Mostrando las entradas con la etiqueta Cotorreo. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Cotorreo. Mostrar todas las entradas

jueves, 10 de septiembre de 2009

Plazas vacías

*Nota, éste artículo lo escribió mi letal enemigo, Lord Finolis Mulins, alias Eduardo Dávila Aguirre.



He aquí una extraño paisaje, La Plaza mayor de Madrid se encuentra desolada, en uno de los sitios mas coloridos, ruidosos, refulgentes y activos de la capital de España reina un silencio absoluto. Los numerosos locales no han abierto sus puertas y en el centro del enorme rectángulo, justo a un lado de la estatua ecuestre de Felipe III, se apilan algunas botellas de cerveza y vino tinto, huellas de uno de los múltiples botellones que se llevan a cabo en la ciudad.
Una pálida luz ilumina tenuemente el contorno de los edificios municipales que la rodean dándole al sitio una atmósfera extrañamente fantasmagórica. La visión seria desconcertante para alguien que estuviese acostumbrado al ruido y alborozo que generalmente imperan en la plaza en horas más activas, pero apenas son las seis de la mañana de un martes y la ciudad aun se encuentra dormida.
Nada se mueve aquí, nada, salvo un extraño objeto transparente, a veces redondo, a veces amorfo, que flota lenta y parsimoniosamente por los aires para después desintegrarse por completo sin dejar huella alguna. La burbuja, pues de eso se trataba, venia seguida de una gemela en proporciones que tuvo el mismo fin espontáneo que su predecesora. Una tercera burbuja me hizo notar por fin a la peculiar figura que, vestida de negro, pasaba desapercibida en una oscuridad que poco a poco se disipaba con la salida del sol.
Se trataba de una muchacha o al menos eso parecía. Era difícil calcular su edad pues estaba disfrazada de mimo. En su rostro pintado a blanco y negro se dibujaba una amplia sonrisa que a una persona de mente mas abierta que la mía le hubiese resultado tierna y encantadora, pero que en mi, en una vergonzosa actitud lamentablemente prejuiciosa, despertó sospechas. ¿A quién diablos le sonríe a esta hora? ¿Se habrá vuelto loca, o seré yo el chiflado?
Sostenía en sus manos un peculiar utensilio que de ves en cuando sumergía en un balde con agua y jabón para producir sus burbujas. Instintivamente volteé a ver el suelo justo debajo de ella buscando un recipiente o un sombrero sobre el cual dejar caer unas monedas pero no vi ninguno. Da igual, pensé, a estas horas no puede esperar ganar dinero de las palomas.
¿Por qué lo hacía entonces? Como si hubiese leído mis pensamientos volteó hacia mí, dedicándome su enorme sonrisa blanca y en un movimiento que me resulta imposible de imitar dejo escapar una enorme burbuja que se dirigió justo hacia donde me encontraba. Debí de haberme visto ridículo, de pie, en medio de Plaza Mayor, mientras que una enorme burbuja se dirigía lenta pero certeramente hacia mi rostro para terminar reventando en mi nariz.
Lo único que pude hacer fue cerrar los ojos. No me hubiese sorprendido en absoluto abrirlos sólo para darme cuenta que la chica de las burbujas había desaparecido, pero ahí estaba de espaldas hacia mí y preparando otra burbuja.
Eso era todo lo que hacía, sonreír y soltar burbujas al aire una tras otra, siempre con la misma elegancia. Como si ese acto no constituyera un pasatiempo, era un oficio. ¿Que fin perseguía? ¿A quién le dedicaba una labor tan efímera a esas horas? A nadie probablemente, era simplemente su trabajo embelesar la Plaza Mayor en las primeras horas del alba para el deleite de una audiencia inexistente; bueno, no del todo, yo estaba ahí.
Unas horas después, ese mismo recinto donde solo nos encontrábamos ella y yo, el estupefacto espectador y la alegre lanza burbujas, se llenaría de muchos otros mimos, payasos, actores, poetas, músicos, bailarines. Toda una gama de histriones que representan en gran medida el atractivo cultural y turístico de una ciudad. Su presencia contribuye a darle a las viejas ciudades de Europa (pues no sólo en Madrid se les ve) un aire un tanto mágico, propio de una feria renacentista o de una puesta en escena.
En este mismo recinto donde nos encontrábamos la chica de las burbujas y yo, un hombre vestido de verdugo fingiría cortar cabezas con hacha de plástico, un gato gigantesco saldría sistemáticamente de un enorme cubo de basura. Un ángel con las alas rotas contemplaría eternamente el cielo al que no puede volver. Sin olvidar por supuesto a la mujer de barro la cual permanece perfectamente estática bajo una dura capa de fango durante doce horas bajo el infernal sol veraniego de Madrid.
Estos son sólo algunos de los personajes que, para deleite de la muchedumbre (sean o no turistas) le dan un toque de originalidad a la ciudad y no sólo eso, también parecen estar contando su historia. En muchos casos, las interpretaciones de estos artistas nos sugieren un poco más que un mero entretenimiento fugaz o una atracción turística menor. Si una de las funciones del arte, y esto se presta a discusión, consiste en retratar la realidad social mediante la propia experiencia del autor, ¿que nos sugieren las interpretaciones de artistas callejeros?
Una cosa es cierta. Desde el precipitado declive de la economía mundial y el consecuente asenso de la taza de desempleo, las calles de Madrid, capital del país europeo con mayor índice de desempleo, se han visto cada ves más pobladas por estos artistas; que con el nada menospreciable fin de conseguir un poco de dinero para llegar a fin de mes, se untan maquillaje, visten disfraces y se arman de todo el ingenio que puedan concebir para ganar unos euros.
Para ellos una idea original y de fácil asimilación es más que un capricho artístico con el cual recibir la adulación de los críticos, es un asunto de supervivencia. Y mientras que los transeúntes con sus cámaras Reflex se maravillan con las peripecias de un grupo de bailarines de flamenco o un par de auténticas estatuas humanas representando con conmovedor realismo "La piedad" de Miguel Ángel. En algún lugar, el contador de una gran empresa que se fue a la quiebra, el fabricante de un modelo de coches descontinuado o un arquitecto sin empleo por la caída del sector inmobiliario, estarán sacando del armario sus viejos zapatos de mimo, probablemente un viejo recuerdo de sus días de teatro en bachillerato o una vieja harmónica con la que treinta años antes soñaron con imitar a Bob Dylan y saldrán a la calle, a buscar un sitio adecuado, (de ser posible lejos de sus viejos compañeros de trabajo) donde atraer turistas, y empezarán una nueva vida como artistas ambulantes.
En ocasiones, la misma naturaleza del acto que representa parece reflejar la situación en la que se encuentran. Como es el caso de un Charlie Chaplin a punto de devorar las cintas de sus botas como lo hiciese el verdadero actor en la película "La quimera de oro" ¿Es quizás un comentario social de la desesperación a la que se ven forzadas a llegar algunas personas con el fin de sobrevivir en estos tiempos? Me hubiese encantado obtener una respuesta de él, pero estaba tan quieto y mudo como una estatua. Un buen mimo, me dije, tiene que serlo para permanecer impasible bajo el sol de mediodía. Las inclemencias meteorológicas son sólo una de tantas incomodidades a las que se atienen.
Algunos se convierten en el objeto de burla de los transeúntes, como la "Lavandera" que acuclillada en medio de una calle peatonal representa mediante gestos y movimientos acompasados las arduas labores de limpieza realizados por el sexo femenino a través de los siglos. El letrero que yace a sus pies, nada menos que una invitación a todas las mujeres para que se liberen de la opresión del hombre, se convierte en un amargo e irónico testimonio de una situación que aun esta lejos de remediarse ante la lluvia de insultos y declaraciones sexistas de un grupo de turistas.
También objeto de burla ha sido el peculiar "hombre araña" que vistiendo un ajustado traje de licra, luce una prominente barriga, blanco de las socarronerías de la gente. Sin embargo, a él no parece importarle en absoluto, él sabe que llamar la atención de la gente es la mejor forma de ganarse unos céntimos.
Algunos la obtienen apelando al más sublime de los sentimientos, otros, incitando la risa. ¿Es esto lo que imaginaron hacer cuando entregaron su tesis doctoral? seguramente no, pero tal vez es lo que soñaron hacer muchos años antes, cuando pedían aventón en la carretera Madrid-Barcelona con un estuche de guitarra y cien pesetas en el bolsillo.

Los artistas ambulantes han existido durante siglos. En los últimos años se les ha visto menos sea porque abandonan su vocación o porque la ejercen en los rincones más oscuros de las grandes ciudades. Ahora, sin embargo, han vuelto a salir a la luz. Se les ve en las principales avenidas, afuera de las iglesias, de los teatros, en cualquier sitio concurrido o turísticamente atractivo. Cuando nos topamos con uno de ellos, particularmente con uno muy talentoso, nos maravilla que estos personajes aun existan en el siglo XXI y no sean sólo un recuerdo de los viejos romances.

Quizás llegue un día en el que se disipe la pesadilla laboral en la que vive el mundo, quizás llegue el día en que el bardo vuelva a su banco, el Sancho Panza a su despacho y el poeta ambulante a su consultorio. ¿Volverán a ser iguales las cosas? ¿Para ellos y para quienes dependemos de ellos? eso no lo puedo responder, pero estoy seguro de que en alguna otra plaza de Europa a las seis de la mañana el sol brillará de nuevo sobre un objeto cristalino, a veces redondo a veces amorfo que se desintegrará en algún punto indefinible cerca del suelo pero apuntando hacia el cielo. Y la chica de las burbujas seguirá sonriendo hasta poco antes de desaparecer a la primera señal de vida humana... Pop.

miércoles, 9 de septiembre de 2009

Otra vez un infante

Un enamorado es como un niño pequeño y curioso, atento y emocionado ante todo lo que le pasa, pues todo posee la fabulosa magia de lo nuevo.
No te sorprendas cuando un romántico enamorado huya de ti tras pedirle que madure, pues creerá que lo quieres despojar de la más fragil y valiosa de sus posesiones.

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Soundtrack de mi vida

Les voy a compartir un ejercicio muy chido que sirve para cotorrear, para conocernos más, para divertirnos, para pensar mucho, mucho. El ejercicio consiste en hacer el “soundtrack de tu vida”. Debes elegir canciones con las que te identificas, que hayan marcado tu vida; canciones que quedan para alguna escena de tu vida... cosas así. No son las rolas que más te gustan, sino las que quedan. Si tu vida fuera una película, ¿qué rolas estarían en el soundtrack de esa película? Y para hacerlo más interesante, no puedes agarrarte y elegir todas las que quieras, debes elegir unas 20 y el pilón.
Una vez que ya hiciste el soundtrack de tu vida, te juntas con tus cuates y pones el disco. Sería como escuchar tu vida pasar. Y en cada rola vas dando la explicación de por qué está incluida en el soundtrack de tu vida.
La siguiente lista es una lista de las rolas que yo metí en el soundtrack de mi vida.

1.- Apuesta por el rocanrol – Héroes del silencio
La rola que sale en los créditos iniciales. Mientras aparecen fotos de mi niñez ñoña, cuando usaba lentes muy grandotes, cuando sólo jugaba Nintendo, cuando no tenía amigos, no salía de la casa, no cotorreaba… hasta que llegó el rocanrol y, aposté por el rocanrol.

2.- Wish you were here – Pink Floyd
La rola en la que se toman en cuenta los ausentes que quisiéramos nos estuvieran acompañando. “Por los ausentes sin embargo importantes, los que no están con nosotros, salud”.

3.- Time – Pink Floyd
La ideología del vive toda la vida que puedas mientras todavía puedes, antes de que la decadencia te alcance.

4.- Immigrant song – Led Zepellin
Para una escena en la que entro a un bar o a algún lugar. En cámara lenta, varias tomas de que voy llegando, paso el umbral de la puerta y comienzo a reconocer gente y busco mi lugar.

5.- Pobre soñador – El Tri
Por la idea de engrandecer a LA chica mientras que nosotros somos simplemente pobres soñadores que desean estar con ella.

6.- La balada – La Cuca
Por el desgarrador sentimiento que nos pesa cada que nos dejan.

7.- La Grange – ZZ Top
Una de esas rolas para agarrar carretera, afinarse, pistear y listo pal viaje.

8.- Fuerte no soy – Intocable
Por puro cotorreo y contraste en el disco, y porque concuerdo con la ideología de que a veces nos las damos de juan camaney y le hacemos al mandrake y cuando nos pasa lo que nos pasa, nos damos cuenta que de todos modos juan te llamas. Es esa rola que siempre quieres pasar de largo cuando le toca su turno.

9.- Slow Ride – Foghat
Para una escena de tantas en las que nos ponemos bien colocados y queremos todo suave, rico y fluido.

10.- Vivo – Fobia
Por la onda esa de “amar es liberar” y porque cuando estamos con ciertas personas nos hacen sentir muy vivos.

11.- Pastillas para no soñar – Joaquín Sabina
Porque concuerdo con la ideología vivacha, pachanguera y que no se raja de la rola.

12.- Siguiendo la Luna – Los Fabulosos Cadillacs.
Para una de tantas veces que he caminado de regreso de un cotorreo, para guardarme y dar el día por hecho; claro, siempre acompañado y platicando con la luna.

13.- Born to be wild – Steppenwolf
¿Necesito dar explicación?

14.- Higway to hell – AC/DC
Porque a veces sabemos que obramos “mal”, ah, pero cómo nos gusta, y nos vale madres y no nos arrepentimos, sino que lo disfrutamos más. También puede servir como rola de carretera.

15.- Niña de mis ojos – Botellita de Jerez
Por la onda de querer encontrarse en comunión con una persona importante, a pesar de que todos los demás no nos acepten.

16.- Distante Instante – Rockdrigo González
Una canción triste, que nunca ha faltado en momentos de duelo existencialista. “Si volviera el amor... moriría este dolor al entrar en calor con el cruel laberinto de un vaso de alcohol...”

17.- …y al final – Bunbury
Para comenzar a indicarle a la banda que el fin se acerca, y que lo aceptamos aunque no queremos.

18.- Yer Blues – Dirty Mac
Porque concuerdo mucho con la rola: yes I`m lonely, wanna die. Para cuando voy caminando por ahí, por la alameda, alguna placita, cualquier lugar donde vea una pareja de novios o casados, tomados de la mano, con ojitos de tórtolos… bla bla bla.

19.- A la orilla de la chimenea – Joaquín Sabina
Porque es la mejor canción de amor. Si alguien me hiciera una canción semejante, con ese acercamiento a enamorar, lloro.

20.- Free bird – Lynard Skynard
Por la onda de que a pesar de querer quedarse en algún lugar, nos tenemos que mover y enfrentarnos a lo nuevo.

21.- One of these days – Pink Floyd
Para cerrar con algo locochón…

miércoles, 26 de agosto de 2009

El diablo, el último romántico

Hace unos días una chica me puso a pensar mucho en el diablo. No, no lo tomen a mal, no es que piense que esa chica es el diablo, o bueno... no, no es que la considere el diablo, pero para esa consideración, hay algo qué aclarar. Ahí les va.
Cada quien ve al diablo como quiere verlo. Algunos lo ven como el máximo símbolo del mal. Otros lo ven como una frustración de lo que quieren hacer y no pueden porque los cánones de la sociedad y los estatutos se los impiden. A otros les vale madre y dicen que no existe. Bueno, les compartiré mi punto de vista respecto al diablo.
Yo digo que el diablo es el último romántico. El último y el primero. Fue el primero en atreverse a desafiar a la autoridad por lo que sentía, el primero en atreverse a rifársela contra un bien mayor porque creía que había algo más en su existencia, algo más a lo que le decían. Fue el primero en desafiar el orden y lo establecido, buscando diversidad. Fue el primero en enamorarse de una idea e ir tras ella contra toda probabilidad de ganar. Fue el primero en atreverse a remar en contra sabiendo que lo importante no era adónde llegaría, sino lo que viviera y sintiera en el viaje. Fue el primero en querer conocer la verdad por sí mismo y no por así se lo decían.
Fue el primer romántico, sí, y será el último. Hoy en día, el romanticismo es una ideología, forma de vida (como quieran verlo), que está caducando, está quedándose atrás pues no encuentra cabida en una humanidad que avanza de forma desmesurada. Una humanidad que siempre tiene prisa y no tiene tiempo para descansar y contemplar la belleza. Una humanidad donde el progreso requiere de cálculo, análisis, premeditación, anticipo y práctica. Una humanidad donde los que se arriesgan sin contemplaciones, por puro ímpetu, son los tontos. Aunque la historia nos sigue diciendo que hay esos que se arriesgan y ganan, y ganan grande.
Pero esos son unos pocos, a la mayoría, a los simples mortales sin aspiraciones de convertirse en leyenda, el romanticismo les es algo obsoleto, caducado, incluso me atrevo a decir que se le mira como si fuera inadecuado. ¡Ya no hay tiempo! No hay tiempo para detenerse a contemplar la belleza de lo natural y lo regular; un atardecer, un árbol, un lago y sus contornos, una mujer, cualquier cosa poco importante para el futuro. No hay tiempo para no hacer nada y simplemente disfrutar de lo que a uno le rodea. No hay tiempo para escribir cartas de amor ni poemas, tampoco hay tiempo para leerlos.
Ahora hay que estar seguros, hay que prepararse, es de tontos rifarse el pellejo por una corazonada. Entonces... para el ritmo que lleva la humanidad, el romanticismo será completamente obsoleto en alguna época, sólo quedará el diablo. El último romántico, el primero en enamorarse. Él se esconderá en callejones oscuros, en tabernas sucias; se refugiará de la lluvia ácida y congelada debajo de puentes; se refugiará de la luz por ser imperfecto y mostrarse como tal.
Sí, el diablo será el último romántico y vivirá en las cloacas de las ciudades perfectas pues no quedarán pueblos pintorescos. Viajará de noche protegido bajo el manto de la oscuridad para que cuando una persona perfecta, con peinado perfecto, ropa perfecta, trabajo perfecto, hogar perfecto, educación perfecta, familia perfecta, y vida perfecta lo vea; no se asuste ni lo pretenda destruir por miedo a lo desconocido e imperfecto.
Sí, el diablo, el último romántico será avasallado por la cultura pop progresista, será discriminado por enamorado y sincero. Pero, él lo sabía en un principio, cuando se atrevió a hacer lo que hizo, a buscar respuestas, a desafiar a la autoridad, a rifársela por sus creencias, a dejarse llevar por un sentimiento. Bueno, tal vez no lo sabía, pero sabía que podía llegar a eso, y sabía que estaría ahí para ver el final. Siendo el primero de todos y el más grande, para acabar como el último y más desdichado.
El diablo se codeará con la muerte, tal vez jugando al ajedrez, y ésta le preguntará, ¿por qué, si sufres tanto, no dejas que te lleve conmigo? Y el diablo, el último romántico, el primer enamorado, contestará: Porque quiero ver cómo acaba todo.
Es esa curiosidad inexplicable, ese deseo por aprender indefinidamente, por experimentar y llenarse de vida, de una vida desconocida; es ese elemento único y distinguido que lleva a los románticos a vivir la vida que llevamos. Y siendo el diablo, el primer enamorado para ser el último romántico, merece mi aplauso y amistad.

martes, 25 de agosto de 2009

Oportunidades

En una de esas borracheras donde acabas en casa de tu cuatazo de pantalones bien puestos (me refiero a que son tan cuates que pueden dormir en la misma cama, incluso abrazados pa´ quitarse el frío, pero siempre de los siempres, con los pantalones bien puestos) escuchando la sabiduría cantinera y dolorosa de José Alfredo...
En una de esas borracheras donde si tiras el licor de la última botella, haces lo que sea por recuperarlo, lo chupas de la alfombra.
En una de esas borracheras, este wey y yo charlábamos acerca de los grandes problemas que afligen a los jóvenes de hoy en día.
Las oportunidades. Hay tantas oportunidades que nos la pasamos pensando en qué elegir, haciendo una balanza... vaya, hasta hay una materia en secundaria y prepa hecha para que puedas elegir una carrera qué estudiar.
Bueno, ps perdemos taaaanto, pero taaaanto tiempo eligiendo las oportunidades, basándonos en la lógica y en planes a futuro y tantas otras cosas, que olvidamos dónde estamos, quiénes somos y qué es lo más importante... vivir.
Antes, para algunos de nosotros, con nuestros abuelos, para otros, los bisabuelos, para otros los tatarabuelos (eso depende de cada familia), pero para aquellos seres de donde venimos... a ellos no se les presentaban oportunidades, era: o haces esto, o te chingas,
y pues, uno aprende a hacer lo que tiene que hacer, y a ser feliz con ello.
Sí, alguien por ahí podría decir: eso se llama mediocridad, y puede que tenga razón, pero no creo que sea mediocridad que las aspiraciones más grandes de alguien se basen en algo pequeño para algunos pero completo y redondo para otros.
Alguna vez leí por ahí (no recuerdo de quién y no voy a atreverme a atinarle, por respeto al autor), y me gustó: No es mejor quien más tiene, sino quien menos necesita.
Carpe diem, vivo el momento, tomo las oportunidades que se me presentan porque se me antojan, se me hace fácil, o porque en el momento parecen ser buenas ideas. Sí, igual y caigo en errores, muchos errores, pero quiero llegar a viejo (si es que llego) y saber que fui de esas personas que prefería caer en errores a quedarme oscilando entre que si me lanzo o no me lanzo, prefiero tomar el tren sin rumbo, con muchas ganas y un revoltijo de emoción en mi estómago a quedarme esperando en la estación esperando a que me crezca valor para atreverme.
No siempre le hago así, claro, a veces yo también me arrugo en mi asiento y me achicopalo, pero hoy por hoy, se me hace una buena forma de vivir la vida. Se las recomiendo. Tal vez la respuesta está en pensar “de qué me arrepentiría más”.

miércoles, 19 de agosto de 2009

No te rajes

Hace unos días estuve a punto de suicidar una parte de mí. Esa parte que me distingue de ser una persona genérica. Esa parte que hace que la gente que me conoce diga: no sé por qué lo hace, pero así es él y chido por él si es fiel a sí mismo. Esa parte que me hace sonreír de oreja a oreja cuando me dicen que estoy manchado de amarillo por haber comido mango. Será que me lo dicen para que me talle y me limpie porque me “veo mal”, o bueno, sucio... impropio; pero yo sonrío porque me recuerdan la delicia y el goce por el que pasé mientras me lo comía y me manchaba.
Pues sí, hace unos días tuve ganas de convertirme en una persona que ya no sonreiría de oreja a oreja, sino que se tallaría, se avergonzaría de ser un cochino por mancharse al comer un rico y delicioso mango amarillo fresco y jugoso; una persona que no gozaría todo lo que pudiera al comer ese mango porque debe cuidarse de no ensuciarse.
Imagínense nomás... ya no sería yo, para los que me conocen, ya no sería “el Ñero”. Ese que saca cada idea loca y aparentemente irreverente. Ese que parece ser valemadrista ante todo. Ese que parece que no se calla nada. Perdería cierta parte de mi capacidad de impresión cuando veo algo hermoso y me detengo a contemplarlo y todavía después de un rato sigo impresionado, emocionado y agradecido por haberlo visto.
No, no. No manchenN no, nel. ¡Ni madres! Afortunadamente, cinco segundos después de que me dieran ganas de suicidar esa parte de mí, me di de topes como regaño por siquiera haberlo pensado. Era algo lógico, si se le ve desde cierto punto de vista... cuando crees que todo te sale mal por ser tan impetuoso, quieres dejar de serlo, quieres dejar de arriesgarte, quieres comenzar a vivir una vida prudente y segura, y así ganar lo que quieres ganar y no pintarte metas que no puedes ver, tocar, oler, probar, pero que puedes sentir, desde dentro.
Pero bueno... poco después, me topé con un poema de Mario Benedetti que fue como un: ¡tómala!, que te estamos vigilando y hay de ti si te nos achicolapas y te rajas, oh, hay de ti. Ahí les va el poema.

No te salves

No te quedes inmóvil
al borde del camino
no congeles el júbilo
no quieras con desgana
no te salves ahora
ni nunca
no te salves
no te llenes de calma
no reserves del mundo
sólo un rincón tranquilo
no dejes caer los párpados
pesados como juicios
no te quedes sin labios
no te duermas sin sueño
no te pienses sin sangre
no te juzgues sin tiempo

pero si
pese a todo
no puedes evitarlo
y congelas el júbilo
y quieres con desgana
y te salvas ahora
y te llenas de calma
y reservas del mundo
sólo un rincón tranquilo
y dejas caer los párpados
pesados como juicios

y te secas sin labios
y te duermes sin tiempo
y te quedas inmóvil
al borde del camino
y te salvas
entonces
no te quedes conmigo.

¡Tómala!, ¿apoco no? ¡Tómala barbón! No te rajes, me dijo Mario Benedetti, y no se rajen, les digo yo a todos ustedes. No se rajen.

jueves, 6 de agosto de 2009

Romántico y al pedo

¿Cuántas formas de llegarle a una chica existen? Supongo que tantas como las veces que algún chavo le ha llegado a alguna chava, un viejo a una vieja, un joto a otro joto y todo el resto de variables en la ecuación que no interesan en este pasaje. El caso es que se me ocurrieron dos formas de hacerlo. La primera que relataré está en primera persona. Se me hace una idea muy romántica, inteligente y elegante.
Ahí les va

“Mi amigo me comentó de una forma infalible de conseguir chicas: aparentar saberlo todo, absolutamente todo. Las chicas quieren ver seguridad en su hombre, así que si no sabes algo, no te quedes sin responder, siempre hay que responder algo, aunque sea para marearlas y confundir. La idea de “si no puedes convencer, confunde”
Pero tú, mi amiga, parece ser que no deseas eso, que vas más allá de buscar seguridad en tu hombre, y que eres suficientemente inteligente como para darte cuenta si alguien te está mareando para decirte algo que desconoce. Considero que tú eres una persona de unas cuantas pocas elegidas que desean saber la verdad, que buscan la verdad, y parece que lo que a ti te mueve es lo genuinamente auténtico.
Entonces, te encuentras con un chavo con esa misma inquietud. Te alegras mucho porque son pocas las personas con las que puedes platicar al respecto y llegar a un entendimiento mutuo compartiendo la misma idea. Te das cuenta de que ya no solamente quieres encontrar la verdad, sino que quieres ser la verdad... para así ser eso mismo que el chavo está buscando en su vida.
Así que, ¿quieres ser mi verdad?”

Esa fue la primera... claro que hace falta de una gran elocuencia y valor en el hombre para poder dar a entender la idea... sabemos que cuando se le abre el corazón a una mujer, la vulnerabilidad nos apendeja, bueno, al menos a mí. Y también hace falta una chica bieeeeen alivianada y bieeeeen chida que agarre la onda y no se quede con cara de pendeja porque no le entendió.
Ahora, la segunda es una forma bastante naca, a mi parecer, pero con mucho ingenio. Incluso, se podría llegar a considerar linda dependiendo de la forma de verla. Esta forma va narrada en tercera persona.

Está la pareja... previamente, el vato tiene que saber que ella ya espera que se la cante, por medio de alguna confidente o por un muy agudo presentimiento. Así que el vato levanta un dedo, como si anunciando que va a decir algo muy importante; la voltea a ver con solemnidad, como si estuviera a punto de decir algo muy importante; se aclara la garganta, como si presumiendo que va a decir algo muy importante, y dice: Fátima, tengo algo muy importante qué decir.
Lógicamente, la chava está toda emocionada porque cree que el vato le va a llegar y fui fui, shalalalalala, qué felicidad... entonces sucede lo insólito... ¡ingas pilingas! Que el vato se echa un pedo tronador... Ojo, se debe tener muuuuuuucho cuidado en que no sea un pedo oloroso... y se debe anticipar la movida llevando consigo acondicionadores de aire y habiendo comido flores... todo con tal de que el pedo no huela mal.
Así que... la chava se puede sacar de onda, se puede enojar, se puede avergonzar... alguna reacción va a tener. El chavo entonces dice: En todas las relaciones de pareja las personas se tiran algo de mierda, siempre, es de ley, así es el humano... bueno, pues esta fue toda la mierda que te voy a tirar yo si accedes a ser mi novia.


Bueno, esas fueron las dos formas. Si a alguien se le ocurre alguna otra forma divertida, romántica ingeniosa o entretenida y quiere compartir, pues adelante, cuéntenla, siempre es chido escuchar este tipo de historias.

miércoles, 1 de julio de 2009

En un concierto de rocanrol

Hace poco fui al concierto de Andrés Calamaro en el auditorio del Tec de Monterrey. Cabe resaltar que en esta ocasión que el Malamén y yo nos aventurábamos a esa sofocante y alocada ciudad para ir a un concierto de rocanrol, los dioses me premiaron. ¿Y por qué se vieron tan chidos los dioses del rocanrol? Simple y sencillo: fui vestido para la ocasión e hice todo el ritual “pre-concierto de rocanrol”. Sólo me faltó pistear, pero no había tiempo para eso.
El caso de todo esto es que yo tenía contemplado que íbamos a un concierto de rocanrol, pero en el camino surgió una ligera discrepancia de ideas. El Malamén no estaba tan seguro de que íbamos a un concierto de rocanrol, más bien – él pensaba – íbamos a un concierto bohemioso con uno que otro tinte de rocanrol. Algo así – comentaba – como Joaquín Sabina.
Entonces surgió la duda, ¿qué era un concierto de rocanrol? ¿Qué debe tener un concierto para que sea rocanrol? Música, claro, pero últimamente los géneros musicales del rock y sus derivados son tan vastos y confusos que uno ya nunca sabe ni qué tranza. Muchas veces tomamos la tangente de decir: rock alternativo, o rock fusión.
Pero bueno, dejamos la música como elemento fundamental, un paso atrás para enfocarnos en los otros elementos que hacían de un concierto, un concierto de rocanrol. La actitud y la esencia. Sí, hay elementos en un concierto, medio aparte y medio conjunto con la música, que hacen que un concierto sea un concierto de rocanrol.
El premio que me otorgaron los dioses en esta ocasión fue, ni más ni menos que haber entrado gratis al concierto. Nos topamos con un amigo del Malamén que tenía otro amigo al que le sobraban cuatro boletos de cortesía, uno de esos boletos fue para mí.
Como los boletos estaban enumerados, mi asiento estaba alejado del del Malamén y Ana. Yo no me sabía más que una canción, que por cierto, no tocaron. Así que, encontré la posibilidad de fijarme en los elementos diversos que hacían de ese concierto un concierto de rocanrol. Saquí mi libreta e hice mis anotaciones.

- En un concierto de rocanrol, el público canta esos típicos cánticos de “oeeeee oee oee oeeee”, así como (en ciertas ocasiones y con cierto público) los de “culeeeeeros, culeeeeros”, cuando los músicos se van.
- En un concierto de rocanrol, tanto algún músico como varios elementos del público traen gafas oscuras, con todo y todo que no hay sol. Tal vez, se le pueda pasar a los músicos ya que tienen todos los reflectores apuntándoles a la cara, ¿pero los del público? ps bueno, ese es otro elemento.
- En los conciertos de rocanrol, el común dominante de instrumentos musicales son instrumentos eléctricos y no acústicos microfoneados.
- En los conciertos de rocanrol, la iluminación tiende a ser muy extravagante y locochona. Que si se mueven mucho, que si los colores morados, azules, rojos... esa tendencia.
- En los conciertos de rocanrol la mayoría de la gente va vestida de negro.
- En los conciertos de rocanrol no es nada raro encontrar hombres con playeras sin mangas.
- En los conciertos de rocanrol se usan mucho los requintos chillantes con una guitarra Stratocaster.
- En los conciertos de rocanrol encontrarás que una o más de una rola acabará con luces parpadeantes al ritmo de redobles, platillazos y guitarrazos ruidosos.
- En un concierto de rocanrol alguno de los músicos va a traer botas vaqueras.
- En un concierto de rocanrol el líder de la banda va a hacer que el público interactúe mediante aplausos o cánticos.
- En un concierto de rocanrol, a huevo, se brinda pisteando.
- En un concierto de rocanrol nunca faltan los valientes que se suben al escenario para abrazar a sus ídolos.

Esos fueron todos los elementos rocanroleros que vi en el concierto de Andrés Calamaro. Muy probablemente falten más, pero ninguno está de sobra. Claro que si vas a un concierto de rocanrol y no hay alguno de éstos elementos que cité, no significa que el concierto deja de ser de rocanrol. Esto nomás fue una observación y puro cotorreo mío.

jueves, 18 de junio de 2009

Hacerse del rogar es una tendencia retrógrada y cruel

Hacerse del rogar es una tendencia retrógrada y cruel.

Hacerse del rogar demuestra miedo e indecisión. Demuestra que la persona no está dispuesta a dar lo que está pidiendo a cambio

Hacerse de rogar es un mecanismo de defensa, pero los mecanismos de defensa no se utilizan hasta que uno ha sido dañado. Es como poner las manos ante una caída para amortiguar el golpe. Pero, ¿es una relación una caída? Si tomamos una relación como una caída, entonces sí, pongan las manos porque se van a dar un golpe, pero si tomamos una relación como una caída, entonces, ¿para qué entrar en la relación? La relación no debería ser tomada como una caída, sino al contrario, como un aliviane y algo que te hace crecer.

Hacerse del rogar es como la esclavitud.

Hacerse del rogar provoca una cadena de sucesos que acaba en que todas las personas se tornen a la defensiva para acabar convirtiéndose en hostiles.
Primer acto: Ella es chida, él la trata mal, ella sale lastimada.
Segundo acto: Ella conoce a otro vato, ella es chida, pero por lo que le pasó anteriormente (creyendo ser inteligente y evitando caer en el mismo error) se hace del rogar, él la trata bien pero ella no sabe que él la va a tratar bien y se sigue haciendo del rogar; a ella le gusta que él la trate bien y cree que la trata bien porque hacerse del rogar le está funcionando y no porque en verdad el chavo sea bueno con ella; el chavo se harta de que la chica se haga del rogar y cree que ella no lo considera suficientemente bueno para ella y se rinde.
Tercer acto: Ella se pone triste porque él ya no hizo por ella; él se va con sus amigos que lo emborrachan y le dicen que las chavas no valen madre y que los hombres son los que se deben de hacer del rogar; ella está triste porque sabe que la cagó en su afán de querer hacerse del rogar, va con sus amigas y éstas le dicen que si el chavo no insistió era porque no estaba lo suficientemente dispuesto a estar con ella.
Ahora tenemos dos personas que se hacen del rogar y menos relaciones en su futuro, cuando pudieron haber tenido una muy bonita relación si se dejaran de tendencias como hacerse del rogar.

Y luego viene la tristeza.
Estás triste porque acabas de romper con tu vato... estás triste porque lo sigues queriendo y crees que hay una posibilidad de volver. Estás triste porque no te atreves a intentar esa posibilidad. Estás triste porque te das cuenta que tienes miedo de ese cariño o amor que se tienen y que por tanto no lo mereces.
Estas triste porque sabes que no lo mereces porque no te atreves.
Estás triste porque te das cuenta de que te engañaste a ti misma y no te rendiste al amor como hubieras deseado, porque de lo contrario, irías tras él y harías lo posible por volver. Ya después de haberte arrastrado como pendeja y que el wey no te quiso de vuelta, ps ahí sí ya ni modo, pero dejas de estar triste porque sabes que lo diste todo
Y la tristeza se convierte en coraje.
Coraje contra el tipo pendejo que no sabe lo que está dejando ir.
Es más fácil lidiar con el coraje que con la tristeza
El coraje te pone activo, te da energía, hace que te muevas y salgas y veas y vivas y hagas. La tristeza te tumba, te derrumba y te hace ver patético.
Ese ejemplo vale para los dos sexos.

Esto es sólo por citar algunas situaciones... hay más y se peores, pero nunca se pone mejor el asunto, así que déjense de pendejadas y tomen lo que quieren si lo tienen enfrente.

lunes, 26 de enero de 2009

Surgirá un plan maestro

Ya no existen los míos conmigo
Yo no sé a dónde se han ido
Los desaparecieron del mapa
Yo no sé...
Yo no sé...
Yo no sé qué será de mi.

Ya no existen anhelos conmigo
¿dónde diablos se habrán metido?
Seguir, ¿qué chiste tiene?
¿para qué...
¿para qué...
¿para qué vivir así?

¡¡¡Nooooooooooo!!! No tesuicides.
Dios te tiene una misión – muy importante
Debes ir al cine – y ver la función de hoy
Surgirá un plan maestro
Surgirá un plan maestro.

Dios le dijo algo así, o al menos trataba de algo como esto:
- Ya estoy harto. Harto, harto. Pnchs humanos pendejs, caon. Está bien que me idolatren, digo, aunque no me hace falta. Yo ni se los pedí. Pero que se pongan de acuerdo, al menos. Tengo demasiadas formas con ellos, formas que ellos me inventan, pero en sí, en mí, soy uniforme. Aparte, qué flojera, hacen cada cosa en mi nombre... mi nombre por bandera. ¿Ps de qué se trata, me quieren echar la culpa su no les sale como querían que les saliera? Caray, eso no es correcto. Y si no hacen sus pendejadas, hacen cosas ridículas y que, francamente, me dan hueva, ¿a ti no? Y ps tampoco se trata de eso.
“ Tonses, mi amigo, quiero que vayas al mundo, hagas una revolución en mi nombre (te firmo lo que sea necesario, no pongas esa cara), y que esa revolución acabe, internamente (no quiero que usen su fuerza bruta), con todas las organizaciones y agrupamientos que creen que yo los respaldo, los castigo y agradezco sus alabanzas, porque no lo hago. Quiero que la revolución acabe con su falsa fé.
“Pierden su tiempo, así nunca van a llegar a mí. Eso es uno. Y dos, ya me tienen harto.
“Tonses, ¿estamos?”

viernes, 16 de enero de 2009

Los recuerdos más vívidos

El recuerdo más vívido que tengo de mi abuelo, que, por cierto, es de mis pocos recuerdos que tengo de él ya que murió cuando yo era niño y no tengo muchas memorias de mi niñez, era en esas ocasiones, los domingos, allá en el defe, en el departamento de la Colonia Estandón, que se ponía a ver el box.
Se sentaba en un sillón, se servía un caballito de tequila, en un plato ponía un limón partido y un salero. A tomárselo rico mientras veía cómo se daban de moquetazos dos chavos. Esa era una de sus tradiciones. Tranquila y agradable, se la llevaba.
Pues resulta que nazco yo, el primero de los nietos, y pues era toda una sensación y un consentido, por supuesto. El abuelo me llamaba a con él cuando se ponía a ver el box, yo tendría unos cuatro o cinco años. Me sentaba en su regazo y me ponía a ver el box con él mientras me explicaba que esto o aquello.
Bueno, pues en esas andábamos, el abuelo y yo, y me daba permiso de meter mi dedo en el caballito de tequila y luego sacarlo y chuparlo. Me sabía agradable, en verdad, lo afirmo porque es un recuerdo muy vívido que tengo. Tons ahí nos tenían, a mi abuelo y a mi, pisteando tequila viendo el box de los domingos, en el departamento de la colonia Escandón.

Yo tengo una abuela que siempre me ofrecía de comer. Pero siempre, y de todo tipo de comida. Que si no quería de esto, tenía de esto otro, o de esto, o del otro, o de aquello. Siempre me ofrecía mucha variedad de comida y pues al final acababa por acceder para darle gusto. A veces, después de haberme acabado el plato, pues ya es vieja, mi abuela, se le va la onda, entonces después de haberme comido ya un plato sólo por complacerla, me ofrecía más y más, olvidando que ya me había dado de comer.

¡Mi abuelo, siempre nos decía que nos iba a tronar los dedos, y para hacerlo nos los estiraba y les daba de karatazos!

Otro abuelo nos saludaba diciéndonos: véngase mijito prieto. Nos abrazaba y luego nos decía, ahora vete antes de que se me pegue lo feo.

jueves, 23 de octubre de 2008

Suerte por talento

Topoto llega a su humilde departamento que comparte con su cuatazo Polepo. Sí, Polepo no ha muerto, no fue arrollado en la carretera como vil carroña por ese trailer mientras el trailero se echaba una raya de coca pa no quedarse dormido, mientras Polepo escapaba del manicomnio donde lo tenían recluido por ser un genio, de esos genios que amenazan a la sociedad con una verdad que alteraría la falsa realidad en la que se vive. Falsa realidad que ha dado cierta tranquilidad a la gente que simple y sencillamente no podría tolerar la verdad, porque la gente no quiere ser libre de sí misma.
Polepo, pues, se encontraba viviendo, de momento, con Topoto. Topoto llegó algo alterado, descolgó su guitarra de su hombro y la recargó en la pared, hizo un esfuerzo para no aventarla como aventaría las cosas cuando su estado mental es inestable, pero se trataba de su guitarra, tenía que hacer un esfuerzo, su guitarra era su vida, o al menos, el medio por el cuál quería vivir. Su guitarra y su pluma. Por eso había viajado tan lejos de su patria y de su gente, para vivir de su música y letras. Bien sabía que en su tierra la gente no estaba preparada para concebir y mantener a un artista de su calaña, de su nivel, con la propuesta que traía, cualquiera que sea la que trajera, ese no es el punto.
Después de no azotar la guitarra, fue al sillón y ahí si se dejó caer, se azotó en la comodidad de lo que conocía por hogar para pensar a gusto. Pudo haber caminado por las calles para ordenar ideas, pero con Polepo ahí, era mejor ordenar las ideas con su cuate, el genio, prófugo de manicomnio.

POLEPO: ¿Qué traes, maestrín?... ¿Cómo te fue?... ¿Nada de nada?, vaya vaya, entonces algo muy fuerte pasó. ¿Gustas compartir?
TOPOTO: ¿Por dónde empiezo?
POELPO: Por el inicio, es mejor para no revolver al oyente.
TOPOTO: Es que no sé exactamente cuál es el inicio. Ya le di muchas vueltas al asunto camino a casa y ps me revolví todo.
POLEPO: Si, traes esa mirada locuaz característica del muchacho incomprendido.
TOPOTO: No es que me sienta incomprendido, es que acaban de sacudirme el tapete.
POLEPO: ¡Qué bien, una chica, al fin!
TOPOTO: No, no es una chica. Fue algo así como que una cuestión que me hizo dudar de mi mismo, ahora yo no sé bien quién soy y más importante, qué es lo que quiero.
POLEPO: Ps qué pasó, mano, si no cuentas, no puedo ayudar ni opinar, nomás puedo seguir sacándome este moco que nomás no se deja, el canijo.
TOPOTO: A ver, ahí te va. Lo voy a contar como se me venga a la mente, así que ponte buzo.
POLEPO: Venga... no, no, no, aguanta. ¿No quieres un toque?
TOPOTO: Al ratito, pa razonarla, primero la cuento pa que no se me olvide.
POLEPO: Ya vas.
TOPOTO: Estaba yo en la plaza, esa donde me pongo a tocar pa pedir unas monedas. Y ps la onda iba regular, ni mucha lana ni poca, iba como a la mitad de mi repertorio cuando va pasando un hombre vestido con turbante. Iba muy apurado el güey, y ps no sé por qué pero me le quedé viendo, estaba viendo un par de chicas pomposas que iban pasando, pero este güey me llamó más la atención.
POLEPO: Grueso.
TOPOTO: Sí, grueso. Total, que el tipo este como que traía prisa. No sé si venía huyendo, o apurado por algo, vale madre, pero ya sabes que uno abre los ojos y oídos pa conocer parte de la historia e inventarse una rolita.
POLEPO: Claro.
TOPOTO: Ps el tipo este dejó caer... no me importa si me lo crees o no... una lámpara mágica.
POLEPO: Te creo.
TOPOTO: Por esa cara, hiciste un esfuerzo por creerme, como que no me creíste al principio, pero como no me importa si me crees o no, sigo adelante.
POLEPO: No, sí, te creo. Una lámpara mágica. Nomás me estaba haciendo la idea en mi cabeza para visualizar la onda. El hombre del turbante, apurado, tú tocando tus rolas, la plaza, el sol, las chicas pomposas de buen ver, la lámpara mágica. El Destino.
TOPOTO: ¡Puta madre! El Destino, precisamente. La lamparita esta cayó justo dentro de la funda de mi guitarra, como si fueran monedas que el tipo este me estaba dejando. Yo dejé de tocar en el instante... sentí, no sé, eso que se siente cuando reconoces una señal, ¿sabes? Y estuve a punto de avisarle al señor que había tirado su lámpara pero no lo hice... las voces en mi cabeza me lo prohibieron, pero bien machín. Me gritaron. Y yo me paralicé. Dejé que las cosas pasaran. Así nomás, me dispuse a ser un vidente, como fotógrafo de guerra, sin saber que la guerra iba a pasar dentro de mi, conmigo, para mi.
“Entonces... pta, me cae que no había fumado nada, ni tomado siquiera, y no ando crudo, ¡fue real, caon, fue real!”
POLEPO: ¿Qué cosa?
TOPOTO: Salió un genio de la lámpara. Ahora, no importa si lo crees o no, no importa toda la historia, lo que importa es la situación en la que me puso.
“Este genio me pidió que lo liberara, y ps lo liberé, de buena onda, ¿digo, qué me costaba? Así igual y me hago de un camarada, recuerda la historia en la que el detective se salvó el pescuezo porque sus vecinos con los que se llevaba bien le tiraron un paro. Ni pensé en el detective, simplemente de buena onda lo liberé. Y el genio se fue.”
POLEPO: Me la pones difícil, mano, no sé bien cuál es el gran dilema de esta historia.
TOPOTO: Aun no llego a esa parte.
POLEPO: Ah, okei, perdón.
TOPOTO: Ps el genio se fue, yo me quedé pensando ¿acabo de vivir lo que acabo de vivir, o ando bien rolado y todo fue una alucinación? Decidí tomarlo sin más ni menos y seguí tocando. El resto del día iba pasando normal hasta que ya al final, estaba tocando la última rola y se vuelve a aparecer el genio. Y que me hace la proposición más densa que me han hecho en mi vida, caon, en serio, la más densa. Me dijo que me había estado escuchando y que sabía que yo creía que yo tengo talento pa esta onda, pero que con talento no siempre la haces.
POLEPO: Triste e injusta realidad, pero realidad a fin de cuentas.
TOPOTO: Exacto, entonces me propone darme la mejor de las suertes, la más cabrona, inacabable, intachable de las suertes, de esas que hasta cuando te va mal, te va bien.
POLEPO: La conozco.
TOPOTO: Ps me propuso darme esta suerte, con la que de seguro yo la podría hacer en el medio, pero me quitaría mi talento.
POLEPO: Aaaaaaaaaaaaaaaaa cabróooooooooooooooon.

Topoto se quedó con la mirada perdida, justo como en el momento en que le habían propuesto eso, cambiarle su talento por la mejor de las suertes. Polepo se había parado de su asiento, y caminaba por el pequeño departamento, no podía caminar mucho por todo el tiradero que había, los libros y revistas, las hojas con escritos y dibujos. Daba vueltas y vueltas mientras su cabeza también daba vueltas y vueltas como trompo.

TOPOTO: Ahora sí te acepto ese toque.
POLEPO: Si, claro, mano, ¿cómo no?
TOPOTO: Tons, ¿cómo la ves? Ta cañón, ¿no?
POLEPO: Pues claro. ¡Qué buen desmadre te armó este geniecito, eh! Primero que nada, ¿estamos de acuerdo en que el talento es la capacidad para hacer bien alguna actividad?
TOPOTO: De acuerdo.
POLEPO: Partamos de ahí. Si no tienes capacidad para tocar la guitarra, vas a tocar pura basura, ¿cierto?
TOPOTO: Voy a tocar pura basura, pero voy a hacerla, voy a vivir de ello, sin broncas, aunque sin caprichos. No voy a ser una super estrella, pero sí una estrella casual, estrella a final de cuentas.
POLEPO: Pero, a ver, ¿cómo está la onda de la suerte?
TOPOTO: Ps que los productores van a ver en mí algo muy bueno, me van a contratar, le voy a gustar a la gente, por razones que no tengan que ver con mi música, sino con su percepción de ella. Osea, cada que tenga una tocada, al final yo voy a sentir que lo que toqué no es genial, igual y bueno, pero no genial, pero la gente me va a aplaudir como si lo que acabara de tocar fuera una gran obra de arte.
POLEPO: Ese es un escenario, ¿no? Que tu sientas que no tienes talento.
TOPOTO: Sí, que todo el mundo pueda apreciar de mi música, menos yo, porque sentiría y sabría que no tengo talento.
POLEPO: Entonces, ¿podría llegar el día en que tu te des cuenta de esto, y que hicieras, intencionalmente, una aberración a la música, y con todo eso, a la gente le gustaría?
TOPOTO: Sí, les gustaría.
POLEPO: Entonces, cualquier cosa que hicieras, sería un éxito.
TOPOTO: Ps sí.
POLEPO: Piénsalo, eso te liberaría, podrías experimentar en lo que quisieras, podrías crear nuevas ondas, nuevos métodos, podrías hacer lo que quisieras con la música y crear tanto, tanto.
TOPOTO: Pero sería como un fraude, ¿no?
POLEPO: Fraude, ¿por qué? Si tu eres consciente de que estás haciendo basura, o que estás experimentando, si eres fiel a ti mismo, no serás un fraude. Un suertudo no es un fraudulento.
TOPOTO: Pues sí, pero, ¿cómo voy a sentirme bien si siento que no tengo talento?
POLEPO: Ah, ahí tienes un buen punto. El sentir. ¿Cuándo dejas de sentir que tienes talento? ¿Cómo sabes si tienes talento o no? Si a la gente le gustas, ¿tienes talento?
TOPOTO: Bueno, pues puede ser, pero yo voy a seguir escuchando mi música y decir que no es buena, porque no tendría talento, al menos para mí, y dejaría de sentir esa satisfacción de cuando acabas una canción y sea como sea, te sientes satisfecho porque está acabada. Y si fuera un suertudo, igual y le dejaría de echar ganas y sentimiento a mis rolas, porque ya sé que como quiera van a pegar.
POLEPO: Ah, otro gol para ti. Pero no te me adelantes, estábamos en algo bueno. Eso de escuchar la canción después de hacerla y que no te guste, okei, es válido. Igual y no te gusta cómo quedó al final, pero qué tal en el momento en que la estás haciendo, mientras se está cocinando, mientras la trabajas y la sientes por tu cuerpo y la sacas en la guitarra y las letras? ¿Qué tal ahí, se puede disfrutar de hacer algo por el mero hecho de hacerlo y no sólo por el resultado final? Porque puedes creer y sentir que estás haciendo una gran obra de arte, mientras la estás trabajando, y al final, darte cuenta de que no es sino una canción más.
TOPOTO: Entonces, ¿a lo que vas es a que el placer puede recaer en el mero hecho de componer una rola, y escucharla ya está de más?
POLEPO: Puede ser un avance, porque, digo, si aceptas esto de la suerte, te vas a sentir miserable cada vez que escuches tus canciones, entonces podrías ya no estar haciendo lo que te gusta hacer, pero si te gusta simplemente hacerlo, poniendo a un lado el resultado final, ps puede que te vaya bien. Si no, vas a vivir frustrado, haciendo lo que te gusta hacer, pero sin que te guste a final de cuentas. ¡Que cabrón!
TOPOTO: Entonces, no debería aceptar y rifármela con lo que yo creo tener de talento, a ver si puedo hacerla.
POLEPO: Ahí va otro punto a tratar. Con esto de la suerte, se supone que ya la tienes hecha. Es que... si lo pensamos, hay que ver qué es lo que el genio este considera talento. El talento no deriva de lo que uno se considera, uno no puede juzgarse talentoso o no, uno, como artista, simplemente quiere expresar y si siente, hazle caso a la palabra siente, si siente que está logrando expresarse por medio de su arte, no le veo otra para estar complacido consigo mismo, el talento viene siendo como punto y aparte.
TOPOTO: Entonces, debería aceptar.
POLEPO: No, manches, no me preguntes eso, yo no soy el artista. Hay quienes creen que el talento es la esencia misma. Si me lo propusieran a mí, yo creo que no aceptaría, la suerte, aunque fuera mágica, podría tornarse aburrida si siempre, siempre, sabes que te va a ir bien. No me lo tomes a mal, pero a veces es chido andar en la cuerda floja sin saber si vas a embarrarte en el suelo o si la vas a lograr, eso es la sorpresa, no la mera idea de que no sabes qué va a pasarte sabiendo que te va a ir bien. Si sabes que te va a ir bien, a huevo, ps como que le quitas puntos a la sorpresa. Aunque, te digo, puede ser muy divertido y vasto. Pero yo, personalmente, no es lo que busco, la verdad que yo busco debe andar en otro lado. Debe de estar del otro lado del caos, y si siempre cuentas con esta “suerte” vas a poder evitar el caos o no tomarlo en cuenta, puede que quieras morir después de creer que has vivido tanto, siendo que te faltara tanto, tanto por conocer, lo que precisamente, esta “suerte” te evitaría llegar a conocer.
TOPOTO: Ta cabrón.
POLEPO: Ta cabrón, sí. Mira, ahí te va una frase de un tal Publio Siro que me parece acertada y muy interesante. Dijo “así como el ignorante está muerto antes de morir, el hombre de talento vive aun de muerto”.
TOPOTO: Chido.

miércoles, 1 de octubre de 2008

...

¿A dónde entonces me lleva ésta cadenita racional?

Si no quiero seguir sintiendo lo que siento, pero no puedo controlar la idea que brota como sentimiento. Entonces ¿cómo funciona?

¿cómo nace un sentimiento?
Seguramente de un estímulo externo… lo que siento viene de afuera y es la interpretación de ese hecho, hecha por mi cerebrito. Mmmm veamos que tiene que decir la real academia al respecto…

sentir

(Del lat. sentīre).

1. tr. Experimentar sensaciones producidas por causas externas o internas.

2. tr. Oír o percibir con el sentido del oído. Siento pasos.

3. tr. Experimentar una impresión, placer o dolor corporal. Sentir fresco, sed.

4. tr. Experimentar una impresión, placer o dolor espiritual. Sentir alegría, miedo.

5. tr. Lamentar, tener por doloroso y malo algo. Sentir la muerte de un amigo.

6. tr. Juzgar, opinar, formar parecer o dictamen. Digo lo que siento.

7. tr. En la recitación, acomodar las acciones exteriores a las expresiones o palabras, o darles el sentido que les corresponde. Sentir bien el verso.

8. tr. Presentir, barruntar lo que ha de sobrevenir. Se usa especialmente hablando de los animales que presienten la mudanza del tiempo y la anuncian con algunas acciones.

9. prnl. Dicho de una persona: Formar queja de algo.

10. prnl. Padecer un dolor o principio de un daño en parte determinada del cuerpo. Sentirse de la mano, de la cabeza.

11. prnl. Hallarse o estar de determinada manera. Sentirse enfermo.

12. prnl. Considerarse, reconocerse. Sentirse muy obligado.

13. prnl. Dicho de una cosa: Empezar a abrirse o rajarse. Sentirse la pared, el vidrio, la campana.

14. prnl. Dicho de una cosa: Empezar a corromperse o pudrirse.

Con razón… pero bueno. También se puede sentir por una razón interna, claro, llevar a sus últimas consecuencias una chaqueta mental cualquiera, claro que te hace sentir. Cierto…

Bueno… el caso es el siguiente ¿cómo controlar esos sentimientos? ¿Cómo le hago para no sentir lo que siento? Puedo controlar lo que está fuera de mí hasta cierto punto, pero no del todo. Sobre mis chaquetas mentales, siempre las puedo parar en cuanto me de cuenta que lo estoy volviendo a hacer, eso no es tanto pedo. El problema es que esto es un patrón… es repetitivo y me está empezando a afectar. ¿Acaso tendré que retraerme de los estímulos externos y volverme alguna especie de ermitaño? ¿Limitarme solo a lo que es controlable?

Pero sería aburrido ¿no? Digo… todo bajo control, todo el tiempo… perderme de tantas cosas chidas que han causado este “mal”… por lo pronto mi medicina está resultando peor que mi enfermedad… al parecer solo queda la resignación… resignación a sentir lo que siento y a hacer lo que hago…. No quejarme y dejar de ser una nena, aguantarme a mi mismo estoicamente hasta el día en que me muera… chale… pero por otro lado, eso si que suena definitivo… suena a que estoy atascado. No me gusta esa palabra: atascado. Atascado, inmóvil, sin movimiento, sin atrás ni adelante, sin ir ni venir, sin nuevos paisajes ni fondos, sin nuevos rostros ni sonidos, solo estar.

Patología, síntoma, patrón, repetición, salida ó entrada, alarma, búsqueda, cristal, percepción, animal ¿y que fue de la cadenita racional?

miércoles, 17 de septiembre de 2008

tierna resignación

Recostado en su cama, dejándose llevar por la música. Nunca había visto a nadie bailar acostado. Los movimientos eran lentos, fluidos, sin interrupciones, como si recordara cuando era feto y se la pasaba de lo mejor dentro del vientre de su madre. Pink Floyd sonaba en el aparato reproductor de música, por supuesto. Comfortably numb, para acabarla, quienes no hayan escuchado esa rola, escúchenla y pónganle atención a la letra, así se acercarán a comprender de lo que hablo.
Total, que nuestro sujeto bailaba, dejándose llevar por la música. A veces estiraba los pies y las manos como si intentando alcanzar algo que estaba frente a él, encima de él , a sus costados, en todas partes excepto dentro suyo, o tal vez al contrario, estaba tan dentro suyo, innegable naturaleza, se expandía haciendo que sus movimientos fueran respuesta a esa expansión de la materia, del misticismo, de su humanidad, de su más interno núcleo elemental.
Su madre, parada al umbral de la puerta de la habitación, miraba con detenimiento a su querido hijo. No lo estudiaba, ya sabía que estas cosas iban más allá de su poder. Quién sabe qué estaría pensando esa hermosa mujer, madre por quinta ocasión cuando tuvo a Gelacio, una hija llegó tras él. Así que en esa ocasión miraba a nuestro sujeto, Gelacio, bailando recostado en su cama. Su madre lo miraba detenidamente.
Al acabarse la canción, Gelacio dejó de moverse y quedó plano en su cama, recostado boca arriba. Su madre simplemente dijo “ay, Gelacio”, con toda la resignación tierna que una madre puede tener al ver que su hijo es lo que es, que no esconde, que no se oculta tras máscaras, muy a pesar de una familia algo tradicionalista, ese sujeto obedecía a su propia naturaleza. No se le podía regañar por disfrutar de lo que hacía puesto que lo hacía de puro corazón. Sean hierbas, sea rocanrol, sea desmadre, sean bebidas, sea música sicodélica; fuera todo aquello embutido en un entendimiento tan pleno del cual nuestro Gelacio gozaba. Así que su madre suspiró dejando escapar un “ay, Gelacio” con toda esa tierna resignación que sólo una madre puede tener al mirar a su hijo en ese estado. No era malo lo que hacía, simplemente era diferente, y su madre, lo entendía así, sabía que no había forma de cambiarlo, que había que resignarse a esa forma de ser tan pura, tan íntegra, que a pesar de cierta formación que se le había dado, había cosas que no se le podrían “moldear” por así decirlo, moldear a la forma que uno quisiera, moldear para que su entrada a la sociedad fuera más sencilla, más práctica, mejor, o lo que sea que hagan los padres amorosos con sus hijos. Pero existen ocasiones, como ésta, en que una madre o un padre tiene que resignarse con tanta ternura para poder seguir amando a su hijo por sobre ellos mismos.
“Ay, Gelacio”.

jueves, 4 de septiembre de 2008

Sueños traicioneros

Todo el día de ayer anduve con una extraña sensación de olvido, considero que es de mis mayores miedos, si no es que el mayor. Ser olvidado por la gente a la que verdaderamente estimo. Ser olvidado como últimamente he estado haciendo con este blog, o al menos en apariencia. No es que lo haya olvidado, es que ocurren cosas en la vida que frustran mis intentos por hacer algo, pero bueno... qué pinches emo me estoy viendo.
Todo culpa de mi maldito sueño. Durante el día varias cosas pasaron que frustraron intentos de querer crear, de querer explorar, simplemente de querer hacerlo. Pta madre, para cuando llegué a la casa, ni tomé la guitarra, ni hice los ejercicios nocturnos, nada de nada. Con toda el hambre que traía y la inmensa hueva, coraje y frustración que cargaba... voy volviendo a odiar a la gente.
Iba muy bien, chinga, iba bien. A todo dar, con tantas ganas de emprender, de partir, no de pinches quedarme estático, carajo!!!! Calma calma. Soñé que todas mis obras y todas mis canciones eran quemadas, que yo no existía, siendo esto no en cuestión de que yo haya muerto, sino que nunca hubiera existido, ya ni como un pedazo de metal oxidado, un coche viejo al que el anciano mira con ese brillo de la nostalgia, recordando todas sus aventuras en la máquina. No, yo soñé que no había absolutamente nada que llevara a mi recuerdo, nada que llevara a mi, nada de nada... uuuuuufffff, eso sí que da miedo. Aunque diga que lo que importa es el presente y que la chingada y que tú las traes... ¡pamplinas!, al menos yo sí me ocupo para el futuro, en especial para el futuro que habrá cuando yo ya no viva.
Ya no quiero seguir con estas ideas. Cambio de cassete.
Ya estuvo, el panorama cambió con un viajecito para dejar a una compañera de trabajo a x punto de la ciudad, una cantadita de regreso, porque los vehículos de la chamba no tienen estéreo, así que todo pinta un mejor color. Nomás es cosa de no clavarse, siempre lo hemos dicho. Pero bien, ¿qué sería de nuestras vidas si no nos claváramos en nada?
No, ya, este escrito apesta, apesta sobremanera, mejor los dejo con un poema para no tener un intento totalmente fallido por subir algo al blog. Por cierto, el 12 de septiembre empieza la feria del libro, asistan, compren, lean, instrúyanse, construyan. Va a cambiar de sede, ya no será en el Museo de las Aves sino en el Museo del Desierto, esto es bueno ya que implica que estará más grande, probablemente vendrán más editoriales, ya veremos. Los invito a que asistan, la entrada es gratis. Bueno, va, el poema.

En tus ojos perdería mi fama
para que no me distrajera,
y así, libre de enredos, pudiera
dedicarme, por entero, a mi amada.

De entre todos los días que nos quedan
sólo uno de ellos te pido.
Verás, que estando conmigo,
ese día valdrá tu vida entera.

Si tras meloso día, amanezco,
mi corazón prendido estuviere,
si bien no te conservo en mi lecho
te buscaré hasta el día que te entierren.

*Nótese que la amenaza del final puede arruinar el principio para aquellas chicas que pensaban que esto iba a ser algo muy meloso. Pero es tan simple como decir: si un día no funcionó, no quiero volver a intentarlo ya que no funcionará por siempre. Pero te amo tanto que nunca te olvidaré. Mi vida entera la pasaré esperando a que te mueras para ir a saludarte, así sea la muerte lo único que nos pudiera separar, contra la muerte no hay competencia, en cambio, si te fuera a visitar antes de que murieras, nos tendríamos que decir adiós por cosa nuestra.

miércoles, 20 de agosto de 2008

Capacidad de impresión

Comienza el día y México abre con medalla de Oro, sí, Oro, en Taekwondo, a patadas de Guillermo Pérez en la categoría de –58kg. No recuerdo cómo se llama esa categoría.
Otra noticia, Bunbury va a sacar nuevo disco a la venta, el single de presentación titulado “El hombre delgado que no flaqueará jamás” lo pueden escuchar en la página www.enriquebunbury.com
Bueno, esas fueron las noticias. Ahora sigamos con esta onda que se ocurrió ayer. Tiene que ver con la tecnología, los momentos importantes, las fotos, la trascendencia, la explotación de un arte para convertirlo en un elemento cotidiano. Lalo dijo: imagínense cuántas fotos existen en el planeta... pta, deben de ser un chingo. Y las fotos son momentos memorables, para eso se toma una foto, ¿no? Momentos importantes. Pues bien, sí, son momentos... pero ¿memorables, trascendentes? Antes sí. Antes, cuando las cámaras eran análogas, cuando nos costaba cada foto que tomábamos y no podíamos correr el riesgo de cagarla porque como quiera el rollo se exponía a la luz y ahí quedaba. Antes sí tenían que ponerle empeño, coco y alma al tomar una foto. Ahora cualquier pendejo las toma, sin empeño alguno, sin importarle nada. Total, si sale chafa, las puede borrar.
Las fotos han sido explotadas. No digo que sea algo malo, pero desde cierto punto de vista, ver una foto ya no es tan impresionante. No sé si antes se contaba con un sentimiento de impresión ante un “voy a ver una foto”. Hoy en día definitivamente no.
Y bueno, ¿a qué quiero llegar con esto? A nada, no se me ha ocurrido nada, simplemente comparto esta ocurrencia mía. Como que siempre tiendo a tachar la tecnología, de la cual, nótese, acepto y considero que son grandes herramientas, pero las explotamos demasiado.
El antes y el ahora. El ahora y todo lo que involucra, la tecnología, los medios de comunicación... como que van haciendo que uno viva menos, viva menos en vivo. Ahora puedes escuchar, ver, casi casi estar en lugares muy lejanos a ti. Los medios nos han hecho omnipresentes, omnipresentes en épocas también.
No estoy en contra de ver conciertos que se grabaron hace veinte años en otro continente sin siquiera conocer todo mi país, a lo que voy es que con eso hemos estado perdiendo nuestra capacidad de impresión. Ahora, algo impresionante se nos puede parecer común y corriente, algo de todos los días. Esa es la bronca. Y es una gran bronca, estamos perdiendo atención en cosas pequeñas, cosas pequeñas que pudieran sernos gigantescas, nos sentimos crecidos y sabihondos porque vemos tele. Háganme el mentado favor.
Bueno, diviértanse en sea lo que hagan de sus vidas, les recomiendo: no dejen que claudique su capacidad de impresión.

jueves, 14 de agosto de 2008

cierta cara a las Olimpiadas

La verdad se me hace algo injusto o mal proporcionado el hecho de que haya tantas, pero tantas modalidades de natación en los juegos olímpicos. Son demasiadas. Y bueno, uno dice, okei, es diferente el ejercicio, puede que uno sobresalga en cierto tipo de nado, en cierta distancia y que otro no. En Gimnasia también son varios aparatos, pero éstos se suman, no se da una medalla por cada uno, según andaba viendo ayer, posiblemente me equivoco. No soy muy fanático ni de la natación ni de la Gimnasia. Pero es como si dieran una medalla por ver quién hace más dominadas con el balón, es futbol, pero no es un partido, es diferente, es otro ejercicio... ¿ah, verdad? O si hubiera un deporte de rompimiento de tablas estilo artes marciales, tanto de fuerza como de fantasía, acá, de los que vuelan dan chorrocientas vueltas tiran la patada y luego caen paraditos, totalmente impresionante. ¿Por qué no hay medalla de eso? Es arte marcial, pero es otro tipo de ejercicio, no es como el Judo o el Taekwondo, no son combates... pero bueno. ¿Qué le hago yo? Yo que ni sé cómo es que un deporte se hace olímpico.

En cuanto a las televisoras (nacionales), ya, que le paren con la natación y la gimnasia, ayer no nos pasaron la pelea del judoka mexicano porque andaban pasando la final de la gimnasia de hombres. Chale, que poco patrióticos y que poco apoyo, y luego exigen que traigan todas las medallas que pueden, si ni les hacemos caso (a los deportistas mexicanos), como en el caso de ayer. Ah, pero claro que sí les hacemos caso antes de que vayan a competir, se echan unos reportajes bien patéticos de cuánto trabajo le ha costado llegar ahí. Nos cuentan la triste historia de que un güey tuvo un perrito que sólo tenía tres patas, acá, la abuelita sale entrevistada, llorando porque su nieto tenía tanto corazón que jugaba con un perro de tres patas, y luego, cuando se muere el perro, el güey tiene broncas existenciales, se pelea con la novia y sale corriendo, así fue como descubrió que podía correr mucho y rápido, y zas, que va a competir... ¡NO MANCHES! Es patético.

Y no es sólo la historia, es el matiz que le dan los de la televisora, es el querer jugar con las emociones para así adorar a nuestros deportistas, que sí, son buenos ya que califican a las olimpiadas, pero no es como para que hagan toda una telenovela absurda y patética de su camino a las olimpiadas.

Luego, estamos conscientes de que ir a las olimpiadas no es ir a fuerzas a ganar. Se va con la intención, claro, pero uno sabe que para ganar va a tener que hacer un esfuerzo extraordinario. Esto es algo mediocre, sí, pero es real. Todos los que hemos sido competidores sabemos que hay competencias a las que vamos para hacer nuestro mejor esfuerzo, sabemos que ganar es una posibilidad, pero que no hay que contar con ello. A menos que, bueno, te la pases los añales entrenándote para eso, que no hicieras más que entrenar y entrenar. Ahí si no sé si eso es lo que se hace en el comité olímpico mexicano.

Agarren la onda, no hay que tirarles tantas piedras a los competidores, por eso es que se ponen nerviosos y se desconcentran y acaban por cagarla; pero tampoco hay que ser tan barcos. En ves de exigir y tomar a alguien como nuestra super esperanza, la estrella que brillará por todo un país de baquetones sinvergüenzas, deberíamos de verlos como los cuates buena onda que se apañan a todos los mexicanos y que ahora van a hacer un papel, que van a llenarnos de emociones, porque, no sé ustedes, pero yo sí me emociono cuando un mexicano compite, aunque pierda.

Yo no le apuesto a que ganen, pero al menos a que sí le echen todas las ganas que puedan, que se vea que salieron a proponer y a chingarle, que si pierden, pierdan porque intentaron sobrepasar lo que creían eran sus límites, no porque andaban cuidándose.
Bueno, luego uno piensa: ps miren a los chinos, esos cuates están sobresaliendo increíblemente en deportes que antes ni sus luces... pero bueno, qué hueva ser un chino, la neta, la mera neta, qué hueva. Aparte, esto es totalmente reprochable de mi parte, pero bueno, no puedo evitar mencionarlo, están re feos. ¡Y ni quien se queje de que los mexicanos tamos muy guapos, yo no dije eso! Pero los chinos... pta, wácatelas. Aunque eso no tiene nada que ver con el deporte, fue una completa taruga ocurrencia mía.

Eso es todo por ahora. Nomas hago este último llamado a que cuando alguien compita en algo, o que haga algo, le eche ganas, le ponga huevos, igual y no tienen que salir a ganar, igual y salir a ganar sea el peor de los errores, pero sí que le echen huevos, hasta desgarrarse, hasta que les sangren los dedos, hasta desmayarse porque se vio que el esfuerzo fue extraordinario. Yo una vez me desgarré el estómago por hacer tanto esfuerzo al vomitar en una cruda espantosa. Eso no fue bueno, pero... pero nada, eso estuvo muy mal, aunque cómico.

Ahora sí, eso es todo.

jueves, 7 de agosto de 2008

Por qué detesto a Jim Morrison

Es increíblemente extraño que yo escriba acerca de Jim Morrison, por eso no lo haré (jajaja, qué estúpidamente gracioso). Es extrañísimo (o bueno, sería extrañísimo, porque no se dará el caso, no en esta ocasión, al menos) porque tengo cierta repulsión por la figura de Jim Morrison. Él está en la lista de esas personas que detesto. Nótese, esa lista no tiene cabida para razones ni explicaciones, es más como un sentir.
Bueno, hablaré de por qué detesto a Jim Morrison. Puede que sea cierta envidia, sí, lo admito, la envidia forma parte del proceso de detestación (¿acaso existe esa palabra?). Es una envidia por dos razones: Uno. La más importante a mi parecer, aunque puede que me esté engañando a mí mismo por más que trate de ser honesto (puede que por más que trato de ser honesto, más me engaño a mí mismo, ya que mi honestidad puede derivar en mi falta de querer ser honesto y simplemente serlo... bueno, vale madre, ese no es el punto), pero considero que es la más importante. Le envidio el intelecto que tenía, anticipado a ciertos tiempos, podía leer los mensajes ocultos, era una persona sin duda muy inteligente, inteligentísimo, según veo, leo y escucho. Y bien, dos: le envidio la fama de inmortal rocanrolero adorado por hombres y mujeres, en especial, la forma en que lo adoran las mujeres, me pone de malas, simple y sencillamente de malas. A veces río irónicamente o me oculto tras la cortina de la indiferencia.
Pero bueno, la envidia que le tengo a la figura de Morisson no es la razón principal por la que lo detesto. Lo detesto por el abuso de las drogas, que lo llevó a su fin. Digo, para empezar, me cae de muy mal peso el hecho de que alguien tan inteligente, con tanta capacidad para crear y que podría enseñarle tanto a la gente y a una juventud muy disparatada que parecía y parece a veces no encontrar su lugar, me molesta tanto que haya abusado del consumo de drogas, que acabó por morir muy joven, con tanto camino por delante. Lo sé, lo sé, igual y ese era todo el camino que tenía, igual y lo que hizo fue exactamente lo que tenía qué hacer y para él no había más camino, eso pueden pensar algunos, pero yo soy del pensar que dejó muchas cosas por hacer, y eso no me late, para nada.
Duro y dale con las drogas. Ahí les va. A mí me gustaría, desde luego, ser una persona de gran intelecto, con capacidad para leer mensajes ocultos, para prever escenarios, para reconocer la corteza del entorno y no solamente rascar la superficie, y bueno, viendo entrevistas y leyendo artículos y platicando con gente uno va entendiendo que el Morrison era una de estas personas. Pues, yo estoy en contra de las drogas químicas, en contra totalmente, negativa radical, incluso puede que me perturbe y moleste bastante si alguien me ofrece o me ven cara de yunkie. ¿A qué quiero llegar? Bueno, el Morrison era uno de esos “rockers” (detesto esa denominación, sin embargo la uso porque existe y se sobreentiende) insatisfechos que le ponía y le ponía y le ponía hasta morir, ora si que “hasta que el cuerpo aguante”.
Uno llega a pensar: ¿tendrá algo qué ver el consumo de drogas con el intelecto que tuvo? Y uno mismo se contesta: puede que no ya que yunkies hay miles y por más que consuman lo que consumía Morrison nunca van a llegar ni a rascarle al intelecto que tuvo. Pero bien, tengo otra picazón que me molesta sobremanera. Si el güey era tan inteligente y tan superior, ¿por qué consumía las drogas? ¿Por qué ese afán de apendejarse o iluminarse o... vayan ustedes a saber por qué se metía lo que se metía. ¿Por qué hacerlo? ¿Era necesario? ¿Era preciso? ¿Era un lujo? ¿Un pasatiempo? ¿Un capricho?
Bueno, tons va la envidia y el uso de las drogas. De hecho, el uso de las drogas es lo que rodea todo. Porque otra razón de gran, gran peso, es que el Morrison es un ídolo de la juventud, un ícono, y como sabemos, hay mucha juventud que no conoce su rumbo, juventud perdida, que se pone figuras a seguir y las sigue, y por andar en la onda de “admiro a tal y cual y para verme superchingón como ellos voy a vestir, hablar, y hacer lo que hacían”. Y chingas... viene el ranazo, caída de espaldas, de esas que sacan el aire de los pulmones. Duele y no permite que uno se mueva. Y bueno, uno no puede competir contra eso, yo no he grabado ningún disco, su gran intelecto de seguro haría papilla al mío, no soy ninguna leyenda, no soy famoso y no estoy tan guapo como él (cuando me dijeron esa última razón comprendí que no tengo nada, absolutamente nada qué hacer contra el Morrison, definitivamente ser menos guapo me hace menos persona...). Claro que no todos son así ni piensan que deberían de ser igual a las personas a las que admiran.
Otro punto, no me late la onda es que Morrison sea como que el ícono absoluto de The Doors. Sé que los centros de atención y figuras de la mayoría de los grupos son los vocalistas de los mismos, pero en este caso, considero que se exagera.
Eso sería todo, lo que queda por decir es que ya no lo detesto, tanto.

lunes, 4 de agosto de 2008

de vuelta/anuncio panorámico patético

Es en los retornos de lo salvaje, en la vuelta de aquel mundo inesperado donde nada se toma en serio; sea el tiempo, las personas, las leyes. Se toman en cuenta, pero no en serio. Uno no es uno mismo, uno es algo más. Uno cuenta con una carga liberadora. Uno no mira atrás porque sabe que va a volver. El Espíritu viajero acompaña. A pesar de saber que vas a regresar y vas a tener que volver a acoplarte a la monotonía de las horas laborales o escolares, a las levantadas temprano, a servir para algo que parece no te sirve, te haces de la vista gorda y no miras atrás. Sabes que vas a volver, así que no miras atrás. Una vez que vuelves, otra vez hay que acoplarse, a pesar de que sabías que lo ibas a hacer, nunca se te había hecho tan difícil, porque el nunca se convierte en el ahora, y bueno, ahora es cuando vuelvo a escribir en este Blog para no dejar morir la idea.

Fui a Monterrey y me topé con un anuncio panorámico, de esos que ves en la calle, gigantescos, que si tomaran vida y acosaran la ciudad, nos hacen añicos. Vas por la avenida y se convierten en un gran punto de distracción. No les estoy echando la culpa de tantos accidentes viales, pero... jijos de la chin... Total, que uno de estos anuncios panorámicos me llamó bastante la atención y me indignó. Antes de contar lo que sigue, aclaro que no me pongo a favor de chilangos ni regios ni oaxaqueños ni veracruzanos ni nada de eso.
Hay un panorámico anunciando una carrera de diez kilómetros. El Panorámico dice algo así como “Haz patria, vence a un chilango”. No me sentí agredido puesto que yo soy chilango (sin meterme a la onda de que el chilango es el que nace fuera y se va al defe y la chingada bla bla bla... qué hueva, ya me harté de explicar esa cuestión). No, no me sentí agredido. Pero me llamó la atención por la patética idea que se presenta. Usaron ese rencor que se tiene contra los chilangos como estrategia de publicidad para meterse en las cabezas y en las tripas de las personas que vean ese anuncio panorámico. Es patético pensar que uno se va a meter a una carrera sólo para ganarle a un chilango, para que el chilango no se lleve el premio. Digo: no me jodan.
No sé cuánto se deteste a los chilangos, pero es impresionantemente patético saber que se les tiene en un pedestal, aunque sea para tirarles jitomates y verduras, pero se les tiene en un pedestal... o bueno, se nos tiene en un pedestal. Se nos mirra para arriba, nos gritaran pura basura, pero de abajo a arriba. Es lamentable.
Cuando llegué a Saltillo, en la secundaria, nunca dije de dónde venía porque a cada rato decían que los chilangos esto y los chilangos aquello, puras cosas negativas, así que yo prudentemente no dije de dónde venía, aunque mi acento era un grandísimo delator. Tiempo después, ya teniendo cierta popularidad y amistades en la secundaria, alguien me preguntó de dónde venía, yo contesté, con toda naturalidad, que del defe. Estos güeyes se impactaron, no podían creer que un chilango fuera tan buena onda como yo lo era con ellos. Pensé, absurdamente, que cambiarían su postura hacia los chilangos, o al menos que dejarían de generalizar, pero no, lo que dijeron fue: bueno, odio a todos los chilangos excepto a ti. Ni me inmuté por refutar ese argumento.
Y bien, yo me preguntaba de dónde salía tanto rencor a los chilangos. Algunas respuestas se basaban en que el país está bien centralizado, que los chilangos se creen la pura chingonada de la vida, que los impuestos se van para allá, que allá tienen toda la chamba y, por último pero creo es el punto más fuerte: que cada vez que un foráneo va al defe, le pasa algo malo, se lo agandallan, lo apañan o simplemente le va mal porque queda atorado en un trafical causado por la huelga tal del sindicato tal de tal empresa por tal mamada que hizo o no hizo gobierno.
Bueno, quizás tienen razón en eso de que les va mal en el defe, y sí, los residentes del distrito federal suelen agandallar a la gente que ven que anda papando moscas, porque en el defe se suele vivir muy despiertos, muy vivos, porque si no, ps te apañan. Y bueno, acá en el norte, en lugar de hacerse más rápidos y más vivos cuando van al defe, simplemente acaban por odiarlos.
Pues ya qué, no los puedo culpar, los agandalles no son cosa fácil y suelen ser muy desagradables, pero... ps ni que acá en el norte no agandallaran a los novatos, a los que ven que no saben por dónde ni qué tranza. Pero bueno, ese no es el punto, el punto es que si siguen con esa mentalidad de odio a los chilangos se van a seguir viendo patéticos. Tan patéticos como yo me veo patético cuando alguien menciona a Gustavo Cerati y yo hablo pura basura del güey, con tal o cual razón, yo lo detesto y él ni me hace en vida. Patético ¿cierto? Bueno, así vi ese panorámico.

Por cierto, un agradecimiento a ese ser gris que vive de las historias, que lee este Blog y que no merece perdón o algo así... no recuerdo bien lo que escribió en su comentario, pero un afectuoso saludo, es bueno saber que existen los lectores del Diente de Marrano y que dejen comentarios. Pinche retroalimentación, me cae que sí incita a que uno escriba más material y más chido.

miércoles, 16 de julio de 2008

Escribividiremos entonces...

- Primero se debe de vivir antes que escribir

Eso fue lo que dijo su hermano. ¿Quien se cree? Pensó él indignado.

La más reciente de sus brillantes y nuevas ideas. Si… escribir… escribirlo todo, hacer en su propio… un Big Brother donde sus manos, ya sea con una pluma o un teclado, fueran las cámaras. Cámaras que captarían todos y cada uno de sus pensamientos, sus acciones, sus sentimientos y sus más perversas y nefastas chaquetas mentales.

Lo que él quería y buscaba era trascender, influir de alguna manera en las personas, ser recordado o por lo menos encontrado, aun y cuando solo fuera por mera casualidad dentro de un par de cientos de años por algún arqueólogo aficionado. Él estaba seguro de que cuando el tiempo pasara, mucho tiempo después de que los gusanos devoraran sus ojos, los arqueólogos tendrían que descifrar códigos obsoletos de reliquias computacionales, en lugar de que tuvieran que excavar en la tierra como lo hacen hoy. En efecto, ensuciarse las manos para saber sobre los antiguos, a excepción, tal vez… de una pequeña manchilla gris y ovalada en los dedos dejada por el polvo acumulado, iba a ser lo más rudo a lo que esta nueva generación de arqueólogos se enfrentaría.

Si en algún momento de la historia lo descubrirían, en algún momento alguna persona despistada se toparía con lo que él escribiera hoy. No tengo prisa, le decía a quien le preguntara, esta vez es cuestión de estadística y no de percepción. Eventualmente, alguien se lo va a tener que encontrar. ¿No acaban de encontrar el evangelio de Judas? Imagínate… si ese vato fue un culero, y traicionó al dios, y como quiera se encontraron lo que escribió… imagínate yo que ni le he hecho nada. Pues ya las tengo de ganar, calculo que si se tardaron unos dos mil años en encontrar lo que escribió Judas, pues lo mío en unos cien ¿no? La gente sonreía y asentía con la cabeza cuando terminaba de decir este argumento por mera cordialidad, por lástima o por cobardes. Por cordialidad los que querían evitarse problemas con una lógica tan torcida como esta. Por lástima los que no querían ser el malo del cuento como Judas. Finalmente los cobardes por no querer razonar la gran estupidez que acababan de escuchar y solo decir si, sin si quiera cuestionar.

Después de un pesado y largo silencio largo, su hermano lo miró y le dijo con su tono habitual de voz, un tono amigable y despreocupado, a pesar de que las palabras dichas tuvieran un sentido siniestro o melancólico.

- Primero se debe de vivir antes que escribir