martes, 24 de febrero de 2009

Los malandrines que me quisieron apañar

Mi jefecita santa cumplió años un domingo. Bendita maldita suerte de que haya cumplido precisamente ese domingo. Ese domingo para cuyo sábado no me desvelé tanto. Ese domingo en que me desperté muy temprano con mucha energía. Ese domingo, pues.
Bien temprano, por la mañana, desperté con muchas ganas de hacer algo, como si los sueños fueran un mundo turbio que había que dejar atrás para comenzar las actividades del día. En toda la semana no había ido a entrenar que por la gripe, que por la graduación, que por la cruda, en fin, no fui, me faltaba hacer algo de ejercicio. Pero no tan temprano que da hueva.
A eso de las 7:45 am, (sí, las 7:45 am) me puse a tocar la guitarra a un volumen muy bajo pa no despertar a mi madre. Ya saben, que sacando arreglos para esta rola, que practicando cual, que redescubriendo una que no recordaba había escrito, bla bla bla. Cuando de pronto recordé que ese día cumplía años mi jefa. ¡Ingas pilingas!
Su regalo ya se lo había dado, un título en licenciatura en ciencias de la comunicación (¿qué más puede pedir que cuatro años y medio jodiendome la cabeza y frustrando mis actividades por estudiar una carrera “seria”?), pero había que felicitarla, ¿qué mejor que una serenata a medias e improvisada? Toqué a su puerta, entré, me puse a brincar en su cama y entoné “las mañanitas” con mi armónica, o bueno, medio entoné.
Le di su abrazo y le pregunté qué íbamos a hacer. Ir a misa y comer en casa de tu tía, acompáñame a misa, no seas gacho. ¡Chingas! No siempre es justo poner a una persona en posiciones como aquella en la que yo estaba. Misa... ir a misa... pero, mi jefa. Pta madre (en sentido de la expresión, no el sentido literal).
Le dije que aguantara, que iba a salir a correr hasta casa de un cuate donde había dejado mi bici pa recogerla de una vez.
Total, que salí a correr con mis mancuernas, haciendo uno que otro ejercicio con ellas, bla bla bla, pasos por aquí y allá, la carretera, casa de mi cuate, recogí mi bici, a pedalear, las mancuernas se me encajaban en la espalda porque las traía en la mochila, pasé a casa de mi novia a entregarle un poema el cual dejé con mi suegra porque mi querida estaba dormida (tenía migraña) y a pedalear otro rato y al fin llego a mi casa.
Ps va, jefa, te acompaño a misa, pero yo no voy a ir a misa, yo me llevo mi guitarra y me pongo a tocar en la plaza. Ps va.
Y ahí estoy, tocando en la plaza de un pueblucho de rancheros sombrerrudos al que les gusta ir a mi madre y mi tía que porque el padre disque da misas bien padres, válgame la redundancia.
Todo iba bien, ya llevaba como 23 varos, ya me había puesto en contacto con los dioses risueños y de la buena onda y me estaba gustando mucho el sonido de la guitarra, el calorcito dominguero, el ambiente de plaza, de tianguis, de cruda y de hueva. Yo apostando por el rocanrol.
Cuando de repente, pinche juventud de ahora, pinches lepes sin quehacer, ¡¡¡pinche humanidad jodida de mierda!!! Unos malandrines me quisieron apañar.
Chingas, una piedra cae en el suelo. Chingas, otra me da en la cabeza. Para entonces ya sabía que me estaban atacando. Primera reacción: proteger la guitarra. Valían madre las punzadas y a sangre que escurría por mi cabeza... ¡la guitarra! ¡que nadie toque mi guitarra!
¡Nches, ojaldras! ¡No sean culeros!, gritaba yo mientras abrazaba a la Cascanueces (la guitarra) protegiéndola de todo mal. Las pedradas cesaron. Los chamacos se reían imponentes. No pasarían de 17 años, igual y alguno había de 14, no me importó, corrí tras ellos para ponerles en su madre. Escuincles de mierda, ¿quiénes se han creído? Intentando apañar a un “rocanrolero” con su guitarra. No, no manches, no se podía quedar así.
Y que me lanzó al zafarrancho. No sé cuántos pasos di y que volteo a ver a la Cascanueces... quien sabe de dónde diantres salieron otros malandrines y se acercaban amenazadoramente a la Casca.
Sepa cuántas imágenes se presentaron en mi cabeza de uno de los chavos reventando a la pobre e indefensa Casca en el suelo. Los gemidos de dolor de mi querida siendo destrozada taladraron mi cabeza. La sangre subió demasiado aprisa que perdí el control. ¡¡¡Nooooooo!!!, grité con todas mis fuerzas. Di dos saltos olímpicos para no flanquear otra banca y unos matorrales. Casi casi me teletransporté, la integridad física de la Casca estaba en juego.
Con todas mis fuerzas, estoy casi seguro de que me pasé de lanza, solté tremendo patín al costado del chavo que estaba reclinado en mi estuche, agarrando las monedas. El pobre soltó un gemido junto con el cual salió todo el aire de sus pulmones. Sofocado, se quedó en el suelo en posición fetal, batallando para respirar.
Yo estaba por pedirle disculpas, porque en verdad me sentía mal por haberlo pateado tan, pero tan macizo, pero no pude acabarme de sentir mal porque otros tres malandrines salieron de la nada y me apañaron.
Sumido en un baño de golpes y patadas, yo no sabía ni por dónde me daban hasta que agarré a uno y lo abracé. Intenté ponerlo como escudo y la técnica pareció funcionar porque los otros dos dejaron de golpear.
Aplicando una de mis técnicas más mortíferas de defensa personal, metí pata y usándola como palanca empujé en el pecho mi escudo humano que cayó como tabla, también, sofocado.
Ya nomás quedaban dos. Yo retrocedí sacadísimo de onda. Estaba bien mareado, bien madreado y la mera verdad ya nomás quería paz. La furia de mi cabeza desapareció al ver que los chavos no tenían intención de destruir mi guitarra, nomás iban por el dinero, el maldito dinero...
Uno de los dos que quedaban de pie ayudó a incorporarse al que había tumbado y el otro fue a auxiliar al que había pateado. Parecía que la bronca había llegado a su fin, o al menos eso era lo que yo más deseaba.
Me duele, me duele, decía al que había pateado mientras lo ayudaban a levantarse. Las lágrimas le resbalaban por sus mejillas rojas como tomates. Era el más pequeño de los cuatro, al que más duro me tupí. Una sensación tan desagradable pasó por mi estómago. Bajé mi guardia. Perdón, le dije, pensé que querías romper mi guitarra.
De sentirme mal conmigo mismo pasé a sentirme tan, pero tan pendejo. ¿Cómo que le pedía perdón a los que me quisieron apañar? Me agarraron a pedradas, me quisieron robar y ¿yo les pedía perdón? No, no manches, ¿en qué mundo vives, caon?
Los chavos se fueron. No pude ponerme a pensar si el intento de atraco había sido porque eran niños de la calle, de esos que le hacen al resistol para no sentir el hambre; o simplemente unos culeros sin quehacer, porque sucedió lo más insólito que jamás me ha sucedido. La gente alrededor me aplaudió. No, ya ni la chingan, me cae.
Un señor se me acercó. Muy bien, chavo, ya hacía falta que alguien los pusiera en su lugar a esos escuincles, siempre andan molestando a la gente. Pta madre, contesté, ¿¡si tanto les cagan, por qué nadie me ayudó?!
Recogí mis cosas y me fui.

miércoles, 18 de febrero de 2009

Esperando a que salieras de clase

No son más que palabras
y nada más que eso,
o al menos a primera apariencia.
Curvas y rectas,
signos derechos,
hechos que escapan a la conciencia,
pues si no dejara que esta pluma
resbale a su placer en una
ausencia mental.
¿Cuántas cosas se me pasarían
para descubrir las que valen la pena?

Sentado, me he vuelto asesino,
espero, matando las horas.
Las letras sirven de cuchillo.
El crimen nadie me lo cobra.
¿Y ahora?
hasta no verte salir por esa puerta
hasta no mirar con pausa, tus ojos,
hasta no besar tu despedida
hasta no salir de este trance
admirando tu sincera sonrisa,
este trance del que escribe sin prisa.
Fin.

Fin, qué bonita palabra
siempre y cuando no hable de ti.

lunes, 16 de febrero de 2009

Baila conmigo, flama de vela...

Baila conmigo, flama de vela
llévame al son de tu compás.
Saca a tu amiga, flema de la tierra,
desdóblate al borde del océano.

Contemplas tu último respiro
y antes de que el grácil olvido
te deje atrás...

Vuelve al danzón tiritante,
luna en cuarto menguante,
la música in crechendo.

El decreto de paz acecha.
La ventana tiembla en colmenas de auxilio.
Desde el manicomnio un genio delira respuestas.
Lentamente, la colcha a cuestas
renace en un par de suspiros.

Despiertas, y una vena seca
pide un baño de miel.
Digna faena.
Pieza brillante.
Y sigue un sonido capaz de resistir.
Frío. Vino. Tuerto. Hueco.

El no entender ni madres y como quiera seguir.
El cambio de lugar para pretender asistir.
¿De vuelta en clase?
Antes retirado sin comenzar
que un pobre y ojeroso estudiante cansado.
Las palabras tornadas graznidos
las agallas de vuelta al nacer.

Fétido aroma de alegre resaca.
Todo es lo mismo pero nada es igual.
Todo es lo mismo pero nada es igual.

viernes, 13 de febrero de 2009

Qué importa

Sí, caon. Órale, aquí te espero.
Puf... no manches, ¿qué se traerá este güey? Espero y no haya hablado en serio. Na, de seguro ha de ser otra de sus historias que intenta llevar a su vida para darle disque más realismo viendo cómo reaccionarían las otras personas.
Pta, pero... no, no manches. ¿Y si hablaba en serio? Me cae que sí es capaz de hacer una de esas locuras. Ay güey... y me habló luego-luego pa´ que le tirara un paro. Es bien chido ese cuate, carnalazo de los que no dejan morir solos aún sabiendo que a él también le va a tocar una joda si se queda, pero se queda. Cuando uno de esos carnales te pide una mano, te contempla en esta clase de locuras que sabe uno que no tienen vuelta pa´tras... debe de confiar un chingo en mí, un chingo.
No lo puedo defraudar. Y ni que pidiera mucho, el güey, no por las acciones por hacer, sino por el énfasis que pones al hacerlo. Con que le pongas huevos, suele decir, no importa si no la hacemos y si perdemos si sabemos que le pusimos todo lo que pudimos. No lo puedo defraudar. Aunque, tal vez, en esta ocasión sí se haya pasado de lanza.
Chale, no es que sea culo, pero, estas cosas se hacen con un plan, no a lo pendejo y al chíngue su madre. Nos van a agarrar, estoy casi seguro de que nos van a agarrar. No hace falta que uno sepa moverse o mantenga la calma, hace falta conocer gente, ese tipo de gente, gente que se encarga de situaciones como ésta, y no tenemos esos contactos.
Pta, qué chingón está éste solo de guitarra. Sí, a huevo, no manches, hay que largarnos. Es la oportunidad que esperaba. Igual y es una oportunidad bien, pero bien locochona y arriesgada, pero si así se presentan las cosas, ¡tómala y dale! A huevo... uuuuu, qué buen sólo. ¿De quién es la canción? A huevo, Pink Floyd. Bueno, voy a alistar todo pa cuando llegue este güey y no perder tiempo.

- ¿Qué pedo, va en serio ésta onda?
- Tan en serio como que no puedo quedarme quieto. Órale, órale.
- ¿Te vienen siguiendo?
- No sé, espero que no o habrá que darnos un buen tiro, porque si nos agarran ya valimos madres.
- No mames, cabrón, ps qué hiciste.
- Ya te dije güey, fue algo impulsivo y que no pude controlar. Movidito, cabrón, movidito.

Nos subimos al coche, arranqué y nos largamos a toda velocidad.
Mira, caon, chécate esto. Abrió su mochila...
- No mames, es... nunca había visto una. ¿Cómo sabes que sí es?
- ¿Qué no la sientes? Hasta se puede respirar. Es otra onda este pedo.
- A ver, cuéntame bien, pues, ¿cómo le hiciste para atraparla?
Se quitó los lentes oscuros...
- Güeeeeey, estás bien pálido. Te ves bien demacrado, como si naufrago en alta mar.
- Ps es esta onda que me absorbe. Hay que canjearla de volón pimpón.
- Estás de buenas, ¿verdad?
- Pues claro, güey. Este tipo de cosas no se hacen todos los días, y no se puede hacer estando de malas. O te avientas de lleno o mejor ni le hagas al loco, porque no la haces, no la cuentas. Imagínate si la libramos... pta, ¡vamos a ser leyendas!

Chin, no había pensado en qué sucedería si no la libramos... olvidados de la faz de la tierra, de todo recuerdo y de todo momento. Desterrados al vacío sin desaparecer por completo. Ya no nos volveríamos estrellas, no brillaríamos en el firmamento, no reviviríamos cada que alguien nos recordase porque dejaríamos de tener un sentido. Nos convertiríamos en una nada privada. En nada. No somos nadie.
- ¡Eh! Al tiro, mano, andas en el avión. Te necesito concentrado. No te azotes con malas ideas. El momento, caon, el momento es el que vale.
Dos chasquidos de dedos y un aplauso me hicieron regresar de ese terreno turbio y fangoso de las ideas oscuras. Era verdad, se podía sentir. Aquello ya me estaba queriendo manipular y yo ni siquiera había estado en contacto con ella. ¿Cómo estaría mi cuate, quien la atrapó?
No manches... qué chingón y qué miedo tener ese alumbramiento para poder ver una y sin pensarlo ir tras ella. El alma de una estrella en su eterno resplandor.
- Perdón, caon. Ps es que... ya sabes, está cañón este pedo.
- Ps claro que sé, por eso te hablé a ti, no a cualquier pendejo.
- A huevo, maestro.
No pude ocultar una sonrisota de oreja a oreja. Me estremecí, creo que hasta suspiré. Qué chingón que te contemplen. Qué chingón que te contemplen para algo tan cabrón. Qué chingón que ni chistéen para contemplarte en algo tan cabrón, como si fuera una reacción, un instinto; sin pensarlo, sin dudarlo, confianza plena y total, mente en blanco excepto la idea principal. Qué chingón formar parte de la mente en blanco de alguien. Te conviertes en una huella indeleble... bueno, a menos que fracasemos, entonces no seremos nada... no seremos nadie... no tendremos sentido... el vacío, tan largo, tengo frío, me rompo, tan nunca. ¡Ya, cabrón!, agarra la onda.

- Tenemos que llegar a un santuario para dejar esto, y rápido, que me desfallezco.
- No, no mames, no te duermas, que te vas y nunca vuelves.
- Y desaparezco.
- ¡Está brillando ese pedo!

Llegué de rodillas al santuario, con mi amigo en brazos, desfallecido de hacía un buen rato. Yo comenzaba a sufrir de escalofríos prolongados que no cesaban, no cesaban en su empeño. No hacía falta demostrar que yo no soy más que un humano, un simple ser humano. No hacía falta comprobarme que hay poderes más allá de mi entendimiento y comprensión, y que me estaba metiendo con uno de esos poderes. Faltándole al respeto que un subyugado tiene ante un superior. No hacía falta que me lo comprobara, pero como quiera lo hacía.
¡Santuario!
Se abrieron las puertas y ya no supe ni qué pasó. Todo fue tan confuso. Comenzaba a perder mis sentidos. Me desfallecí. Qué si lo logramos o no, ¿qué importa?

martes, 10 de febrero de 2009

El concierto de Kutuc

1. Carretera, exterior, día.
El vochito blanco de CLEMENTE va por la carretera, a cierta lejanía se encuentra la ciudad.
CLEMENTE:
Mira, ahí están los edificios, ya vamos a llegar.
RIGO:
¡A huevo!

2. Vochito de CLEMENTE, interior, día.
CLEMENTE, el Malamen de Souza, va al volante. Pelón, prieto y con su piocha de bolchevique; no puede haber personificación con más maldad. Chamarra ligera de piel, negra; pantalón de mezclilla roto en las rodillas y pisoteado en la bastilla; botines de seguridad café despintado.
RIGO de copiloto. Bandana roja en la cabeza, pelo café, despeinado con partido de lado; bermudas amarillas; chalequito hippioso muy colorido sobre una playera interior blanca sin mangas; zapatos negros estilo niño de primaria.
RIGO (con amplia sonrisa):
¿Estás contento, mano?
CLEMENTE:
Así es, chiquitín... ¡Wuuuu!

3. Calle, exterior, día
Plano general. El parque recreativo “Chinchampú”. Se ve mucha ente formada en taquillas, otros formados para entrar al parque. Se distingue un escenario a lo lejos, hay una manta gigantesca que dice “Kutuc en concierto”.

4. Parque recreativo Chinchampú, exterior, día.
CLEMENTE y RIGO van entrando al parque.
RIGO:
Todavía falta un buen rato pal concierto, vamos por unas chelas.
CLEMENTE:
Vamos.

5. P.R.C., exterior, día.
RIGO y CLEMENTE están parados, cotorreando y viendo chicas. Se distingue un individuo “reiver”. Pelo alborotado de corte muy raro, patilludo; lentes oscuros, grandes, cuadrados; una playera café caca, opaca, cortita.
RIGO (a CLEMENTE): Ese güey viene a ver a Zhoer.

6. P.R.C. exterior, día.
El individuo de pinta “reiver” llega con RIGO y CLEMENTE
REIVER:
Eh, amigo, ¿traes un toque?

7. P.R.C., exterior, día.
RIGO se ríe ante la pregunta. CLEMENTE se encoge de hombros.
RIGO:
Jaja. No, maestro, yo no traigo.
REIVER:
Uuuu, mal rock. ¿Sabes con quién pueda conseguir? Es que ya va a tocar Zhoer y quiero verlos bien acá.
RIGO:
No, maestrín, ps te hubieras venido preparado, si tanto te urge.
REIVER:
Si trajimos, nomás que nos la quitaron los guardias de la entrada.
RIGO (pensando):
Qué pendejos
RIGO (al REIVER)
No, ps que mal pedo, menos mal que los dejaron entrar.

8. P.R.C., exterior, día.
El Reiver se da la vuelta y camina rumbo a sus amigos, levanta una mano despidiéndose.
REIVER:
Ps ahí vamos a estar mero adelante, si consigues, ps te mochas, ¿no?
RIGO levanta su vaso de cerveza en señal de despedida.
RIGO:
¡Orale!
RIGO a CLEMENTE:
¿Qué te dije?
CLEMENTE:
Pues sí, tu le viste la pintota de Zhoer y él te vio la pintota de marihuano.

9. P.R.C., exterior, día.
Plano general de RIGO, donde se le ve la pintota de marihuano.
RIGO:
Naaaaaa, ¿apoco tengo pinta de marihuano?
CLEMENTE (V.O):
Un poquito, sí.

10. P.R.C., exterior, día.
RIGO y CLEMENTE están ahí nomás, parados.
RIGO:
Ps le atinó, tonses.
CLEMENTE:
¿Y por qué no le diste?
RIGO:
Ps más pal rato, maestro, más pal rato. No quiero desperdiciar con Zhoer, aparte, hay que esperar alguna señal.
CLEMENTE:
¿Qué señal es esa, eh?
RIGO:
PS la señal... tu sabes, la señal de antojo, ¿qué sé yo?
CLEMENTE:
Bueno...
VOZ (V.O.)
¡Eseeeeeeeee!

11. P.R.C. exterior, día.
Un chavo llega y saluda a CLEMENTE con un efusivo abrazo.
RIGO:
¡O eseeeeeee! Quihúbole, maestrín.

12. P.R.C., exterior anocheciendo.
Se ve un atardecer muy bonito. Los tres jóvenes se le quedan viendo.
CHAVO (entre RIGO y CLEMENTE, abrazándolos)
Ta de pelos el atardecer, ¿traen un toque?
RIGO:
Es la señal.

13. P.R.C., exterior, atardecer.
El CHAVO dirige el camino hacia el tumulto de gente, rumbo al escenario.
CHAVO:
Hay que meternos entre la gente pa que los de seguridad no nos apañen.

14. P.R.C., exterior, noche.
NARRADOR:
Después de fumarse un porro, RIGO y CLEMENTE se quedaron escuchando Zhoer para darles una oportunidad de entrar a sus gustos musicales.
Primera canción.- cara de aburridos.
Segunda canción.- Clemente papando moscas y RIGO sacándose un moco.
Tercera canción.-
RIGO:
¡Suficiente!, no aprovecharon su oportunidad, siguen tocando la misma mierda.
CLEMENTE:
Vamos a comer.

15. P.R.C., exterior noche.
RIGO y CLEMENTE están mirando un gran cartelón que dice “MONCHIS”, que da la entrada al área de comidas.

16. P.R.C., exterior, noche, zona de comida, mesa.
En una mesa con muchos platos vacíos, RIGO y CLEMENTE reposan la comida.
CLEMENTE:
No manches, qué rico.
RIGO:
Vámonos ya, para agarrar buen lugar para Kutuc.
CLEMENTE:
A huevo.

17. P.R.C., exterior, noche, afuera de los baños.
RIGO y CLEMENTE pasaron a un lado de los baños. Era una zona rodeada por arbustos, dentro, muchos baños portátiles.
RIGO:
Cámara, tengo que ir al baño.
CLEMENTE:
Mejor ahora que a mitad del concierto.

18. P.R.C., exterior, noche, zona de baños.
Entraron en la zona de baños. Mucha gente “cazando” puertas que se abrieran para apañar casetita.
RIGO:
Pta, huele a zona de desastre.
CLEMENTE:
Espero no pisar un charco...

19. P.R.C., exterior, noche, afuera de los baños.
RIGO esperaba a Clemente afuera de la zona de baños.
CLEMENTE:
¿Todo bien?
RIGO:
¡No! Por poco me muero. No puedo estar sin respirar tanto tiempo, tuve que hacer en un arbolito de por allá a la sorda.

20. P.R.C., exterior, noche, frente al escenario.
RIGO y CLEMENTE intentan llegar lo más adelante posible entre todo el gentío. CLEMENTE va adelante y se detiene, está buscando algo, alzando su cabeza.
RIGO:
¿Por qué te detienes?, sigue avanzando.
CLEMENTE:
ABÚ ya se nos perdió.
RIGO:
N´ombre. En un concierto nadie se pierde. Todos estamos donde debemos estar, en su debido momento.

21. P.R.C., exterior, noche, frente al escenario.
Plano general del escenario grande. Los instrumentos puestos, las bocinitas listas, una multitud de gente, una pantalla gigante, una grúa con cámara. Entre la gente salen dos globitos de diálogo.
1:
Hasta aquí llegamos.
2:
Ps ta bien.

22. P.R.C., exterior, noche, frente al escenario.
NARRADOR:
Quince minutos después. Rigo y Clemente entre la gente.
RIGO:
No manchs, ya me dieron las de mear otra vez y estos canijos que no salen.
CLEMENTE:
Aguántate, men, si te vas, ya no regresas.
RIGO:
Ya sé, chinga, pero si me quedo, me mojo.

23. P.R.C. exterior, noche, frente al escenario.
RIGO ha desaparecido hacia abajo, Clemente permanece a la vista.
CLEMENTE:
¿Tons qué piensas hacer?
RIGO (desde abajo, V.O.):
En eso ando.

24. P.R.C., exterior, noche, frente al escenario.
RIGO emerge de entre el gentío sosteniendo un vaso.
RIGO:
Mi salvación.
CLEMENTE:
No manches.
RIGO:
¿No? ¡Mangos! Precisamente para no manchar.
(de por la bragueta se oye un ziip).

25. P.R.C., exterior, noche.
RIGO:
Has ruido para sordearla.
CLEMENTE:
¡¡¡Oleee, oleee, oleee, oleee Kutuuuuc, Kutuuuc!!!

26. P.R.C. exterior, noche.
Plano general de toda la gente gritando ole ole Kutuc. En la mega pantalla, se ve a RIGO orinando.

27. P.R.C., exterior, noche.
CLEMENTE señala a la cámara colocada arriba, a unos cuantos metros de RIGO, éste orina con cara de placer y alivio.
CLEMENTE:
¡La cámara te está grabando orinar!

28. P.R.C., exterior, noche.
Toma de primera persona de la cámara. Se ve a Rigo volteando sorprendido y enojado, la gente a su alrededor algo asqueada y molesta.
RIGO:
¡Mierda!

29. P.R.C. exterior, noche.
Primera persona de la cámara. Ahora RIGO está aventando sus orines a la cámara.
RIGO:
¡Toma esto!

30. P.R.C., exterior noche.
Cuando los orines caen en la cámara, ésta saca chispas y pequeñas explosiones que darán a un apagón general en el siguiente cuadro.

31. P.R.C., exterior, noche.
Plano general del escenario y la gente. No hay luz, muy apenas se puede ver. De entre la gente salen globitos de diálogo.
- ¡Apañen al orines!
- ¡Línchenlo!
- ¡Vejiga de anciano!
- ¡Pártanle su madre!
RIGO:
Hora de pelarse.

32. P.R.C. exterior, noche.
En medio de la oscuridad y confusión, RIGO y CLEMENTE logran escapar el violento tumulto de personas. Salen a la calle y ven el vocho. Corren a él.
CLEMENTE:
¡Nos salvamos!

33. Vocho de CLEMENTE, interior, noche.
CLEMENTE:
¿Y ahora qué hacemos?
Riiiiiiiiing riiiiiiing (suena el teléfono de RIGO)

34. Vocho de CLEMENTE, interior, noche.
RIGO:
Era mi primo preguntando si ya había acabado el concierto para ir al bar Desmadre. Dice que nos tiene una sorpresita.
CLEMENTE:
Ps bueno...

35. Bar Desmadre, exterior, noche.
RIGO y CLEMENTE llegan al bar. El primo los recibe afuera.
CLEMENTE:
¿Cómo estás, men?
PRIMO:
De lujo, me cae. ¿Cómo les fue en el concierto?
RIGO:
Puts, de la cola, ahorita te contamos. ¿Cuál es la sorpresa?

36. Bar, interior, noche.
RIGO y CLEMENTE siguen al PRIMO en el bar. El primo estira su brazo señalando al escenario donde una banda se prepara para tocar.
VOCALISTA:
Buenas noches, banda...
PRIMO:
¡Miren!
RIGO y CLEMENTE:
¡Es Kutuc!
PRIMO:
¡Y yo no pagué ni un centavo!