Comienza el día y México abre con medalla de Oro, sí, Oro, en Taekwondo, a patadas de Guillermo Pérez en la categoría de –58kg. No recuerdo cómo se llama esa categoría.
Otra noticia, Bunbury va a sacar nuevo disco a la venta, el single de presentación titulado “El hombre delgado que no flaqueará jamás” lo pueden escuchar en la página www.enriquebunbury.com
Bueno, esas fueron las noticias. Ahora sigamos con esta onda que se ocurrió ayer. Tiene que ver con la tecnología, los momentos importantes, las fotos, la trascendencia, la explotación de un arte para convertirlo en un elemento cotidiano. Lalo dijo: imagínense cuántas fotos existen en el planeta... pta, deben de ser un chingo. Y las fotos son momentos memorables, para eso se toma una foto, ¿no? Momentos importantes. Pues bien, sí, son momentos... pero ¿memorables, trascendentes? Antes sí. Antes, cuando las cámaras eran análogas, cuando nos costaba cada foto que tomábamos y no podíamos correr el riesgo de cagarla porque como quiera el rollo se exponía a la luz y ahí quedaba. Antes sí tenían que ponerle empeño, coco y alma al tomar una foto. Ahora cualquier pendejo las toma, sin empeño alguno, sin importarle nada. Total, si sale chafa, las puede borrar.
Las fotos han sido explotadas. No digo que sea algo malo, pero desde cierto punto de vista, ver una foto ya no es tan impresionante. No sé si antes se contaba con un sentimiento de impresión ante un “voy a ver una foto”. Hoy en día definitivamente no.
Y bueno, ¿a qué quiero llegar con esto? A nada, no se me ha ocurrido nada, simplemente comparto esta ocurrencia mía. Como que siempre tiendo a tachar la tecnología, de la cual, nótese, acepto y considero que son grandes herramientas, pero las explotamos demasiado.
El antes y el ahora. El ahora y todo lo que involucra, la tecnología, los medios de comunicación... como que van haciendo que uno viva menos, viva menos en vivo. Ahora puedes escuchar, ver, casi casi estar en lugares muy lejanos a ti. Los medios nos han hecho omnipresentes, omnipresentes en épocas también.
No estoy en contra de ver conciertos que se grabaron hace veinte años en otro continente sin siquiera conocer todo mi país, a lo que voy es que con eso hemos estado perdiendo nuestra capacidad de impresión. Ahora, algo impresionante se nos puede parecer común y corriente, algo de todos los días. Esa es la bronca. Y es una gran bronca, estamos perdiendo atención en cosas pequeñas, cosas pequeñas que pudieran sernos gigantescas, nos sentimos crecidos y sabihondos porque vemos tele. Háganme el mentado favor.
Bueno, diviértanse en sea lo que hagan de sus vidas, les recomiendo: no dejen que claudique su capacidad de impresión.
miércoles, 20 de agosto de 2008
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