Gárgaras de café, ahora vuelvo.
Un reloj dormido en serenata
en sus notas de tic-tac siguiendo
el compás de la cama, a destiempo
que los muros delgados se guardan
antes de hablar.
Por la senda de en medio resbala
una gota de cálido aliento.
Un tornado de sombra, un intenso
puño truncado vibra y delata
casi te mata.
Y emprendiste una sola retirada,
me cediste un bocado a deshora,
tus latidos pusieron distancia
hora por hora
mirando el brillo de tu espalda.
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