tramo de odio y otro tramo de pena.
Un tramo gris en colorida primavera.
Un tramo de fuego quema todas las partes.
Un tramo de auxilio que amarra a la hoguera.

Amarte en carne es todo lo que queda.
Amarte en carne y quemar tu corazón.
Ya vete, pues, para que pierda la razón,
pues no hay motivo que me mantenga
ni suerte que me detenga
para amarte mañana como lo hago hoy.

Eres mía, sin lugar a dudas,
y antes de que puedas debatir,
suelta tu ropa, calla y vuelve.
¡Yo soy todo para ti!

jueves, 3 de julio de 2008

Ana Mailovic

Había nacido exclusivamente para tocar Blues en los intermedios de los recitales de la mujer a la que amaba, que, por fortuna para él, ella lo amaba de vuelta, más que nada en toda su vida, incluso, más que tocar la guitarra clásica. Y estamos hablando de algo cañón, eh. Esta mujer no era cualquier guitarrista clásica. ¡Imagínense! Desde los cuatro años ya tocaba la guitarra, a los siete ya había dado su primer concierto y a los once ya andaba en giras internacionales por gran parte de Europa. Toda su vida estudiando guitarra. Era lo mejor que le había pasado hasta que conoció a Bruno.
Él andaba en Europa, uno de esos viajes de mochilazo, porque no llevaba muchas cosas, sólo su guitarra ropa, y la tarjeta de crédito donde le depositaban sus padres, eso, claro, porque había cumplido con su promesa de no tronar ninguna materia en toda la preparatoria. Trabajo le costó, al güey, pero lo logró, y ahora lo disfrutaba. Como papi y mami eran bastante adinerados, Bruno se la pasaba de lujo en ese viaje.
No era muy ostentoso, simplemente se daba sus buenas tres comidas al día, dormía en lugares decentes y viajaba. En un recital de Ana Mailovic, aunque no era gran conocedor ni amante de la guitarra clásica, no había lugar a dudas para ponerle peros al virtuosismo de Ana, y sólo hacían falta ojos y un noble corazón para notar su belleza. Bruno lo notó.
Salió del concierto y en las faldas del teatro se puso a tocar un bluesecito algo prendidón, ya que el concierto lo puso en humor porque lo que Ana tocaba no era muy prendido. Por supuesto que no, pensaba Bruno, yo no vine aquí a escuchar algo prendidón, pero ahora que tengo ganas, puedo tocarlo. Y así la gente se reunía alrededor de él, porque no era malo, el Bruno, era bastante bueno. Tons la banda se reunía alrededor, unos le aplaudían y otros, ya saben, los beatos-apretados-clásicos-aburridos ponían cara de fuchi, algunos hasta lo insultaban porque creían que con esa música chafa denigraban lo que Ana acababa de hacer.
Entonces sucedió lo inesperado. Ana Mailovic salió por la misma puerta por la que salía el público y escuchó lo que tocaba Bruno... chan chan chaaaaan. Como es una historia de amor, se puede anticipar que se iba a enamorar de Bruno por el blues tan machín chicharrín que tocaba, pero no. Ana no era tan beata-apretada-clásica-aburrida, pero definitivamente aborrecía el Blues. No se sabe por qué fue a ver a Bruno tocando Blues, ya que ella lo aborrecía. Azares del destino, dirán. Crueldades de la vida y del amor, oh, porque aparte del amor que se profesan, había una gran cantidad de crueldad en su relación. Cuando vayamos al recital verán por qué.
Ahora, vámonos ya, que llegamos tarde.

Salieron de casa de Gaspar y se subieron al bocho de Clemente, iban algo apurados. Tan pronto entraron al bocho y cerraron las puertas, Clemente expresó su ansia.

- No, ahora nos cuentas.
- Se arruina la sorpresa.
- ¡Cuenta!, Rigoberto, no seas ojeis. – ladró Gaspar.
- Bueno, lo que me dijo el Minols es que a Ana le caga el Blues, y pues, imagínense cómo se pone cuando Bruno sale a tocar en el intermedio. Lo natural es que se ponga tan furiosa, y llame a los de seguridad para que se lleven a Bruno tan pronto se ponga a tocar ¿no? Pero sucede que Bruno se la trae acá, cortita, que la morra está tan enamorada de él que sólo se enoja y se va, y dice que ya no va a salir. Osea, siempre anda esperando que Bruno la deje tocar todo el recital sin hacer su desmadre, como si fuera una prueba de amor, aunque amor no les falta a ninguno de los dos.
“El caso es que Ana les dice al staff y al equipo de seguridad que es posible que Bruno haga de las suyas, pero que no intervengan, que eso es entre ella y él.”
- A chinga.
- En serio.
- Esas son viejas. – admiró Gaspar. – Viejas de a de veras.
- Así es. Pero por ser una vieja de a de veras le va medio mal. Resulta que en cada concierto, Gaspar sale a tocar su Bluecesito en plena presentación, ni siquiera le deja acabar una rola. Pero hasta eso, buena onda, sale como acompañando la melodía que toca Ana, la acompaña con Blues, claro. Le pone uno que otro arreglo por aquí y por allá. Luego se vuelve como un duelo de guitarras. Ana quiere callarlo y demostrar su supremacía, pero entre más toca cosas acá, de puro virtuosismo, el Bruno contesta suave, gandallón. Ana se encabrona, pone jeta se va y dice que ya no va a salir a tocar la segunda parte, que mejor la toque Bruno, pero luego Bruno entra en razón y cuando los beatos-clásicos-aburridos-apretados a quienes les caga el Blues y ven el espectáculo intermedio de Bruno como un insulto, le gritan de cosas, chiflan y la fregada. Entonces el Bruno les dice, calma, banda, no hay tos, ahorita voy por mi vieja y por ésta que acaba de tocar el concierto.
“Todos se quedan acá, de las de: ah cabrón. Pero Bruno, efectivamente, sale del escenario va por Ana, le grita de chingaderas, que acabes con lo que comienzas, pinche vieja amarguetas, que esto no se le hace al público, que no sea mamona, ¿a, que te me pones muy al tiro? Pus toma. Le pega un moquetazo, se la besanguea y Ana sale a tocar otra vez. A veces, se nota el maquillaje para cubrir moretones.”
- No seas mamón, pinche Rigoberto. – dijo Clemente, entre carcajadas.
- Es verdad, güey. Ella misma me lo contó.
Los otros dos no paraban de reírse.
- Bueno, vamos a creerte, pero si no, ¿nos invitas la cena? – apostó Gaspar.
- Va.
- Ps va.

Clemente manejaba el bocho a toda velocidad, con todo y que ir con prisas era algo de lo que más le disgustaba en la vida. Rigoberto, de copiloto iba tarareando rolas de Iron Maiden y Gaspar iba atrás, molestando y escuchando su mp3.

- ¿Para qué traes los audífonos, mamón? – regañó Clemente.
- Por si me aburro.
- Ay... no mames, pinche Gaspar.
- Güey, creeme que vale la pena escuchar toditito el concierto, aunque te aburras de momentos. – agregó Rigoberto.
- ¿Por lo del tal Bruno? – inquirió Clemente.
- Sí, por lo de Bruno.
- Y, ¿estás seguro de que va a salir?
- Casi seguro, es de esas leyendas urbanas que suenan tan, pero tan mamonas, que deben ser ciertas. Ahora, si es que nos aburrimos porque somos de gustos nada refinados y en verdad somos unos incultos en cuanto a la música clásica, eso último lo doy casi por hecho, lo del aburrimiento quién sabe. Pero en caso de aburrirnos, van a ver que el Bruno nos va a alivianar. Nomás que tienes que apurarte para no llegar tarde y escuchar todo el concierto.

Ya iban llegando pero faltaban escasos dos minutos para estacionarse. Había un espacio allá enfrente, justo pasando el semáforo. El lugar era excelente pues estaba cerquísima del Museo de las Aves (ahí se iba a dar el concierto). La desgracia cayó en ellos, pues justo cuando estaban por pasar el semáforo, éste se puso en verde.

- Mierda. – dijo Clemente.
- No, qué mierda ni qué madres. Tendrás que hacer una chilangada. – ladeó Rigoberto.
- ¿Qué?
- Dale en reversa por esta calle.
- No mames, pinche Rigoberto. – tronó Gaspar. – No le hagas caso, güey, hay una caseta de policías justo en esta esquina.
- No, Rigoberto, ora si que te pasaste, no se puede.
- ¿Cómo no, cabrón? Sí se logra. Si te sale un coche, te vas por la banqueta.

Ahora. Nadie sabe por qué lo hizo, aún no tiene respuesta para la pregunta ¿por qué lo hiciste? No se atreve a decir siquiera, que se le hizo fácil, porque fácil no fue, eso asegura. Las razones permanecen un misterio, pero los hechos hablan. Clemente aceleró, quemando llanta y le dio en sentido contrario por la calle que corre a un lado de la Iglesia que tiene en frente el Museo de las Aves.
El policía salió corriendo de la caseta. Gaspar gritó desesperado. Clemente se puso nervioso. Rigoberto andaba eufórico. El policía gritó algo. Los tres jóvenes voltearon a ver al poli. ¡Chingas! Chocaron.
- ¿Están bien? – preguntó Clemente.
- No mams, qué mal pedo. – se quejó Gaspar, como pensando en voz alta.
- No hay tiempo de averiguarlo, corran al museo no nos agarra el poli.

Rigoberto ya estaba afuera para cuando había dicho esas palabras. Clemente se bajó por su lado, mirando con preocupación al poli corriendo, de buenas que está gordo, así no nos alcanza. Rigoberto detenía la puerta para que Gaspar saliera sin más problemas. Estando los tres afuera, echaron a correr a pesar de que el poli les gritaba que se detengan. Cuando el poli llegó al bocho, los chavos ya estaban dándole la vuelta a la cuadra, no había posibilidades de alcanzarlos, en lugar de seguir con la persecución se quedó a arreglar el asunto del coche chocado, a bloquear la calle y llamar a la grúa.
Después de perder al poli, los tres entraron al Museo de las Aves y se perdieron entre el público, llegaron justo a tiempo para ver el comienzo.

Gaspar se estaba durmiendo, Rigoberto buscaba con qué entretenerse y Clemente, por más que intentaba no encontraba ese filin que le provocaba cierta música que le gustaba en todo el virtuosismo desplegado por Ana Mailovic. Acabó la primera parte, ahora seguía el intermedio. El sonido local anunció la primera llamada. Ana salía del escenario entre aplausos. Comenzaron a subir de volumen los murmuros de la gente. Los tres jóvenes locuaces andaban bien atentos, prestos a cualquier sonidito. De pronto escucharon un tiriliririlirirlinnnnnn, eran cadenas arrastrándose a compás de unos pasos. ¿Podría ser?
Entonces se escuchó un pequeño “pac” como cuando el metal truena. Luego se escuchó otro sonido de metal, un “trrrriiiiuuuunnnngggg” sonido característico de una guitarra, tejana, cuerdas de metal, el sonido de cuando la rasguean hacia arriba. Entonces salió Bruno. Caminaba muy lento, cabizbajo, con una guitarra tejana, azul, preciosa, melancólica. Ya estaba tocando, tenía un ritmo muy suave, muchos bends y notas largas. Clemente luego, luego identificó ese sentimiento de añorar algo, cada quien pensaba en sus pasados memorables, cada quien. Mucha gente se apuró en salir del recinto, otros tomaron asiento. Hubo una viejita, que sacó un pañuelo para enjuagar sus lágrimas. Denso.
Un remolino distante que va tomando forma frente a ti, en las esquirlas que levantan la arena se ve el reflejo de una luna que no sonríe, que alimenta al mar y su inmensidad. Una vez más se burlan de tu pequeñez, pero no es tanto una burla, es simplemente un hecho, una aclaración lógica de una verdad irremediable, irrebatible. Caminas como si embrujado, la música te llama, el paso del oleaje que se lleva tantas cositas pequeñas que encuentra en la arena, quieres que te lleve junto con ellas. No promete nada, lo disuelve todo, el mundo queda atrás y entonces te das cuenta que caminas sobre las estrellas, a cada paso, una onda se expande a tu alrededor, las ondas comienzan a chocar unas con otras y entre choques sacan destellos de luz, vivos colores se enlazan en un tremendo baile. El ritmo sube, el viento sopla más fuerte, la melancolía se convierte en una cascada fugaz de emoción. Prende tu mente.
Acaba la canción.
- Wow. – exclamó Rigoberto.
- Me dejé ir, me llevó la rola. – dijo Gaspar.
- ¿Y a dónde llegaste? – preguntó Clemente.
- Sepa. – obtuvo por respuesta.
- Yo también. – añadió.
- Tú también ¿qué? – preguntó Gaspar.
- Fui a Sepa.

Bruno acabó su canción y se retiró, nadie aplaudió, nadie dijo nada. Unos estaban enojados, otros estaban pasmados, otros como que no agarraban la onda, no se la esperaban. Volvió a salir Ana Mailovic. Entre aplausos se sentó, colocó su guitarra. Todos esperaban que dijera algo de lo que acababa de pasar, que quién era ese, o por qué lo dejaban tocar asi, pero Ana simplemente dijo las piezas que seguirían en su repertorio.
Y el concierto siguió como siguen los pájaros volando hacia clima más agradable, dejando el frío del desconcierto atrás, sin haber sentido el cambio del ambiente. Simplemente siguió sin más. A pesar de que Ana no manejaba el escenario como artistas modernos suelen manejarlo: brincan, corren, interactúan, voltean payá, voltean pacá; Ana tenía el control absoluto.

Se acabó el concierto entre un mar de aplausos. Pero nadie se atrevió a mencionar algo de Bruno. Acabado el concierto, Clemente, Gaspar y Rigoberto morían de hambre, detrás del Museo de las Aves había un puestecito de hamburguesas y hot-dogs. Fueron a comer. Cual fue su tremendísima sorpresa cuando vieron que se acercaban Bruno y Ana, tomados de la mano, mirándose a los ojos como un par e tortolitos, dándose besos coquetos, en fin, mucho amor estudiantil, como si fueran dos pelados que acabaran de enamorarse por primera vez.
- ¿Nos podemos sentar? – preguntó Bruno.
- ¡No mames! – explotó Rigoberto, visiblemente nervioso. – De entre las cinco mesas, vinieron aquí.
Gaspar y Clemente lo voltearon a ver, extrañadísimos.
- Con un simple “no” bastaba. – dijo Bruno.
- No, perdón. Es que... no manches... ustedes son los... – hizo un ademán de tocar la guitarra con sus brazos.
Bruno y Ana sonrieron.
- ... y están aquí, entre los simples mortales. – concluyó Rigoberto.
- Qué chido, men. Adelante. – invitó Clemente.
- Buenas nouches. – saludó Ana con una ligera reverencia y amplia sonrisa.
- We can speak in english if you like. – dijo Gaspar, aplicando la mayor cortesía de la que le era posible.
- Oh, yes, please. – accedió Ana.
La conversación se tornó al inglés. Hablaron de sus vidas, de sus gustos musicales y de aventuras que habían tenido. Luego les contaron a los guitarristas el episodio que pasaron para llegar a tiempo al concierto, lo de la chilangada de meterse en sentido contrario, el choque y la corrida que se aventaron para que no los agarrara la policía.
A Ana le pareció una historia muy tierna, a Bruno muy chingona, y ambos optaron por ayudarlos a sacar el coche del corralón donde estuviese, les dieron un aventón a cada uno en la camioneta que Gobierno les habían prestado y así fue la noche. Para la tarde del día siguiente, el bocho de Clemente ya estaba en el taller, con los gastos pagados, arreglándose y listo para salir en dos días.

Gárgaras de café

Gárgaras de café, ahora vuelvo.
Un reloj dormido en serenata
en sus notas de tic-tac siguiendo
el compás de la cama, a destiempo
que los muros delgados se guardan
antes de hablar.

Por la senda de en medio resbala
una gota de cálido aliento.
Un tornado de sombra, un intenso
puño truncado vibra y delata
casi te mata.

Y emprendiste una sola retirada,
me cediste un bocado a deshora,
tus latidos pusieron distancia
hora por hora
mirando el brillo de tu espalda.

miércoles, 2 de julio de 2008

Finolis se cae en Dublín

Y me pegó como un rayo que fulmina al cielo.
Un trueno que retumba al azar.
Si las olas arrasan dos cantos al vuelo
que una gaviota extiende sobre la mar.
Lenta, divina botella de vino
que pinta los labios de mi buen amigo
trayendo consigo recuerdos tan gratos
que porque ya no hay duelen, duelen tanto.
Me vuelvo entonces,
distante horizonte.
No son mis lágrimas las que me pueden
son las ajenas que más me retienen
y me paralizan pescando sin dar.
Quisiera poder alivianar
esa carga que te pesa,
esa carga que te puede.
En mí siempre tendrás un carnal.

martes, 1 de julio de 2008

Tributo a Héroes del Silencio - Confesionario/ fiesta jipireivera - DuBrasil

El cuerpo duele, punza, los brazos se sienten cansados, hay uno que otro golpecillo en la espalda, la parte trasera del cuello pesa horrores, bueno, pues... ¿qué carajos hice? Entonces vienen a mi mente mil imágenes cargadas con tanta energía en plena explosión. Ah, pues ¿cómo no?. Un concierto de rocanrol.

De la tardía aparición del grupo.
No sé por qué lo hacen en los bares, la verdad no entiendo la razón. Digo, igual y sea una estrategia de mercado o alguna de esas, pero no me explico bien a bien por qué cada vez el grupo que toca tiene que comenzar a tocar tan tarde. La cita al evento era a las nueve de la noche. Todos sabíamos que no iba a empezar a esa hora porque aquí en México tenemos la... no sé si mala o buena, pero definitivamente costumbre de llegar tarde, comenzar tarde y aplazar casi todo lo que hacemos. No voy a reparar en ese asunto, ya habrá su momento para hablar de ello después (hablando de aplazar cosas jajajajaja). Y uno dice: bueno, está bien que el plato principal del evento ocurra algo tarde, pero, pero, pues, es que, bueno, aquí les va mi opinión y propuesta: pongan algo más en qué entretenerse, un grupo telonero, por ejemplo.
No es que uno se aburra, uno puede ponerse a cotorrear y estar tomando cerveza tras cerveza hasta que den altas horas de la noche y comience a tocar la banda, pero hubo momentos en los que yo comenzaba a desesperarme. De buenas que habíamos agarrado una de las mesas que están afuera, al aire libre y donde hay espacio para moverse. Si desde el principio (creo que llegamos al Confesionario bien puntuales: nueve – nueve y diez, por ahí) hubiéramos estado adentro, donde toda la gente, en su gran mayoría vestida de negro, se acumula en montones y no hay espacio para moverse, tal vez hasta me hubiera dado un ataque de asma.

De la energía en explosión.
No me pareció extraño que después de unas cuántas chelas y cuando empecé a escuchar la “Apuesta por el rocanrol” sin pensarlo entré al bar y comencé con la brincadera-gritadera que se traían todos los metaleros.
Ni el calor ni los empujones ni el sobrecupo hizo que la banda se echara para atrás, ni los meseros. Un aplauso para éstos últimos ya que pasaban por entre todo el desmadre para seguir con su noble labor de llevar bebidas a los sedientos. Un aplauso también para el público que no se las hacía difícil, es más, si hasta les dábamos chance para que pasaran.
No es por menospreciar al grupo, tocaron bien, la verdad, pero debo decir que casi cualquier Tributo a Héroes del Silencio, si no es que los músicos la cagaran en serio y tocaran mal, la banda siempre está bien prendida. Son canciones que tienen un “algo”, ese algo que aparte de la letra, arreglo, interpretación, hace que la canción sea buena. Pues las canciones de Héroes tienen un algo bastante explosivo y energético. Se notó.

Del sudor y la cerveza que caía por todos lados
Llovía sudor, bastante, y también cerveza, cosa que hizo que pareciera como si acabáramos de salir de un partido de futbol. De hecho, mi vestimenta (bermudas y playera deportiva sin mangas) y lo mojado que estaba hizo que algunas personas me preguntaran, ya en la fiesta, que si venía de jugar basketball. A pesar de que uno estaba mojadísimo, no sentía frío. A cada rato a alguien se le ocurría agitar la cerveza como si fuera champán en la premiación de la Fórmula uno. En verdad, estábamos convertidos en bestias, probablemente irreconocibles. De esas que hasta las facciones de la cara te cambian.

De la fiesta jipiereivera.
De esa fiesta no tengo mucho qué decir. Se veía chida, mucha gente, vendían bebidas, hubo creo que cuatro grupos en vivo, bueno, tres grupos y un cuate con una máquina de sonidos (que conste que no me vi mamón y puse sonidos, no ruidos) Había una gran generalidad de gente, uno que otro cuate conocido. Pero, aunque me estaba divirtiendo, sentía que no era mi onda, como si fuera a un rodeo, o a un baile grupero, me puedo divertir, pero definitivamente no es mi onda.
El caso es que un cuate, que como en ese tipo de fiestas se quiería ver muy “cool” sacó sus cadenitas con fuego y empezó a hacer eso que se conoce como “performance”. En una de las vueltas, el fuego agarró la camisa y se comenzó a prender. Parecía como que el chavo no se daba cuenta, hasta que le echaron un líquido y el fuego se apagó. La cosa no pasó a mayores.

El bien y el mal entre nosotros

El bien y el mal se juntaron
para que yo te ayudara.
Ambos coincidieron en algo:
Soy lo justo y lo mejor que necesitas.

El bien y el mal conspiraron
para que yo te besara.
Ambos coincidieron en esto:
soy lo único que temer perder.

Tal vez sea un mensaje del cielo:
“que exista siempre nuestro amor”;
o tal vez sea una trampa del infierno:
“que por siempre suframos los dos”.

No hubo pleito por uno ni por otro
dejaron que esta delicada decisión
La tomemos tú y yo, nosotros.

lunes, 30 de junio de 2008

De la defensa del hombre...

“De la defensa que levantó el hombre
arrastrado al infierno por una mujer”

Si tan sólo hubieras valorado
antes de abrir la ventana.
Si tranquila ante el timón,
ante tormenta venidera,
y no como capitán a tierra,
añorando el vaivén.
Fuiste tú, fuiste tormenta.

Si tan sólo hubieras callado,
si hubieras guardado la gana,
el brinco que me aventé
ese sólo me hubiera matado.
Sin embargo el viento
que me intentó abrazar
mientras yo bajaba
intentando salirme fresco,
fueron tus burdas llamas
que me arrastraron al infierno.

Dicte juez, su cruel sentencia
no tengo nada que temer
la tortura de la piel
no se compara, ni un poco
con lo que aquella mujer,
sin llegar a ser demonio,
dejó en mí: si todo
mi ausencia

domingo, 29 de junio de 2008

Creo

Creo en el camino turbulento
de quien quiere caminar recto,
y creo en la calma
de quien simplemente camina.
Creo en la causa y efecto,
también creo en el honor.
Sin embrago, también creo
que la libertad del espíritu viajero
sólo las estrellas y cierta ceguera la dan.

sábado, 28 de junio de 2008

Vibra, nena, vibra

Vibra, nena, vibra
pues mi mano es tu temblor.
Siente todas mis caricias;
dulces, suaves, como la brisa,
rudas, toscas, tan jugosas;
siente cómo nublan tu razón.
Así sea en un arranque de deseo...
burda explosión,
o en un fino y delicado coqueteo.
Sean todos mis versos un deseo
por besarte y bajarte el calzón.
Todo el amor que poseo
yace en tu corazón.

viernes, 27 de junio de 2008

Inaugurando la sección de poemas

Y ¿cómo podíamos dejar la sección de poemas atrás? Siendo que somos ( o creemos ser) músicos, poetas y locos, inauguro la sección de poemas en Diente de Marrano con este poema que acabo de escribir para la fan número uno que por lo pronto anda baile y baile y estudie y estudie en la madre patria.

Un taconazo y comienza a bailar.
Firme figura, cursiva, fluida.
En su frescura está diluida.
Sus giros me invitan a verla andar.

Olé tres veces. Quisiera contar
su respiración al verla dormida.
Después de bailar, ¿será tan distinta?
La calma revela noche fugaz.

¿Es que sea un capricho bienvenido
o tal vez una verdad conspirada?
¿Será que entre nos hay un mar distinto?

Esta embriaguez responde a una llamada.
Este teatro podrá ser el recinto
¿Quién, de entre nos, abrirá la jugada?

Fans

Hay momentos en la vida tan simples pero que uno toma con tanta importancia que se vuelven grandísimos. Son como etapas insignificantes vistas desde fuera pero un valor tan grande si lo vemos por dentro.
Hubo una época en la que agarraba mi guitarra, mi sombrero, michalequito jipioso o del Tri y me lanzaba al centro a tocar. Una que otra vez en la combi, en la alameda, en la plaza de armas. Pues ahí andaba yo, tocando sin que nadie me escuchara, tocando simplemente por amor al arte. Era como una práctica de campo, era un esperar a ver qué me eparaba la vida. Sé que es más fácil que algo te pase si uno está afuera, haciendo lo suyo, a que si nos quedamos en casa viendo tele o pendejeando en la computadora. Aunque a veces esos momentos de ocio son placenteros, pero bueno, el caso es que yo me andaba en plaza de armas tocando la guitarra.
No tocaba para pedir lana, de hecho, no me impresionaba que nadie pasara y me dejara una moneda. No es que no se tenga esa costumbre aquí, porque se tiene. En las combis muchos guitarristas piden chance para subirse, tocar dos que tres rolas populares y pedir una lana pa equis o ye situación. También están los músicos que van por ahí, que se meten a las cantinas y piden su lana después de tocar una rola. Ofrecen complacencias y si cumplen, piden su lanita. También hay quienes se ponen en un lugar fijo y ahí se ponen a tocar, con una latita o un sombrero pidiendo que les dejes una monedita.
Pues yo no era de esos, yo tocaba porque quería, para hacer algo que me gustaba y esperar algo de la vida, para no aburrirme, para mirar el acontecer diario y así inspirarme para escribir lo mío, o no sé, para conocer a alguien, o simplemente para nada. Pero ahí andaba tocando.
Uno de los últimos días en los que me iba a tocar, un cuate, flaquillo se me acercó. Estaba yo en plaza de armas en una banquita, disfrutando del rocío de la fuente, viendo las palomas, escuchando el acontecer diario de los niños corriendo, los aleteos, los coches, las campanadas de la Catedral, y yo me les unía tocando mis rolas. Pues que se me acerca este chavo.
Ya varias veces se me habían acercado, a veces oían una rola, me saludaban y se iban, hubo una vez que un güey me tomó fotos. Estudiante de fotografía y lo habían mandado a una tarea, creo que a tomar cosas “raras”, le agradecí el cumplido y se quedó ahí platicando un rato en lo que me tomaba fotos por varios ángulos. Yo no iba sólo esa vez, iba con la Valquiria, y como ella es bien platicadora, pues ahí se estuvieron platicando.
En fin, volviendo al cuate flaco este que se me acercó. Hay veces en que las cosas nomás se dan, pues ese día varias decisiones se dieron para que pasara lo que pasó. Se me unió este cuate, el flaquillo, ahí se quedó conmigo. Noté que habían varios niños corriendo por toda la plaza, era obvio que venían de una escuela. Como que les agradó mi onda y llegaron primero dos, y me soltaron unas monedas. Les agradecí (una cosa es que no toques por dinero y otra que no lo aceptes cuando te lo ofrecen) y seguí tocando, intentando no inmutarme.
Luego llegaron otros chavos más y luego llegó todo el montón. Me empezaron a caer monedas a lo buey. No es mentira, saqué alrededor de ciento treinta pesos, ¡para mi era una mina de oro! Los chavos estuvieron haciendo desmadre, me pidieron que me tomara fotos con ellos, primero las chicas y luego toda la bola. Yo la verdad me cohibí bastante pero ps siempre les seguí el juego. Posé junto con todo el grupo en la fuente de plaza de armas mientras las maestras tomaban las fotos. Ya luego me dijeron que eran de Torreón y estaban de viaje. Ps chido.
Cuando se fueron, el chavo flaco, que se veía un poco mayor a los demás, pero que por su estatura y delgadez aparenta menos edad, se quedó conmigo. Yo le pregunté que si no venía con los demás y me dijo que no, que él vivía ahí, que acababa de empezar la carrera y vivía sólo. Que no conocía a nadie y que le gustaba escuchar buena música. Yo le di la bienvenida y se quedó ahí pendejeando mientras yo pendejeaba también y aparte tocaba la guitarra y cantaba.
Ahora, no sé si fue porque le contagió el hecho de que todos los otros chavillos me hubieran soltado una buena lana o qué pasó por su cabeza, pero sacó unos quince pesos, dijo que era todo lo que le quedaba de ahí a que sus padres le depositaran, y faltaban como tres o cuatro días para la quincena. No manches, le dije, ps toma lana pa que comas, no hay pedo, yo como quiera tengo mi chamba y vivo aquí con mi jefa y tengo qué comer. Pero el cuate este me dijo que no, que me lo había ganado.
No discutí más.

martes, 24 de junio de 2008

Rolas arrastradas

No sé qué me dieron o de dónde saqué esto, pero sucedió en un taxi, un taxista que francamente me alivianó con su buena onda, porque el día me había rendido y la noche pintaba mal y se ponía cada vez más gacha. Sin varo, sin transporte, sin como llegar a casa, sin ganas más que las de dormir, cosa que te hace ver como el villano cuando la banda quiere seguir cotorreando. Total, que todo iba de la fregada hasta que nos subimos a ese taxi y la buena onda del taxista me alivianó.
No sé si sea algo como una realidad general en todas las personas, pero cuando andamos cansados, somos más susceptibles a ciertas cosas. Como que el taxista escuchó la plática que traíamos y quiso entrarle, entendió que nos gustaba el rock y la buena música (eso de buena música varía para cada quien, pero bueno...) y el don quiso alivianarnos, porque le contamos lo mal que nos estaba cayendo la noche, noche que en la tarde era muy prometedora, por cierto, y para alivianarnos puso “buena música”.
Ya había escuchado yo varias veces ambas canciones. La primera fue la de Shakira, no me acuerdo bien a bien cómo va pero decía algo así como “pero olvidaste una final instrucción/ cómo poder vivir sin tu amor” algo así, la rola trataba básicamente de que la chava le dice al güey que él le enseñó muchas cosas bien chidas pero que la deja y ella se quedó con todo lo que le enseñó pero sin él que era lo más importante, y la frase esa de “...cómo poder vivir sin tu amor” esa fue detonadora en mi cabeza.
Ahí fue donde confesé, me encantan las canciones en que las mujeres se arrastran, especialmente si esas mujeres son semidiosas como Shakira. Después de Shakira, el taxista alivianado puso a la Guzmán, oh, la Guzmán, me encanta esa mujer, me cae, ruda, sexy, rocanrolera y sentimental. Y puso la rola de “hacer el amor con otro” (no sé si así se llame). Esa es otra de las rolas en las que las mujeres se “arrastran” y bueno, si mujeres como Shakira y la Guzmán se arrastran, ¿por qué no lo hacen todas? Jaja, me caigo de risa, eso fue totalmente machista, pero bueno, salió muy honestamente, aunque para ahora ya me suena como algo gacho que pensé y expuse, no será la primera vez que me pasa esto, ni será la última.
Bueno, el caso es que yo dije que me gustaría que una chica escribiera una canción de esas para mí. Aunque pensándolo dos veces, no me gusta que se arrastren, que rueguen, que imploren, si ya la cagaron, que pidan perdón, tal vez, pero no hay por qué llegar al suelo, eso va para hombres como para mujeres. Pero la verdad es que sí me gustaría que me escribieran una de esas rolas. Envidié al güey al que le escribieron esas rolas Shakira y la Guzmán, y en dado caso que ellas no hayan escrito esas rolas que cantan, no me quiero enterar, prefiero vivir en esta equivocación.
Ahora, no es que me guste ver a las mujeres o a hombres arrastrándose, preferiría evitarlo. Pero, por otro lado, confieso que me siento en esas de “ándele, ¿no que no?” si me rogaran o si se arrastraran, pero la verdad preferiría evitar llegar a eso. Si llegamos a eso es porque ya hubo un broncononón de los que dan mucha hueva. En dado caso, pedir perdón, de pie y retirarse (de pie) sin no te lo otorgan. Pero bueno, dejaremos de ser seres humanos si no nos dejamos llevar por nuestras emociones cuando llegan al punto de victimizarnos y hacernos pasar por humillaciones o grandezas del género y estilo.
Bueno, me estoy saliendo del punto, lo importante son las canciones. Me gustan esas canciones, las de los reptiles (porque se arrastran), porque creo que son de las más honestas. Digo, yo he tenido problemas de esos, me he arrastrado, humillado, como también me he portado digno y como si me valiera madre. He escrito canciones bien, pero bien ardidas, así como canciones que me ponen (voluntariamente) bajo la suela de esa mujer a quien le escribí la rola. Siento que son más honestas las rolas en las que uno se arrastra, aunque después de que pasa el efecto ya ni te quieres acordar de la rola, ni volverla a cantar. No como las rolas de ardidos, que por más que digan que uno es el chingón, se nota que a uno se lo lleva la chingada y entre más le hagan al chingón, más se ocultan. Como en la gran mayoría de las rolas rancheras, como las de Paquita la del barrio, yo la considero una mujer bien ardida. Yo también he sido y a veces soy un güey bien ardido, procuro evitarlo, pero es bien cierto que cuando escribimos una rola de ardidos, después de que pasa el efecto no nos importa seguirla tocando, a menos que te hayas pasado de lanza en la rola, pero eso es por pena ajena, por no querer balconear.
Bueno, ahora, por qué siento que es más honesta la rola donde uno se arrastra. Ambas rolas, la arrastrada y la ardida dicen dos cosas básicamente: rompimos y pienso en ti. Ese “pienso en ti” es realmente un “te extraño” porque si no extrañaras, no pensarías en la persona, digo, te valdría madre y estarías muy ocupado en otras ondas como para pensar en el/la susodicho/a. Acordando ese punto, ahora viene lo siguiente, una rola (la arrastrada) admite que extraña, que sufre y llora; mientras que la otra se disfraza, dice que se la pasa de poca madre y que ni quien le recuerde a la persona por la que en verdad llora.
No sé cuántas veces he visto gente llorar rolas como “el Rey”, cuando de reyes no tienen ni madre, la neta preferirían andar cantando otras cosas, admitir que la llevan gacho, pero pues el orgullo no deja, el orgullo pone disfraz, confunde y engaña, y luego lo hecha a perder todo, aunque a veces, debo admitir, para bien.
En fin, me gustan mucho las rolas en las que mujeres se arrastran.

lunes, 23 de junio de 2008

Voces en mi cabeza

Las voces de mi cabeza se materializan. Debo sacarlas a toda prisa. Risas. No, no es cosa de risa, es bastante serio. Se materializan en libros, libros que yo no escribí, se hacen presente en personas, personas que no conozco. Debo librarme de ellas. Pero cómo, si antes hasta me tiraban paro. Pero debo de hacerlo, o si no, van a ocupar mayor parte de mi masa encefálica (yo pensé eso) y van a acabar por tronar con mi cabeza para poder ser libres. Qué acaso son esclavas, no a mi cuenta. ¿Yo qué culpa tengo de que estén encerradas dentro de mi cabeza, en caso de que lo estén, encerradas, porque de que están, sí están.
Chale, si antes me agradaba que existieran, así no me sentía sólo, siempre tenía con quien hablar, me decían cosas chidas, me daban consejos, me advertían cuando estaba a punto de cometer una estupidez y me azotaban cuando la cometía, porque me lo advirtieron y porque me lo merecía. Con ellas y de ellas surgieron grandes ideas, vivimos viajes, me alivianaban cuando sabían que no pasaba nada y yo me ponía tenso, o me despertaban cuando yo andaba en la boba y algo iba a pasar.
¿Cómo es que ahora quieren materializarse para hacer tronar mi choya? ¿Ps qué les hice o qué? Hasta bronca interna hubo, se peleaban entre ellas, sé que todas me querían, y que cada una defendía su volumen porque así lo creía correcto, porque creía que era lo mejor para mí, porque creía conocerme, tal vez si llegaron a hacerlo. Tal vez me conocieron tan bien que por eso ahora quieren largarse y tronar mi choya.
Nunca pude distinguirlas, la verdad, siempre hablaban en bonche y no podía escucharlas a todas, a veces no entendía hasta que una se enojaba y gritaba. Ah, qué voces estas. La verdad, siento que voy a extrañarlas si la cosa acaba como la presiento. ¿Pero acaso no soy yo mis voces internas, o son algo ajeno a mi? ¿Las habré creado yo, serán parte de mi, como la paranoica, la segura, la borracha, la tímida y la galán? Ajá, entonces sí puedo distinguirlas, pero no, la verdad no Sé que existen, pero no sé cuándo habla una y cuándo habla otra.
Esto sí que da miedo. A veces no sé si hablo yo o si es alguna otra voz que contesta al llamado de la primera. Chiiiiiiiingada, con lo que me fastidia pensar todo esto. ¿Por qué tiene que tomar este rumbo? ¡Si antes me caían a todo dar!
Bueno, espero y esto sólo sea una onda temporal y que acabe pronto, ya sea que todo vuelva a la normalidad, o que todo cambie, pero que acabe ya. La estancia en el punto de suspensión no es tan grato, porque uno está estancado, aunque procura salir, distraerse, aprender, buscarle por aquí o por allá, cierto punto de nosotros está estancado y no sale de ahí. Entonces... que lo que sea, sea.

viernes, 20 de junio de 2008

De lo que estabamos platiqueando el otro día

Se relaciona con lo que te estaba diciendo ayer sobre la disposición de las personas a buscar la verdad. Una sociedad por definición es un conjunto de personas que comparten ciertas características, por ejemplo, costumbres, religión, historia, idioma, ideologías. Claro que todavía queda un poco de individualidad, sin embargo, puede ser mucho mayor esa individualidad, se puede salir de los esquemas que dicta la sociedad, tu individualidad no necesariamente tiene que estar ligada a la de la mayoría. Al separarse un poco de la “normalidad” la gente es juzgada por el resto.

Se sale del rebaño, algunos salen solo para entrar a otro, otros salen y no encuentran rebaño.

Pero me desvío del tema con facilidad, lo siento, creo que una de las características que comparte un “rebaño” es precisamente el acceso a la misma información, o por lo menos a información muy similar. Otra característica que comparten es su voluntad o disposición a buscar más información o información nueva. En México es una costumbre de la mayoría no investigar, no tomar un libro por que no entra de la idea general de actividad recreativa, y puede ser por que esas actividades que no se pueden realizar junto con más personas no son tan apreciadas. En México nos gusta hacer las cosas en bola, entre más personas mejor.

Una vez dicho esto, puedo tocar el punto que realmente me interesa, la verdad del rebaño es muy similar, la percepción que tienen sobre muchas cosas es muy similar, sus reacciones ante la misma situación es similar, hay, como ya hemos dicho gente que sale del rebaño, hay gente en el rebaño que tal vez no entra en esta generalización. Pero creo que la mayoría si. Dijiste: “They individually believe, not as a herd” pero el hecho sigue siendo que, individualmente todos están educados para pensar lo mismo, por eso es un rebaño, por lo que piensan y hacen, y las similitudes que hay entre actos, pensamientos, actitudes, vocabulario, diversión, gustos musicales, en fin… ¿Qué si hay verdades generales? Si, hasta para los que han dejado el rebaño, al final el hecho de que una cabra deje su rebaño no la convierte en vaca, el hecho de que un borrego no este junto con todos los demás no significa que deja de ser borrego. Hay verdades generales y sentimientos que todos podemos tener por que somos humanos, independientemente del rebaño al que se pertenezca.

Otro hecho es que, el hecho de que la mayoría crea algo no lo hace automáticamente cierto. Puede haber mucha sabiduría en lo popular estoy de acuerdo, pero hay que tener cuidado con tomarla sin pensarla. Antes de que se me olvide, es importante decir que hay sociedades dentro de la sociedad, hay sub-rebaños dentro del “gran rebaño”, pero al final siguen siendo parte del gran rebaño, al final sigue siendo la sociedad Mexicana, la sociedad alemana, o vietnamita o la sociedad que sea. Los sub-rebaños siguen compartiendo características con el resto del rebaño.

¡Maldición, todavía no digo lo que quería decir!

La verdad se encuentra dentro de la persona todo el tiempo, a lo que voy es, cada persona tiene su verdad individual. Por lo tanto, hay tantas verdades como personas en el mundo, esto no significa que haya tantas mentiras como personas en el mundo también… solo que de acuerdo a la percepción y experiencias de cada persona es que construye su verdad, sin que esto la convierta en mentirosa. Es por eso también que hay tantos conflictos también, imagina es una batalla de verdades… El problema es que nos importa tanto conservar nuestra verdad, al parecer llega un punto en la vida en el que eres feliz con tu verdad, y cualquier cosa o persona que quiera cambiar esta verdad se vuelve una amenaza. Creo que esto es un error.

Pero después seguimos con esto.

Diviértete mucho!
Pd. Por cierto, te pido una disculpa por no contestar a tus preguntas, pero esas serán para otra ocasión, lo prometo 8)

jueves, 19 de junio de 2008

Noche Sublime

Sublime: adjetivo. Excelso, eminente, de elevación extraordinaria. U. m. en sent. fig. apl. a cosas morales o intelectuales. Se dice especialmente de las concepciones mentales y de las producciones literarias y artísticas o de lo que en ellas tiene por caracteres distintivos grandeza y sencillez admirables. Se aplica también a las personas. Orador, escritor, pintor sublime.
Si van a cierto expendio de licor, encontrarán que “Sublime” es también una marca de tequila. Y puts, menudo tequila, ese. Siempre he pensado que las malas marcas son las que sacan cada nombrecito, digo, desde que vi la botella pensé, n´ombre, éste tequila ha de estar matón, de esos que dejan ciego y con una cruda espantosa, y luego vi el precio ¡setenta pesos, nomás!, de a litro la botella. No, infame.
TOMA 1:
Un joven va caminando por la Alameda con su chica, ya es noche, alrededor de las 10:20 y de pronto escucha un cling, cling, cling. No, no es un duelo de espadas. Voltea a la acera y ve a un cuate vestido como sacado de un concierto de Jimmy Hendrix, cargando un cartón de cervezas y corriendo a toda velocidad. “Qué rara es la gente”, pensó.
TOMA 2:
El Malamen maneja el intrépido y veloz K con una única misión: comprar cervezas antes de que expida el tiempo permitido por la ridícula ley de alcoholes de Saltillo. Como copiloto va el Ñerix, y como pasajero va el Hendrix. Frente al Oxxo hay un gran camión que impide que se estacione. Aquí me bajo, gritó Ñerix, y salió hecho un rayo para alcanzar a que le vendieran un cartón de chelas. Me estaciono unas cuadras adelante, dijo el Malamen, pero Ñerix pareció no escuchar, ya estaba entrando al Oxxo.
El Malamen se detiene tres cocheras más adelante y de pronto se escucha un “toc, cling, toc, cling” Cuando voltean a ver de qué se trataba, pasa zumbando a un lado del coche el Ñerix, cargando el cartón y corriendo a toda velocidad. Creo que ya no le vendieron cerveza, dijo el Malamen. ¿Y a dónde va?, preguntó Hendrix. Ps al otro Oxxo, supongo, igual y ahí sí le venden.
TOMA 3:
Ñerix entra a un Oxxo, trae cargado un cartón de cervezas y viste de forma muy extraña. El que atiende advierte sus intenciones por la cara que trae el Ñerix y le dice que ahí no venden cervezas. ¡Pero si todavía no son diez-veinte! No, es por la escuela, no podemos vender cerveza porque estamos frente a una escuela, ve al otro Oxxo, igual y si llegas, dijo el que atendía echando una mirada a su reloj.
Ñerix salió echó la fregada, cargando el cartón de cervezas y corrió sin reparar en el cansancio o en los obstáculos que se le presentaban. Casi lo atropella un coche que iba saliendo de estacionarse.
Por fortuna para todos, lograron comprar las chelas.
FIN
El Dexter anduvo paleteando toda la noche ya que pensaba que el “Sublime” no le iba a bastar para ponerse mal, pero fue el que acabó peor. Yo admito que me acobardé con el Sublime. Cuando vi que no había con qué mezclarlo y que le estaban dando Lalo y Dexter directo de la botella, yo me eché patrás.
El plan original era ir a la fiesta del Hendrix para festejar su victoria en las urnas para Consejero Político Municipal, tomar chelas y luego ir a una fiesta setentera. Compramos el Sublime y una Sangrita para la fiesta setentera y habíamos quedado en pasar a un “Oxxo” o a un “Seven” para comprar una fresca, pero entre que la cantada en el coche, la perdida que nos dimos y las chelas que ya no tenían bien refrescados, no pasamos por la “fresca”.
A Lalo y a Dexter no les importó y tomaron directo de la botella, pero yo me eché patrás, como ya mencioné. De por sí ya andaba de vivaracho lengua suelta y sin atinar los dedos cuando tocaba la guitarra, no quería ponerme peor y convertirme en el típico malacopa que si bien lo fui y soy algunas veces, pretendo mantenerlo a raya.
El Dexter, como era evidente por su forma salvaje de beber, acabó muerto, vomitando y revolcándose en su vómito. El Malamen perdió sus discos, Lalo no dio mucho de qué hablar excepto por su atuendo setentero (Lalo y yo eramos los únicos disfrazados de los setentas) Así que, ya saben, cuando vean licor barato, con nombre de algo muy bueno, digno o que aparente supuesta supremacía; allá ustedes.

martes, 17 de junio de 2008

De rol, parte final

La que viene es bastante buena, y práctica. Es un hecho, un hecho general y créanlo que los que no puedan estar de acuerdo es porque sobre su paladar ha caído una peste y algo anda mal por ahí. El Bacardí Blanco es la peor bebida que puede existir. Es el patito feo de todos los licores conocidos por el Homo Sapiens, el que denigra el gran y pirata-caribeño nombre del Ron. El sabor, la cruda, la peda, todo, no hay punto favorable para el Bacardí. Se podría decir que el Sotol y el Tonayán son mejores bebidas, pero no se vale llegar a tanto, cada quien sabrá. Lo que sí, es que Rol, Espartaco Jones y Ana Marigú volverían a tomar Sotol y/o Tonayán, pero Bacardí Blanco... nunca hay que decir nunca. Mejor pongámoslo así, volver a tomar Bacardí Blanco, o cualquier clase de Bacardí, era el más bajo, deleznable y denigrante de los casos.
Desafortunadamente para él, pero afortunadamente para el transcurso de esta historia, había un chaval que no pensaba de la misma manera. Un chaval que defendió su “Bacalao”, así le llamaba al Bacardí. Sabemos que esa clase de sobrenombres son para verse “cool” o bueno, tal vez no era el sobrenombre en sí, pero la forma en que la decía, como si tuviera una papa en la boca, la forma en que se movía, lentamente, como contemplando cada momento, con una rostro de arrogancia absoluta... pooooor favoooooor, que alguien le dé una lección a este chaval.
Espartaco Jones cavó un hoyo, secuestró la botella de Bacardí y la depositó en el agujero. Ahora venía la cuestión de tapar el hoyo. Se le ocurrieron muchas cosas, muy asquerosas, pero no tenía ganas de nada de aquello, ganas biológicas, porque ganas de ganas, de las de querer, de esas sí tenía. Digamos que era su forma de representar que estaba poniendo al Bacardí en lo que él contemplaba su merecido lugar, en un hoyo junto con deshechos orgánicos del hombre.
Este tal “Bacalao” encontró a nuestros queridos viajeros del tiempo contemplando la botella de Bacardí en el agujero, seguían pensando con qué taparla, pero el Bacalao entró en su rescate y la sacó del hoyo. Entonces surge la gran discusión y enfrentamiento.
- ¿Y ustedes que toman? – preguntó el Bacalao.
- Disculpa, señor Bacalao, pero es que no te entendemos si hablas con una papa en la boca.
- No tengo ninguna papa en la boca, y ¿por qué me dicen Bacalao?, osea, qué inmaduros.
Las carcajadas de los viajeros del tiempo resonaron en el bungaló.
- Nosotros tomamos cerveza, señor Bacalao.
Válgame, como si se hubiera levantado un volcán para hacer erupción a los cuatro jinetes del Apocalipsis y los chavales mostraran su desprecio porque llegaban en caballos y no en Harley Davidsons.
- ¡Wacala! La cerveza sabe bien fea
- ¡Es bien amarga!
- No tiene buen sabor.
Bla, bla, bla, bla... Los viajeros del tiempo sentían que estaban en un circo, en la jaula de los changos cuando están todos alborotados porque están a punto de darles de comer. Prefirieron no seguir con la conversación puesto que los chavales aun no tenían paladar como para apreciar la frescura y sabor refrescante de la cerveza.
Y bien, ahí tuvieron al “Bacalao” Lo último que se recuerda de él es que dijo alguna leperada que iba más o menos así: “nosotros manejamos mejor cuando andamos pedos.” Las carcajadas de los viajeros del tiempo resonaron por toda la sierra. Los coyotes aullaron como respondiendo a las carcajadas.
Ese fue el “Bacalao” al que también se le pudo haber apodado el “Mamila”.
Llegó el momento de contar las nacoaventuras, urbanhistorias, borrachadas rocanroleras que habían vivido los viajeros del tiempo en su prepa y universidad. Y llegaron a contar la historia en que nuestro querido Rol se quedó dormido en plena plática y una chica se lo llevó a la cama para arroparlo, pero como se debe de suponer, lo sobrearropó pues cuando el padre de la susodicha llegó al siguiente día y vio semejante espectáculo: los dos dormidos, desnudos y abrazados; pegó un grito tremendo. A fortuna de Rol, Espartaco Jones también se había quedado en esa casa, y él no había dormido, así que pudo calmar la situación.
El andar de ese pasatiempo era que una persona contaba una historia, y luego otra persona contara otra historia y así sucesivamente, pero tenían que ser historias semejantes, de tragedias divertidas y graciosas. Uno de los chavales se aventó para contarse una de sus historias, pero a la mera hora se rajó, dijo que era “muy fuerte”, de contenido explícito “demasiado impactante” como para la sana conversación que se había llevado en toda la noche.
Espartaco Jones olió en el ambiente que esa movida se trataba de otra muestra más, digna de los chavales, de mostrarse interesantes y “cool”, por lo que él sentía, Espartaco Jones, que debía contrarrestar ese tipo de comportamiento tan pedante y petulante.
- Sí, de seguro la historia debe de hacerte quedar muy mal, engreído fanfarrón. Aquí no nos andamos con chiquilladas, si dices que vas a contar tu historia, la cuentas, o, si prefieres, nosotros la contamos por ti, tenemos una muy buena imaginación, ¿verdad Rol?
Rol tenía los brazos cruzados, mirando al chaval con una sonrisa malévola, algo así como infiriendo un: hubiera estado mejor que nos contaras la tuya, porque con la que contaremos de ti, vas a quedar muy, muy mal.
Y la historia comenzó siendo narrada por Espartaco Jones. Trataba de algo así como que el chaval iba caminando por la prepa y se le cayó un condón usado. ¿Pero qué clase de pendejo trae un condón usado en la bolsa? ¡Asqueroso! Y luego, para acabarla de fregar, se le cae en frente de todos... es patético. No, así no sucedió, se nos ocurre algo mejor.
Y volvió a comenzar Espártaco Jones a contar la historia: Iba éste güey caminando por la prepa y se le cayó una foto de la hija del director, en pelotas, con dedicatoria, autografiada y toda la cosa. Para infortunio del chaval, la chica más fea de toda la escuela se encontró la foto y pensó en extorsionar al chaval, puesto que esa chica, sabía que era la más fea de toda la escuela y que existían muy pocas posibilidades de que alguien se la quisiera follar, y ya tenía ganas de probarlo puesto que en la prepa era un tema muy concurrido. Y pues, extorsionó al pobre chaval y no le quedó remedio más que de follarse a la chica más fea de toda la escuela.
Pero la cosa no acaba ahí (ahora era Rol quien narraba), ya que una de las copias de la foto, por azares del destino, llegó a manos del coach de futbol americano. Gay, por supuesto que se encantaba viendo a su equipo de hombres varoniles correr en mallitas y dándose de nalgadas a cada rato. Así que también se aprovechó del pobre chaval y lo extorsionó de la misma forma, haciéndolo pasar por todo el equipo de futbol americano. Ahí acaba la historia.
Pero el chaval presumido y fanfarrón que había quedado en completo ridículo se dignó a hablar en su defensa.
- No, claro que no, la historia verdadera es la primera que contaron, la del condón.
Lo que el chaval logró fue que se rieran más de él y acabó con un nombre, el “Condón usado”.
Ahí tienen al “Condón usado”.
La que sigue no es muy interesante, o divertida. Los chavales habían quedado fuera del bungaló dejando el interior sólo para los viajeros del tiempo. Algo habría pasado, alguna de esas tantas y tontas broncas juveniles por cuestiones amorosas llevó al siguiente chaval a ganarse un nombre en las filas del cuento.
Llegó muy enojado, y como todo joven a esa edad, bueno, no todos, pero una gran mayoría, quería mostrar su hombría mediante la fuerza que tenía cuando sufría un coraje. Así que llegó y dio un puñetazo en la pared. Rol se quedó callado, Ana Marigú callada también, y Espartaco Jones pensaba en cómo decirlo de la mejor manera posible. Suave y sin ofender.
- No seas pendejo. – dijo sin inmutarse
Rol miró la pared y divisó una ruptura. No era bueno decirle pendejo a un chavo borracho fuera de sus cabales y muy enojado con la vida, y menos aún si ese chavo borracho fuera de sus cabales y muy enojado con la vida podía causar rupturas en una pared con un solo golpe. En verdad, Rol temió por la integridad de su cuatazo Espartaco Jones.
- Todo lo que vas a ganar es romperte los nudillos y no vas a arreglar nada, así que no seas pendejo. Te lo digo porque lo sé, y lo sé porque lo he hecho, y lo hice por... – guardó silencio para que alguien acabara la frase por él.
- Por pendejo. – cerró Ana Marigú.
- Así es, querida, por pendejo. Y no es que estemos aquí para cuidarlos, pero sí podemos darles consejos, como por ejemplo no tomar Bacardí porque es la peor de las porquerías en cuando a licores se refiere, así que, “Rudo”, no seas pendejo.
¡Sácatelas babuchas!, pensó Rol. Esto no puede acabar bien. No es que temiera por su cuatazo Espartaco Jones, pero la verdad era que sí, con uno de esos golpes rompe paredes del “Rudo” Espartaco Jones iría directito a la lona. Pero habrá sido por lo que haya sido, no ocurrió nada. El Rudo entró muy enojado al bungaló y salió con un nombre.
Eso fue.
Estamos llegando al final. Ya merece contar la del chavo más buena onda de todos. El “Jipie de los chors” Ese güey parecía no querer aparentar nada, o bueno, al menos no aparentaba tanta gallardía como el resto de sus compañeros, parecía que el “Jippie de los chors” se divertía auténticamente. Rol, incluso, llegó a decir que el único de ahí que tenía un gran futuro era el “Jipie de los chors”. Al Bacalao no le gustó que engrandecieran al “Jipie de los chors” y no a él, ya que él también tenía “chors” a lo que Espartaco Jones le aclaró.
- A ti te faltan tanates. O los tienes atorados en la garganta y no era la papa lo que te hacía hablar así.

El “Dr. Silencio”. Es muy sencillo. Ese güey no dijo casi nada en toda la noche, no fuma, no toma, quiere ser doctor y estuvo al lado de su vieja que estaba dormida desde que llegaron Espartaco Jones y Ana Marigú. Y bueno, podemos añadirle a este nombramiento que la “Mujer Dormida” era su novia, recostada en su regazo.
No desesperen que falta poco.
El último personaje a nombrar es el “...” No son tres puntos como en el basketball, son puntos suspensivos. No se nos vayan a confundir. Y son puntos suspensivos porque este chaval participó en la conversación, pero ninguno de los viajeros del tiempo pudo ponerle nombre, así que lo llamaron “...”.
Es triste saber que el final llega a una historia tan disparatada y divertida como esta, pero tuvo que suceder. Espartaco Jones ya tenía sueño y frío. Se hubiera puesto su suéter, pero se lo había dado, caballerosamente, a Ana Marigú, porque ella no llevaba y tenía frío. Ana Marigú también tenía mucho sueño y optaba por irse a dormir, pero Rol no quería irse y dejar a su hermana cuidando a los chavales más jóvenes. En fin, los viajeros del tiempo comenzaron a recoger para que la gente del parque no se diera cuenta del desmadre que habían hecho los chavos en el bungaló, al que claro, estaba prohibido entrar por las noches.
Así que los viajeros del tiempo recogían el tiradero que los chavales hicieron. Entre ese tiradero había una ventana rota. Rol se había acercado para levantar y barrer los peligrosos vidrios que habían quedado regados en el suelo, pero tan pronto tomó el marco de la ventana, su hermana se acercó corriendo y gritándole como una verdadera “GESTAPO” que lo dejara ahí. Las razones de la hermana no eran agresivas, el método fue agresivo, pero ella no quería que su hermano manejara vidrios rotos mientras andaba borracho, se podía cortar. No hubo problema ya que Espartaco Jones y Ana Marigú no habían tomado nada, así que ellos barrieron y supervisaron a Rol de que no se cortara.
Pero la cosa no podía quedar así, faltaba un recogedor. Espartaco Jones y Ana Marigú salierona buscar algo que sirviera de recogedor y Rol se quedó ahí. Se le ocurrió una grandiosa idea, al menos para él, o bueno, pongámoslo así: en ese momento parecía una buena idea. Práctica y rápida.

Rolando Mora del Campo estaba tirado en el suelo, retorciéndose como animal de matadero. Le sangraba la boca. Tosía y escupía sangre cada vez que lo hacía. El muy imbécil pensó en comerse los vidrios, así nadie nunca los encontraría. Espartaco Jones lloraba y lloraba, un absoluto caos se había apoderado de él. Corría frenéticamente con lágrimas en los ojos, los puños cerrados y la mandíbula trabada por tanto apretar. Ana Marigú estaba repostaba a un lado del cuerpo inamovible de Rol. El muy imbécil se había desgarrado el estómago.
Entonces una grandiosa idea iluminó a Ana Marigú.
- Los columpios, - convino – ¡podemos volver en el tiempo y salvar a Rol!
La acongojada pareja se trepó a los columpios y comenzaron a mecerse con todas sus fuerzas. ¡Fum!, ¡fum!, ¡fum! y ¡zaz! Regresaron para prevenir a Rol de no comerse los vidrios. Estaban tan felices de volver a verlo que olvidaron por completo su misión, menudos idiotas. En cambio salieron y rindieron cuenta a los dioses risueños.
Todos estaban demacrados, adormilados y cansados de tanto llorar. Se encontraban en la sala de espera del hospital del pueblo. Esperaban escuchar noticias de cómo había salido la operación. Estar esperando durante tanto tiempo una noticia de vida o muerte era una tortura que pocos eran capaces de resistir. Ese tipo de situaciones hace que las personas reaccionen y actúen de formas incalculables.
Se escuchó la puerta. Salió el doctor. Caminaba hacia ellos. Se le veía cansado. Se quitó los guantes. Se enjugó la frente impregnada de sudor. Se detuvo en un lugar donde todos pudieran verle. Los pequeños ojos que asomaban entre tanta ojera suplicaban una buena noticia.

- Se salvará.
Ni el cansancio más atroz pudo impedir que todos brincaran de alegría, se abrazaran y besaran. Gritaron llenos de júbilo. Hasta el doctor recibió sus buenos abrazos y besos. Cuando lo dejaron en paz, pudo dar una explicación.
- Al parecer no se desgarró por completo porque tiene, en su sistema, una especie de aceite que se da en ciertas hierbas. Este aceite es pegajoso y espeso, lo que sirvió como protección para que no se desgarrara sus órganos.