lunes, 30 de junio de 2008

De la defensa del hombre...

“De la defensa que levantó el hombre
arrastrado al infierno por una mujer”

Si tan sólo hubieras valorado
antes de abrir la ventana.
Si tranquila ante el timón,
ante tormenta venidera,
y no como capitán a tierra,
añorando el vaivén.
Fuiste tú, fuiste tormenta.

Si tan sólo hubieras callado,
si hubieras guardado la gana,
el brinco que me aventé
ese sólo me hubiera matado.
Sin embargo el viento
que me intentó abrazar
mientras yo bajaba
intentando salirme fresco,
fueron tus burdas llamas
que me arrastraron al infierno.

Dicte juez, su cruel sentencia
no tengo nada que temer
la tortura de la piel
no se compara, ni un poco
con lo que aquella mujer,
sin llegar a ser demonio,
dejó en mí: si todo
mi ausencia

domingo, 29 de junio de 2008

Creo

Creo en el camino turbulento
de quien quiere caminar recto,
y creo en la calma
de quien simplemente camina.
Creo en la causa y efecto,
también creo en el honor.
Sin embrago, también creo
que la libertad del espíritu viajero
sólo las estrellas y cierta ceguera la dan.

sábado, 28 de junio de 2008

Vibra, nena, vibra

Vibra, nena, vibra
pues mi mano es tu temblor.
Siente todas mis caricias;
dulces, suaves, como la brisa,
rudas, toscas, tan jugosas;
siente cómo nublan tu razón.
Así sea en un arranque de deseo...
burda explosión,
o en un fino y delicado coqueteo.
Sean todos mis versos un deseo
por besarte y bajarte el calzón.
Todo el amor que poseo
yace en tu corazón.

viernes, 27 de junio de 2008

Inaugurando la sección de poemas

Y ¿cómo podíamos dejar la sección de poemas atrás? Siendo que somos ( o creemos ser) músicos, poetas y locos, inauguro la sección de poemas en Diente de Marrano con este poema que acabo de escribir para la fan número uno que por lo pronto anda baile y baile y estudie y estudie en la madre patria.

Un taconazo y comienza a bailar.
Firme figura, cursiva, fluida.
En su frescura está diluida.
Sus giros me invitan a verla andar.

Olé tres veces. Quisiera contar
su respiración al verla dormida.
Después de bailar, ¿será tan distinta?
La calma revela noche fugaz.

¿Es que sea un capricho bienvenido
o tal vez una verdad conspirada?
¿Será que entre nos hay un mar distinto?

Esta embriaguez responde a una llamada.
Este teatro podrá ser el recinto
¿Quién, de entre nos, abrirá la jugada?

Fans

Hay momentos en la vida tan simples pero que uno toma con tanta importancia que se vuelven grandísimos. Son como etapas insignificantes vistas desde fuera pero un valor tan grande si lo vemos por dentro.
Hubo una época en la que agarraba mi guitarra, mi sombrero, michalequito jipioso o del Tri y me lanzaba al centro a tocar. Una que otra vez en la combi, en la alameda, en la plaza de armas. Pues ahí andaba yo, tocando sin que nadie me escuchara, tocando simplemente por amor al arte. Era como una práctica de campo, era un esperar a ver qué me eparaba la vida. Sé que es más fácil que algo te pase si uno está afuera, haciendo lo suyo, a que si nos quedamos en casa viendo tele o pendejeando en la computadora. Aunque a veces esos momentos de ocio son placenteros, pero bueno, el caso es que yo me andaba en plaza de armas tocando la guitarra.
No tocaba para pedir lana, de hecho, no me impresionaba que nadie pasara y me dejara una moneda. No es que no se tenga esa costumbre aquí, porque se tiene. En las combis muchos guitarristas piden chance para subirse, tocar dos que tres rolas populares y pedir una lana pa equis o ye situación. También están los músicos que van por ahí, que se meten a las cantinas y piden su lana después de tocar una rola. Ofrecen complacencias y si cumplen, piden su lanita. También hay quienes se ponen en un lugar fijo y ahí se ponen a tocar, con una latita o un sombrero pidiendo que les dejes una monedita.
Pues yo no era de esos, yo tocaba porque quería, para hacer algo que me gustaba y esperar algo de la vida, para no aburrirme, para mirar el acontecer diario y así inspirarme para escribir lo mío, o no sé, para conocer a alguien, o simplemente para nada. Pero ahí andaba tocando.
Uno de los últimos días en los que me iba a tocar, un cuate, flaquillo se me acercó. Estaba yo en plaza de armas en una banquita, disfrutando del rocío de la fuente, viendo las palomas, escuchando el acontecer diario de los niños corriendo, los aleteos, los coches, las campanadas de la Catedral, y yo me les unía tocando mis rolas. Pues que se me acerca este chavo.
Ya varias veces se me habían acercado, a veces oían una rola, me saludaban y se iban, hubo una vez que un güey me tomó fotos. Estudiante de fotografía y lo habían mandado a una tarea, creo que a tomar cosas “raras”, le agradecí el cumplido y se quedó ahí platicando un rato en lo que me tomaba fotos por varios ángulos. Yo no iba sólo esa vez, iba con la Valquiria, y como ella es bien platicadora, pues ahí se estuvieron platicando.
En fin, volviendo al cuate flaco este que se me acercó. Hay veces en que las cosas nomás se dan, pues ese día varias decisiones se dieron para que pasara lo que pasó. Se me unió este cuate, el flaquillo, ahí se quedó conmigo. Noté que habían varios niños corriendo por toda la plaza, era obvio que venían de una escuela. Como que les agradó mi onda y llegaron primero dos, y me soltaron unas monedas. Les agradecí (una cosa es que no toques por dinero y otra que no lo aceptes cuando te lo ofrecen) y seguí tocando, intentando no inmutarme.
Luego llegaron otros chavos más y luego llegó todo el montón. Me empezaron a caer monedas a lo buey. No es mentira, saqué alrededor de ciento treinta pesos, ¡para mi era una mina de oro! Los chavos estuvieron haciendo desmadre, me pidieron que me tomara fotos con ellos, primero las chicas y luego toda la bola. Yo la verdad me cohibí bastante pero ps siempre les seguí el juego. Posé junto con todo el grupo en la fuente de plaza de armas mientras las maestras tomaban las fotos. Ya luego me dijeron que eran de Torreón y estaban de viaje. Ps chido.
Cuando se fueron, el chavo flaco, que se veía un poco mayor a los demás, pero que por su estatura y delgadez aparenta menos edad, se quedó conmigo. Yo le pregunté que si no venía con los demás y me dijo que no, que él vivía ahí, que acababa de empezar la carrera y vivía sólo. Que no conocía a nadie y que le gustaba escuchar buena música. Yo le di la bienvenida y se quedó ahí pendejeando mientras yo pendejeaba también y aparte tocaba la guitarra y cantaba.
Ahora, no sé si fue porque le contagió el hecho de que todos los otros chavillos me hubieran soltado una buena lana o qué pasó por su cabeza, pero sacó unos quince pesos, dijo que era todo lo que le quedaba de ahí a que sus padres le depositaran, y faltaban como tres o cuatro días para la quincena. No manches, le dije, ps toma lana pa que comas, no hay pedo, yo como quiera tengo mi chamba y vivo aquí con mi jefa y tengo qué comer. Pero el cuate este me dijo que no, que me lo había ganado.
No discutí más.

martes, 24 de junio de 2008

Rolas arrastradas

No sé qué me dieron o de dónde saqué esto, pero sucedió en un taxi, un taxista que francamente me alivianó con su buena onda, porque el día me había rendido y la noche pintaba mal y se ponía cada vez más gacha. Sin varo, sin transporte, sin como llegar a casa, sin ganas más que las de dormir, cosa que te hace ver como el villano cuando la banda quiere seguir cotorreando. Total, que todo iba de la fregada hasta que nos subimos a ese taxi y la buena onda del taxista me alivianó.
No sé si sea algo como una realidad general en todas las personas, pero cuando andamos cansados, somos más susceptibles a ciertas cosas. Como que el taxista escuchó la plática que traíamos y quiso entrarle, entendió que nos gustaba el rock y la buena música (eso de buena música varía para cada quien, pero bueno...) y el don quiso alivianarnos, porque le contamos lo mal que nos estaba cayendo la noche, noche que en la tarde era muy prometedora, por cierto, y para alivianarnos puso “buena música”.
Ya había escuchado yo varias veces ambas canciones. La primera fue la de Shakira, no me acuerdo bien a bien cómo va pero decía algo así como “pero olvidaste una final instrucción/ cómo poder vivir sin tu amor” algo así, la rola trataba básicamente de que la chava le dice al güey que él le enseñó muchas cosas bien chidas pero que la deja y ella se quedó con todo lo que le enseñó pero sin él que era lo más importante, y la frase esa de “...cómo poder vivir sin tu amor” esa fue detonadora en mi cabeza.
Ahí fue donde confesé, me encantan las canciones en que las mujeres se arrastran, especialmente si esas mujeres son semidiosas como Shakira. Después de Shakira, el taxista alivianado puso a la Guzmán, oh, la Guzmán, me encanta esa mujer, me cae, ruda, sexy, rocanrolera y sentimental. Y puso la rola de “hacer el amor con otro” (no sé si así se llame). Esa es otra de las rolas en las que las mujeres se “arrastran” y bueno, si mujeres como Shakira y la Guzmán se arrastran, ¿por qué no lo hacen todas? Jaja, me caigo de risa, eso fue totalmente machista, pero bueno, salió muy honestamente, aunque para ahora ya me suena como algo gacho que pensé y expuse, no será la primera vez que me pasa esto, ni será la última.
Bueno, el caso es que yo dije que me gustaría que una chica escribiera una canción de esas para mí. Aunque pensándolo dos veces, no me gusta que se arrastren, que rueguen, que imploren, si ya la cagaron, que pidan perdón, tal vez, pero no hay por qué llegar al suelo, eso va para hombres como para mujeres. Pero la verdad es que sí me gustaría que me escribieran una de esas rolas. Envidié al güey al que le escribieron esas rolas Shakira y la Guzmán, y en dado caso que ellas no hayan escrito esas rolas que cantan, no me quiero enterar, prefiero vivir en esta equivocación.
Ahora, no es que me guste ver a las mujeres o a hombres arrastrándose, preferiría evitarlo. Pero, por otro lado, confieso que me siento en esas de “ándele, ¿no que no?” si me rogaran o si se arrastraran, pero la verdad preferiría evitar llegar a eso. Si llegamos a eso es porque ya hubo un broncononón de los que dan mucha hueva. En dado caso, pedir perdón, de pie y retirarse (de pie) sin no te lo otorgan. Pero bueno, dejaremos de ser seres humanos si no nos dejamos llevar por nuestras emociones cuando llegan al punto de victimizarnos y hacernos pasar por humillaciones o grandezas del género y estilo.
Bueno, me estoy saliendo del punto, lo importante son las canciones. Me gustan esas canciones, las de los reptiles (porque se arrastran), porque creo que son de las más honestas. Digo, yo he tenido problemas de esos, me he arrastrado, humillado, como también me he portado digno y como si me valiera madre. He escrito canciones bien, pero bien ardidas, así como canciones que me ponen (voluntariamente) bajo la suela de esa mujer a quien le escribí la rola. Siento que son más honestas las rolas en las que uno se arrastra, aunque después de que pasa el efecto ya ni te quieres acordar de la rola, ni volverla a cantar. No como las rolas de ardidos, que por más que digan que uno es el chingón, se nota que a uno se lo lleva la chingada y entre más le hagan al chingón, más se ocultan. Como en la gran mayoría de las rolas rancheras, como las de Paquita la del barrio, yo la considero una mujer bien ardida. Yo también he sido y a veces soy un güey bien ardido, procuro evitarlo, pero es bien cierto que cuando escribimos una rola de ardidos, después de que pasa el efecto no nos importa seguirla tocando, a menos que te hayas pasado de lanza en la rola, pero eso es por pena ajena, por no querer balconear.
Bueno, ahora, por qué siento que es más honesta la rola donde uno se arrastra. Ambas rolas, la arrastrada y la ardida dicen dos cosas básicamente: rompimos y pienso en ti. Ese “pienso en ti” es realmente un “te extraño” porque si no extrañaras, no pensarías en la persona, digo, te valdría madre y estarías muy ocupado en otras ondas como para pensar en el/la susodicho/a. Acordando ese punto, ahora viene lo siguiente, una rola (la arrastrada) admite que extraña, que sufre y llora; mientras que la otra se disfraza, dice que se la pasa de poca madre y que ni quien le recuerde a la persona por la que en verdad llora.
No sé cuántas veces he visto gente llorar rolas como “el Rey”, cuando de reyes no tienen ni madre, la neta preferirían andar cantando otras cosas, admitir que la llevan gacho, pero pues el orgullo no deja, el orgullo pone disfraz, confunde y engaña, y luego lo hecha a perder todo, aunque a veces, debo admitir, para bien.
En fin, me gustan mucho las rolas en las que mujeres se arrastran.

lunes, 23 de junio de 2008

Voces en mi cabeza

Las voces de mi cabeza se materializan. Debo sacarlas a toda prisa. Risas. No, no es cosa de risa, es bastante serio. Se materializan en libros, libros que yo no escribí, se hacen presente en personas, personas que no conozco. Debo librarme de ellas. Pero cómo, si antes hasta me tiraban paro. Pero debo de hacerlo, o si no, van a ocupar mayor parte de mi masa encefálica (yo pensé eso) y van a acabar por tronar con mi cabeza para poder ser libres. Qué acaso son esclavas, no a mi cuenta. ¿Yo qué culpa tengo de que estén encerradas dentro de mi cabeza, en caso de que lo estén, encerradas, porque de que están, sí están.
Chale, si antes me agradaba que existieran, así no me sentía sólo, siempre tenía con quien hablar, me decían cosas chidas, me daban consejos, me advertían cuando estaba a punto de cometer una estupidez y me azotaban cuando la cometía, porque me lo advirtieron y porque me lo merecía. Con ellas y de ellas surgieron grandes ideas, vivimos viajes, me alivianaban cuando sabían que no pasaba nada y yo me ponía tenso, o me despertaban cuando yo andaba en la boba y algo iba a pasar.
¿Cómo es que ahora quieren materializarse para hacer tronar mi choya? ¿Ps qué les hice o qué? Hasta bronca interna hubo, se peleaban entre ellas, sé que todas me querían, y que cada una defendía su volumen porque así lo creía correcto, porque creía que era lo mejor para mí, porque creía conocerme, tal vez si llegaron a hacerlo. Tal vez me conocieron tan bien que por eso ahora quieren largarse y tronar mi choya.
Nunca pude distinguirlas, la verdad, siempre hablaban en bonche y no podía escucharlas a todas, a veces no entendía hasta que una se enojaba y gritaba. Ah, qué voces estas. La verdad, siento que voy a extrañarlas si la cosa acaba como la presiento. ¿Pero acaso no soy yo mis voces internas, o son algo ajeno a mi? ¿Las habré creado yo, serán parte de mi, como la paranoica, la segura, la borracha, la tímida y la galán? Ajá, entonces sí puedo distinguirlas, pero no, la verdad no Sé que existen, pero no sé cuándo habla una y cuándo habla otra.
Esto sí que da miedo. A veces no sé si hablo yo o si es alguna otra voz que contesta al llamado de la primera. Chiiiiiiiingada, con lo que me fastidia pensar todo esto. ¿Por qué tiene que tomar este rumbo? ¡Si antes me caían a todo dar!
Bueno, espero y esto sólo sea una onda temporal y que acabe pronto, ya sea que todo vuelva a la normalidad, o que todo cambie, pero que acabe ya. La estancia en el punto de suspensión no es tan grato, porque uno está estancado, aunque procura salir, distraerse, aprender, buscarle por aquí o por allá, cierto punto de nosotros está estancado y no sale de ahí. Entonces... que lo que sea, sea.

viernes, 20 de junio de 2008

De lo que estabamos platiqueando el otro día

Se relaciona con lo que te estaba diciendo ayer sobre la disposición de las personas a buscar la verdad. Una sociedad por definición es un conjunto de personas que comparten ciertas características, por ejemplo, costumbres, religión, historia, idioma, ideologías. Claro que todavía queda un poco de individualidad, sin embargo, puede ser mucho mayor esa individualidad, se puede salir de los esquemas que dicta la sociedad, tu individualidad no necesariamente tiene que estar ligada a la de la mayoría. Al separarse un poco de la “normalidad” la gente es juzgada por el resto.

Se sale del rebaño, algunos salen solo para entrar a otro, otros salen y no encuentran rebaño.

Pero me desvío del tema con facilidad, lo siento, creo que una de las características que comparte un “rebaño” es precisamente el acceso a la misma información, o por lo menos a información muy similar. Otra característica que comparten es su voluntad o disposición a buscar más información o información nueva. En México es una costumbre de la mayoría no investigar, no tomar un libro por que no entra de la idea general de actividad recreativa, y puede ser por que esas actividades que no se pueden realizar junto con más personas no son tan apreciadas. En México nos gusta hacer las cosas en bola, entre más personas mejor.

Una vez dicho esto, puedo tocar el punto que realmente me interesa, la verdad del rebaño es muy similar, la percepción que tienen sobre muchas cosas es muy similar, sus reacciones ante la misma situación es similar, hay, como ya hemos dicho gente que sale del rebaño, hay gente en el rebaño que tal vez no entra en esta generalización. Pero creo que la mayoría si. Dijiste: “They individually believe, not as a herd” pero el hecho sigue siendo que, individualmente todos están educados para pensar lo mismo, por eso es un rebaño, por lo que piensan y hacen, y las similitudes que hay entre actos, pensamientos, actitudes, vocabulario, diversión, gustos musicales, en fin… ¿Qué si hay verdades generales? Si, hasta para los que han dejado el rebaño, al final el hecho de que una cabra deje su rebaño no la convierte en vaca, el hecho de que un borrego no este junto con todos los demás no significa que deja de ser borrego. Hay verdades generales y sentimientos que todos podemos tener por que somos humanos, independientemente del rebaño al que se pertenezca.

Otro hecho es que, el hecho de que la mayoría crea algo no lo hace automáticamente cierto. Puede haber mucha sabiduría en lo popular estoy de acuerdo, pero hay que tener cuidado con tomarla sin pensarla. Antes de que se me olvide, es importante decir que hay sociedades dentro de la sociedad, hay sub-rebaños dentro del “gran rebaño”, pero al final siguen siendo parte del gran rebaño, al final sigue siendo la sociedad Mexicana, la sociedad alemana, o vietnamita o la sociedad que sea. Los sub-rebaños siguen compartiendo características con el resto del rebaño.

¡Maldición, todavía no digo lo que quería decir!

La verdad se encuentra dentro de la persona todo el tiempo, a lo que voy es, cada persona tiene su verdad individual. Por lo tanto, hay tantas verdades como personas en el mundo, esto no significa que haya tantas mentiras como personas en el mundo también… solo que de acuerdo a la percepción y experiencias de cada persona es que construye su verdad, sin que esto la convierta en mentirosa. Es por eso también que hay tantos conflictos también, imagina es una batalla de verdades… El problema es que nos importa tanto conservar nuestra verdad, al parecer llega un punto en la vida en el que eres feliz con tu verdad, y cualquier cosa o persona que quiera cambiar esta verdad se vuelve una amenaza. Creo que esto es un error.

Pero después seguimos con esto.

Diviértete mucho!
Pd. Por cierto, te pido una disculpa por no contestar a tus preguntas, pero esas serán para otra ocasión, lo prometo 8)

jueves, 19 de junio de 2008

Noche Sublime

Sublime: adjetivo. Excelso, eminente, de elevación extraordinaria. U. m. en sent. fig. apl. a cosas morales o intelectuales. Se dice especialmente de las concepciones mentales y de las producciones literarias y artísticas o de lo que en ellas tiene por caracteres distintivos grandeza y sencillez admirables. Se aplica también a las personas. Orador, escritor, pintor sublime.
Si van a cierto expendio de licor, encontrarán que “Sublime” es también una marca de tequila. Y puts, menudo tequila, ese. Siempre he pensado que las malas marcas son las que sacan cada nombrecito, digo, desde que vi la botella pensé, n´ombre, éste tequila ha de estar matón, de esos que dejan ciego y con una cruda espantosa, y luego vi el precio ¡setenta pesos, nomás!, de a litro la botella. No, infame.
TOMA 1:
Un joven va caminando por la Alameda con su chica, ya es noche, alrededor de las 10:20 y de pronto escucha un cling, cling, cling. No, no es un duelo de espadas. Voltea a la acera y ve a un cuate vestido como sacado de un concierto de Jimmy Hendrix, cargando un cartón de cervezas y corriendo a toda velocidad. “Qué rara es la gente”, pensó.
TOMA 2:
El Malamen maneja el intrépido y veloz K con una única misión: comprar cervezas antes de que expida el tiempo permitido por la ridícula ley de alcoholes de Saltillo. Como copiloto va el Ñerix, y como pasajero va el Hendrix. Frente al Oxxo hay un gran camión que impide que se estacione. Aquí me bajo, gritó Ñerix, y salió hecho un rayo para alcanzar a que le vendieran un cartón de chelas. Me estaciono unas cuadras adelante, dijo el Malamen, pero Ñerix pareció no escuchar, ya estaba entrando al Oxxo.
El Malamen se detiene tres cocheras más adelante y de pronto se escucha un “toc, cling, toc, cling” Cuando voltean a ver de qué se trataba, pasa zumbando a un lado del coche el Ñerix, cargando el cartón y corriendo a toda velocidad. Creo que ya no le vendieron cerveza, dijo el Malamen. ¿Y a dónde va?, preguntó Hendrix. Ps al otro Oxxo, supongo, igual y ahí sí le venden.
TOMA 3:
Ñerix entra a un Oxxo, trae cargado un cartón de cervezas y viste de forma muy extraña. El que atiende advierte sus intenciones por la cara que trae el Ñerix y le dice que ahí no venden cervezas. ¡Pero si todavía no son diez-veinte! No, es por la escuela, no podemos vender cerveza porque estamos frente a una escuela, ve al otro Oxxo, igual y si llegas, dijo el que atendía echando una mirada a su reloj.
Ñerix salió echó la fregada, cargando el cartón de cervezas y corrió sin reparar en el cansancio o en los obstáculos que se le presentaban. Casi lo atropella un coche que iba saliendo de estacionarse.
Por fortuna para todos, lograron comprar las chelas.
FIN
El Dexter anduvo paleteando toda la noche ya que pensaba que el “Sublime” no le iba a bastar para ponerse mal, pero fue el que acabó peor. Yo admito que me acobardé con el Sublime. Cuando vi que no había con qué mezclarlo y que le estaban dando Lalo y Dexter directo de la botella, yo me eché patrás.
El plan original era ir a la fiesta del Hendrix para festejar su victoria en las urnas para Consejero Político Municipal, tomar chelas y luego ir a una fiesta setentera. Compramos el Sublime y una Sangrita para la fiesta setentera y habíamos quedado en pasar a un “Oxxo” o a un “Seven” para comprar una fresca, pero entre que la cantada en el coche, la perdida que nos dimos y las chelas que ya no tenían bien refrescados, no pasamos por la “fresca”.
A Lalo y a Dexter no les importó y tomaron directo de la botella, pero yo me eché patrás, como ya mencioné. De por sí ya andaba de vivaracho lengua suelta y sin atinar los dedos cuando tocaba la guitarra, no quería ponerme peor y convertirme en el típico malacopa que si bien lo fui y soy algunas veces, pretendo mantenerlo a raya.
El Dexter, como era evidente por su forma salvaje de beber, acabó muerto, vomitando y revolcándose en su vómito. El Malamen perdió sus discos, Lalo no dio mucho de qué hablar excepto por su atuendo setentero (Lalo y yo eramos los únicos disfrazados de los setentas) Así que, ya saben, cuando vean licor barato, con nombre de algo muy bueno, digno o que aparente supuesta supremacía; allá ustedes.

martes, 17 de junio de 2008

De rol, parte final

La que viene es bastante buena, y práctica. Es un hecho, un hecho general y créanlo que los que no puedan estar de acuerdo es porque sobre su paladar ha caído una peste y algo anda mal por ahí. El Bacardí Blanco es la peor bebida que puede existir. Es el patito feo de todos los licores conocidos por el Homo Sapiens, el que denigra el gran y pirata-caribeño nombre del Ron. El sabor, la cruda, la peda, todo, no hay punto favorable para el Bacardí. Se podría decir que el Sotol y el Tonayán son mejores bebidas, pero no se vale llegar a tanto, cada quien sabrá. Lo que sí, es que Rol, Espartaco Jones y Ana Marigú volverían a tomar Sotol y/o Tonayán, pero Bacardí Blanco... nunca hay que decir nunca. Mejor pongámoslo así, volver a tomar Bacardí Blanco, o cualquier clase de Bacardí, era el más bajo, deleznable y denigrante de los casos.
Desafortunadamente para él, pero afortunadamente para el transcurso de esta historia, había un chaval que no pensaba de la misma manera. Un chaval que defendió su “Bacalao”, así le llamaba al Bacardí. Sabemos que esa clase de sobrenombres son para verse “cool” o bueno, tal vez no era el sobrenombre en sí, pero la forma en que la decía, como si tuviera una papa en la boca, la forma en que se movía, lentamente, como contemplando cada momento, con una rostro de arrogancia absoluta... pooooor favoooooor, que alguien le dé una lección a este chaval.
Espartaco Jones cavó un hoyo, secuestró la botella de Bacardí y la depositó en el agujero. Ahora venía la cuestión de tapar el hoyo. Se le ocurrieron muchas cosas, muy asquerosas, pero no tenía ganas de nada de aquello, ganas biológicas, porque ganas de ganas, de las de querer, de esas sí tenía. Digamos que era su forma de representar que estaba poniendo al Bacardí en lo que él contemplaba su merecido lugar, en un hoyo junto con deshechos orgánicos del hombre.
Este tal “Bacalao” encontró a nuestros queridos viajeros del tiempo contemplando la botella de Bacardí en el agujero, seguían pensando con qué taparla, pero el Bacalao entró en su rescate y la sacó del hoyo. Entonces surge la gran discusión y enfrentamiento.
- ¿Y ustedes que toman? – preguntó el Bacalao.
- Disculpa, señor Bacalao, pero es que no te entendemos si hablas con una papa en la boca.
- No tengo ninguna papa en la boca, y ¿por qué me dicen Bacalao?, osea, qué inmaduros.
Las carcajadas de los viajeros del tiempo resonaron en el bungaló.
- Nosotros tomamos cerveza, señor Bacalao.
Válgame, como si se hubiera levantado un volcán para hacer erupción a los cuatro jinetes del Apocalipsis y los chavales mostraran su desprecio porque llegaban en caballos y no en Harley Davidsons.
- ¡Wacala! La cerveza sabe bien fea
- ¡Es bien amarga!
- No tiene buen sabor.
Bla, bla, bla, bla... Los viajeros del tiempo sentían que estaban en un circo, en la jaula de los changos cuando están todos alborotados porque están a punto de darles de comer. Prefirieron no seguir con la conversación puesto que los chavales aun no tenían paladar como para apreciar la frescura y sabor refrescante de la cerveza.
Y bien, ahí tuvieron al “Bacalao” Lo último que se recuerda de él es que dijo alguna leperada que iba más o menos así: “nosotros manejamos mejor cuando andamos pedos.” Las carcajadas de los viajeros del tiempo resonaron por toda la sierra. Los coyotes aullaron como respondiendo a las carcajadas.
Ese fue el “Bacalao” al que también se le pudo haber apodado el “Mamila”.
Llegó el momento de contar las nacoaventuras, urbanhistorias, borrachadas rocanroleras que habían vivido los viajeros del tiempo en su prepa y universidad. Y llegaron a contar la historia en que nuestro querido Rol se quedó dormido en plena plática y una chica se lo llevó a la cama para arroparlo, pero como se debe de suponer, lo sobrearropó pues cuando el padre de la susodicha llegó al siguiente día y vio semejante espectáculo: los dos dormidos, desnudos y abrazados; pegó un grito tremendo. A fortuna de Rol, Espartaco Jones también se había quedado en esa casa, y él no había dormido, así que pudo calmar la situación.
El andar de ese pasatiempo era que una persona contaba una historia, y luego otra persona contara otra historia y así sucesivamente, pero tenían que ser historias semejantes, de tragedias divertidas y graciosas. Uno de los chavales se aventó para contarse una de sus historias, pero a la mera hora se rajó, dijo que era “muy fuerte”, de contenido explícito “demasiado impactante” como para la sana conversación que se había llevado en toda la noche.
Espartaco Jones olió en el ambiente que esa movida se trataba de otra muestra más, digna de los chavales, de mostrarse interesantes y “cool”, por lo que él sentía, Espartaco Jones, que debía contrarrestar ese tipo de comportamiento tan pedante y petulante.
- Sí, de seguro la historia debe de hacerte quedar muy mal, engreído fanfarrón. Aquí no nos andamos con chiquilladas, si dices que vas a contar tu historia, la cuentas, o, si prefieres, nosotros la contamos por ti, tenemos una muy buena imaginación, ¿verdad Rol?
Rol tenía los brazos cruzados, mirando al chaval con una sonrisa malévola, algo así como infiriendo un: hubiera estado mejor que nos contaras la tuya, porque con la que contaremos de ti, vas a quedar muy, muy mal.
Y la historia comenzó siendo narrada por Espartaco Jones. Trataba de algo así como que el chaval iba caminando por la prepa y se le cayó un condón usado. ¿Pero qué clase de pendejo trae un condón usado en la bolsa? ¡Asqueroso! Y luego, para acabarla de fregar, se le cae en frente de todos... es patético. No, así no sucedió, se nos ocurre algo mejor.
Y volvió a comenzar Espártaco Jones a contar la historia: Iba éste güey caminando por la prepa y se le cayó una foto de la hija del director, en pelotas, con dedicatoria, autografiada y toda la cosa. Para infortunio del chaval, la chica más fea de toda la escuela se encontró la foto y pensó en extorsionar al chaval, puesto que esa chica, sabía que era la más fea de toda la escuela y que existían muy pocas posibilidades de que alguien se la quisiera follar, y ya tenía ganas de probarlo puesto que en la prepa era un tema muy concurrido. Y pues, extorsionó al pobre chaval y no le quedó remedio más que de follarse a la chica más fea de toda la escuela.
Pero la cosa no acaba ahí (ahora era Rol quien narraba), ya que una de las copias de la foto, por azares del destino, llegó a manos del coach de futbol americano. Gay, por supuesto que se encantaba viendo a su equipo de hombres varoniles correr en mallitas y dándose de nalgadas a cada rato. Así que también se aprovechó del pobre chaval y lo extorsionó de la misma forma, haciéndolo pasar por todo el equipo de futbol americano. Ahí acaba la historia.
Pero el chaval presumido y fanfarrón que había quedado en completo ridículo se dignó a hablar en su defensa.
- No, claro que no, la historia verdadera es la primera que contaron, la del condón.
Lo que el chaval logró fue que se rieran más de él y acabó con un nombre, el “Condón usado”.
Ahí tienen al “Condón usado”.
La que sigue no es muy interesante, o divertida. Los chavales habían quedado fuera del bungaló dejando el interior sólo para los viajeros del tiempo. Algo habría pasado, alguna de esas tantas y tontas broncas juveniles por cuestiones amorosas llevó al siguiente chaval a ganarse un nombre en las filas del cuento.
Llegó muy enojado, y como todo joven a esa edad, bueno, no todos, pero una gran mayoría, quería mostrar su hombría mediante la fuerza que tenía cuando sufría un coraje. Así que llegó y dio un puñetazo en la pared. Rol se quedó callado, Ana Marigú callada también, y Espartaco Jones pensaba en cómo decirlo de la mejor manera posible. Suave y sin ofender.
- No seas pendejo. – dijo sin inmutarse
Rol miró la pared y divisó una ruptura. No era bueno decirle pendejo a un chavo borracho fuera de sus cabales y muy enojado con la vida, y menos aún si ese chavo borracho fuera de sus cabales y muy enojado con la vida podía causar rupturas en una pared con un solo golpe. En verdad, Rol temió por la integridad de su cuatazo Espartaco Jones.
- Todo lo que vas a ganar es romperte los nudillos y no vas a arreglar nada, así que no seas pendejo. Te lo digo porque lo sé, y lo sé porque lo he hecho, y lo hice por... – guardó silencio para que alguien acabara la frase por él.
- Por pendejo. – cerró Ana Marigú.
- Así es, querida, por pendejo. Y no es que estemos aquí para cuidarlos, pero sí podemos darles consejos, como por ejemplo no tomar Bacardí porque es la peor de las porquerías en cuando a licores se refiere, así que, “Rudo”, no seas pendejo.
¡Sácatelas babuchas!, pensó Rol. Esto no puede acabar bien. No es que temiera por su cuatazo Espartaco Jones, pero la verdad era que sí, con uno de esos golpes rompe paredes del “Rudo” Espartaco Jones iría directito a la lona. Pero habrá sido por lo que haya sido, no ocurrió nada. El Rudo entró muy enojado al bungaló y salió con un nombre.
Eso fue.
Estamos llegando al final. Ya merece contar la del chavo más buena onda de todos. El “Jipie de los chors” Ese güey parecía no querer aparentar nada, o bueno, al menos no aparentaba tanta gallardía como el resto de sus compañeros, parecía que el “Jippie de los chors” se divertía auténticamente. Rol, incluso, llegó a decir que el único de ahí que tenía un gran futuro era el “Jipie de los chors”. Al Bacalao no le gustó que engrandecieran al “Jipie de los chors” y no a él, ya que él también tenía “chors” a lo que Espartaco Jones le aclaró.
- A ti te faltan tanates. O los tienes atorados en la garganta y no era la papa lo que te hacía hablar así.

El “Dr. Silencio”. Es muy sencillo. Ese güey no dijo casi nada en toda la noche, no fuma, no toma, quiere ser doctor y estuvo al lado de su vieja que estaba dormida desde que llegaron Espartaco Jones y Ana Marigú. Y bueno, podemos añadirle a este nombramiento que la “Mujer Dormida” era su novia, recostada en su regazo.
No desesperen que falta poco.
El último personaje a nombrar es el “...” No son tres puntos como en el basketball, son puntos suspensivos. No se nos vayan a confundir. Y son puntos suspensivos porque este chaval participó en la conversación, pero ninguno de los viajeros del tiempo pudo ponerle nombre, así que lo llamaron “...”.
Es triste saber que el final llega a una historia tan disparatada y divertida como esta, pero tuvo que suceder. Espartaco Jones ya tenía sueño y frío. Se hubiera puesto su suéter, pero se lo había dado, caballerosamente, a Ana Marigú, porque ella no llevaba y tenía frío. Ana Marigú también tenía mucho sueño y optaba por irse a dormir, pero Rol no quería irse y dejar a su hermana cuidando a los chavales más jóvenes. En fin, los viajeros del tiempo comenzaron a recoger para que la gente del parque no se diera cuenta del desmadre que habían hecho los chavos en el bungaló, al que claro, estaba prohibido entrar por las noches.
Así que los viajeros del tiempo recogían el tiradero que los chavales hicieron. Entre ese tiradero había una ventana rota. Rol se había acercado para levantar y barrer los peligrosos vidrios que habían quedado regados en el suelo, pero tan pronto tomó el marco de la ventana, su hermana se acercó corriendo y gritándole como una verdadera “GESTAPO” que lo dejara ahí. Las razones de la hermana no eran agresivas, el método fue agresivo, pero ella no quería que su hermano manejara vidrios rotos mientras andaba borracho, se podía cortar. No hubo problema ya que Espartaco Jones y Ana Marigú no habían tomado nada, así que ellos barrieron y supervisaron a Rol de que no se cortara.
Pero la cosa no podía quedar así, faltaba un recogedor. Espartaco Jones y Ana Marigú salierona buscar algo que sirviera de recogedor y Rol se quedó ahí. Se le ocurrió una grandiosa idea, al menos para él, o bueno, pongámoslo así: en ese momento parecía una buena idea. Práctica y rápida.

Rolando Mora del Campo estaba tirado en el suelo, retorciéndose como animal de matadero. Le sangraba la boca. Tosía y escupía sangre cada vez que lo hacía. El muy imbécil pensó en comerse los vidrios, así nadie nunca los encontraría. Espartaco Jones lloraba y lloraba, un absoluto caos se había apoderado de él. Corría frenéticamente con lágrimas en los ojos, los puños cerrados y la mandíbula trabada por tanto apretar. Ana Marigú estaba repostaba a un lado del cuerpo inamovible de Rol. El muy imbécil se había desgarrado el estómago.
Entonces una grandiosa idea iluminó a Ana Marigú.
- Los columpios, - convino – ¡podemos volver en el tiempo y salvar a Rol!
La acongojada pareja se trepó a los columpios y comenzaron a mecerse con todas sus fuerzas. ¡Fum!, ¡fum!, ¡fum! y ¡zaz! Regresaron para prevenir a Rol de no comerse los vidrios. Estaban tan felices de volver a verlo que olvidaron por completo su misión, menudos idiotas. En cambio salieron y rindieron cuenta a los dioses risueños.
Todos estaban demacrados, adormilados y cansados de tanto llorar. Se encontraban en la sala de espera del hospital del pueblo. Esperaban escuchar noticias de cómo había salido la operación. Estar esperando durante tanto tiempo una noticia de vida o muerte era una tortura que pocos eran capaces de resistir. Ese tipo de situaciones hace que las personas reaccionen y actúen de formas incalculables.
Se escuchó la puerta. Salió el doctor. Caminaba hacia ellos. Se le veía cansado. Se quitó los guantes. Se enjugó la frente impregnada de sudor. Se detuvo en un lugar donde todos pudieran verle. Los pequeños ojos que asomaban entre tanta ojera suplicaban una buena noticia.

- Se salvará.
Ni el cansancio más atroz pudo impedir que todos brincaran de alegría, se abrazaran y besaran. Gritaron llenos de júbilo. Hasta el doctor recibió sus buenos abrazos y besos. Cuando lo dejaron en paz, pudo dar una explicación.
- Al parecer no se desgarró por completo porque tiene, en su sistema, una especie de aceite que se da en ciertas hierbas. Este aceite es pegajoso y espeso, lo que sirvió como protección para que no se desgarrara sus órganos.

viernes, 13 de junio de 2008

De Rol, primera parte

Rol es el típico hermano mayor de la chica cuyos amigos comienzan las andadas de sexo, alcohol y rocanrol, bueno, tal vez no tienen nada de rocanrol, pero tienen su distinguido desmadre. No digo que el rocanrol es puro sexo, alcohol y desmadre, aunque bueno... la verdad la palabra mayor es música y lo que resta es interpretación de cada persona. Rol es un arquetipo social para los chavos, es un símbolo. Aunque ellos no lo quieran demostrar o aceptar en caso de que se les preguntara, ya que están muy ocupados haciéndose pasar por gente muy “cool” y por su patético pero natural afán por querer parecer gente mayor en edad (creo que todos lo hemos hecho, en especial cuando andamos borrachos).
Rol es el hermano mayor que vive solo, aun estudiando, toca la guitarra, no entiende ni madres de mecánica general pero tiene mucha plática y te podría decir el derecho y el revés de la construcción de una guitarra eléctrica, toca en una banda, ah, y por no decir más, para cuando los chavos llegaron de Saltillo a la cabaña, a eso del mediodía, Rol ya estaba bien, pero bien ebrio. Para cerrar este círculo de descripción, y cierra con broche de oro (por importancia, no elegancia literaria) Rol era el “rockstar” (nótese el uso de cursiva y comillas).
Como era de esperarse, cuando a Rol se le acabaron las cervezas, fue a acoplarse con los amigos de su hermana pequeña, Lara. A ver qué pescaba, el canijo. Se acopló y acompañó en su cotorreo. No se sabe a ciencia cierta si era en efecto el afán de los chavos de querer comportarse como adultos mayores y maduros, o si Rol es, en extremo inmaduro, lo que hacía que él se viera como si fuera el más vivaracho, como un pequeño niño en misa, en el cine o en un parque.
Ah, perdón, casi olvido su nombre: Rolando Mora del Campo. Alias Rol.

Cuando los amigos de Rol llegaron a la cabaña, éste último estaba impaciente por demostrarle a su cuatazo de pantalones bien puestos, Espartaco Jones, el nuevo descubrimiento que había hecho. Espartaco Jones, acompañado como casi siempre por su novia Ana Marigú.
Rol los llevó y sentó en los columpios.
- Ahora observen y hagan exactamente lo que yo hago. – dijo.
Comenzaron los tres a columpiarse con gran fuerza. Los tornillos comenzaban a zafarse, los soportes temblaban y amenazaban con ceder, las cadenas a cada cling cling pedían a gritos un alto. ¡Fum, fum, fum!
- ¡Recuerden al Delorian!
Y Zaz... justo cuando venían cayendo de dar su vuelta de trescientos sesenta grados en el columpio... desaparecieron, dejando una estela de polvo que levantaron del suelo, con sus pies, algo así como lo que hacía el Delorian en “Volver al Futuro”.

- ¿Qué pasa? – preguntó Espartaco Jones - ¿Dónde estamos?
- ¿Qué es este lugar al que nos has traído, Rol?
- No sé cómo explicarlo. Son como paredes, paredes del tiempo.
- ¿Así que al dar ese giro de trescientos sesenta grados en el columpio, alteramos las líneas del tiempo?
- Algo así, sí.
- Haberlo dicho antes, ahora se entiende.
- Y ¿qué vamos a hacer aquí? – preguntó Ana Marigú
- Observar a los amigos de mi carnala, desde aquí podemos verlos sin que ellos nos vean a nosotros.
- ¿Y por qué no queremos que nos vean?
- Ah, pues no sé. Se me hizo fácil. Si quieren, podemos regresar.
- Regresemos.

Y los viajeros del tiempo volvieron al presente, al mundo que todos conocemos. Antes que nada, pasaron a echarle un vistazo a los chavales. Sí, tal como pensaban, Ahí estaba el “Rudo”, el “Jippie de los Chors”, el “Bacalao”, el “ Dr. Silencio”, la “Mujer Dormida”, el “...”, el “Condón Usado”, el “Viejito” y, como era de suponerse, la “Novia” (de Rol). Lo más divertido de la noche fue el nombramiento de cada uno.
Antes de comenzar el nombramiento en cada uno de los chavales que merecieron nombre en esta historia, hay que decir ciertas cosas en cuanto a los viajeros del tiempo. Espartaco Jones, es un tipo que carga con la frustración de todos los días para despacharla los fines de semana libres, mira al mundo con frustración e incompetencia, le aborrece y asquea la mayoría de la gente, no es que se sienta superior, pero cree que todos podemos ser infinitamente mejores, por eso tiene el estereotipo del anciano gruñón que de todo se queja.
Ana Marigú es casi, casi la contraparte de Espartaco Jones, algo así como su némesis. Lo que a uno le frustra, a la otra la divierte, cuando uno gruñe, la otra ríe; cuando uno calla y obedece pensando en el “mal necesario” la otra sale y busca diversión y entretenimiento. Ana tenía una facultad muy interesante, ella misma no se daba cuenta de ello pero los demás lo notaban. Cada que rendía cuenta a los dioses risueños, lograba un cierto grado de desaparición. ¡Así es! Increíble, pero cierto. De una solidez bárbara que poseía, ella se tornaba transparentosa, casi no hablaba y no hacía, lo que la hacía desaparecer aun más.

Hay que empezar, imprescindiblemente con la “Novia”. Fue la primera presentación, aunque no es una gran historia. Rol y la “Novia” estaban afuera del Bungaló donde se llevaba gran parte de la acción ya que hacía frío afuera y no se veía ni un carajo a esas alturas de la noche. No hace falta preguntar qué estaba haciendo Rol, con su disfraz de RockStar, ligándose a la chica menor de edad y llenando su inexperto cerebro de palabras tan enamoradoras que la Novia no pudo contener tal avance.
Bueno, esa fue una.
Mientras Rol, Espartaco Jones y Ana Marigú salieron a contemplar las estrellas y volver a rendir cuenta con ciertos dioses risueños, un acontecimiento interrumpió la paz que ellos habían salido a buscar. Un coche iba llegando, con cierta aceleración, no es sorpresa de nadie el hecho de que los menores de edad que ya manejan y toman, manejan muy atrabancados cuando toman. Será porque comienzan a sentir esa invencibilidad característica de una borrachera o porque en verdad son invencibles... les dejamos elegir a ustedes, lectores. Pero el hecho es que llegaron derrapando y muy acelerados, levantando tierra por todos lados y haciendo que Ana Marigú temiera por la integridad de su camioneta aparcada, ya que los chavales, en su completa estupidez podían pegarle.
Lara escuchó el escándalo del coche al llegar y derrapar, las carcajadas y demás. Salió como bestia, exigiendo las llaves a gritos y mentando madres por doquier. Al parecer, ella era la encargada de cuidar a los chavales. Ahora, lo desconocido es lo que empujó al chaval que venía manejando a contar lo sucedido. Tal vez era una excusa, tal vez quería hacerse el interesante, o tal vez en verdad sucedió.

- ¡Se me apareció un viejito en medio de la carretera!
No le bastó con eso sino que quiso inculcarles miedo a los ahí presentes, tal vez de buena gana, para que comenzaran a contar historias de terror y asustarse y demás, es divertido, pero no le funcionó.
Rol la agarró contra el chaval y comenzó a contar la historia del viejito que se aparecía por esa zona de cabañas. Sólo aparecía cuando ya todos se habían acostado y cuando reinaba un silencio sepulcral. Por lo general, ese silencio se sentía más profundo y abismal ya que momentos antes de su existencia todo era desmadre desbaratado. Carcajadas, eructos, gritos, intentos de cantar, intentos de tocar guitarra, idas al baño, comedera, cagadera, fogata en ocasiones y el pisto nunca faltaba. En fin, uno podía saber cuándo llegaba el viejito porque se escuchaban los bastonazos que utilizaba para apoyarse, mismo bastón que utilizaba para sodomizar a su víctima. Antes de cumplir con su acometido, el viejito se le aparecía a su víctima, en medio de la carretera, para darle oportunidad de chocar y morir, para entonces no sentir nada al ser sodomizado, pero al parecer, este cuate, bautizado en ese instante como el “Viejito” no murió en el choque, por lo que sufriría el ataque del aparecido.
Mientras la historia acabó ahí, y el “Viejito” se arrepentía de haber comenzado con eso de las historias de aparecidos, aunque lo negaría si le preguntaran, incluso podría decir que en verdad se le apareció. El caso es que mientras pasaba la noche, Rol recordaba al “Viejito” lo que iba a sufrir una vez terminado el cotorreo de los vivos y despiertos.

jueves, 12 de junio de 2008

No rockero

Este es el anuncio oficial, ya no se puede esconder, aunque tal vez esta verdad se conozca por todo mundo y el único que se negaba a aceptarla o a verla era yo. Francamente, NO me daba cuenta, no era que no aceptara. Hibiera convocado a una rueda de prensa, pero creo que no soy tan importante para los medios de comunicación ni para muchas personas, así que la rueda de prensa fracasaría. Lo hago oficial por este medio aunque no sé cuanta audiencia tenemos. Total, sin rodeos, dejémonos de chiquilladas y enfrentemos la realidad brutal. Ahí les va... chan chan chaaaaaan. No soy rockero.
Ahí estuvo. Lo hice. Lo admito. No soy rockero. No es algo de lo que me avergüence, también puedo decir que soy un metalero frustrado y un patinetero fracasado. No recuerdo a qué edad específicamente pero ahí por la secundaria quise darle a la patineta, hasta me compré una, pero no, no era lo mío. Y no tanto por el miedo a los trancazos, o a la paciencia de aprender, simplemente decidí que no era lo mío. Hoy por hoy me atrevo a decir que qué bueno que lo dejé, ya que de haberme hecho bueno en eso, ahora sí le tengo miedo a esos trancazos.
El metalero frustrado surgió en la prepa. Yo cursé preparatoria en una institución donde van jóvenes que son o se creen, élite. La gran cremada de la taquería saltillense. La salsita delux. Pues bien, si antes de entrar a la prepa ya me gustaba el metal, ahí acabé por adorarlo. En parte, tengo que admitir, me hice más metalero sólo por ser contreras, por parecer distinto a todo lo que me rodeaba que me disgustaba sobremanera. Pero como mencioné antes, no me hice metalero nomás para llevar la contra, ya me gustaba. En la prepa simplemente reafirmé mi devoción... corrijo. Gusto, más que devoción.
Fue tanto ese gusto, que iba coincidiendo con mi preparación y crecimiento musical. Yo no quería quedarme en el tramo del “fan”, yo quería tocarlo, quería subirme a los escenarios y tocar, cantar e infundir la energía que yo sentía cuando iba a los conciertos. Bien, tristemente, pero francamente, porque a menudo la realidad puede ser muy triste cuando se torna franca y encara a los sueños, no pude tocar metal. En la guitarra era muy rápido y en la cantada muy agudo, ni una ni otra. Aparte, siempre hubo algo en mi que iba por otro lado, no precisamente el metal.
Entonces aparecen aquellos que si bien ya habían entrado en escena, se fueron a la esquina, sin dejar de hacer ruido, esperando a que yo los mirase de nuevo. Joaquín Sabina, Rockdrigo González y El Tri (que fue de los meros pioneros) volvieron a tomar su lugar en el cuadro y se quedaron como mis más fuertes raíces en cuanto a la composición.
Ahora... no digo que ellos no sean rocanroleros, pero tampoco son el mero prototipo de rock que existe. No me pregunten cuál es el mero prototipo de rock, porque no estoy muy seguro de eso, pero creo que mis tres influencias más grandes no lo son, en todo caso, el Tri es el que más se acerca.
Mi novia, siempre que se enojaba conmigo, me llamaba pouser, que yo era puro pedo y que no era “rocker” bla bla bla, ya saben como son las mujeres cuando se enojan, ponen a secar todos los trapitos al sol que tengan a su disposición, y si no tienen, se los inventan, me cae; y pues, tenía razón en algo, yo no era el “rocker” que ella veía. Algo así como cuates bien “cool” que van a raves y escuchan electrónica y psyco, otros del estilo de Jim Morisson, Gustavo Cerati, y pues no, yo no era como ellos, ni me parecía, ni me parezco y espero no hacerlo. Esa no es mi onda, la verdad. Pero sabemos que el rock no es sólo eso, por eso no me enojaba mucho cuando mi querida Valquiria me llamaba “pouser” o “trovador”.
Pasadas esas broncas sin sentido, ahí nos tienen, componiendo una canción. Ella puso la letra y quería que yo la musicalizara. Acepté a pesar de que es algo muy personal mío, pero no soy de los que apoyan las composiciones en conjunto. Pero ahí me tienen, musicalizando su canción. Por más melodías que le ponía y acordes y ritmos, a ella no le gustaba, decía que eso no era rock y la quería más rockera (la canción). Como no pudo explicarme qué era el rock, me puso un ejemplo para que yo me diera una idea y sacara algo semejante. La muy condenada puso la canción de “Shine on you crazy diamond”.
A las primeras tres notas yo me negué rotundamente. No puedo, le dije, componer algo como eso, esas son verdaderas obras de arte, genialidades musicales. Y así quedó. Lo fui pensando camino a mi casa y llegué al punto de que no era tanto que no pudiera tocar algo Pinkfloydezco, sino que no se me da componer así. No porque no pueda, simplemente no es lo mío. Me di una vuelta por mis rolas, y con una simple ojeada se puede notar que yo estoy lejos de ser un rockero.
Bohemio, me dijo mi madre. Yo siempre he dicho que tú eres bohemio. Va más con tu forma de ser. Extrañamente, no me disgustó el ser llamado bohemio, aunque no puedo decir que lo sea. Ahora no puedo decir bien a bien a qué género pertenezco puesto que los géneros de música han sido tan violados y tienen tantas, pero tantas ramas, que ya ni sé qué tranza. Pero puedo decirles esto: estoy entre que bohemio (como dice mi madre) guapachoso, urbano y algo de blues.
Aja baraja. Sí, lo sé, es confuso. Por eso, para empezar, hay que definir qué es el rock. Pero eso va para después, no será fácil dar con el clavo, si es que existe.

martes, 10 de junio de 2008

En cuanto a la tomadera de fotos y sacadera de videos “caseros” en un concierto.

Lo detesto, tanto hacerlo yo como el que gente vaya a hacerlo. Nota, voy a subrayar la palabra casero. Son varios los puntos por los que detesto la tomadera de fotos y video CASEROS en un concierto de rock.
Uno: no salen bien. Tienen mala calidad, no se oyen ni se ven bien.
Dos: se pierde algo a lo que denominaré “efecto de concierto”. Uno va al concierto no sólo a escuchar, sino a sentir la música. A sentir la energía de tanta gente que se conecta a semejantes canales al entrar en contacto vivo y directo con los músicos. Al tener uno que cuidar su aparato te sales de esa conexión. No te pierdes, pero si te sales un poco, que en lo que levantas la mano, la dejas arriba, enfocas y la tomas en el momento preciso... Como que no.
Tres: es el punto más débil, pero más fuerte al mismo tiempo. Es el punto que recae en los sentimientos y verán, siento una tremenda tristeza al ver que ya no hay encendedores moviéndose a la par de las baladas tranquilonas. Se perdió la flama, ya no hay luz de verdad, ya no hay fuego. Ahora está esa asquerosa luz proveniente de los celulares, una luz azul futurística. No sé ustedes, pero a mi me encantaba ver los encendedores tiritando, a ritmo de las baladas tranquilas... ya casi no hay, ahora tienen esos $%&$#%& aparatejos con luz que me da mucha tristeza, irónicamente es azulada. Como mencioné antes, este punto es algo muy mío.

Ahora, tampoco digo que no se vale ir a conciertos y tomar fotos y video, ¡claro que se vale! Apoyo y he formado parte de un rockumental. Es bastante frustrante hacer uno, la verdad, por lo mismo de que no puedes disfrutar del concierto ya que debes de andar pendiente de la cámara y de algún suceso que valga la pena grabar o tomar a cuadro. Pero pues es divertido. Ahora, en el caso de que alguien esté haciendo algún proyecto para el que necesite de ese tipo de grabaciones o fotos, si vas de reportero, pues claro que se debe de tomar fotos y video, la diferencia es el equipo que se cuenta cuando la “chamba” manda que se tome fotos y video. Es un buen equipo (generalmente) y se va específicamente a hacer eso. Uno no va a divertirse como fan, vas a trabajar. Igual y te diviertes trabajando, pero vas a trabajar, a darte la vuelta por todos lados buscando buenas fotos, tomas, ángulos, hechos, bla bla bla. A los fotógrafos se les deja pasar con gafete porque se sabe que el fotógrafo no se va a aprovechar de su posición y va a colarse a lugares donde no debe... aunque bueno, hay reporteros que sí, de eso se trata la chamba.
A lo que voy es a que hay momentos y lugares para todos. Así como no van a invitar a una rata a pasar a comer a la mesa de su casa, considero que un fan, que va al concierto como fan, no debería tomar fotos y video. Yo sé, es muy su bronca. Yo solo recomiendo que es mejor ir y disfrutar mediante una entrega completa a la música y al espectáculo, como un primitivo salvaje que se mueve a ritmo de la música. También deseo que reaparezca la cultura de los encendedores.

lunes, 9 de junio de 2008

Andrés Calamaro

Bueno banda, esta es la primera de mis colaboraciones en Diente de Marrano, ya veremos que pasa con este rollo, por lo pronto pues se tendrán que aguantar mis pendejadas.

Sin más prolegómenos, esta primera entrada es dedicada a uno de mis músicos más favoritos de todo el ancho mundo, el buen Andrés Calamaro. La primera vez que lo escuché fue con Los Rodríguez, la rola, Sin Documentos. Si no la han escuchado, es imperativo que la bajen ¡ahora! La escuché en ese entonces cuando MTV todavía era chido y en realidad podías escuchar música buena y alternativa. Cuando MTV era parte de un movimiento contracultural o contravencional que nos liberaba un poco de las rolas populares y casi siempre sin sentido que escuchamos todo el tiempo en la mayor parte de los medios. Teníamos programas como Headbangers y Conexión, y los locutores pateaban traseros de sobremanera, Ruth, Alejandro y Arturo. Veíamos Beavis and Butthead, Eon Flux y The Max y luego los cotorreabas con los compas. Pero bueno, para terminar con el asunto de MTV debo decir que me tocó ver como un excelente canal de música pasó a ser uno más de entre la bola de canales insulsos y sosos que hay, y que ver esto fue realmente terrible, nefasto y desagradable. Fue como cuando en el Mago de Oz le echan agua a la malvada bruja del oeste, solo que en lugar de que se derritiera rápidamente, MTV tardó como dos o tres años en finalmente derretirse solo para reaparecer en una forma todavía más repulsiva. Al final se vendieron, se fueron por la lana y no por la banda. Se metieron en los rollos de los reality chous y programas cada día más tontos. La verdad es que ya no veo MTV por varias razones, primero, la música que pasan no me gusta, el pop, el rap, los grupos de niños buenos que quieren verse malos la verdad no me atraen mucho… eso de romper cositas para aparentar algo es definitivamente cuestionable. Para acabarla de joder, se supone que MTV son siglas que significan Music Television, la verdad es que las pocas veces que he tratado de escuchar algo no encuentro más que programas que no tienen que ver con música ya sean viejas esculcando los cajones de un güey desconocido y viceversa, ó un programa tonto sobre moda o algo. Se fueron por la lana y no por la banda. Es triste en realidad; ó ¿será que se fueron por la banda y por la lana? Y dentro de 10 años alguien escriba sobre lo chido que era el MTV de hoy… la verdad espero que no. Pero ya el tiempo dirá.

Pero bueno… Calamaro jijijijijijiji La rola fue Sin Documentos, ¡que canción carajo! Creo que es una buena canción para definir a Calamaro, esta rola, es una fusión de un ritmo flamencoso con rock, eso es Calamaro. No me refiero nada más al flamenco, Calamaro es fusión, y eso me gusta de sus rolas. El vato se ha esmerado por tomar distintos ritmos y géneros musicales y adaptarlos a su forma de ver el mundo y escuchar la música, sacando diferentes elementos de ésta pluralidad musical y utilizándolos para crear canciones que rayan en la genialidad. Sin embargo, este solo es un elemento del que se vale, otro factor importante cuando uno escucha a este cabrón son sus letras, vaya que si son buenas, si Joaquín Sabina es el francotirador de palabras, Calamaro es como alguna especie de relojero loco con una precisión que asusta, pues tiene las palabras más puntuales para cualquier tipo de tiempo y contratiempo.

Canciones como: Paloma, Para no olvidar (aunque sea de los Rodríguez), Me estás atrapando otra vez, Tu parte de adelante, y un chingo de otras rolas, además de confirmar mi punto, han sido fieles compañeras de batallas perdidas y ganadas, de situaciones terriblemente normales y perfectamente anormales.

En fin… patea traseros, pero eso ya es cuestión de percepción, lo único que me resta decirles es que si no lo han escuchado pues escúchenlo; si lo han escuchado y dicen: mmmmmmm naaaaaa… pónganle más atención, se distingue por hacer rolas que hay que escuchar y no solo oír, por que a diferencia de muchos músicos este vato si tiene algo que decirnos y que además vale la pena. Al final, ya es cosa de cada quien si lo escuchamos o no.

Diviértansen, cotorreamos de rato.

Café Tacuba en Rockoahuila fest

Busco la frase para empezar a escribir éste artículo noti-jocoso. Ya sé que lo arruiné con esto primero, pero la frase que llega a mi cabeza es “patean traseros”. No me gustaba el grupo antes del concierto, lo admito. Los respetaba porque tienen bunas rolas, buena creatividad y porque ps son buenos, pero no me gusta la faramalla, principalmente del vocalista. Fui al concierto, puuuuuf, menuda explosión de energía. Y sí, el vocalista hacía lo que yo pensaba era pura faramalla, pero ahora caigo en cuenta de que francamente es un pachuco chaparro naco y auténtico y que lo que hace es lo que hace, sin faramallas, algo así como el Diente de Marrano quiere lograr.
No estoy seguro de cómo caí en cuenta de eso, pero como que me proyecté y me identifiqué con ese cuate (el vocalista), jaja, sí, me da risa, y sí, creo que hay gente por ahí que me considera un mamón fantoche que se la pasa haciendo ridículos en los conciertos con sus pasos de baile de la lluvia y otros más que si bien son ridículos, pero yo lo hago auténticamente porque me nace y porque me divierte.
Eso es lo que se hace cuando uno va al concierto, echar desmadre y dejar toda máscara de postura social atrás, o bueno, así lo veo yo. Recuerdo un libro que nos pusieron a leer en alguna de esas estúpidas clases de relleno que tratan acerca de cómo debe comportarse uno y que los manejos de voz, el lenguaje no corporal y otras cosas de esas. La clase podría llegar a ser interesante, pero el manejo que le dan apesta. En fin, en el libro que nos pusieron a leer había una parte que decía más o menos algo así como que un cuate fue a un concierto de los Rolling Stones y se encontró a una chica que conocía, que parecía ser buena chica, educada, de buenos modales, bla, bla, bla... y que la chica esta andaba vuelta un desmadre, grite y grite como si estuviera poseída... uy, qué miedo. Yo pregunto ¡¿y cómo carajos va uno a comportarse en un concierto de sus satánicas majestades, los Rolling Stones?! Chinga, el resto lo dejo a lo obvio.
Musicalmente hablando, le mando un aplauso al tecladista que considero es el “cerebrito” de la banda, y me impresionó cómo toca la chuncha esa a la que le soplas mientras estás brincando, ta cañón, inténtelo a ver si pueden. Se prendieron por un muy buen rato, y prendieron a la banda saltillense (una banda difícil de prender) por un buen rato, también. Yo me la pasé de lujo, la verdad, sintiendo la música, bailando en el corto espacio que me tocaba, mirando alrededor el folclore de la gente que va a semejantes eventos. Desde viejitos pachuchos bien locos y borrachos, chavos y chavas banda, incluso había fresas, me cae. Hay música que no tiene fronteras, la de Café Tacuba está entre esas.

Los momentos a resaltar del evento.
- Antes de llegar, Lalo, Alexandra y yo estábamos inmersos en cierta clase de “fobia paranoica” hacia lo que nos rodeaba. Yo era el que manejaba la camioneta y francamente estaba manejando muy mal, sentía que todos los coches me querían comer, ya ni siquiera chocar, ¡comer! ...y luego todos los polis que andaban en el concierto... puts, andábamos pero si paniqueados. Al principio sólo eramos Lalo y yo, porque la verdad eso de la manejada no es lo nuestro, y pues, como que se lo contagiamos a Alexandra. Incluso, la muy miedosa no quiso que pasara por la única calle por donde se entraba al evento. En dicha calle había unas patrullas y un poli que se acercaba a los coches y algo les decía a la banda. Tuvimos que pasarnos de largo para calmarnos, entrar en nuestros cabales y tomar riendas de nuestras emociones. Lalo, cabe resaltar, se hizo el dormido cuando pasamos frente a los policías, que sólo nos querían decir que la salida era por el lado contrario a por donde entramos al Parque Maravillas. En fin...
- La competencia de popularidad entre Alexandra y yo. No sé ni por qué se me ocurrió competir con ella en popularidad, digo, ella debe tener conocidos hasta por debajo de las axilas y yo soy bien antisocial. Dimos una vuelta por la fila y contamos a las personas que conocíamos. Ella ganó, por supuesto.
- Un chavo aventó cerveza y nos mojó a algunos. Alexandra, cual salvaje Valquiria que a veces es, sin medir las consecuencias de sus actos, tomó una lata de cerveza y le aventó cerveza al güey, claro que el cuate este no la vio. No sé por qué lo hizo (él), igual y fue venganza, pero el cuate aventó la cerveza para atrás, no arriba, sino atrás. Tal vez pensó que la persona que tenía atrás fue quien le aventó la cerveza... quien sabe. El caso es que el cuate este mojó de lleno a la chava que tenía detrás, le bañó toda la cara. Pobre gortida, se le aurrinó todo el maquillaje. La amiga de la gordita entró en acción y le dio un tremendo empujón al güey que casi lo tumba del asiento donde estaba parado (casi todos estaban parados en asientos para ver). Se armó toda un zafarrancho a causa de que la Valquiria aventó la cerveza al güey que la había aventado para arriba, total que después de la escaramuza los de seguridad sacaron al cuate este. Moraleja: no avientes cerveza, no seas bruto y tómatela.
- Las luces estuvieron muy buenas, ambientadoras e inspiradoras.
- Hubo una rola, creo que la de la “Chica Banda” en la que invitaron a pasar al escenario a tantas chicas como pudieran ir, y el escenario se llenó de chicas bailando. Hubo una, bien posesiva, que no soltaba al vocalista, y luego se adueñó del micrófono, la muy artista. Se llevó unos buenos aplausos y supongo que unos buenos agasajos que le puso a los músicos.
Bueno, fueron esos. Cabe resaltar que describir la energía y toda la onda del sentimiento más afín a la música es muy difícil e incluso podría llegar a ser aburrido si lo escribiera, así que nomás me queda decirles que, qué mala onda quien se lo perdió. ¡¡¡Conciertazo!!!

viernes, 6 de junio de 2008

Boletos para Café Tacuba/Misión Radio Gente

Es de saberse, que el mexicano tiene una característica muy ejemplar. La verdad no sé si en el resto del mundo se practique, pero aquí sí. Somos, muy a pesar de que no deberíamos, tendientes a dejar todo para última hora. Ayer, mi querido Malamen, alias Daniel Canepa, fue a comprar su boleto para el concierto de Café Tacuba. Hace un buen rato que salieron a la venta los boletos, y el concierto es mañana, sábado siete de junio. Como buen mexicano, desgraciadamente, dejó las cosas para último momento. No era que no supiera, yo le estuve diciendo, yo le presumí mi boleto. Pero bueno.
Total que ayer, antes del ensayo, en el cual, por cierto, llegó tarde el cabrón, nos dijo que lo acompañáramos a comprar su boleto. Fue buena la idea porque Lalo y yo nos habíamos tomado unas chelas y éstábamos entrando en un trance de hueva inmensa, así que la sacada a pasear nos alivianó. Llegamos al Teatro de la Ciudad, compramos los boletos y luego le dimos para Radio Gente, donde supuestamente estaban regalando boletos porque no se estaban vendiendo bien.
Entramos a Radio Gente y nos vinieron con un rollototote de tantas cuantas posibilidades para ganar boletos. Que si el locutor decía esto, que si decía aquello. Lo que querían decirnos era: escuchen los programas y pónganse al tiro cuando el locutor pida llamadas o diga que vengan a la estación. Nosotros no podemos darles boletos así como así.
Tan fácil que nos hubieran dicho que no nos los iban a dar para salirnos. Me fastidia sobremanera que nos quieran ver las caras de "vamos a aplicarles una de nuestras técnicas de publicidad" ¡Por favor! Esa basura no aplica con nosotros. No es que deteste los programas de la estación de radio, pero la verdad es que no me gustan y no es como para que diga: ya son las ocho, vamos a escuchar el programa. La verdad es que no tenemos cultura para eso, y menos cuando hay que ensayar, o hacer tantas otras actividades, tales como pendejear y cotorrear de la existencia o no existencia de las drogas en un mundo habido o necesitado de ellas (tal conversación, nunca llegó a nada).
Regresamos al Intrépido y Veloz Ka y comentamos lo desagradable que había sido el episodio en la estación, y la falta de glamour en el ambiente de trabajo.

Por otro lado, en un universo paralelo, nuestros queridos Clemente, Gaspar y Rigoberto llegaron también a Radio Gente, también a pedir sus boletos gratis, y también, como a nosotros, les dijeron pura basura. Puesto que Clemente, Gaspar y Rigoberto viven en un mundo enmascarado por el anonimato de la ficción, no se limitaron a platicar de lo chido que hubiera estado regresar y reclamarles que no tenían por qué decirles tanta basura, que con un simple: no les vamos a dar boletos bastaba. Digo, suficiente tienen con toda la inyección de publicidad que hay por todos lados. ¡Vivimos en un tremendo bombardeo de información basura! Y lo peor de todo es que la gente está conforme, y hasta hay premios y concursos por ver qué anuncio publicitario hace más pendeja a la gente. ¡Carajo! ¡Mierda! ¡No, ni madres, eso no se podía quedar así!
Fuera por el calor, las chelas, o que en verdad sentían ese llamado social para levantar la voz en contra de la basura de la publicidad, porque eso era lo que los del radio querían hacer, publicidad; les decían, escuchen la estación y tal vez puedan ganarse sus boletos. ¡Patrañas! ¡No más! Fuera por la razón que fuera, fueron.
Después de acordar el inicio del plan, ya que en acciones nacidas directamente de la tripa, no hay plan de salida ni plan "b", simplemente hay que ir construyendo según se van dando las cosas, los tres jóvenes salieron del coche y se encaminaron, puños cerrados y mandíbulas apretadas, hacia la estación de radio.
¡Pam! Un portonazo anunció su llegada.

- ¡Quiero los pinches boletos y los quiero ahora! - mandó Rigoberto con el rostro encolerizado.
- Cálmate, Rigoberto, no hay por qué gritar, todos te escuchamos. - convino Clemente, muy tranquilo.
Gaspar estaba entre que temblando y entre que echándose para atrás. Miraba con temor lo que Rigoberto tenía en las manos.
- ¿De dónde sacaste esa pistola? - preguntó con voz temblorosa.
- Ni que la fuera a usar contigo.
- No es que te tenga miedo, pero nos puedes meter en un pedote por andar sacando pistolas... ya convertiste nuestro justo movimiento en un vulgar asalto a mano armada. ¡¿Qué pedo?!
Rigoberto estaba al borde de una explosión interna. Se avalanzó sobre Gaspar y le apuntó la pistola a la cabeza.
- Ah, ¿no me tienes miedo?
- No seas estúpido güey, yo soy de tu equipo.
- ¡Orínate en los pantalones! ¡Orínate en los pantalones! ¡Orínate para que todos veamos que sí tienes miedo y que valoras tu vida. Güey, te juro que si no te orinas sólo puede significar dos cosas, y son dos cosas que más te vale saber antes de que te vuele los sesos, putito.
Para este punto, los trabajadores del radio estaban replegados en la pared, lo más lejos que pudieron ponerse del psicópata de Rigoberto. El ambiente tranquilo de la estación de radio se había convertido en todo un estruendo caótico.
- Uno - continuó Rigoberto. - Si no te orinas, me estás diciendo que no tienes miedo, y si no tienes miedo es que no aprecias tu vida, así que te mataré. Dos. Si no te orinas es porque no tienes miedo y eso es porque sabes que la pistola es falsa.
Clic, clic. Rigoberto había jalado del gatillo demostrando que la pistola era de juguete. Los tres jóvenes soltaron la carcajada mientras que los trabajadores de la estación se calmaban y se encolerizaban por el ridículo y terror que les acababan de hacer pasar. Uno de ellos dio un paso al frente.
- Les vamos a pedir que...
- No nos van a pedir ni madres. - interrumpió Rigoberto.
- Exigimos nuestros boletos. - agregó Clemente.
- Pero es que no tenemos. Los tienen los locutores. - reclamó una muchacha.
- ¿Y quién se los da a los locutores? No me digas que ellos los traen en cada momento, hasta cuando no están aquí en la estación porque me voy a encabronar, y no quieren verme encabronado. Esto que acabamos de hacer fue una broma para cortar el hielo, pero ahora las cosas ya van en serio. - dijo Gaspar.
La muchacha, alzó el teléfono para llamar a la policía.
- No te molestes, ya cortamos las líneas telefónicas. - dijo Clemente.
La muchacha ni se molestó en comprobar la mentira porque un trabajador hizo ademán de que sacaba su celular.
- Si haces eso, te voy a pegar. - amenazó Rigoberto.
- Chingada madre, cabrones, y dama. ¿Qué les cuesta abrir una cajita donde tienen los boletos que van a regalar y darnos uno a cada uno? ¿Qué les cuesta? ¿Es cosa de orgullo, de ver quién puede más, de ver quién se sale con la suya? Neta que me dan asco, pinches cerdos burócratas. - discutió Clemente.
Aunque más que discurso, era una clave para salir de ahí. Habían entrado con toda la intención de llevarse los boletos, pero no se veerían en una situación que los pudiera poner en peligro. Ya estaban bastante pasaditos de la raya con la broma de la pistola y, aunque Rigoberto ya había amenazado con recurrir al primitivo e impotente recurso de los golpes, no pensaban hacerlo. Las cosas estaba por salir de control y no había necesidad de llegar a eso. El episodio este podía pasar de ser "divertido" a "preocupante".
Los trabajadores se miraron entre sí. Lo que Clemente había dicho parecía estar surtiendo efecto, pero, seamos honestos, pesa más el orgullo que la cordialidad en muchas, muchas personas.
- De regalarnos los boletos a la primera, de buena gana, como les pinches corresponde porque es su chamba, hasta hubiéramos pensado en escuchar su programa, por buena onda, pero ahora... con el asco que les tenemos... ¡ni pensarlo siquiera!
Mientras Gaspar decía esto, se acercaba a la puerta de salida.
- Ya te dije que te voy a pegar, y pego muy, muy duro.
El trabajador no hizo caso y sacó su celular, comenzando a marcar. Los tres jóvenes salieron corriendo, muertos de risa y nervios, se subieron al Intrépido y Veloz Bocho y se largaron.
Ah, por cierto, el celular del hombre no tenía saldo, así que no pudo llamar a la policía, y para cuando acordaron en revisar las líneas telefónicas, ya había pasado suficiente tiempo como para que los jóvenes hubieran llegado a sus casas, lejos de los hechos.
Los trabajadores solicitaron cámaras de vigilancia en sus áreas de trabajo, pero ¡bendita burocracia! los trámites se perdieron entre hojas y hojas de papel.

jueves, 5 de junio de 2008

La muerte de Fausto

Fausto fue de los que vivieron deprisa y dejaron un cuerpo joven y hermoso (esa es la idea), aunque bueno, eso se lo dejamos a los verdaderamente famosos. Lo que sí puedo decir de Fausto es que se tardó en morir, o, más correctamente puesto, no se dejaba ver como un muerto. Llegó incluso a caminar entre nosotros con la terrible idea de que ya había muerto. No era zombie, ni vampiro ni nada de eso, no era Dorian Grey. Era un, no sé, un algo, un ente que simplemente se negaba a aceptar su muerte. Se aparecía, no como los espantos, sino como la persona que era cuando aún vivía. Se aparecía entre nosotros. Se manifestaba como si estuviera aún vivo. Algo así como una crónica de muerte no anunciada pero de general conocimiento por los que le rodeábamos. Ya después, mucho tiempo después, desapareció al fin, y para comprobar su muerte, se encontró un cadáver tan deshecho que se llegó a pensar que vivió en épocas prehispánicas. Pero quien sabe, aunque yo no creo que reviva algún día, tal vez nos haya dejado algo con qué recordarlo, y no me refiero a simples recuerdos.
El muerto que no acepta su muerte, por tanto, un poco de vida le queda.

- ¿Hubo un punto, antes de la separación, en que dedujiste que se separarían?
Desde luego, no tenían ni que decir nada para que yo supiera que se separarían, y no era por el hecho de que era obvio que cada quien debía tomar su curso en la vida, sino que era notorio. El ambiente comenzó a pesar, y aún no me decían nada. Pero se veía, y lo veía yo, que no me metía en los ensayos ni en el grupo (yo, más que todo, era un amigo muy fan, pero sobre todo amigo). César no estaba conforme con Lalo. Yo sabía esto porque no puedes poner a dos personas como ellos en un mismo punto y mantenerlos así. Los dos buscan brillar. César quería que sus rolas salieran bien y Lalo tocaba “lo que sentía” y a veces cambiaba mucho. Nunca tocaba lo mismo, ese fue un gran problema. Pero yo le voy más a la personalidad de cada uno, como mencioné antes, los dos buscaban brillar y no era que quisieran brillar por encima de los demás (aunque puede que haya sido eso), sino que querían brillar más que todos. No sé si me haya explicado con esa oración, pero bueno, suena bonito.
Total, varias veces Lalo me decía que ya se iba a salir de Fausto porque César no lo dejaba tocar nada, bla bla bla. No es que le quite crédito a Lalo, pero puede exagerar mucho las cosas, o decir cosas que francamente no son. Es honesto, consigo mismo... ¿pero qué mierdas digo?, no me hagan caso, yo no soy ni seré psicólogo ni lector de mentes ni nada semejante. A lo que voy es a que Lalo me decía que se iba a salir pero no lo hacía, que Chicharín era un culero y bla bla bla. Lo hube de comprobar (aunque no hacía falta comprobarlo, se notaba), cuando Canepa llegó conmigo a darme una muy mala noticia. Me dijo que César ya no quería tocar con Lalo. Así que Lalo me decía a mí y César le decía a Canepa.
Canepa y yo lo hablamos a fondo, no queríamos que desapareciera Fausto, hasta convenimos en una muy buena estrategia para alivianar la tensión que existía. Pues bien, no se separaron sino hasta después de haber tenido esa noche gloriosa en el Dublín. No es por darnos crédito a Canepa y a mi, pero creo que si logramos un poco, como que calmamos la tensión de entonces, pero las personalidades eran imposibles de cambiar, el grupo tenía que separarse.
Desde luego que Fausto no se desintegró con la salida de Lalo, pero definitivamente sí cambió. No puedo decir que su vuelo se tornó en picada, pero me atrevo a decir que ya no pudieron subir más. No grabaron el disco que habían ganado. Las tocadas disminuyeron significativamente. Como que la magia acabó y después de bastante tiempo que no se encontraba a Fausto por ahí, se encontró el cadáver flotando en un río.

- ¿Querías que se separara el grupo?
Desde luego que no. Varias razones, aunque probablemente mientras explico una se me olvida la otra, o se me olviden por completo.
Una.- Son mis amigos y no me gustaba verlos en un ambiente tenso, porque las cosas se tornaron tensas en Fausto. Hubo una tocada en el Bocks en la que sí, uuuf, se odiaban César y Lalo. Nomás llegaron a tocar por compromiso, acabaron, guardaron sus cachivaches y se largaron. Creo que ni se dijeron palabra, tal vez, incluso, ni se voltearon a ver. Bueno, esa clase de ambientes no me gustaba, y yo no andaba en humores para escuchar a Lalo andarse quejando de que no lo dejaban tocar mientras él buscaba el “sonido” exacto y preciso. En fin, esa es una.
Dos.- Me divertía bastante, y es como cuando un niño está en el parque divirtiéndose a lo grande, con mucha pila todavía y de repente le dicen que hay que irse porque se hace de noche. Claro que de noche no es bueno jugar en el parque, te puedes meter unos trancazos muy duros, lo mismo pasaba con Fausto, las cosas podían acabar peor, y hablamos de la personalidad de los integrantes, nuestros amigos. Yo soy mucho de regañar y decir qué hacer y qué no hacer, no es que me guste, pero se me da, y también me gusta un tanto, pero en cuanto a hacer a las personas cambiar en algo que simplemente es parte de ellos mismos, y que yo veo que no los va a llevar por caminos muy jodidos, pues ni qué hacerle.
Tres.- Me gustaban las canciones del grupo. Me gustaba el grupo. Yo era un fan.

- ¿Te quedaste con ganas de más o crees que con eso fue suficiente Fausto en tu vida?
Esa pregunta no es sencilla. Ahora que todo ha pasado y miro lo sucedido como algo que quedó en el pasado, digo que estuvo de poca madre, que me divertí como nunca, que tenemos muchas cosas qué contar y que no repercudió tan, tan salvajemente con el físico. Mucho se hablaba, recuerdo que una o dos veces lo hablé con Steph, de que ese ritmo de vida iba a acabarnos. Tantas desveladas tan locochonas, tanto ir y venir y tanto pistear iba, irremediablemente, a verse reflejado en nuestras ojeras, nuestro humor, nuestra sanidad. ¡Y eso que apenas empezábamos! Bueno, al menos la banda. Sabíamos que mientras iban creciendo los ensayos serían a morir, las grabaciones, las tocadas... todo eso se incrementaría y podía ser que llegara a afectar nuestra salud. Que si la garganta de César, que si el corazón de Lalo, que si esto que si el otro. Entonces, hoy por hoy puedo decir que estuvo bien que se nos impusiera un “ya párale”, aunque por esas épocas, definitivamente me quedé con ganas.
Para cerrar con un buen derrapón, me atrevo a decir que aprendimos a que si en verdad vamos a andar en esos roles, no hay que tener más que esa chamba y vivir para eso. Tener otras actividades aparte del rocanrol a todo lo que da es demasiado pesado, al menos para mí.


- ¿Qué pasó con el disco que iban a grabar?
Yo no sé. Sólo sé que no lo grabaron. Y sigo esperando mi copia.

miércoles, 4 de junio de 2008

De gira por Guanajuato

FAUSTO, SEGÚN ERICK (creo que cuarta parte)
No sé si ha sido el viaje más divertido que he tenido, pero vaya que me divertí, como nunca antes y probablemente como nunca lo haré. Bueno, tal vez sí. El caso es que me divertí muchísimo. Desde que me invitaron. Digo, era viaje, rock, cuates, pisto, Guanajuato. ¡Era una auténtica gira de rock! Claro que yo no formaba parte del grupo y sólo tocaron en un lugar y la gira no duró ni un fin de semana entero, pero vaya si nos divertimos.
Para empezar, Guanajuato no es cualquier lugar para mí, ni para el mundo. Es la ciudad donde se hacen los festivales Cervantinos y es el estado donde se encuentra San Miguel de Allende. Hay magia, en verdad, y yo tengo una gran herencia por esos lares. Herencia espiritual, aclarando. Desde pequeño que voy para allá y siempre me divierto tanto. Tal vez sea por el hecho de que siempre que voy para allá traigo la idea de deschongarme y pasármela de lo mejor, pero bueno, no estamos hablando de San Miguel.
Hubo hasta caravana para ir a Guanajuato. Dos coches. En uno íbamos los comunicolocos con quienes me encanta viajar y hemos hecho varias veces: René y Lalo. En el otro coche iba puro miembro del grupo: César, Canepa, y Carlitos. Antes de llegar a Guanajuato ya íbamos, o bueno, yo al menos ya iba hasta la madre, disque guiando por entre San Miguel, porque en nuestro coche habíamos decidido hacer escala en San Miguel para recoger a mi primo Pancho, quien vive ahí. No nos desviamos casi nada, de hecho, de no ser porque pasamos a escasas calles de casa de Pancho, no hubiera ubicado el lugar y no hubiera solicitado pasar por él. Pero pasamos, y nos divertimos bastante.
No recuerdo ni cómo ni por dónde ni casi nada del arribo a Guanajuato, según esto. Recuperé la conciencia mientras caminábamos rumbo al bar donde habrían de tocar. No supe dónde había quedado el coche ni cuánto habíamos caminado. Total, que llegamos al bar y nos dimos una vuelta por las calles y callejones de Guanajuato. Creo que fui a echar una cenita con René y Pancho, y la verdad sea que esa cenita me alivianó bastante, no recuerdo qué cené pero incluía tortillas.
Fuimos a otro bar y ya luego regresamos a la Góndola, creo que así se llama, o llamaba donde iban a tocar. Fue genial, absolutamente genial, creo que hasta yo salí con una gruppie que una de dos: o era extranjera, o estaba tan borracha que no le entendía ni pista de lo que me decía.
Pasé a recitar un fragmento de “La vida es Sueño”, de Calderón de la Barca: en el mundo, en conclusión / todos sueñan lo que son / aunque ninguno lo entiende. / Yo sueño que estoy aquí / de estas prisiones cargado / y soñé que en algún otro estado / más lisonjero me vi. / ¿Qué es la vida? Un frenesí / ¿Qué es la vida? Una ilusión. / Una sombra, una ficción. / Si el mayor bien es pequeño / pues toda la vida es sueño / y los sueños... sueños son.
También un cuate se subió al escenario y cantó una rola de la Janis a flor de piel, bien prendidote el güey. Recuerdo como llevaba el ritmo de la rola con las características zapateadas o taconazos, este cuate los daba bien duros, bien prendido.
Tal vez eso fue porque se reventó una cuerda, porque también, si no me falla la memoria, pasé a tocar la canción de “Wish you were here” con guitarra. Algo así recuerdo. Les digo, si de por sí había llegado a Guanajuato con un importante insumo de cerveza, lo que me tomé en el bar acabó con la tinta que firmaba.
El regreso fue todo un pedo, no había dinero suficiente, o no nos cuadraban las cuentas. Algo así era, así que tuvimos que ir a las calles a tocar por dinero. Primero un payaso nos quitó a la malagueña de su plaza. He convertido en enemigo a los payasos urbanos. Cada vez que paso frente a uno, cargando con mi guitarra, el payaso dice algo para ridiculizarme. Y no solo aquella vez, es como una generalidad, que los payasos quieran ridiculizar a los músicos. Lo corroboré cuando pasé por uno de esos espectáculos urbanos en la Alameda de Saltillo, con Lalo, cargando nuestras guitarras, y pum, atacó el payaso. Lo que me recuerda un episodio bastante entretenido, es una anécdota más bien. No tiene casi nada que ver con Fausto pero la contaré de todos modos. En Zacatecas, semana santa y festival de la cultura (dos en uno) del 2008, ya ebrios y con guitarra, Canepa y yo retábamos a un “duelo de rock” a cualquier transeúnte que pasara frente a nosotros. Nos les parábamos enfrente y gritábamos ¡guerra de rock, guerra de rock! Les decíamos cuáles eran las reglas (cada bando improvisa una rola y al final vemos cuál quedó mejor) y siempre nos sacaron la vuelta, por lo que éramos absolutos vencedores. Hasta que nos topamos con unos boleros... uufff la china que nos pudieron, aunque yo insito que nos hicieron trampa, tocaron una de sus “coplas” y quedamos en completo ridículo, lo bueno es que como estábamos haciendo desmadre todos juntos, andábamos tan borrachos y nos divertíamos tanto, eso de quedar en ridículo pasó a segundo plano, incluso perdió planos por completo y se diluyó en el alcohol y el espíritu desmadroso y carnavalero que la mayoría de la gente por ahí traía.
Bueno, regresando a Guanajuato. El payaso que nos corrió de su plaza. Luego hubo otro problema para tocar en la calle, ya que unos individuos, supuestamente del gobierno municipal o algo así, nos dijeron que no podíamos tocar sin permiso, y que el permiso lo teníamos que ir a pedir a no sé dónde.
Como sea, nos cambiamos de lugar y cual contreras jóvenes mexicanos, tocamos en ese otro lugar, y cual tercos los individuos esos que representaban la “ley”, nos volvieron a llamar la atención. Pues que nos cambiamos de lugar otra vez y dimos con César, quien seguía haciendo cuentas. Casi no hicimos dinero en esas tocadas callejeras, pero fue divertido. En fin, no sé si cuadraron las cuentas, pero nos regresamos a pesar de todo.

martes, 3 de junio de 2008

Fausto en mi vida, el antes, el mientras y el después.

(FAUSTO, SEGÚN ERICK. TERCERA PARTE)

Desde que desapareció Fausto mi vida cambió, sí. Antes de Fausto mi vida era distinta, también. No puedo decir que fue un parte-aguas en mi vida, pero sí es distinta. Ya le disminuí al desmadre, ya no voy a los lugares a los que iba tan a menudo. Fue como otra vida, tan, tan distinta a lo que cotidianamente tengo y conozco que ni cuenta me di. Fue como si hubiera abordado una estrella fugaz, probado algo de la inmensidad del espacio y volver a tocar tierra en un abrir y cerrar de ojos, dejándome sólo destellos de lo sucedido, como si hubiera sido un sueño del que me acuerdo por partes, como lagunas mentales. Fue tan impactante que puede que haya sido todo una gran fantasía que mi imaginación anuda para darle un toque de realidad. Algo así como si viera un fenómeno paranormal y en lo que intentara asimilarlo desaparece y ya no sé si en verdad lo vi o fue sólo producto de mi cabeza.
Lo que sí, es que tengo muy, muy gratos recuerdos y momentos de gloria.

- ¿Cómo era tu ritmo de vida con Fausto?
Mi ritmo de vida con Fausto fue desbordado, sin control. No manches, ni sé cómo le hacía para sobrevivir. En esa época aun entrenaba taekwondo para competir, osea que entrenaba muy duro, y con todo, me sobraban pilas para ir a cotorrear después de entrenar, emborracharme entre semana y aguantar la cruda del día siguiente en la mañana en la chamba. Me cae que no manches. Hoy en día no puedo ni atreverme a pensar en la cruda de un viernes por la mañana, antes, y no hablo de mucho tiempo... serán dos años como máximo, mientras tomaba brindábamos por las crudas, que sí, eran pesadísimas, pero soportables, y las soportaba con todas las buenas de la ley, con merecido dolor de cabeza mareos y demás. Pero ahora, nooooo, ahora no quiero ni estar crudo en fin de semana. Ya no las puedo.

lunes, 2 de junio de 2008

Los pininos

(FAUSTO, SEGÚN ERICK. SEGUNDA PARTE)
César fue quien inició con el grupo, incluso, me atrevo a decir que Fausto fue en gran parte obra de César. Yo no sé cómo le hacían para sacar las rolas, pero sí sabía que César las escribía. Había una de Lalo y Canepa, y otra de Carlitos, pero casi nunca las escuché, y eso que los escuchaba a cada rato. Pero en cuanto al inicio del grupo, se lo debemos a César. Surgió, a mi parecer como una idea de querer tocar en una banda y ya, y como entre los cuates tocábamos instrumentos y nos gustaba la música, ps nos invitó. Sí, nos invitó, yo también fui invitado, pero por azares del destino yo no formé parte.
Aunque, ahora que lo pienso, Fausto no inició... ni sé cómo se inició, pero sí supe que hay un antecesor al Fausto que yo conocí, y pues no puedo hablar de ese antecesor puesto que yo no supe mucho, y lo que me contaron, se me olvidó. Sólo recuerdo que en Fausto llegó a tocar el primo de César, Pioser, Lalo, Quique, creo... ya ni sé, mejor no digo nada.
Lo que sí sé es que Canepa estaba aprendiendo a tocar la guitarra y lo pusieron como bajista, Lalo entró como guitarrista principal y César cantaba y tocaba la guitarra de acompañamiento, así empezó el Fausto que yo conocí, luego le agregaron a Carlitos en la batería y así inició.
A mí me gustaba Fausto, no sé si por las canciones, que me gustan; o por el conjunto, que sonaba bien; o porque eran mis amigos y lo siguen siendo, y francamente no tenía ni idea de qué forma iba a tomar. Para mí Fausto era sinónimo de diversión, fiesta y rock. Nunca esperé nada de ellos, tal vez por eso siempre me gustaron. Lo que puedo decir es que no me aburría y eso que escuchaba sus canciones casi cada fin de semana, y las mismas.
Aunque era de esperarse, que Fausto tuviera una forma muy semejante a César: siniestro y muy prendido en una especie de depresión alocada. Pero eran muy prendidos, eso me gustaba bastante.


- ¿Qué expectativas tenías del grupo cuando se inició? ¿Se cumplieron esas expectativas?
Pues, yo esperaba divertirme y que me juntaran, y sí, eso siempre se cumplió. Musicalmente no esperaba mucho de ellos, y no es que no los respete como músicos. Me gusta la forma en que César compone; Lalo tiene una forma muy peculiar de ver la música y aunque muchas veces discrepo, sé que puede llegar a tocar bastante bien; Canepa tiene buenos gustos y le salía bien el bajo, no era nada impresionante, pero bien; y Carlitos levantaba bien a la banda, que es básicamente lo más importante que hace la batería, y lo hacía muy bien. Y bueno, ahora que están separados, Lalo ya puede hacer lo que quiera con la guitarra: explorando sonidos, pastillas y sonoridad de la madera; Carlitos tiene un grupo que no será muy de mi agrado por la onda que traen, como que popera, pero ps se oye bien; Canepa escribe casi nada, así que no puedo opinar; y César ya no tiene que lidiar con Carlitos que llegaba tarde o con Lalo que siempre tocaba algo distinto, aunque no he escuchado nada nuevo suyo (de César).