San Pascualito Rey en Monterrey. Para empezar, ir a un concierto a Monterrey ya de por sí es divertido, bueno, no siempre, pero generalmente sí. Voy a copiar y pegar esta información acerca de San Pascualito Rey que se encuentra en la página del grupo porque la encontré muy buena.
“San Pascualito Rey actualmente está conformado por: Pascual (voz), Alex Nexus (sintetizador), Adolfo (guitarras), Juan (bajo) y Luca (batería).
El grupo tiene como característica fusionar rock con trip hop, lounge, canción romántica y música folklórica mexicana entre otras. Los entendidos se han referido al sonido del san Pascualito Rey como “dark guapachoso”, “mariachi-eléctrico” o “sonido grupero-melancólico-espacial-tropicoso” por sus ruidos orgánicos y sus texturas analógicas. En su lírica hablan del dolor, el desamor, la muerte y la vida de manera muy singular.”
Bueno, esos son, y a esos íbamos, repito IBAMOS, a ir a ver. Yo estaba emocionado. Me pasé una semana “entrenando” para el concierto. No conocía al grupo previamente así que tuve qué hacer mi investigación, investigación la cual culminaría con el concierto, iba a ser un excelente final, no, más que final, iba a ser una aportación. Pero, el guión de la vida no lo escribo yo, ni el Malamen, quien me avisó del concierto y con quien fui... ah, pinche Malamen.
Salimos de Saltillo, el sábado 16 de agosto. Pensamos que el concierto sería a las 21 horas, así que nos fuimos a las 18 hrs. Íbamos bien, una caguama dividida al final entre los dos, porque yo me la empecé a tomar para ver el partido del América. Total, que llegamos a Monterrey y nos detuvimos en un “seven-eleven” para llamarle a Andrés y pedirle que nos guiara al concierto. En las paredes de la placita dónde nos detuvimos, vimos un cartel que leía: Carlos Ann, café Iguana 16 de Agosto. A chinga chinga, pero sí el sábado tocaba San Pascualito Rey, ¿no? Yo todavía de ingenuo estúpido creí que Carlos Ann iba a abrir el concierto de San Pascualito Rey... aaaaaayyyyyyy, cuero mil. ¡Que pendejo!
El Malamen entró a un cibercafé. Entró a la página de San Pascualito Rey. Ups. El concierto fue ayer. ¡No mames, eres un pendejo! Esa fue mi reacción inmediata, pero luego dije: ps ni modo. Esto te pasa por tener expectativas, por dejarlo al ahí se va, ps ahí se les fue. Ahora a darle a lo que venía. Carlos Ann podía no ser del todo una mala idea, digo, teníamos la lana pa los boletos, teníamos todas las ganas de reventarnos en un concierto. Y así hicimos. O bueno, así pretendíamos hacer.
Resulta que Carlos Ann participó en el disco de... chíngale, olvidé el nombre. Bushido, Bushido de Enrique Bunbury. Yo ya había disminuido el tiempo en que iba a seguir las canciones a cero. Cuando era San Pascualito Rey eran como 3 minutos, pero con Carlos Ann se habían disminuido a cero.
Bueno, llegamos con Andrés al café Iguanas, preguntamos a qué hora empezaba, preguntamos el precio de los boletos y Andrés dijo que él no, tons tuvimos que regresarlo a su casa. Teníamos tiempo ya que el concierto empezaba a las 9 (según el guardia), eran las ocho y su casa quedaba cerca. Hasta nos compramos un six de chelas pa “precopear” como dicen por ahí. De a dos chelas por cabeza, contacté a los dioses risueños de la buena onda y salimos. Hicimos más tiempo del que pensábamos.
Llegamos a Barrio Antiguo, caminamos al caféiguana y ya eran como las diez de la noche. ¡Pta madre! Sigue, sigue, como quiera entramos y pagamos boleto. Compramos caguama y entramos a ver. Eran máximo como treinta personas escuchando el concierto. Bugoslavsky (o como se escriba) estaba tocando la guitarra, así que ya puedo decir que he visto a todos los Héroes del Silencio en un escenario.
Tocaron una rola y se despidieron. Putísima madre. Era como para morir de la risa. No pude comprimir mi instinto y comencé a gritar, en lo que otros gritaban “otra, otra”, yo alcé la voz del “culeros, culeros”. Y para morir aún más de la risa, por ahí, un cuate gritó ¡ñero! Bueno, en fin.
Abrieron el telón y salieron a tocar otras cuatro rolas. Tocaron una que me sabía. Increíblemente me sabía una canción. L´amour, del disco de Bushido. Esa rola me la sabía porque Lalo me regaló un disco “quemado” con las rolas del 19 días y 500 noches, de Joaquín Sabina, y en ese disco incluyó la rola de L´amour, por eso es que me la sabía. Así que la cantada se hizo presente. Es buena esa rola, de L´amour.
Cerraron el concierto con la rola de “Bala Perdida” y ps bueno, eso fue eso. Salimos del Iguana en búsqueda de algo más. Pasamos por el Antrópolis, lugar donde nunca hay cover, y antes la cerveza estaba siempre a 10 pesos, pero ese anuncio ya lo quitaron, subieron el precio de la cerveza. Total que nos dimos un par de vueltas, acabamos cotorreando con un par de chicas. Y salimos de ahí, sin más ni más.
En la caminada íbamos platicando de no sé qué onda, algo así como unos cuadros. ¡Ya recordé! Previamente al concierto, pasamos por esa calle y escuchamos que de un lugar se escuchaba Jazz. Cuando pasamos después del concierto, el Jazz ya no era, lo habían cambiado por electrónica, por lo cual el lugar cayó de mi gracia y ni pensamos en entrar. Yo pensé que en ese mismo lugar había visto unas pinturas y una sobre todo de un violín que me había llamado la atención. Justo en ese momento, caminando aún, pasamos por el centro cultural donde efectivamente, y contrario a mi memoria, había visto la pintura del violín. Adentro estaba vacío, muerto, excepto por un guitarrista de voz muy suave y una chica extranjera con un acordeón. Entramos.
Pedimos un par de chelas y pedimos también que tocaran algo propio. Improvisaron una melodía mágica. El Malamen estaba en pleno éxtasis, dando gracias por haberlo dejado escuchar aquello. Yo también “improvisaba” una letra y el guitarrista me dijo que adelante, que pasara al micrófono. No se diga más. Canté algo referente al alma. Después me eché un palomazo cantando la de “Wish you were here”.
Dicho por aquí y de esta forma suena como que algo muy sin chiste, pero en verdad, deberían de haber escuchado ese acordeón, la verdad tenía algo mágico.
Salimos de ahí y fuimos a un lugar que parecía estar chido, música de los sesentas y setentas. Pero no, no había mucho cotorreo, la banda tocaba una onda demasiado melosa y nos dimos cuenta de que la clientela era en su gran mayoría, señores de avanzada edad, que nos veían como si nosotros fuéramos bichos raros, mugrosos y borrachos. Bueno, andábamos borrachos, y tal vez también mugrosos, ¿pero bichos raros? No me da pena decirlo, ni se me hace raro que haya ocurrido, pero nos sacaron de ahí. No recordamos por qué. No estábamos haciendo desmadre ni nada por el estilo. Queremos pensar que el Malamen se tropezó y que de ahí nos tomaron y nos sacaron. ¡Ni nos dejaron pagar las cervezas que tomamos!
De ahí llegamos a otro bar donde había un foro abierto, una guitarra y micrófono. Entramos, pedimos una chela y yo me paré al escenario a tocar. Nunca quisieron prender el micro ni la guitarra, pero yo como quiera me eché mi concierto de unas tres, cuatro rolas. Mudo. Me tomaron foto, según el Malamen. Aunque el Malamen ya había adoptado su posición de borrachín, recargado en la mesa ocultando su rostro y dormitando.
No sé por qué lo hice. Sólo pedimos dos chelas, no era una cuenta grande, pero como quiera lo hice. Llegué con el Malamen, lo desperté y le dije: levántate, sal y échate a correr. Él no chistó, obedeció maquinalmente. Yo salí corriendo detrás de él. El mesero salió a perseguir. Le llevábamos mucha ventaja, la verdad creo que sí hubiéramos podido librarla corriendo, pero yo me retrasé y me regresé, el plan no era salir corriendo. El mesero llegó conmigo todo acelerado, amenazando que iba a llamar a la policía. Yo lo tranquilicé, le dije que no se trataba de eso, que íbamos a pagar, que salimos corriendo por otra cosa que me daba mucha hueva contarle. Luego no sé qué le dije, le pedí la cuenta y se metió por ella. Y entonces, me retiré, caminando. Sin pagar.
De ese punto en adelante, perdí noción, anduve en automático.
MOMENTOS DAVIDLYNCHEZCOS
* Cuando íbamos en el taxi rumbo al Barrio Antiguo sucedió el primer acontecimiento que bautizamos como “davidlynchezco” para la noche. Unos fuegos artificiales iluminaron el cielo de Monterrey. Fuegos artificiales morados.
* El segundo momento davidlynchezco fue una conversación telefónica que escuchamos de un guardia. Estaba gritándole a la persona del otro lado del teléfono: algo así como que “no me importa, manda la ambulancia y luego arreglamos esto.” Le gritó no sé cuánta leperada y majadería, a pulmón suelto, voz en pecho. Y bien. El hecho que nos puso acá, con los nervios de punta fue ¿por qué se negaría alguien a mandar una ambulancia?.
* El tercer momento fue todo lo que envolvió al concierto. Llegar un día tarde, como quiera ir al concierto del grupo que tocaba, que resultó ser conocido. Llegar tarde a escuchar como el grupo se despedía.
* El centro cultural y el acordeón mágico, tocado por una chica guapa, alemana, novia del manejador del lugar que era un prototipo de mexicano oaxaqueño, chaparro, prieto y cabezón bien buena onda.
Ah, casi lo olvidaba, en el camino de regreso, nos multaron por exceso de velocidad.
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