jueves, 24 de julio de 2008

Real de Catorce. La probadera del peyote

Bueno, no sé si haya lectores de este blog así como para pedirles disculpas… no, qué chingados… disculpas ni madres, es más bien una notificación de por qué no he escrito y no escribiré dentro de un tiempo. No he escrito porque nos fuimos: Lalo, el Malamen y yo, a Real de Catorce, sí, con la única intensión de comer peyote y… y ver qué pasaba, trascender, evolucionar, ser iluminados con una gran sabiduría… queríamos descubrir ese pedo.
Bueno, por eso es que no he escrito, y no escribiré porque ya salgo de vacaciones y no tengo comp. En mi casa, y muy probablemente no vaya a un ciber o a casa de alguien para escribir.

Okei, en cuanto al viaje a Real de Catorce. Cabe destacar que nosotros no queríamos ir a comer peyote sólo por el viaje y el alucine y la onda de sexo, drogas y rocanrol. Yo quería probar el peyote como algo místico y mágico. Tengo que decir que la sugestión de uno provoca efectos, pero hay sí, un punto en el que no es la sugestión, en que los efectos son reales. No les voy a contar de mi experiencia, porque es una historia que he contado ya muchas veces vía oral, y no quiero escribirla. Así que si quieren conocerla, será por vía oral. Lo que puedo decir es que fue… interesante.

Regreso del desierto y no me siento más sabio ni poderoso ni iluminado. No, soy el mismo Ñero, pero con la devoción de querer ser el Nackeri y llevar como bandera e himno la rola de “Noche de Bodas” de Joaquín Sabina. Sigo adorando lo que adoro y detestando lo que detesto, creo en lo que creía antes y al parecer, nada cambió. Pero bueno, un viaje más en mi lista de vivencias.

Tuvimos una peda… pedototota. En un Bar, el Tolentinos, se llamaba. Conocimos a los músicos y hasta nos hicimos cuates de ellos. Nos dejaron dormir en su departamento ya que nosotros no teníamos donde dormir, bueno, sí teníamos: en el coche.

Los puntos a destacar del viaje:
- Pedir agua en un bar.
- El plato de botana que nadie toco, porque estábamos ayunando.
- La regañiza que el peyote le puso a Lalo, con merecido haber.
- La pedota que nos pusimos en el bar, a la segunda noche.
- Haber conocido a un angel y un demonio el mismo día, y luego haberlas bajado de su pedestal.
- Las tambaleadas del Malamen rumbo al coche para sacar la botella y seguir con el cotorreo.
- Las culeadas de Lalo cuando, en el camino de regreso que le tocó ser copiloto y a mi manejar, yo aceleraba para rebasar.
- Los reivers a los que dejamos erizos porque no fuimos a cotorrear con ellos porque ni el Malamen ni yo queríamos cotorrear con unos reivers (me vale madre de lo que me perdí entonces y me perderé en un futuro por tachar así a la gente, ¡me vale madres!)
- La pelea de gallos a la que fuimos pero tuvimos que retirarnos antes de que empezara.
- El pouser indio mexicano que le lavó el cerebro a una güerota y ahora viven como un par de hippies nativos. Hazme el favor, hippies nativos.
- La chica hippiosamente arreglada que me saludó y preguntó cómo estaba, lo que provocó en mí un momento en el que el dios me miró directamente.
- La comida en un restaurante-central de camiones en Estación 14, después de haber ayunado por casi dos días y haber comido peyote.
- Lo buena onda que anduvimos en la segunda noche del viaje.
- El rock sigue muerto…

Si se me olvidó algo, se me olvidó y ni modo, el resto no lo quiero contar por aquí.

viernes, 18 de julio de 2008

Noches de Boda

Me voy siendo el Ñerix, pero volveré siendo la última evolución del Nackeri. Esta travesía a los desiertos de Real de Catorce marcará una hoja de mi vida. El fin de una era para iniciar una nueva. Elegí una canción que cargaré como himno en la nueva etapa que llevaré. La elegí porque se lo merece, francamente. Es una canción muy fuerte. Genial. La letra es de una poética sublime, me cae de recontrasmadres. Es de esas canciones tan inteligentes, tan esperanzadoras, tan alegre, totalmente compatible para borrachera... excelente. Y comparto lo que se dice en ella, y quiero que en mi nueva etapa de vida, esa canción sea como la luz que ilumine mi camino.
Trata de vivir, la canción, y de vivir bien. De vivir y disfrutar de la vida. No es necesario que explique la letra o diga de qué trata ya que se explica sola. Lo mejor... me encantan las bodas. Si la buscan, salió en el disco “19 días y 500 noches”. El disco mejor logrado según el mismo autor, ya que se dejaron de conceptos muy elaborados y le rascaron el hueso a la guitarra y la genialidad de sus letras. Está bastante acústico, el disco. Fue el último que sacó antes del marichalazo, como nombró a su incidente que lo llevó al hospital y lo sacó de los escenarios por un buen rato, que lo sacó de la música, que lo sumergió en una gruesa depresión (al punto de no salir de su casa y no aceptar visitar por un buen rato), y que desde cierto punto de vista hizo que le cayera el veinte. ¿Cuál veinte? No sé, ps alguno, supongo.
Noches de Boda, de Joaquín Sabina.

Que el maquillaje no apague tu risa,
que el equipaje no lastre tus alas,
que el calendario no venga con prisas,
que el diccionario detenga las balas.

Que las persianas corrijan la aurora,
que gane el quiero la guerra del puedo,
que los que esperan no cuenten las horas,
que los que matan se mueran de miedo.

Que el fin del mundo te pille bailando,
que el escenario me tiña las canas,
que nunca sepas ni cómo, ni cuándo,
ni ciento volando, ni ayer ni mañana.

Que el corazón no se pase de moda,
que los otoños te doren la piel,
que cada noche sea noche de bodas,
que no se ponga la luna de miel.
Que todas las noches sean noches de boda,
que todas las lunas sean lunas de miel.

Que las verdades no tengan complejos,
que las mentiras parezcan mentira,
que no te den la razón los espejos,
que te aproveche mirar lo que miras.

Que no se ocupe de ti el desamparo,
que cada cena sea tu última cena,
que ser valiente no salga tan caro,
que ser cobarde no valga la pena.

Que no te compren por menos de nada,
que no te vendan amor sin espinas,
que no te duerman con cuentos de hadas,
que no te cierren el bar de la esquina.

No me sé la historia de esta canción, no sé por qué, ni cómo, ni cuándo, ni dónde la escribió el Sabina. Repito, se explica por sí sola. La voy a convertir en mi himno, me cae de recontrasmadres que sí. Sería una vida muy interesante y chidísima. Claro que, como himno no me refiero a que sólo pueda hacer cosas que se contengan en la canción, porque en la vida hay más, mucho más...
Bah,
ya,
harto de escribir.
Tengo mucha hambre.
Más vale que el ayuno valga la pena.

jueves, 17 de julio de 2008

Ni a nosotros nos pasa (primera parte)

Después del típico ritual de los viernes por la tarde: un rato con la guitarrita, un rato grabando su patético programa televisivo en el cual se quejan y se quejan y se quejan mientras se emborrachan, otro rato rindiéndole culto a los dioses risueños, o , será sólo un dios, pero bueno, si es uno, ps es el uno, si son más, son de los mismos; también hay ratos en los que planean; ratos en los que involucran gente en su vida, gente que no se encuentra en su vida (de momento, según ellos), principalmente mujeres hermosas, guapas, inteligentes, nobles, modestas, carismáticas y con toneladas de otros atributos, pocos defectos. Bueno, después de todo eso, viendo un dvd de quién sabe qué grupo, se quedaron dormidos. Ahora, no es que el dvd hubiera estado aburrido, o que el grupo fuera malo. Nada de eso. Se quedaron dormidos porque desde tempranas horas de la tarde comenzaron a pistear y a atizarse... el trabajo, la presión social, las frustraciones, las desveladas, fueron factor para que el cuerpo dijera “ya párale, maestro, que hasta aquí llegamos”. Los ronquidos se escuchaban hasta afuera de la casa.
Ay güey, ¿qué pedo?. Se levantó uno de ellos. Los ojos se negaban a abrirse por completo, tenía que hacer un esfuerzo para enfocar la vista. Botellas de chela por aquí y por allá. Chingado, creo que estoy crudo. Sin darse cuenta, el cuerpo trabajaba en automático, se dirigió al baño, desabrochó su pantalón, bajó la bragueta y comenzó a orinar. Es extraño como a veces el cuerpo sabe perfectamente cómo hacer ciertas cosas para las que se necesita cierta precisión, como atinarle al hoyito donde va la llave de la casa, atinarle al escusado y no salpicar, trepar a un árbol sin caerse, tirar de la pistola con buen tino (la de balines, porque a menudo jugaban a los gangsters). Nota, no me refiero a cuando andan borrachos, porque borrachos, bien sabían estos güeyes que todas esas cosas y tantas otras, las hacían pésimamente mal, pero en esos momentos no andaban borrachos, era de esas crudas tempraneras que te tienes que sacudir porque la noche aun no llega a su cúspide, aun falta camino por recorrer, y quedarse a descansarla sería una grave ofensa.
Pues sí, ofendieron. No era cosa rara. Una de sus grandes costumbres era quedar mal, decir que sí iban pero no llegar, hacer planes que ni empezaban, cosas por el estilo. Total, que se quedaron en la casa tomándose bebidas que disque alivianarían la cruda venidera. Entonces fue que surgió el plan de hacer un círculo literario. Escribir cuentos, poemas, novelas, llevarlos a la reunión y criticarlos. Sonaba a una buena idea.
Llevaban una semana y ya había empezado la reclutación... ¿reclutación?, no mames... reclutamiento, cabrón, reclutamiento de gente. Como era de esperarse, Lidoro tenía la idea de invitar chicas guapas para tirárselas, enamorarse por tres días, máximo una semana y luego darlas por bien habidas. El Frijolito Salvaje, conocido luchador amateur no invitaba a mucha gente pues a quienes les comentaba no les interesaba la lectura ni escritura y/o tenían otras actividades. El primer recluta interesante fue un conocido de un amigo del Grutas.
El Grutas tenía la oportunidad de conocer mucha gente pues trabajaba en el departamento de ventas de un periódico. Odiaba su trabajo, el Grutas. Fue una mujer la que lo llevó a cometer la decisión de entrarle a esa chamba. Primero porque quería verla más y hacerse de una oportunidad con ella, ah, olvidé mencionarlo, ella también trabajaba en el departamento de ventas. Pero al caerle el veinte de que no tenía oportunidades, entonces se quedó en la chamba para destruirla, para ganarle los clientes y acabar con esa vida perfecta que aparentan llevar las chicas fresas buenotas vacías del coco. La conoció en un curso de liderazgo que tuvo que llevar por azares del destino. Los únicos alumnos eran ella y él. Rescatamos una fracción del cuaderno del Grutas. Los apuntes de su primer día en el curso.
“Apestosa clase de liderazgo, aunque mi única compañera es Samalia y vaya que gozará más de mi atención que la profe.
Tacón alto que combina con la blusa coqueta. Morado, atractivo, aunque atrae más lo que esconde ¡vaya curvas! Esos jeans apretados... sus piernas largas, bien formadas... pero uuuf, me voy a ver muy vulgar (qué raro) pero tiene un culo... ¡señor culo! Desde la prepa se le veía un hermosísimo culo.
*Nota, tarea: consultar tres biografías de líderes y traer tres puntos que lo hayan hecho un líder. ¡Qué hueva, chingadísima madre!
Volvamos con ese culo, por favor. Wow, del rostro sigue estando chula. Nariz respingada, boca algo delgada y alargada, barbilla de conito, ojos claros dos-tres llamativos; bonita sonrisa. Se ve que cuida su cuerpo, nada de llantitas o parecidos... pero ahora, en ese escote morado asoman un par de senos preciosos, el color y el difuminado de la luz en ellos, creo que ya se dio cuenta de que se asoman mucho, igual y sintió una brisa que le causó un escalofrío y se tapó. Aunque pue´que me haya visto mirándola, pero lo dudo porque ella está mirando a la profe. Lo sé porque yo la veo a ella.
No ha hablado aun, la profe se está echando un discurso de paradigmas y modelos y sepa qué mas cosas.
Las uñas de los dedos de esta diva están pintadas de rosa... chinga si tan sólo no fuera fresa y cargara con esa pose de “inalcanzable” que yo me trago por completo, agradezcamos eso a mi timidez con ciertas chicas.
*Otra tarea, puta madre: traer características de muchos líderes.
¡Trabaja en ventas! No sé qué me dice eso, pero es un susurro que grita. Chica que se mueve, que conoce gente, acostumbrada a darles por su lado sin dejar de ver el propio, bla, bla, bla. ¿Y qué me dice eso?
*No jodas, ¿más tarea? Análisis fode, o foda, como mierdas se llame (fuerzas y debilidades).”

Se nota, no tanto la atracción, sino la obsesión que se iba formando en el Grutas en ese primer día de clases. Pero bueno, así fue cómo entró a chambear en el departamento de ventas de un reconocido periódico de la ciudad.
Habían pasado dos semanas de interesantes lecturas pero seguían siendo los mismos Lidoro, el Frijolito Salvaje y el Grutas. No había nuevos integrantes en el grupo, hasta que llegó Donatello, conocido de un amigo del Grutas que había sido su cliente (de los que le robó a Samalia). El hombre, ya entrado en edad, entró a la habitación donde leían, como Juan por su casa, Lidoro fue el primero en verlo y por poco y le da un paro en el corazón. Era un vejetrefe muy alto, vestía una gabardina como que gris, bastante oscura, llevaba un bastón con apoyadera del globo terráqueo y sombrero de copa. Lidoro pensó que se le había aparecido la muerte.
- ¡Puta madre! – exclamó con el rostro pálido y el corazón latiéndole a seiscientos sesenta y seis mil por hora.
Los otros dos voltearon y vieron al señor. El Frijolito Salvaje se levantó de su asiento inmediatamente, aquel señor imponía. El Grutas lo miró fijamente, como si lo conociera de algún lugar.
- Buenas tardes. – saludó el Grutas.
Más que saludo, era un: ¿qué pedo con usted, qué se le ofrece? El señor miró al Grutas pero no respondió. Expedía un aire de seguridad arrogante, cosa que intimidó a Lidoro, enfureció al Frijolito Salvaje e intrigó al Grutas.
- Mira, mira, bien campante, el ñor. – gruñó el Frijolito Salvaje.
- Campante vuela el ave, ser libre por naturaleza, feliz de este cruel mundo no ser su presa.
- Eso te lo fusilaste de algún lado. – dijo el Frijolito.
- ¿De dónde sería eso? – preguntó el señor.
- No me acuerdo, pero lo he escuchado antes.
- Pues cuando sepas quien, me avisas.
- Creo que de Gustavo Adolfo Bécquer, o Pablo Neruda, o José Martí. Uno de esos.
- Cuando tengas la certeza, me avisas.

Mira que mamoncín, nos salió el ñor, pensó el Frijolito Salvaje. No le había agradado para nada.
- ¿Quién es usted, y qué quiere aquí? – preguntó Lidoro, aunque más que pregunta, era una demanda. Algo así como: esta es mi casa y no lo conozco.
Volteó a con sus compañeros para que lo respaldaran en esto, pero no decían nada, sólo miraban al señor que observaba detenidamente la habitación. Ropa tirada, colillas de cigarros, hojas sueltas con garabatos por todos lados, iluminación baja, amplificadores, guitarras y bajos eléctricos, envases vacíos de Coca-Cola. Parecía agradarle al señor, pues sonreía y asentía con la cabeza.
- Entonces... – incitó el Grutas.
- Me llamo Donatello, pero pueden decirme Don.
El Frijolito salvaje soltó una carcajada con matices burlones, pero aceptando la broma.
- Estuvo buena esa, Don, ¿qué lo trae por aquí?
- Vengo a asistir al club literario.

El Don entró al club literario, pero no duró mucho, a la tercera semana los chavos se dieron cuenta de que el Don no salía de su escritura del género de superación personal, al que los chavos criticaban duramente, a veces hasta se ponían crueles, pero al Don no parecía importarle. Él estaba casado con esa corriente de escritura y sabía que podía progresar en eso.

Una chica llegó un día, en medio de una acalorada discusión entre Lidoro y sus escenas eróticas contra el Don y sus escenas hiperpendejas, según catalogaba el Frijolito Salvaje. Semejante al Don, la chica entró directamente a la casa, puesto que la puerta permanecía abierta, pero al escuchar el volumen y entonación de las voces, se detuvo y esperó en la sala. El Grutas salió de la habitación para ir al baño y se topó con la chica, la saludó y preguntó si iba para el club de literatura, ella contestó afirmativamente y comenzaron a platicar. Elena, se llamaba, Elena Limantour, aristócrata por apariencia, rebelde (según ella) por devoción. El Grutas se presentó y explicó que las discusiones con el Don eran bastante normales, que a ninguno de los integrantes les gustaba lo que el Don escribía, no era que tuviera mala técnica, era que no les latía la onda de la superación personal.
- ¡Es que eso no es siquiera literatura! – gritó Lidoro.

El Don se ofendió en extremo, retó a los chavos. Se demostraría quién era mejor sacando un libro a mercado que tuviera la aceptación del público. El que más ventas tuviera para el final del año sería el ganador. Misma editorial, mismo precio, para que no hubiera cabida a dudas. Lidoro aceptó, convencido. El Frijolito también aceptó, pero era más por compromiso que por otra cosa. No creí que un libro suyo se vendiera bien, tampoco alguno del Don, pero en el oscuro mundo de los literatos, las puñaladas y las tranzas eran de lo más común. El Frijolito no quería meterse en una bronca con el Don, siempre supo que ese viejo podría ser un excelente villano, por rencoroso, malicioso, pendejo y manipulador. Peligrosa combinación.
El Don pactó con Lidoro mediante una sacudida de manos y se dispuso a salir de ese estúpido e inmaduro agujero hasta que salió a la sala.
- ¡Elena! – gritó sorprendido el Don.
Elena se levantó de un brinco, alarmada.
- Oh, ¿se conocen? – preguntó el Grutas.
- Es mi hija.
A huevo, pensó el Grutas, algo malo debía tener.
- ¿Esa es tu hija? – preguntó Lidoro, impresionado.
El Frijolito Salvaje también quedó impactado con aquella preciosura que por azares del destino fue a parar al club de lectura, y que en esos precisos momentos se veía algo molesta.
- ¡No soy tu hija! – gritó ella.
Uuuuta, pensó el Grutas, pedos familiares, no puedo lidiar con esto.
- Es adoptada. – confesó el Don.
- Entonces, Don, ya te ibas. – apuró Lidoro.
- Me voy, junto con ella. – dijo, anticipando las intenciones de Lidoro.
- No, Dona, yo me quedo.
- No me llames así.
- ¿Dona? – rió el Frijolito Salvaje. – Esa está aún mejor.
- Bueno... entonces, yo me quedo también. – concluyó el Don.
Esto va a ser muy estresante, pensó el Grutas.
Esto va a ser interesante, pensó el Frijolito Salvaje.
Me la tengo que coger, está buenísima y así me chingo al viejo, pensó Lidoro.

No fue tan estresante para el Grutas, ya que tanto Elena como el Don parecían portarse a la altura de la situación, dejando atrás las ondas incómodas de papi y su hijita, y aparte, en la tercera sesión a la que Elena asistió, se acabó besando con el Grutas. Para el Frijolito Salvaje, sí fue interesante, ya que pudo ver todo el proceso de “enamoramiento” entre Elena y el Grutas, ya que éste último le comentaba de las conversaciones y los encuentros que tenían, como aquella vez que se toparon en un bar y charlaron y bebieron y ni supieron cómo se despidieron. Para Lidoro fue frustrante porque Elena nunca se fijó en él, de hecho, lo tachó de sucio, depravado, obsesivo, pito-chico; pero bueno, al menos se chingaron al Don en ese punto.

miércoles, 16 de julio de 2008

Escribividiremos entonces...

- Primero se debe de vivir antes que escribir

Eso fue lo que dijo su hermano. ¿Quien se cree? Pensó él indignado.

La más reciente de sus brillantes y nuevas ideas. Si… escribir… escribirlo todo, hacer en su propio… un Big Brother donde sus manos, ya sea con una pluma o un teclado, fueran las cámaras. Cámaras que captarían todos y cada uno de sus pensamientos, sus acciones, sus sentimientos y sus más perversas y nefastas chaquetas mentales.

Lo que él quería y buscaba era trascender, influir de alguna manera en las personas, ser recordado o por lo menos encontrado, aun y cuando solo fuera por mera casualidad dentro de un par de cientos de años por algún arqueólogo aficionado. Él estaba seguro de que cuando el tiempo pasara, mucho tiempo después de que los gusanos devoraran sus ojos, los arqueólogos tendrían que descifrar códigos obsoletos de reliquias computacionales, en lugar de que tuvieran que excavar en la tierra como lo hacen hoy. En efecto, ensuciarse las manos para saber sobre los antiguos, a excepción, tal vez… de una pequeña manchilla gris y ovalada en los dedos dejada por el polvo acumulado, iba a ser lo más rudo a lo que esta nueva generación de arqueólogos se enfrentaría.

Si en algún momento de la historia lo descubrirían, en algún momento alguna persona despistada se toparía con lo que él escribiera hoy. No tengo prisa, le decía a quien le preguntara, esta vez es cuestión de estadística y no de percepción. Eventualmente, alguien se lo va a tener que encontrar. ¿No acaban de encontrar el evangelio de Judas? Imagínate… si ese vato fue un culero, y traicionó al dios, y como quiera se encontraron lo que escribió… imagínate yo que ni le he hecho nada. Pues ya las tengo de ganar, calculo que si se tardaron unos dos mil años en encontrar lo que escribió Judas, pues lo mío en unos cien ¿no? La gente sonreía y asentía con la cabeza cuando terminaba de decir este argumento por mera cordialidad, por lástima o por cobardes. Por cordialidad los que querían evitarse problemas con una lógica tan torcida como esta. Por lástima los que no querían ser el malo del cuento como Judas. Finalmente los cobardes por no querer razonar la gran estupidez que acababan de escuchar y solo decir si, sin si quiera cuestionar.

Después de un pesado y largo silencio largo, su hermano lo miró y le dijo con su tono habitual de voz, un tono amigable y despreocupado, a pesar de que las palabras dichas tuvieran un sentido siniestro o melancólico.

- Primero se debe de vivir antes que escribir

lunes, 14 de julio de 2008

Movimiento Música Nueva

A veces es la situación la que te lleva a ser y a hacer. El fin de semana reciente, el Malamen y yo estábamos solos, en el Confesionario. Lalo se había ido a la cabaña con sus padres, no tenemos novias ni amigas con quiénes cotorrear. Le habíamos hablado a César, pero estaba ensayando, nos hablaría acabando. Total, que ahí andábamos los dos, decidimos ir al centro a hacer el ya algo típico entre nosotros, recorrido de bares, mejor conocido como “La Gira”.

Debo decir que el centro de Saltillo es algo de mi agrado, no total, pero sí algo. Por la noche, en fin de semana, hay variedad. Hay muchos bares y cantinas, pta, cantinas hay décimas, me cae, pero lo que a nosotros nos llama la atención son un reducido, elegido grupo de bares. Tenemos al Dublín, al que ya muy tarde no nos dejan entrar porque se llena, aunque tenemos nuestros medios para entrar. Contamos también con el Cerdo de Babel, aunque casi siempre lleno, sí te dejan entrar. Pero no solemos frecuentarlo mucho, y si vamos, no es por mucho tiempo, a menos que sea ya al final de toda la onda, cuando caminamos no tan derechito, cuando los párpados ya van caídos etc, etc... También está el Dogma, cuya localidad y decoración está excelente, a mi gusto, y lo incluiremos en la gira; si no lo incluíamos antes es porque como es el más nuevo y novedad, está muy afresado. Y está el Confesionario, el bar metalero al que vamos más seguido y en el que más consumimos, porque hay una promoción de cerveza a diez pesos, debemos aprovecharla, porque esa promoción se acaba a las once.

Ya que los puse al tanto con la Gira, ténganse a ustedes, que el sábado pasado estábamos el Malamen y yo tomándonos la cubeta de chelas, platicando. La plática se tornó a un punto interesantísimo, que se está volviendo en mi círculo social como un tema semejante al futbol, religión y política: de los que ya no se deben de hablar porque no llegan a nada. Surgió algo así de que nos preguntábamos a qué círculo social correspondíamos, porque correspondemos a uno, pero no podíamos definirlo bien. Sabemos, sin embargo, que si por ahí nos ven en la calle, la banda que nos conoce de vista, los de la escuela, de la chamba, de diversas actividades, lo más seguro es que ellos nos consideran “rockeros”. Bueno, en cuanto a mí me concierne, NO soy rockero, ya lo había expuesto en otro artículo en este mismo blog. Pero sí, el Malamen tenía razón en que la gente que nos conoce a medias tintas puede decir que somos rockeros. Y comenzó “¿qué es un rockero?”

Llevábamos más de una hora platicando de lo mismo y ni siquiera habíamos tocado el tema de la música. Hablábamos de la vestimenta, de ademanes, de cultura social, de conocimiento, intelectualidad, bla bla bla, pero no habíamos tocado la música, y, muy personalmente creo que es lo más fundamental para decir que una persona es rockera. Pero no, ahora no, al parecer, el rock ha dejado de ser música para convertirse en algo muy general, que muchos consideran como un estilo de vida. Muchos de esos elementos que crean a un rockero, (según la generalidad de la gente, repito, esto no es cosa mía, es lo que saqué de mi dolorosa investigación acerca del rock en la sociedad) son elementos que también podrían pertenecer a un reiver, a un eskato, a un metalero, a un idealista, a un guerrillero, a un revolucionario, a un narco, incluso a fresas y vaqueros. ¿Cosa rara? No me parece. Entonces, el "estilo de vida" del rockero es demasiado ambiguo, tan ambiguo, me atrevo a decir, que está perdido a simple vista, como una onda de sonido que se propaga y va disminuyendo su intensidad y cuerpo.

Luego viene el tema de la música. Quisiera que alguien me diga de un grupo que toca rock, pero rock a secas, porque sabemos que subgéneros hay miles: que si el punk (y los suyos), que si el metal (y los suyos), que si el grundge (y los suyos), y más. Ahora, Cesarín dio en un punto muy bueno: que el rock era música alternativa, que sacaba sus elementos de varias vertientes, que no tenía miedo de combinar, que podía escuchar lo que fuera y sacarle el jugo de lo que más le gustara a toda esa capirotada musical que escuchaba, añadirle lo suyo y tan tan, sacamos del horno al rock. Pero ese punto es, también, tan ambiguo que no pudimos darlo por válido. Porque hay salseros que experimentan, hay jazzistas que experimentan, hay metaleros y blueseros que experimentan; los progresivos, los rancheros, los cumbieros y hasta los malditos regguetoneros pueden experimentar y “alternar”, incluso los de la música electrónica (que yo no acabo por considerar música) podrían sacar ritmos de otros géneros y convertir o fusionar al suyo.

Entonces quedamos en las mismas... en las de que el rock es tan general que se pierde, y optamos por no seguir con eso. La investigación del rock ha terminado.


Fíjense nomás... todo empezó con la plática de “¿qué es un rockero?”, porque queríamos saber qué somos nosotros y por qué nos consideran rockeros los que nos conocen a medias. Surgieron tantos puntos que no recuerdo, que la ilación de algunos de ellos nos llevó, horas después, y en otro lugar, al nacimiento de un movimiento musical, algo relativamente sencillo y posible. No sólo es un “hay que hacer algo con las bandas”, un “hay que sacar adelante el medio musical en Saltillo”. Sacamos ese “algo” y lo convertimos en una meta tangible. Ahí les va.

Concordamos en que ya no está chido tocar los covers de siempre, y no sólo eso, ya no está tan chido tocar covers. Las rolas se queman y acaban por hartar. Los músicos queremos tocar nuestro material, enfocar los ensayos en sacar y arreglar nuestras canciones. Por eso nos hicimos músicos (estoy generalizando, no sé de todos, pero lo supongo... y si no, qué triste), porque encontramos en algún instrumento y en la música en sí nuestro mejor medio para expresar nuestros sentimientos y compartirlos con el mundo. Porque tenemos algo qué decir y creemos que el mejor medio es a través de una canción. Porque queremos que los demás sientan lo que nosotros sentimos hacia algo, igual y no sentirán todos lo mismo, pero al menos queremos compartirlo, porque sentimos que es algo que el mundo debería saber, es algo que no queremos llevarnos con nosotros a donde sea que vayamos cuando la vida se acabe... okei, okei, okei, me estoy viendo muy “discurso del líder antes de luchar la batalla final en película joliwudense”, pero bueno, me dejé llevar. Como nos dejamos llevar cuando tocamos nuestras rolas... y dale, otra vez con lo mismo.

El caso es que este movimiento debe realizarse. DEBE realizarse. Un día en que los grupos no toquen covers, eso proponemos. Un día. Por lo pronto lo que tenemos es la idea, pero si se corre la voz, podemos irlo convirtiendo en una realidad, ir a darnos un tiro con los bares y exigirles ese día en que no contraten grupos de covers, en que presten espacio para que los músicos toquen rolas nuevas, rolas suyas. Sí, lo sé, suena a chaqueta mental, pero ¿acaso no son las chaquetas mentales parte de lo que hace a esta vida, chingona?

viernes, 11 de julio de 2008

Shine on you Crazy Diamond

Bueno, les quiero comentar y compartir esta onda de un dvd de un concierto de David Gilmour (muchos “de´s” en la redacción, pero bueno...). Es excelente. No puedo sacarme de la cabeza esa canción de “Shine on you Crazy Diamond”. Antes que nada, es importante decir que Gilmour toca con una guitarra electroacústica, no sé qué marca. Claro que tiene ahí una pedalera que supongo debe ser bien potente, pero en el intro de la canción, muy apenas y podríamos escuchar los efectos que usa, porque no se nota que use (muchos). A lo que voy, es a que Gilmour toca el intro de Shine on you Crazy Diamond a la “rupestre”. Cabe resaltar que con esa canción inicia el concierto, entonces se toca un intro sublime. La sucesión de acordes alargados seguido de unos riffs bluesesones me encantó. Es como si los acordes no tuvieran mucho qué ver, pero lo tienen todo, como si fuera un coqueteo en el que no quieres decir nada, pero en ese afán ya hablaste de más, pero claro, llevándote por otros lados: Lugares nuevos a explorar, lo que le da a la canción una atmósfera extremadamente profunda. Wow
Y bueno, luego viene la cantada, la letra es muy de mi agrado, siempre que la escucho me quedo pensando “qué fuerte que un amigo tan íntimo te escriba una canción así”. Esa canción la compusieron David Gilmour y Roger Waters, dedicada a su amigo y colega Syd Barret, el virtuoso fundador de Pink Floyd. La canción salió a luz en el disco “Wish you were here” en 1975. Álbum era un tributo a Syd.
Syd Barret le entró demasiado a las drogas sicodélicas, demasiado. Se comenta que en una gira, Syd no se presentó y lo dejaron atrás. También se dice que no llegó a un ensayo y que por eso lo sacaron de la banda. Lo cierto es que Syd Barret tenía problemas con el LSD y otras drogas sicodélicas y eso afectaba el rendimiento y las presentaciones en vivo de Pink Floyd, por lo que lo sacaron definitivamente.
A ésta pérdida de un colega muy querido, añadiendo la inusual y básica melancolía que caracteriza a Pink Floyd, se hizo “Shine on you Crazy Diamond”.
Los dejo con la letra de la canción. Hermosa, sin lugar a dudas.

Remember when you were young, you shone like the sun.
Shine on you crazy diamond.
Now there's a look in your eyes, like black holes in the sky.
Shine on you crazy diamond.
You were caught on the crossfire of childhood and stardom, blown on the steel breeze.
Come on you target for faraway laughter, come on you stranger, you legend, you martyr,and shine!

You reached for the secret too soon, you cried for the moon.
Shine on you crazy diamond.
Threatened by shadows at night, and exposed in the light.
Shine on you crazy diamond.
Well you wore out your welcome with random precision, rode on the steel breeze.
Come on you raver, you seer of visions, come on you painter, you piper, you prisoner,and shine!

Nobody knows where you are, how near or how far.
Shine on you crazy diamond.
Pile on many more layers and I'll be joining you there.
Shine on you crazy diamond.
And we'll bask in the shadow of yesterday's triumph, and sail on the steel breeze.
Come on you boy child, you winner and loser, come on you miner for truth and delusion,and shine!

Ahora una pedorra traducción al español (porque la mayoría de las traducciones son pedorras, por más precisas que quieran ser, por ahí se escapa el “filing”, o juegos de palabras, o rimas. En fin...).

Recuerdas cuando eras joven, brillabas como el sol.*Brilla en ti, diamante loco.
Ahora hay una mirada en tus ojos, como hoyos negros en el cielo.Brilla en ti, diamante loco.
Fuiste atrapado en fuego cruzado de la infancia y el estrellato, soplado en una brisa de acero.
¡Vamos, tú, objeto para risa lejana; vamos, desconocido, legenda, mártir, y brilla!

Quisiste alcanzar el secreto demasiado pronto, le gritaste a la luna.
Brilla en ti, diamante locoAmenazado por sombras en la noche, expuesto en la luz.
Brilla en ti, diamante loco.Te acabaste tu bienvenida con precisión al azar, montaste la brisa de acero.¡Vamos reivero (como en persona que va a “raves”), tú, vidente de visiones; vamos, pintor, (no sé qué es “piper”), prisionero, y brilla!

Nadie sabe dónde estás, qué tan cerca o qué tan lejos.
Brilla en ti, diamante locoApila más capas y me uniré ahí contigo.
Brilla en ti, diamante loco.
Y tomaremos el sol en la sombra del triunfo de ayer, y navegaremos en la brisa de acero.
¡Vamos, tú, niño infante; tú, ganador y perdedor; vamos, tú, minero de verdad y engaño y brilla!

*Ahora, hago un énfasis en esta parte que se repite a lo largo de la rola. En inglés, hay una especie de frase o refrán que dice “shame on you”, en español es algo así como: “que te de vergüenza” o “te debería dar vergüenza”. Y bueno, el “shine on you” hace un juego de palabras con el “shame on you”. Posiblemente Waters y Gilmour sentían pena por Barret y así lo quisieron poner en la canción, pero con cierto aprecio. Esto es sólo una observación, tómenla como tal.
Bueno, eso fue mi intento por traducir la canción. Lamento no saber qué significa “piper” y que mis diccionarios no tengan esa palabra. “Pipe” es pipa, así que “piper” puede ser “pipero” pero esa es una vaga suposición. En fin, si no han escuchado la rola, escúchenla, vale cada instante de atención que le pongan.

viernes, 4 de julio de 2008

Actitudes...

Bueno banda, ahí les va un rollo bien chido que me encontré por ahí en una de esas excursiones musicales a lo desconocido, un día, explorando la música en portugués me tope al final de una canción de Ana Carolina esto que leyó... fue escrito para Brasil, pero definitivamente y sin mucho esfuerzo podemos ver esta realidad reflejada en nuestro país.

Nota: La traducción no es del todo fiel y puede ser mejorada, pero en cuanto encuentre palabras más apropiadas la iré modificando, esto de traducir no es asunto sencillo.

Só de Sacanagem

Por Elisa Lucinda

Meu coração está aos pulos!
Quantas vezes minha esperança será posta à prova? Tudo isso que está aí no ar: malas, cuecas que voam entupidas de dinheiro.

Do meu dinheiro, do nosso dinheiro, que reservamos duramente para educar os meninos mais pobres que nós. Para cuidar gratuitamente da saúde deles e dos seus pais. Esse dinheiro viaja na bagagem da impunidade e eu não posso mais.

Quantas vezes minha esperança vai esperar no cais? É certo que tempos difíceis existem para aperfeiçoar o aprendiz. Mas não é certo que a mentira dos maus brasileiros venha quebrar no nosso nariz.

Meu coração está no escuro. A luz é simples, regada ao conselho simples de meu pai, minha mãe, minha avó, e dos justos que os precederam: “Não roubarás”. “Devolva o lápis do coleguinha”. “Esse apontador não é seu, minha filha”.

Ao invés disso, tanta coisa nojenta e torpe tenho tido que escutar. Até habeas corpus preventivo, coisa da qual nunca tinha visto falar e sobre a qual minha pobre lógica ainda insiste: esse é o tipo de benefício que só ao culpado interessará.

Pois bem, se mexeram comigo, com a velha e fiel fé do meu povo sofrido, então agora eu vou sacanear: mais honesta ainda vou ficar! Só de sacanagem!

Dirão: “Deixa de ser boba, desde Cabral que aqui todo o mundo rouba”. E eu vou dizer: “Não importa, será esse o meu carnaval, vou confiar mais e outra vez”. Eu, meu irmão, meu filho e meus amigos. Vamos pagar limpo a quem a gente deve e receber limpo do nosso freguês.
Com o tempo a gente consegue ser livre, ético e o escambau. Dirão: “É inútil, todo o mundo aqui é corrupto, desde o primeiro homem que veio de Portugal”. E eu direi: “Não admito, minha esperança é imortal”. E eu repito: “Ouviram? IMORTAL!”

Sei que não dá para mudar o começo. Mas, se a gente quiser, vai dar para mudar o final!

Solo por Molestar

Por Elisa Lucinda

Mi corazón está agitado

¿Cuántas veces será puesta a prueba mi esperanza? Todo eso que está ahí en el aire: maletas, pantalones que van llenos de dinero.


De mi dinero, de nuestro dinero, que ahorramos duramente para educar a los niños más pobres que nosotros. Para cuidar gratuitamente de su salud y la de sus padres. Este dinero viaja en el equipaje de la impunidad y yo ya no puedo más


¿Cuántas veces mi esperanza va a esperar en el muelle? Es cierto que los tiempos difíciles existen para perfeccionar al aprendiz. Pero no es cierto que la mentira de los malos brasileños se venga a quebrar en nuestra nariz.

Mi corazón está en lo oscuro. La luz es simple, regada por el consejo simple de mi padre, mi mamá, mi abuela, y de los justos que los precedieran: “No robarás”. “Devuelve el lápiz de tu compañerito”. “Esta pluma no es tuya mi hija”.

Al contrario de esto, tantas cosas repugnantes y torpes he tenido que escuchar. Hasta habeas corpus preventivo, cosa de la cual jamás había escuchado hablar y sobre la cual mi pobre lógica todavía insiste: Este es el tipo de beneficio que solo al culpado le interesa.

Pues bien, si se metieron conmigo, con la vieja y fiel fe de mi pueblo sufrido, entonces ahora yo los voy a molestar: más honesta aún voy a ser! Solo por molestar.

Dirán: Deja de ser boba, desde Cabral aquí todo el mundo roba”. Y yo voy a decir: “No importa, será este mi carnaval, voy a confiar más y otra vez”. Yo, mi hermano, mi hijo y mis amigos. Vamos a pagarle limpio a quien le debemos y recibiremos limpio de nuestros clientes.

Con el tiempo se consigue ser libre, ético y los demás. Dirán: “Es inútil, todo el mundo aquí es corrupto, desde el primer hombre que vino de Portugal”. Y yo diré: “No lo admito, mi esperanza es inmortal”. Y yo lo repito: “¿Escucharon? ¡INMORTAL!

¡Se que no se puede cambiar el comienzo. Pero si quisiéramos se puede cambiar el final!

Tramos

Un tramo de mi corazón quiso comerla.
Un trago y un buen acostón por repetir.
Un trato con la más fina y delicada hierba.
Un tramo de su espalda siempre pude derretir.

Un trato con el más loco de este hotel.
Un tramo de dolor por ambas partes afectadas.
Dos tramos distintos sobre qué hacer con él.
¿Te has derretido en un beso para poder
diluirte por completo en sus ojos?

Un tramo entre dientes donde reposan las sobras.
Un tramo canal de agua para que limpie las heridas.
Un tramo de odio y otro tramo de pena.
Un tramo gris en colorida primavera.
Un tramo de fuego quema todas las partes.
Un tramo de auxilio que amarra a la hoguera.

Amarte en carne es todo lo que queda.
Amarte en carne y quemar tu corazón.
Ya vete, pues, para que pierda la razón,
pues no hay motivo que me mantenga
ni suerte que me detenga
para amarte mañana como lo hago hoy.

Eres mía, sin lugar a dudas,
y antes de que puedas debatir,
suelta tu ropa, calla y vuelve.
¡Yo soy todo para ti!

jueves, 3 de julio de 2008

Ana Mailovic

Había nacido exclusivamente para tocar Blues en los intermedios de los recitales de la mujer a la que amaba, que, por fortuna para él, ella lo amaba de vuelta, más que nada en toda su vida, incluso, más que tocar la guitarra clásica. Y estamos hablando de algo cañón, eh. Esta mujer no era cualquier guitarrista clásica. ¡Imagínense! Desde los cuatro años ya tocaba la guitarra, a los siete ya había dado su primer concierto y a los once ya andaba en giras internacionales por gran parte de Europa. Toda su vida estudiando guitarra. Era lo mejor que le había pasado hasta que conoció a Bruno.
Él andaba en Europa, uno de esos viajes de mochilazo, porque no llevaba muchas cosas, sólo su guitarra ropa, y la tarjeta de crédito donde le depositaban sus padres, eso, claro, porque había cumplido con su promesa de no tronar ninguna materia en toda la preparatoria. Trabajo le costó, al güey, pero lo logró, y ahora lo disfrutaba. Como papi y mami eran bastante adinerados, Bruno se la pasaba de lujo en ese viaje.
No era muy ostentoso, simplemente se daba sus buenas tres comidas al día, dormía en lugares decentes y viajaba. En un recital de Ana Mailovic, aunque no era gran conocedor ni amante de la guitarra clásica, no había lugar a dudas para ponerle peros al virtuosismo de Ana, y sólo hacían falta ojos y un noble corazón para notar su belleza. Bruno lo notó.
Salió del concierto y en las faldas del teatro se puso a tocar un bluesecito algo prendidón, ya que el concierto lo puso en humor porque lo que Ana tocaba no era muy prendido. Por supuesto que no, pensaba Bruno, yo no vine aquí a escuchar algo prendidón, pero ahora que tengo ganas, puedo tocarlo. Y así la gente se reunía alrededor de él, porque no era malo, el Bruno, era bastante bueno. Tons la banda se reunía alrededor, unos le aplaudían y otros, ya saben, los beatos-apretados-clásicos-aburridos ponían cara de fuchi, algunos hasta lo insultaban porque creían que con esa música chafa denigraban lo que Ana acababa de hacer.
Entonces sucedió lo inesperado. Ana Mailovic salió por la misma puerta por la que salía el público y escuchó lo que tocaba Bruno... chan chan chaaaaan. Como es una historia de amor, se puede anticipar que se iba a enamorar de Bruno por el blues tan machín chicharrín que tocaba, pero no. Ana no era tan beata-apretada-clásica-aburrida, pero definitivamente aborrecía el Blues. No se sabe por qué fue a ver a Bruno tocando Blues, ya que ella lo aborrecía. Azares del destino, dirán. Crueldades de la vida y del amor, oh, porque aparte del amor que se profesan, había una gran cantidad de crueldad en su relación. Cuando vayamos al recital verán por qué.
Ahora, vámonos ya, que llegamos tarde.

Salieron de casa de Gaspar y se subieron al bocho de Clemente, iban algo apurados. Tan pronto entraron al bocho y cerraron las puertas, Clemente expresó su ansia.

- No, ahora nos cuentas.
- Se arruina la sorpresa.
- ¡Cuenta!, Rigoberto, no seas ojeis. – ladró Gaspar.
- Bueno, lo que me dijo el Minols es que a Ana le caga el Blues, y pues, imagínense cómo se pone cuando Bruno sale a tocar en el intermedio. Lo natural es que se ponga tan furiosa, y llame a los de seguridad para que se lleven a Bruno tan pronto se ponga a tocar ¿no? Pero sucede que Bruno se la trae acá, cortita, que la morra está tan enamorada de él que sólo se enoja y se va, y dice que ya no va a salir. Osea, siempre anda esperando que Bruno la deje tocar todo el recital sin hacer su desmadre, como si fuera una prueba de amor, aunque amor no les falta a ninguno de los dos.
“El caso es que Ana les dice al staff y al equipo de seguridad que es posible que Bruno haga de las suyas, pero que no intervengan, que eso es entre ella y él.”
- A chinga.
- En serio.
- Esas son viejas. – admiró Gaspar. – Viejas de a de veras.
- Así es. Pero por ser una vieja de a de veras le va medio mal. Resulta que en cada concierto, Gaspar sale a tocar su Bluecesito en plena presentación, ni siquiera le deja acabar una rola. Pero hasta eso, buena onda, sale como acompañando la melodía que toca Ana, la acompaña con Blues, claro. Le pone uno que otro arreglo por aquí y por allá. Luego se vuelve como un duelo de guitarras. Ana quiere callarlo y demostrar su supremacía, pero entre más toca cosas acá, de puro virtuosismo, el Bruno contesta suave, gandallón. Ana se encabrona, pone jeta se va y dice que ya no va a salir a tocar la segunda parte, que mejor la toque Bruno, pero luego Bruno entra en razón y cuando los beatos-clásicos-aburridos-apretados a quienes les caga el Blues y ven el espectáculo intermedio de Bruno como un insulto, le gritan de cosas, chiflan y la fregada. Entonces el Bruno les dice, calma, banda, no hay tos, ahorita voy por mi vieja y por ésta que acaba de tocar el concierto.
“Todos se quedan acá, de las de: ah cabrón. Pero Bruno, efectivamente, sale del escenario va por Ana, le grita de chingaderas, que acabes con lo que comienzas, pinche vieja amarguetas, que esto no se le hace al público, que no sea mamona, ¿a, que te me pones muy al tiro? Pus toma. Le pega un moquetazo, se la besanguea y Ana sale a tocar otra vez. A veces, se nota el maquillaje para cubrir moretones.”
- No seas mamón, pinche Rigoberto. – dijo Clemente, entre carcajadas.
- Es verdad, güey. Ella misma me lo contó.
Los otros dos no paraban de reírse.
- Bueno, vamos a creerte, pero si no, ¿nos invitas la cena? – apostó Gaspar.
- Va.
- Ps va.

Clemente manejaba el bocho a toda velocidad, con todo y que ir con prisas era algo de lo que más le disgustaba en la vida. Rigoberto, de copiloto iba tarareando rolas de Iron Maiden y Gaspar iba atrás, molestando y escuchando su mp3.

- ¿Para qué traes los audífonos, mamón? – regañó Clemente.
- Por si me aburro.
- Ay... no mames, pinche Gaspar.
- Güey, creeme que vale la pena escuchar toditito el concierto, aunque te aburras de momentos. – agregó Rigoberto.
- ¿Por lo del tal Bruno? – inquirió Clemente.
- Sí, por lo de Bruno.
- Y, ¿estás seguro de que va a salir?
- Casi seguro, es de esas leyendas urbanas que suenan tan, pero tan mamonas, que deben ser ciertas. Ahora, si es que nos aburrimos porque somos de gustos nada refinados y en verdad somos unos incultos en cuanto a la música clásica, eso último lo doy casi por hecho, lo del aburrimiento quién sabe. Pero en caso de aburrirnos, van a ver que el Bruno nos va a alivianar. Nomás que tienes que apurarte para no llegar tarde y escuchar todo el concierto.

Ya iban llegando pero faltaban escasos dos minutos para estacionarse. Había un espacio allá enfrente, justo pasando el semáforo. El lugar era excelente pues estaba cerquísima del Museo de las Aves (ahí se iba a dar el concierto). La desgracia cayó en ellos, pues justo cuando estaban por pasar el semáforo, éste se puso en verde.

- Mierda. – dijo Clemente.
- No, qué mierda ni qué madres. Tendrás que hacer una chilangada. – ladeó Rigoberto.
- ¿Qué?
- Dale en reversa por esta calle.
- No mames, pinche Rigoberto. – tronó Gaspar. – No le hagas caso, güey, hay una caseta de policías justo en esta esquina.
- No, Rigoberto, ora si que te pasaste, no se puede.
- ¿Cómo no, cabrón? Sí se logra. Si te sale un coche, te vas por la banqueta.

Ahora. Nadie sabe por qué lo hizo, aún no tiene respuesta para la pregunta ¿por qué lo hiciste? No se atreve a decir siquiera, que se le hizo fácil, porque fácil no fue, eso asegura. Las razones permanecen un misterio, pero los hechos hablan. Clemente aceleró, quemando llanta y le dio en sentido contrario por la calle que corre a un lado de la Iglesia que tiene en frente el Museo de las Aves.
El policía salió corriendo de la caseta. Gaspar gritó desesperado. Clemente se puso nervioso. Rigoberto andaba eufórico. El policía gritó algo. Los tres jóvenes voltearon a ver al poli. ¡Chingas! Chocaron.
- ¿Están bien? – preguntó Clemente.
- No mams, qué mal pedo. – se quejó Gaspar, como pensando en voz alta.
- No hay tiempo de averiguarlo, corran al museo no nos agarra el poli.

Rigoberto ya estaba afuera para cuando había dicho esas palabras. Clemente se bajó por su lado, mirando con preocupación al poli corriendo, de buenas que está gordo, así no nos alcanza. Rigoberto detenía la puerta para que Gaspar saliera sin más problemas. Estando los tres afuera, echaron a correr a pesar de que el poli les gritaba que se detengan. Cuando el poli llegó al bocho, los chavos ya estaban dándole la vuelta a la cuadra, no había posibilidades de alcanzarlos, en lugar de seguir con la persecución se quedó a arreglar el asunto del coche chocado, a bloquear la calle y llamar a la grúa.
Después de perder al poli, los tres entraron al Museo de las Aves y se perdieron entre el público, llegaron justo a tiempo para ver el comienzo.

Gaspar se estaba durmiendo, Rigoberto buscaba con qué entretenerse y Clemente, por más que intentaba no encontraba ese filin que le provocaba cierta música que le gustaba en todo el virtuosismo desplegado por Ana Mailovic. Acabó la primera parte, ahora seguía el intermedio. El sonido local anunció la primera llamada. Ana salía del escenario entre aplausos. Comenzaron a subir de volumen los murmuros de la gente. Los tres jóvenes locuaces andaban bien atentos, prestos a cualquier sonidito. De pronto escucharon un tiriliririlirirlinnnnnn, eran cadenas arrastrándose a compás de unos pasos. ¿Podría ser?
Entonces se escuchó un pequeño “pac” como cuando el metal truena. Luego se escuchó otro sonido de metal, un “trrrriiiiuuuunnnngggg” sonido característico de una guitarra, tejana, cuerdas de metal, el sonido de cuando la rasguean hacia arriba. Entonces salió Bruno. Caminaba muy lento, cabizbajo, con una guitarra tejana, azul, preciosa, melancólica. Ya estaba tocando, tenía un ritmo muy suave, muchos bends y notas largas. Clemente luego, luego identificó ese sentimiento de añorar algo, cada quien pensaba en sus pasados memorables, cada quien. Mucha gente se apuró en salir del recinto, otros tomaron asiento. Hubo una viejita, que sacó un pañuelo para enjuagar sus lágrimas. Denso.
Un remolino distante que va tomando forma frente a ti, en las esquirlas que levantan la arena se ve el reflejo de una luna que no sonríe, que alimenta al mar y su inmensidad. Una vez más se burlan de tu pequeñez, pero no es tanto una burla, es simplemente un hecho, una aclaración lógica de una verdad irremediable, irrebatible. Caminas como si embrujado, la música te llama, el paso del oleaje que se lleva tantas cositas pequeñas que encuentra en la arena, quieres que te lleve junto con ellas. No promete nada, lo disuelve todo, el mundo queda atrás y entonces te das cuenta que caminas sobre las estrellas, a cada paso, una onda se expande a tu alrededor, las ondas comienzan a chocar unas con otras y entre choques sacan destellos de luz, vivos colores se enlazan en un tremendo baile. El ritmo sube, el viento sopla más fuerte, la melancolía se convierte en una cascada fugaz de emoción. Prende tu mente.
Acaba la canción.
- Wow. – exclamó Rigoberto.
- Me dejé ir, me llevó la rola. – dijo Gaspar.
- ¿Y a dónde llegaste? – preguntó Clemente.
- Sepa. – obtuvo por respuesta.
- Yo también. – añadió.
- Tú también ¿qué? – preguntó Gaspar.
- Fui a Sepa.

Bruno acabó su canción y se retiró, nadie aplaudió, nadie dijo nada. Unos estaban enojados, otros estaban pasmados, otros como que no agarraban la onda, no se la esperaban. Volvió a salir Ana Mailovic. Entre aplausos se sentó, colocó su guitarra. Todos esperaban que dijera algo de lo que acababa de pasar, que quién era ese, o por qué lo dejaban tocar asi, pero Ana simplemente dijo las piezas que seguirían en su repertorio.
Y el concierto siguió como siguen los pájaros volando hacia clima más agradable, dejando el frío del desconcierto atrás, sin haber sentido el cambio del ambiente. Simplemente siguió sin más. A pesar de que Ana no manejaba el escenario como artistas modernos suelen manejarlo: brincan, corren, interactúan, voltean payá, voltean pacá; Ana tenía el control absoluto.

Se acabó el concierto entre un mar de aplausos. Pero nadie se atrevió a mencionar algo de Bruno. Acabado el concierto, Clemente, Gaspar y Rigoberto morían de hambre, detrás del Museo de las Aves había un puestecito de hamburguesas y hot-dogs. Fueron a comer. Cual fue su tremendísima sorpresa cuando vieron que se acercaban Bruno y Ana, tomados de la mano, mirándose a los ojos como un par e tortolitos, dándose besos coquetos, en fin, mucho amor estudiantil, como si fueran dos pelados que acabaran de enamorarse por primera vez.
- ¿Nos podemos sentar? – preguntó Bruno.
- ¡No mames! – explotó Rigoberto, visiblemente nervioso. – De entre las cinco mesas, vinieron aquí.
Gaspar y Clemente lo voltearon a ver, extrañadísimos.
- Con un simple “no” bastaba. – dijo Bruno.
- No, perdón. Es que... no manches... ustedes son los... – hizo un ademán de tocar la guitarra con sus brazos.
Bruno y Ana sonrieron.
- ... y están aquí, entre los simples mortales. – concluyó Rigoberto.
- Qué chido, men. Adelante. – invitó Clemente.
- Buenas nouches. – saludó Ana con una ligera reverencia y amplia sonrisa.
- We can speak in english if you like. – dijo Gaspar, aplicando la mayor cortesía de la que le era posible.
- Oh, yes, please. – accedió Ana.
La conversación se tornó al inglés. Hablaron de sus vidas, de sus gustos musicales y de aventuras que habían tenido. Luego les contaron a los guitarristas el episodio que pasaron para llegar a tiempo al concierto, lo de la chilangada de meterse en sentido contrario, el choque y la corrida que se aventaron para que no los agarrara la policía.
A Ana le pareció una historia muy tierna, a Bruno muy chingona, y ambos optaron por ayudarlos a sacar el coche del corralón donde estuviese, les dieron un aventón a cada uno en la camioneta que Gobierno les habían prestado y así fue la noche. Para la tarde del día siguiente, el bocho de Clemente ya estaba en el taller, con los gastos pagados, arreglándose y listo para salir en dos días.

Gárgaras de café

Gárgaras de café, ahora vuelvo.
Un reloj dormido en serenata
en sus notas de tic-tac siguiendo
el compás de la cama, a destiempo
que los muros delgados se guardan
antes de hablar.

Por la senda de en medio resbala
una gota de cálido aliento.
Un tornado de sombra, un intenso
puño truncado vibra y delata
casi te mata.

Y emprendiste una sola retirada,
me cediste un bocado a deshora,
tus latidos pusieron distancia
hora por hora
mirando el brillo de tu espalda.

miércoles, 2 de julio de 2008

Finolis se cae en Dublín

Y me pegó como un rayo que fulmina al cielo.
Un trueno que retumba al azar.
Si las olas arrasan dos cantos al vuelo
que una gaviota extiende sobre la mar.
Lenta, divina botella de vino
que pinta los labios de mi buen amigo
trayendo consigo recuerdos tan gratos
que porque ya no hay duelen, duelen tanto.
Me vuelvo entonces,
distante horizonte.
No son mis lágrimas las que me pueden
son las ajenas que más me retienen
y me paralizan pescando sin dar.
Quisiera poder alivianar
esa carga que te pesa,
esa carga que te puede.
En mí siempre tendrás un carnal.

martes, 1 de julio de 2008

Tributo a Héroes del Silencio - Confesionario/ fiesta jipireivera - DuBrasil

El cuerpo duele, punza, los brazos se sienten cansados, hay uno que otro golpecillo en la espalda, la parte trasera del cuello pesa horrores, bueno, pues... ¿qué carajos hice? Entonces vienen a mi mente mil imágenes cargadas con tanta energía en plena explosión. Ah, pues ¿cómo no?. Un concierto de rocanrol.

De la tardía aparición del grupo.
No sé por qué lo hacen en los bares, la verdad no entiendo la razón. Digo, igual y sea una estrategia de mercado o alguna de esas, pero no me explico bien a bien por qué cada vez el grupo que toca tiene que comenzar a tocar tan tarde. La cita al evento era a las nueve de la noche. Todos sabíamos que no iba a empezar a esa hora porque aquí en México tenemos la... no sé si mala o buena, pero definitivamente costumbre de llegar tarde, comenzar tarde y aplazar casi todo lo que hacemos. No voy a reparar en ese asunto, ya habrá su momento para hablar de ello después (hablando de aplazar cosas jajajajaja). Y uno dice: bueno, está bien que el plato principal del evento ocurra algo tarde, pero, pero, pues, es que, bueno, aquí les va mi opinión y propuesta: pongan algo más en qué entretenerse, un grupo telonero, por ejemplo.
No es que uno se aburra, uno puede ponerse a cotorrear y estar tomando cerveza tras cerveza hasta que den altas horas de la noche y comience a tocar la banda, pero hubo momentos en los que yo comenzaba a desesperarme. De buenas que habíamos agarrado una de las mesas que están afuera, al aire libre y donde hay espacio para moverse. Si desde el principio (creo que llegamos al Confesionario bien puntuales: nueve – nueve y diez, por ahí) hubiéramos estado adentro, donde toda la gente, en su gran mayoría vestida de negro, se acumula en montones y no hay espacio para moverse, tal vez hasta me hubiera dado un ataque de asma.

De la energía en explosión.
No me pareció extraño que después de unas cuántas chelas y cuando empecé a escuchar la “Apuesta por el rocanrol” sin pensarlo entré al bar y comencé con la brincadera-gritadera que se traían todos los metaleros.
Ni el calor ni los empujones ni el sobrecupo hizo que la banda se echara para atrás, ni los meseros. Un aplauso para éstos últimos ya que pasaban por entre todo el desmadre para seguir con su noble labor de llevar bebidas a los sedientos. Un aplauso también para el público que no se las hacía difícil, es más, si hasta les dábamos chance para que pasaran.
No es por menospreciar al grupo, tocaron bien, la verdad, pero debo decir que casi cualquier Tributo a Héroes del Silencio, si no es que los músicos la cagaran en serio y tocaran mal, la banda siempre está bien prendida. Son canciones que tienen un “algo”, ese algo que aparte de la letra, arreglo, interpretación, hace que la canción sea buena. Pues las canciones de Héroes tienen un algo bastante explosivo y energético. Se notó.

Del sudor y la cerveza que caía por todos lados
Llovía sudor, bastante, y también cerveza, cosa que hizo que pareciera como si acabáramos de salir de un partido de futbol. De hecho, mi vestimenta (bermudas y playera deportiva sin mangas) y lo mojado que estaba hizo que algunas personas me preguntaran, ya en la fiesta, que si venía de jugar basketball. A pesar de que uno estaba mojadísimo, no sentía frío. A cada rato a alguien se le ocurría agitar la cerveza como si fuera champán en la premiación de la Fórmula uno. En verdad, estábamos convertidos en bestias, probablemente irreconocibles. De esas que hasta las facciones de la cara te cambian.

De la fiesta jipiereivera.
De esa fiesta no tengo mucho qué decir. Se veía chida, mucha gente, vendían bebidas, hubo creo que cuatro grupos en vivo, bueno, tres grupos y un cuate con una máquina de sonidos (que conste que no me vi mamón y puse sonidos, no ruidos) Había una gran generalidad de gente, uno que otro cuate conocido. Pero, aunque me estaba divirtiendo, sentía que no era mi onda, como si fuera a un rodeo, o a un baile grupero, me puedo divertir, pero definitivamente no es mi onda.
El caso es que un cuate, que como en ese tipo de fiestas se quiería ver muy “cool” sacó sus cadenitas con fuego y empezó a hacer eso que se conoce como “performance”. En una de las vueltas, el fuego agarró la camisa y se comenzó a prender. Parecía como que el chavo no se daba cuenta, hasta que le echaron un líquido y el fuego se apagó. La cosa no pasó a mayores.

El bien y el mal entre nosotros

El bien y el mal se juntaron
para que yo te ayudara.
Ambos coincidieron en algo:
Soy lo justo y lo mejor que necesitas.

El bien y el mal conspiraron
para que yo te besara.
Ambos coincidieron en esto:
soy lo único que temer perder.

Tal vez sea un mensaje del cielo:
“que exista siempre nuestro amor”;
o tal vez sea una trampa del infierno:
“que por siempre suframos los dos”.

No hubo pleito por uno ni por otro
dejaron que esta delicada decisión
La tomemos tú y yo, nosotros.