viernes, 13 de junio de 2008

De Rol, primera parte

Rol es el típico hermano mayor de la chica cuyos amigos comienzan las andadas de sexo, alcohol y rocanrol, bueno, tal vez no tienen nada de rocanrol, pero tienen su distinguido desmadre. No digo que el rocanrol es puro sexo, alcohol y desmadre, aunque bueno... la verdad la palabra mayor es música y lo que resta es interpretación de cada persona. Rol es un arquetipo social para los chavos, es un símbolo. Aunque ellos no lo quieran demostrar o aceptar en caso de que se les preguntara, ya que están muy ocupados haciéndose pasar por gente muy “cool” y por su patético pero natural afán por querer parecer gente mayor en edad (creo que todos lo hemos hecho, en especial cuando andamos borrachos).
Rol es el hermano mayor que vive solo, aun estudiando, toca la guitarra, no entiende ni madres de mecánica general pero tiene mucha plática y te podría decir el derecho y el revés de la construcción de una guitarra eléctrica, toca en una banda, ah, y por no decir más, para cuando los chavos llegaron de Saltillo a la cabaña, a eso del mediodía, Rol ya estaba bien, pero bien ebrio. Para cerrar este círculo de descripción, y cierra con broche de oro (por importancia, no elegancia literaria) Rol era el “rockstar” (nótese el uso de cursiva y comillas).
Como era de esperarse, cuando a Rol se le acabaron las cervezas, fue a acoplarse con los amigos de su hermana pequeña, Lara. A ver qué pescaba, el canijo. Se acopló y acompañó en su cotorreo. No se sabe a ciencia cierta si era en efecto el afán de los chavos de querer comportarse como adultos mayores y maduros, o si Rol es, en extremo inmaduro, lo que hacía que él se viera como si fuera el más vivaracho, como un pequeño niño en misa, en el cine o en un parque.
Ah, perdón, casi olvido su nombre: Rolando Mora del Campo. Alias Rol.

Cuando los amigos de Rol llegaron a la cabaña, éste último estaba impaciente por demostrarle a su cuatazo de pantalones bien puestos, Espartaco Jones, el nuevo descubrimiento que había hecho. Espartaco Jones, acompañado como casi siempre por su novia Ana Marigú.
Rol los llevó y sentó en los columpios.
- Ahora observen y hagan exactamente lo que yo hago. – dijo.
Comenzaron los tres a columpiarse con gran fuerza. Los tornillos comenzaban a zafarse, los soportes temblaban y amenazaban con ceder, las cadenas a cada cling cling pedían a gritos un alto. ¡Fum, fum, fum!
- ¡Recuerden al Delorian!
Y Zaz... justo cuando venían cayendo de dar su vuelta de trescientos sesenta grados en el columpio... desaparecieron, dejando una estela de polvo que levantaron del suelo, con sus pies, algo así como lo que hacía el Delorian en “Volver al Futuro”.

- ¿Qué pasa? – preguntó Espartaco Jones - ¿Dónde estamos?
- ¿Qué es este lugar al que nos has traído, Rol?
- No sé cómo explicarlo. Son como paredes, paredes del tiempo.
- ¿Así que al dar ese giro de trescientos sesenta grados en el columpio, alteramos las líneas del tiempo?
- Algo así, sí.
- Haberlo dicho antes, ahora se entiende.
- Y ¿qué vamos a hacer aquí? – preguntó Ana Marigú
- Observar a los amigos de mi carnala, desde aquí podemos verlos sin que ellos nos vean a nosotros.
- ¿Y por qué no queremos que nos vean?
- Ah, pues no sé. Se me hizo fácil. Si quieren, podemos regresar.
- Regresemos.

Y los viajeros del tiempo volvieron al presente, al mundo que todos conocemos. Antes que nada, pasaron a echarle un vistazo a los chavales. Sí, tal como pensaban, Ahí estaba el “Rudo”, el “Jippie de los Chors”, el “Bacalao”, el “ Dr. Silencio”, la “Mujer Dormida”, el “...”, el “Condón Usado”, el “Viejito” y, como era de suponerse, la “Novia” (de Rol). Lo más divertido de la noche fue el nombramiento de cada uno.
Antes de comenzar el nombramiento en cada uno de los chavales que merecieron nombre en esta historia, hay que decir ciertas cosas en cuanto a los viajeros del tiempo. Espartaco Jones, es un tipo que carga con la frustración de todos los días para despacharla los fines de semana libres, mira al mundo con frustración e incompetencia, le aborrece y asquea la mayoría de la gente, no es que se sienta superior, pero cree que todos podemos ser infinitamente mejores, por eso tiene el estereotipo del anciano gruñón que de todo se queja.
Ana Marigú es casi, casi la contraparte de Espartaco Jones, algo así como su némesis. Lo que a uno le frustra, a la otra la divierte, cuando uno gruñe, la otra ríe; cuando uno calla y obedece pensando en el “mal necesario” la otra sale y busca diversión y entretenimiento. Ana tenía una facultad muy interesante, ella misma no se daba cuenta de ello pero los demás lo notaban. Cada que rendía cuenta a los dioses risueños, lograba un cierto grado de desaparición. ¡Así es! Increíble, pero cierto. De una solidez bárbara que poseía, ella se tornaba transparentosa, casi no hablaba y no hacía, lo que la hacía desaparecer aun más.

Hay que empezar, imprescindiblemente con la “Novia”. Fue la primera presentación, aunque no es una gran historia. Rol y la “Novia” estaban afuera del Bungaló donde se llevaba gran parte de la acción ya que hacía frío afuera y no se veía ni un carajo a esas alturas de la noche. No hace falta preguntar qué estaba haciendo Rol, con su disfraz de RockStar, ligándose a la chica menor de edad y llenando su inexperto cerebro de palabras tan enamoradoras que la Novia no pudo contener tal avance.
Bueno, esa fue una.
Mientras Rol, Espartaco Jones y Ana Marigú salieron a contemplar las estrellas y volver a rendir cuenta con ciertos dioses risueños, un acontecimiento interrumpió la paz que ellos habían salido a buscar. Un coche iba llegando, con cierta aceleración, no es sorpresa de nadie el hecho de que los menores de edad que ya manejan y toman, manejan muy atrabancados cuando toman. Será porque comienzan a sentir esa invencibilidad característica de una borrachera o porque en verdad son invencibles... les dejamos elegir a ustedes, lectores. Pero el hecho es que llegaron derrapando y muy acelerados, levantando tierra por todos lados y haciendo que Ana Marigú temiera por la integridad de su camioneta aparcada, ya que los chavales, en su completa estupidez podían pegarle.
Lara escuchó el escándalo del coche al llegar y derrapar, las carcajadas y demás. Salió como bestia, exigiendo las llaves a gritos y mentando madres por doquier. Al parecer, ella era la encargada de cuidar a los chavales. Ahora, lo desconocido es lo que empujó al chaval que venía manejando a contar lo sucedido. Tal vez era una excusa, tal vez quería hacerse el interesante, o tal vez en verdad sucedió.

- ¡Se me apareció un viejito en medio de la carretera!
No le bastó con eso sino que quiso inculcarles miedo a los ahí presentes, tal vez de buena gana, para que comenzaran a contar historias de terror y asustarse y demás, es divertido, pero no le funcionó.
Rol la agarró contra el chaval y comenzó a contar la historia del viejito que se aparecía por esa zona de cabañas. Sólo aparecía cuando ya todos se habían acostado y cuando reinaba un silencio sepulcral. Por lo general, ese silencio se sentía más profundo y abismal ya que momentos antes de su existencia todo era desmadre desbaratado. Carcajadas, eructos, gritos, intentos de cantar, intentos de tocar guitarra, idas al baño, comedera, cagadera, fogata en ocasiones y el pisto nunca faltaba. En fin, uno podía saber cuándo llegaba el viejito porque se escuchaban los bastonazos que utilizaba para apoyarse, mismo bastón que utilizaba para sodomizar a su víctima. Antes de cumplir con su acometido, el viejito se le aparecía a su víctima, en medio de la carretera, para darle oportunidad de chocar y morir, para entonces no sentir nada al ser sodomizado, pero al parecer, este cuate, bautizado en ese instante como el “Viejito” no murió en el choque, por lo que sufriría el ataque del aparecido.
Mientras la historia acabó ahí, y el “Viejito” se arrepentía de haber comenzado con eso de las historias de aparecidos, aunque lo negaría si le preguntaran, incluso podría decir que en verdad se le apareció. El caso es que mientras pasaba la noche, Rol recordaba al “Viejito” lo que iba a sufrir una vez terminado el cotorreo de los vivos y despiertos.

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