viernes, 30 de mayo de 2008

Hasta yo, alguna vez, me sentí famoso

(FAUSTO, SEGÚN ERICK. PRIMERA PARTE)
Estaba tan contagiado con el crecimiento de Fausto, o tal vez era que tenía muchísima confianza en mis amigos, que hasta yo me llegué a sentir famoso. No sé si ellos se sientan o se sintieran, entonces, famosos. Pero yo sí llegué a sentirme famoso. Probablemente, no, muy probablemente la fama era una mera chaqueta mental puesto que yo no conocía a mucha gente y supongo que pocos llegaron a conocerme por siempre andar alrededor de Fausto. ¿Pero ps qué?, son sueños guajiros. Yo ya tenía mi espacio entre ellos para tocar las típicas rolas que siempre tocaba: Wish you were here, La Balada y una que otra mía, como la de “lo madreó un vochito”, “la maldición de moctezuma” y una que otra más.
A veces me sentía, con todo orgullo, como el espectáculo de medio tiempo del espectáculo que ellos daban. Y mejor aún, ese espectáculo no era mecánico, osea que no sucedía siempre. Dependía del lugar, claro, como por ejemplo: en el Bocks, cuando a Chicharín (César) le daban ganas de orinar o se cansaba dos tres, yo lo suplía en el escenario y tocaba dos o tres rolas. En Guanajuato también llegué a tocar, y hasta recité parte de “La vida es sueño” de Calderón de la Barca, no recuerdo por qué, andaba palpando universos distantes e inminentes que sólo se presentan cuando te estás divirtiendo demasiado y llevas no sé cuántas copas encima, entre otras cosas.
Y pues, ¿cómo no? Me sentía yo todo un chingón en el arte mientras caminaba detrás del escenario del Auditorio del Parque Maravillas para decirle a Lalo que se pusiera las chanclas por alguna onda de la electricidad, que descalzo hacía tierra o algo así. Y pues en el cotorreo de los camerinos. Yo era guarura, fan, staff, pero sobre todo, cuate de la banda.

jueves, 29 de mayo de 2008

La gran idea (probablemente sea una chaqueta mental)

Bien. Comencemos. Nota, la hora es de 9:17 antes del meridiano (uy sí, qué mamón me vi), y me llegó esta idea, así que comenzaré a escribirla a sabiendas de que no podrá fluir continuamente dadas las circunstancias de la chamba, eso de que me llaman a cada rato para ir a entregar papelería a algún lado de la ciudad, ir al banco a canjear un cheque etc, etc, etc.
Toda esta onda de escribir un blog se debe a dos cosas. Uno: leí un Blog que me facilitó el buen Malamen, alias Daniel Canepa, y me gustó mucho, por tanto me contagié y quise hacer uno yo mismo. Vale madre por qué me gustó, ese no es el punto, bueno, les contaré un poquitín. El güey que lo escribió se llama Carlos Mara (por si quieren buscarlo y leerlo) y probablemente me gustó por la narrativa divertida que usa y porque me recuerda a mi imperiosa ciudad (el distinguido Defe). Tal vez definitivamente sí soy un nostálgico. Total... esa es la primera. Dos: tengo pensado hacer una revista de rocanrol y este blog es el primer paso para ello.
En cuanto a esa revista, una de las principales ideas es dar a conocer a los grupos locales (osea: Saltillenses). Igual y hacer reportajes de los grupos. Las circunstancias de la vida me han llevado a formar parte externa de un grupo al que vi nacer, crecer y morir. ¡Pum! Como el chasquido de dedos. Y bueno, dado que estoy leyendo un libro de una entrevista que le hicieron a Joaquín Sabina (Sabina En carne viva, por Joaquín Sabina y Javier Menéndez Flores) ps que me vuelvo a contagiar y que me vuelven a dar ganas y ya estoy comenzando con los planes para hacer un reportaje de ellos (Fausto). Porque son mis cuates y porque percibí la característica magia que flota en el aire alrededor de un grupo de rock.
Como yo viví junto con Fausto y acompañé a casi todas las tocadas (sólo me perdí de una grande y fue porque fui a ver a Roger Waters (sí, ya sé, soy un presumido mamón)), voy a relatarles, primero, mi versión de los hechos.
... en su momento.

Mientras, en cuanto al concierto de Concorde. Fue bueno. Me divertí. Los puntos a resaltar:
- El staff hizo que el concierto se retrasara a causa de fallas en el sonido.
- Después de haber arreglado las fallas, mientras tocaban, los del grupo les decían a los del staff que faltaba volumen aquí o allá.
- El solo de batería que se echó Mauricio Clavería... monstruoso y bien prendido. Despertó a la banda que no se encontraba con las canciones de Concorde.
- El grupo se despide, se retira, la banda pide ¡otra, otra! El grupo regresa y tocan rolas de La Ley, La Lupita, y Plastilina Mosh y fue el momento más prendido del concierto. También tocaron la de “Vivo” de Fobia, pero fue antes de despedirse por primera vez.

miércoles, 28 de mayo de 2008

tres en uno

Hoy quiero hablarles de varios puntos y como mi forma de escribir aquí no es seguida ni fluida, se me olvidan, entonces los pondré enseguida para no olvidar.

- El hecho de que mi oficina, oficialmente, parece cárcel.
- La burocracia y la cultura de huevonear en la chamba.
- Conferencia de “rock en tu idioma” que impartió Leonardo de Lozanne
- Hablaría del juego del América, pero este no es el contexto.

Bien, ahora sí, después de dejar atrás las pirañas que piden y piden que les haga trabajo, me puedo dar un tiempo para escribir. Cosa rara, ¿no? Mi “huevoneada” en la chamba equivale a escribir, lo que sea, pero es escribir.
La neta me cuesta trabajo despertarme relativamente temprano para ir a chambear. Se me hace ilógico que nos tengan 8 horas laborales para hacer una chamba la cual podríamos hacer en menos tiempo. Aquí en la oficina veo a un chingo de gente que se la pasa huevoneando. Platican con todas las personas que se topan mientras van rumbo a la cafetera para echarse su cafecito mañanero, su chisme local, su respectiva ida al baño para despabilarse y entonces comienzan a enderezar las cosas para ya, por fin, empezar a trabajar. Este ritual puede tomar mucho tiempo. Es tiempo desperdiciado, a mi forma de verlo. Tiempo de laborar en el que no se labora. Pero la culpa no cae completamente en la gente. Digo, qué vas a hacer en las mentadas ocho horas si no tienes trabajo qué hacer porque ya lo hiciste todo. Yo, como aclaré antes, escribo. Otros, huevonean. La cuestión que me intriga y que probablemente nunca se me resuelva es: ¿por qué emplear a la gente durante ocho horas? ¿se les paga por el tiempo que trabajan o por las horas que están en sus lugares de trabajo? En fin, en fin. Esto sería más chido si el medio fuera una especie de mesa redonda, así que aquí le paro.

Ya es oficial. Mi oficina (como si yo fuera el jefe, sí, pendejo, ¿cómo no?), bueno, la oficina donde trabajo quiere parecer cárcel. Para entrar, había que esperar a que la recepcionista picara un botoncito que quitaba el seguro de la puerta. Uno dice, bueno, es para evitar que cualquier güey entre. Pero ahora no sólo hace falta que la recepcionista toque el timbre para entrar, sino también para salir. Esto con el fin de que la recepcionista tenga bien controladas las salidas, ya hasta impusieron un sistema de que sólo se le permite salir a quien presente un “pase de salida” con la firma y permiso de su jefe de área, incluyendo en este “pase de salida” la causa o razón de la misma.
La verdad es que nos lo merecemos. Me incluyo porque soy parte de los trabajadores de aquí. Muchos salían de la oficina para darse la vuelta, nomás para ver qué veían en la placita, para platicar con la gente que venía a visitarlos, en fin, se pasaban de lanza, por eso es que merecemos este tipo de tratos.

Y bien... la conferencia de Rock en tu Idioma que impartió Leonardo de Lozanne. Fue buena, buen tipo, sencillo. Entre lo destacado puedo mencionar que a cada pregunta acerca de el significado de las canciones de Fobia, no contestaba inmediatamente, tenía que recordar la canción y el momento. Dijo que era muy importante ir a tocar a grandes ciudades como el Defe, Monterrey o Guadalajara, pero sobre todo el Defe, porque hay mucha gente buscando talento y muchos lugares dónde tocar. Los momentos más impactantes de su vida han sido a causa de la muerte de parientes, o la separación de Fobia, por lo que ahora pretende no allegarse tanto a las personas ya que a final de cuentas uno sólo cuenta con uno mismo. En general, más que de rock en español, habló mucho sobre la ecología y un documental que estaba realizando. No pude entender bien ese punto ya que llegué tarde a la conferencia, pero más o menos por ahí va la cosa. Ecología, Veracruz, separar la basura, documental.

Hoy es el concierto de Concorde, ya les platicaré qué tal estuvo.

lunes, 26 de mayo de 2008

Ely Guerra en concierto

Bastaría una palabra para describir las muchas emociones que se sienten al escuchar ese “boleto en mano” que se dice en las filas de los conciertos.
Es en parte, algo de lo que recuerdo del concierto. No era muy fan de Ely Guerra, de hecho, no sabía ni qué cantaba, pero como tengo que apoyar el creciente movimiento de rocanrol, tenía todas las ganas de ir. Aparte, no suceden muchas cosas así en Saltillo, así que no pensaba desperdiciar la oportunidad. Así que al escuchar el son del “boleto en mano” la gente comenzó a moverse.
No había sido difícil conseguir los boletos, digo, eran gratis. Pero por lo mismo se agotaron el primer día y mis amigos no habían conseguido. Yo tenía dos, uno para la Valkiria y otro para mí, así que no quedamos de acuerdo con nadie de la banda para llegar ahí. Aparte, Saltillo es lo suficientemente pequeño como para encontrarte a las personas que buscas en el lugar donde las buscas. Aquí nadie se pierde, hay pocos misterios... pero bueno, ese no es el caso de hoy.
Estábamos esperando que dieran las 7 para irnos, mientras nos chutábamos el partido de Cruz Azul – San Luis. Nos quedamos bien jetones, la Valkiria y yo. Por fortuna puse mi alarma del reloj para indicarnos la mera hora en que habíamos decidido para salir. Para no llegar y estar mucho tiempo formados y tampoco para llegar muy atrás a la fila. (No sé si me expliqué en el enunciado anterior, pero traigo tanta hueva que no lo voy a editar si no se entiende.)
Nos encontramos al ilustre Emperador Malamen, alias Daniel Canepa y nos quedmos en la fila junto con él.
Total, que entramos al concierto, hubo fallas técnicas por lo que se retrazó media hora, nada nuevo. Pero en cuanto a Ely Guerra... qué voz, qué bárbara. Por la forma en que cantaba me dio la impresión de que ella sería el tipo de mujer que anda a diestra y siniestra moviendo tapetes de hombres por doquier, porque a una mujer guapa y talentosa se le ponen pocos “peros”, pero a la mera hora ¡naranjas! Nada de nada.
Se prendía de poca madre, retorciéndose como lombriz cuando le cortas una parte del cuerpo, y dando zapatazos como si estuviera matando alacranes muy grandes. Se ponía roja roja y gritaba con un muy buen control de voz. Las sombras provocadas por tanto flachazo daban la impresión de que nos encontrábamos en una tormenta eléctrica y que Ely se movía de un lado a otro, por toda la pantalla, cambiando de tamaño y lugar.
Hubo una canción en la que cantó a capela. Se bajó del escenario y caminó por los pasillos del teatro, entre el público, ahí es donde entra otro de nuestros fabulosos

“Episodios Urbanos” El hurto de guitarras.
Todas las miradas se centraban en la figura de Aly Guerra quien se paseaba entre el público coqueteándole a uno que otro chavo. Las novias de los susodichos hervían de celos por dentro, aunque no lo hacían notar; y los chavos mismos ardían en deseos de ir más allá de un simple coqueteo con la talentosa y guapa cantante, pero sabían que aquello era parte del espectáculo, que pocas probabilidades tendrían si se tratara de un buen y formal coqueteo. Sepa cuántos se pararon de sus asientos cargando sus mini-cámaras pedorras (digitales o de celular) para tomarle fotos a Aly. Era el momento justo para actuar.
- Ahora es cuándo cabrón. – dijo Rigoberto.
- ¿Qué cosa? – preguntó Clemente.
- ¡Ir por las guitarras! Todos andan en la pendeja y nadie se daría cuenta.
- Tienes razón, ¡pinche lacra! Nadie hubiera pensado en eso más que tú.
- Y si vamos todos – añadió Elina -, de perdido uno sale.

Así que se pusieron de pie. Y caminaron al escenario. Tal cual había dicho Rigoberto, todos estaban en la pendeja.
- Saldremos por la puerta de atrás.
- Pero ya no vamos a poder seguir en el concierto. – dijo Elina.
- No importa, yo ya me estaba aburriendo.
- Lo mismo iba a decir.
- Lástima que no podremos ver el desmadre que vamos a ocasionar cuando regrese al escenario y vea que falta una guitarra. – susurró Clemente, iba acercándoseles por atrás.

Se subieron al escenario. Rigoberto le dijo a Elina que fuera a prender la camioneta para no perder tiempo, ya que si se armaba la persecución, ella no podía correr bien puesto a una reciente operación en el pie (había chocado a 180 kilómetros por hora en una carrera clandestina en el boulevard V. Carranza y tuvieron que reconstruirle un pie.). Elina no chistó y se movió rápidamente. Correr no era mucho lo suyo, correr a pie, al menos, detrás de un volante era otra cosa, estaba en su elemento.
Así que Clemente y Rigoberto se quedaron en el escenario, mirándose uno al otro.
- ¿Listo? – incitó Rigoberto, altamente emocionado.
- Espera. Hay que ver si alguien se acerca.
Nada.
- Vamos, no hay que perder tiempo. – insistía Rigoberto.
- Aun no.
- ¡Esto es demasiado sospechoso!
- ¡Ahora!
Clemente corrió a toda velocidad hacia la puerta trasera del teatro mientras que Rigoberto tomó la guitarra y corrió tras Clemente. Mientras éste forcejeaba con la puerta. Rigoberto lo alcanzó. A empujonazos y trompicones lograron salir. Buena cosa que Rigoberto no cayó al suelo porque se hubiera lastimado la guitarra.
En sus vientres el vértigo estaba a todo lo que daba. Al parecer nadie los había visto. Ya estaban en la calle. La Ranger-2008 estaba prendida y esperándolos. Corrieron y subieron a ella y escaparon sin que nadie los siguiera.

El silencio reinó en la camioneta en lo que todos agarraban aire.
- Que bajo hemos caído. – pensó Rigoberto en voz alta.
- Robar una guitarra a una artista. – agregó Clemente.
- No es que le falten guitarras, o dinero para comprarlas, pero... si nos vimos muy mal, ¿verdad? – terció Elina.
- Hay que regresarla.
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Bueno, ese fue el Episodio Urbano del evento. Total, debo admitir que estuvo bueno, aunque me aburrí un poco. Tal vez fue porque tenía mucha hambre y la cruda del viernes comenzaba a pegar, o porque de plano esa onda de música no es mucho mi tirada, igual y para un rato, pero sólo un rato. Ely Guerra no tiene que sentirse mal, ya que muchos güeyes y hasta chavas se la pasaban gritando piropos y "te amos" entre rola y rola.
Un saludo a toda la banda que fue al concierto, a la que se quedó afuera (creo que nadie) y a los que no fueron.

jueves, 22 de mayo de 2008

Episodios Urbanos

Rigoberto y Gaspar salieron de su examen de relaciones públicas bastante fastidiados. Ya los últimos días de clases causaban eso, una entera apatía por seguir asistiendo a la universidad. Era el último jalón del semestre, ¿qué les costaba echarle un poco de ganas? Así igual y acababan sacando una muy buena calificación, competitiva entre el alumnado, y posiblemente podrían acabar en el cuadro de “excelencia académica” de la universidad. Pero no. Estos cuates no eran de esos, no tenían sus miras puestas en logros como aquel. Ellos creían que habían encontrado lo que realmente querían hacer en la vida, y dicho sea, una vez que se encuentra lo que se quiere hacer, todo el resto es una pérdida de tiempo.
Salieron del edificio principal y caminaron a la cafetería, cual su costumbre, no para comer, sino para encontrarse a alguien y enfrascarse en una conversación sin sentido, para despabilarse y pensar en otras cosas.
Se detuvieron y mientras Rigoberto escaneaba el paisaje para encontrar a amigos, Gaspar sacó un cigarro y se lo llevó a la boca. Sacó una bocanada de humo que flotó y fue a dar al rostro de Rigoberto. Éste, sin inmutarse, sopló el humo lejos de sí, sirviéndose de su mano abanicó el humo que había quedado enfrente y se movió para no respirarlo. Le desagradaba el olor y el humo, pero no dijo nada a Gaspar. Era estúpido tener una de esas conversaciones con Gaspar, nunca llegaban a nada y Gaspar sacaba argumentos tan pendejos que sólo lograban enojar a Rigoberto, quien respondería con agresiones y la cosa nunca acabaría.
Estaban a tres pasos del área de fumar. La escuela estaba dada a la tarea de hacer que los alumnos y docentes fumaran menos o dejaran de fumar, pero claro que no servía. La gente fumaba donde quisiera sin que les llamaran la atención o los multaran. Como que nadie se tomó en serio eso de la nueva ley de no fumar. Ya era tan íntimo (lo de la fumadera) que no podían concebir que se los prohibieran.

- Si quieren que dejen de fumar, deben tomar medidas más drásticas – decía Rigoberto. – Nada de llamar su atención o mariconadas de esas. Deben multarlos o ponerlos a tomar sustancias que hagan que les de asco el cigarro, algo así como un licuado de parches para no fumar, qué se yo.
- Eso no sería muy ético – contestaba Gaspar.
- Me vale madres. Y no me hables tú de ética. El pedo es que si quieren que les funcione esto de que la gente no fume, deben imponerse, es lo que la gente se merece, que se le impongan. Ya vimos que no es posible llegar a la gente por medio de palabras.
- Triste, pero cierto.
- Vamos allá con Clemente y su imperio.

Clemente se había auto-nombrado Emperador, digo, si ya andábamos en esas, que cualquier ciudadano puede auto-nombrarse presidente legítimo del país, pues bueno, Clemente se auto-nombró emperador. Estaba con unos compañeros de su clase, discutiendo acerca de los cumplidos que les decimos los hombres a las mujeres que ellas pueden tomar como ofensas.
No les podemos decir culonas, tetonas, ni otras leperadas que no mencionaré (ya ustedes podrán imaginárselas). El caso es que nos dijeron que no podíamos hacer referencia a que tenían alguna parte del cuerpo grande. Por más que nos gusten los senos o los traseros grandes, decírselos es un error, porque ellas tienen una bronca en la cabeza que data desde la aparición del ser humano y no desaparecerá hasta su extinción. La bronca de la gordura.

Después de esa plática Rigoberto y Gaspar caminaban rumbo al edificio principal para lidiar con otra clase más. En su camino se toparon con una destacada alumna. Destacada, aparte de porque era una extranjera de intercambio, porque estaba muy, muy bien dotada de arriba, imposible no notarlo, e imposible para ella aparentarlo. Aunque, de pura vista, no parecería de esas que quisieran esconder sus atributos, sino más bien, presumirlos, sin caer en lo bajo de la perreada. Parecía de espíritu vivaracho y carnavalero. De esas latinas que bailan samba y saben moverse, de esas latinas de fuego que traen a los hombres babeando a sus pies.
La imaginación voló y mientras Gaspar pensaba en lo placentero que sería golosearse en aquello, Rigoberto pensaba en otra cosa.

- ¿Ya viste a esa ruca? – preguntó Rigoberto.
- ¿Cómo no verla?
- Güey... imagínate que llegaras con ella y le quisieras adular sus senos, por no decir otra palabra.
- ¿Qué tiene?
- Pues imagínate. Tú llegas y le dices: “que lindas bubis tienes”. Ella te contestaría, indignada: ¿Bubis?, ¡estas son tetas!

Bueno ese es uno de los Episodios Urbanos. Son historias de personas que viven en una ciudad muy parecida a la nuestra, donde suceden cosas muy parecidas a las que suceden aquí, con gente muy parecida a la de aquí. De hecho, es casi idéntico, pero están en un universo paralelo y NADA de lo que se cuente en estos Episodios Urbanos es cierto. Todo personaje que se asemeje a uno verdadero es mera coincidencia. NADA es real, todo está inventado.
Estos cuentos tienen un solo fin que es el entretenimiento. Punto y se acabó.

martes, 20 de mayo de 2008

El Rock no viene sólo

Es extraño pero cierto, el rock no está resurgiendo sólo. Algo más viene con él, o algo más trae consigo, espero no sea el caso puesto que no considero que el rock esté ligado con esto que está surgiendo junto con el retorno del rocanrol.
Misteriosamente, ahora que el rock está resurgiendo en nuestro país (o al menos en esta localidad de Saltillo) leo puras desgracias en el periódico. Terremotos en China que matan cincuenta y tantos mil... un camión se vuelca dejando 28 muertos, siguen los asaltos bancarios en Saltillo, el narco ya ni sale en el periódico (lo cual es peor, porque sabemos que no está erradicado, sino que el periódico ha sido silenciado y eso sólo significa que las noticias son fatales y la gente no lo podría manejar), y pues lo típico del calentamiento global, el derretimiento de los icebergs, y todas las tragedias planetarias que el ser humano ha ocasionado para fortalecer nuestro confort.
El clima anda como loco, ya nomas nos falta la lluvia de fuego, las plagas de ranas y chapulines. Trombas levantan arena por todos lados. El Sol no acaba por decidir si salir o no, y las nubes no saben si dejarlo brillar o taparlo. Total, anda vuelto loco. El factor caos está cada vez más presente en nuestras vidas, aunque siempre lo ha estado, la cosa es que ahora nos damos cuenta porque... pues es evidente que las cosas no están saliendo a cómo planeamos o a como deberían (según nuestra lógica idiosincrásica) de salir. Perdemos el control y de eso no cabe duda...
Bueno, dejándonos de ideas apocalípticas. Les comento que se acabaron los boletos para ver a Ely Guerra en el Teatro de la Ciudad. Un día, duraron. Claro que el lugar no es muy grande, eso es lo de menos, la cosa es que la gente ya está optando por asistir a eventos como éste, eventos de rock. El rock está resurgiendo. Ya no sólo vemos gente ranchera tocando en las combis, ya también hay chavos tocando rock. Bueno, en realidad no he visto a otro más que a mí, pero el otro día me tocó oír a un rock-popero. Bueno, algo es algo, dijo un calvo cuando un pelo le salió, y Saltillo definitivamente era calvo con peligro de decapitación. Me alegra ver más propuestas en la calle. Solo falta deshacernos de esos chicos emos. No es que me los quiera madrear o algo por el estilo, pero sí preferiría contagiarles su apatía y depresión con algo de alegría y desmadre rocanrolero. El rocanrol es más vida y sería mejor ver las guerras de bandas o las tocadas llenas de gente viva y no gente deprimida.
Pero bueno, como mencioné antes, algo es algo.
Sigan rocanroleando, salgan de sus escondites, nos ha llegado la hora.

lunes, 19 de mayo de 2008

Héroes del Silencio/Octubre 2007

Esperan para esperar y espera la espera. Cada estación a la que arribaban tenían que esperar. Era muy poco lo que iban a gozar, lo sabían. Muy poco lo que iban a gozar y mucho lo que iban a esperar, a sufrir, a soportar, a aguantar a pie firme, o ya sea acostados, sentados espalda con espalda para apoyarse uno a otro en el descanso, porque vaya que necesitarían descansar y guardar fuerzas para cuando llegara el evento.
El sol quemaba intensamente en ese octubre del 2007, ya eran épocas de frío, de vientos helados que se llevaban a las hojas de los árboles que habían decidido errar por aquí y por allá, en búsqueda de algo o en búsqueda de nada, eso no importaba. Pero a pesar de la época del año, y del viento que por las noches y por las mañanas enfriaba corazones, el canijo sol quemaba intensamente. ¿Sería tal vez por todo ese desmadre del calentamiento global, que las capas de ozono ya no nos cubrían de los intensos rayos del sol, o simplemente el infierno estaba ya a la vuelta de la esquina?
No lo sabían, y poco les importaba. Estaban ahí con un solo propósito bien en claro. Sabían por las que iban a pasar, o bueno, se las figuraban, sabían que no sería fácil. No cualquiera. Hace falta una gran resistencia y un gran sacrificio para hacer lo que ellos querían hacer.
Desde los taxistas careros hasta el conserje mierda, los polis que querían abusar de su poder y uno que otro gandalla por ahí. Había que soportarlo. Había que soportarlo porque si se enfrentaba cabía el riesgo de no lograr la meta que se proponían, que se habían propuesto meses atrás. Ocho largos meses de espera, más de ocho largas horas de viaje, más de ocho horas de fila bajo el sol. Un calor sofocante, que al refresco de unas chelas y un techo fabricado de improviso se hizo más tolerable, hasta agradable a cierto punto.
Un cielo que tristemente sí se veía algo más oscuro y no tan claro como en ciudades pequeñas. Un metro que acciona tan rápido que la gente no se da cuenta de quién existe o no, pero que bien a bien tienen en sus cabezas lo que quieren hacer, o de lo que van huyendo; eso dejárselo a cada cual. Uno que otro queriéndose ganar la vida, y otros, simplemente, esperando para esperar, esperando estaciones donde se va a esperar para volver a esperar. Pero así llegará (y vaya que llegó) la última espera, la más larga de todas (a mi gusto), en la que el tiempo parecía jugar una broma de lo más macabra y cruel, pero todo aquello para que el peldaño final alcanzara niveles extraordinarios de altura y el viento los refrescara tan plácidamente que una vez acabado el evento, se desplomaron para seguir disfrutando lo que seguía haciendo eco en su cabezas y sus corazones.

Los mejores momentos del evento:

- La plática en el camión acerca de la tocada en Guanajuato donde César nos invitaba a tocar. (Que a fin de cuentas nadie fue)
- La corrida desesperada que dimos René y yo para no llegar tarde al “Starbucks” donde nos esperaban César y Estéf para de ahí irnos a la central de camiones.
- La viejita que sin conocerme ni saber nada de mi adivinó que iba para el concierto de Héroes y que dijo que yo iba a morir ahí.
- La cara de César y Estéf cuando les contamos acerca de la viejita y lo que nos dijo.
- La cara de César y Estéf cuando les dijimos que había sido broma.
- Que César hubiera olvidado su boleto pal concierto en su mochila que guardó en un locker de la central de camiones.
- El viaje en metro.
- Los taquitos que nos echamos antes de hacer fila.
- Las gloriosas chelas que nos tomamos en la fila.
- La corrida desde la fila hasta la zona que nos tocaba en los conciertos.
- El hecho de que las botas de René le hubieran sacado ampollas y así tuvo que aguantarse en la carrera y en todo el concierto.
- La caída de César en la carrera a nuestros lugares. (Esa no sé si es cierta o quedó en mi memoria por otros hechos aislados)
- Las pláticas con la banda ya estando dentro del Foro Sol.
- El hecho de que a René le hubiera tocado una zona muy lejos y en gradas siendo que pagó un boleto más caro.
- El suéter volador que entregó a René mi boleto pa que se pasara a nuestra zona que estaba mejor.
- El comienzo del concierto con la escenografía y la rola de “El Estanque”.
- La playera que me encontré tirada entre toda la marea de gente. Playera que resultó ser una blusa que todos querían, pero que le regalé a mi chava.
- El bar al que quisimos ir, pero el cansancio nos condujo a dar la noche por terminada.
- Las tortas que cenamos en un lugarucho, pero más que eso, el wey de la mesa de al lado que estaba jetón con la boca abierta.
- El hecho de que le tuviera que hablar “cantadito” al taxista para que no nos cobrara como si no fuéramos del defe.
- Las larguísimas horas en la terminal de camiones, esperando a que el camión saliera para Saltillo.
“Descubrimos que la central de camiones está diseñada para que la gente no pueda dormir”.
- Los asientos incómodos y resbaladizos de la central.
- El conserje de mierda que cantaba a todo pulmón mientras trapeaba y no nos dejaba descansar en paz. Que aparte, nos sacaba la lengua cuando lo veíamos.
- Los culeros de seguridad que daban macanazos a los asientos de lámina que retumbaban cuando alguien se quería dormir.
- La dormida en el camión de regreso, que ya buena falta nos hacía.

Que les sea leve.

viernes, 16 de mayo de 2008

Los temas que sacan las crudas

Viernes... viernes por la mañana... cruel viernes. El aire gélido, el sol picoso, y lo peor de todo, el hombre del taladro que no deja de trabajar dentro de mi cabeza. ¿Pero qué tal ayer, eh? Un par de caguamones bastaron. Hacía ya mucho tiempo que no revivía este tipo de viernes. Viernes donde el piso se mueve, un colchón y almohada son los objetos más anhelados, las bebidas frías como el V8 son una maravilla, el frío parece traspasar la piel y apretar los huesos.
Y las idas al baño... eso lo confirma. Cruda.

Ayer vi algo que me impactó y quisiera compartir con ustedes. Mientras caminaba por el centro (no importa lo que estaba haciendo, así que ni se figuren) crucé una calle que estaba atestada de coches. Había una ambulancia que tenía una emergencia. Sonaba la sirena pero los coches no avanzaban y no se podían quitar para hacerle un espacio a la ambulancia. Fue la primera vez que vi al chofer de una ambulancia. Su rostro verdaderamente estaba entre que estresado, frustrado, angustiado. El copiloto llevaba en su regazo a un niño o niña, parecía estar lastimado. No sé si eso último (lo del niño o niña) me lo inventó mi creativa imaginación o si en verdad estaba ahí.
El caso es que ese tipo de chamba es bastante fuerte. Yo no podría, ni lo aceptaría por un muy buen sueldo. O bueno, confieso, tal vez lo acepte si me ofrecieran un muy buen sueldo, pero renunciaría a la primera patada. No sólo porque carezco de habilidades al volante, especialmente en situaciones delicadas o de prisa; tampoco porque me fastidia andar con prisas y de eso se trata la chamba; me acabaría saliendo porque tendría que ver, todos los días, accidentes y gente sufriendo. No tolero ver gente sufrir.
Odio la idea de que en los sepelios de los muertos se vaya a sufrir por la pérdida. Reconozco que es inevitable sentir pena porque cuando un allegado muere, también muere una parte de nosotros. Pero eso no significa que se deba ir a un sepelio específicamente a sufrir. Muy probablemente me equivoco, pero soy del pensar que en un sepelio también se puede celebrar la memoria que dejó la persona fallecida, y sí, llorar, y penar, pero celebrando la vida del muerto. A fin de cuentas, todos vamos a morir, pero no morimos absolutamente a menos que todo lo que hicimos en vida, los recuerdos que dejamos en otros, las obras y hechos, todo eso que nos compuso se olvide. El olvido es la muerte absoluta.
A caray... ora sí que me puse de filoso-fo. Pero bueno. Me despido con esta frase.

“Mientras el poder de muchos pendejos
resida en pocos con gran pendejez,
ni qué hacerle”

jueves, 15 de mayo de 2008

El Mastuerzo en concierto

Miércoles 14 de mayo de 2008


Pues bien, como mencioné anteriormente, aposté por el rocanrol y fui al concierto. No nos fuimos de pinta como yo esperaba, Lalo se amariconó, cosa rara en él tratándose de elegir entre chelas, rocanrol y amigos; o escuela, presentación y responsabilidad; pero bueno. Nos quedamos a clase, presentamos en chinga el trabajo de francés que Canepa nos facilitó y nos largamos. Era un buen trabajo, de Ernest Hemingway.
Antes de quedar con el plan bien definido, cabe resaltar la mariconada de Lalo, a quien habíamos invitado a irse de pinta con nosotros mucho antes de que iniciara el concierto pa´ tomarnos unas chelas y llegar con una mejor y más apta percepción al evento. Tal vez era que a Lalo no le gustaba el Mastuerzo, por eso se negaba a irse de pinta, pero en el momento en que dijimos que íbamos por las chelas, al güey le brillaron los ojos. Estaba debatiéndose entre ir o quedarse a clases. Por supuesto que quería ir. Ninguno de nosotros conocía bien al Mastuerzo, conocíamos, quizás, a Botellita de Jerez, no como para considerarnos fans, pero sí los conocíamos, pero la onda no era esa, sino salir los tres, de pinta de la escuela, a tomarnos una chelas (obviamente) a un evento rocanrolero.
Era tan gracioso ver a Lalo caminar rumbo al salón de clases mientras nosotros le malinfuenciábamos... Si el güey quisiera irse, se habría ido a la primera, pero no, ahí estaba esperando a que le dijéramos más cosas, a que le picáramos en el orgullo, en las ganas y a que despertáramos su espíritu desmadroso y carnavalero.
Al fin fuimos.
No estuvo tan tan mal, aunque no me gusta la trova y si no fuera porque había escuchado antes a Botellita de Jerez, hubiera pensado que el Mastuerzo era un trovador más, pero por su pasado, quise ir y poner atención a las rolas.
Lo mejor del evento es que conseguimos baterista. Al parecer, Canepa es más famoso de lo que pensaba. A la salida del concierto se topó con un güey que lo había conocido en una de sus antiguas tocadas con su ex-grupo y recientemente enterrado Fausto. El güey al que se topó resultó ser baterista y le pidió a Canepa que lo invitara a tocar, y como nos falta baterista, ps cayó como anillo al dedo. Ya les contaré más al respecto cuando suceda.
Que les sea leve.

miércoles, 14 de mayo de 2008

Saludo de Tlaloc

Martes 13 de mayo del 2008
Ayer fue el primer día en que manejé la moto mientras llovía. Cabe resaltar, no era una lluvia cualquiera. No llovía a cántaros, era bastante refrescante, supongo, de no ser porque yo iba en movimiento y sentía que la lluvia jugaba a hacérmela difícil. El viento estaba vuelto loco. El cielo en verdad se había alborotado, estaba haciendo berrinche o estaba muy emocionado. En la mañana de hoy me enteré que en China hubo un temblor que acabó con la vida de muchas personas... horrible el temblor, así que no puedo quejarme por un viento. Aunque también, vi en las noticias que el viento había tirado varios árboles, anuncios panorámicos y la fregada... Yo no me enfrentaba a cualquier vientecillo.
Cuando salimos del edificio de la escuela era un espectáculo maravilloso. El viento soplaba tan fuerte que no dejaba que las gotas cayeran enteras al suelo, primero las desvanecía en miles de partículas de agua que era soplada de un lado a otro, como si la zarandeara. Se podía ver, si uno prestaba la suficiente atención, que una vez tocado el suelo, las gotas suelen hacer una especie de chapoteo, pues éste chapoteo, como era más ligero aún que las gotas a las que el viento ya de por sí manejaba a su antojo, el chapoteo se convertía en un rocío feroz que parecía ir planeando a una altura muy baja, no sobrepasaba la rodilla de uno. Era verdaderamente encantador el efecto que producía.
Claro que no todo puede ser maravilloso y encantador. Yo todavía tenía que regresar a la casa en moto. En el momento en que me tomé asiento, sentí como mis nalgas se mojaron. Arranqué. No parecía que sería tan difícil. Pero lo es, en verdad que sí.
Asfalto mojado, casco lleno de gotas (los cascos no tienen limpia-parabrisas), así que no veía ni madres; la moto es ligera y el viento era poderoso, así que literalmente me movía. Con todos estos factores, yo sentía que las llantas iban patinando ligeramente, como si se desvanecieran y yo estuviera flotando, claro que no era así, no estaba flotando, las llantas se sentían muy ligeras, como si no agarraran suelo. Si no derrapé ni una sola vez fue porque no rebasé los 35 kilómetros por hora en todo mi viaje. Me tardé más, y me mojé bastante, pero no derrapé, ni resbalé siquiera más de lo debido.
Algo de lo que más me temía eran los coches contiguos, cuyos conductores parecen olvidar el clima exterior, pues claro, si dentro de esos caparazones pueden prender el radio y olvidarse de lo que ocurre afuera. Los coches pasaban bastante rápido a lado mío, o tal vez era mi paranoia. Lo que me tenía con el culo en la mano era el hecho de que algún inconsciente me viera demasiado tarde como para pisar el freno y se resbalara para acabar impactándose conmigo. Afortunadamente nada de eso sucedió, todo ocurría dentro de mi cabeza que analizaba las peores de las situaciones.
Llegué a mi casa esperando que hoy amaneciera seco y sin lluvia, así fue.
P.D: Hoy es el guacarock de Paco Barrientos, el “Mastuerzo” y tengo todas las intenciones de ir. Desgraciadamente tengo que presentar un proyecto de francés. Estoy en un dilema... ¿apostaré por el rocanrol? Por lo pronto la balanza se inclina a un sí, pero entre más pasa el tiempo, mi maldita conciencia de ñoño me dice que atienda a mis responsabilidades... si tan sólo mi conciencia fuera Joaquín Sabina... Veremos qué pasa.

P.D.2: ¡Ingas pilingas! Acabo de caer en cuenta que hoy es martes 13, de mal agüero. Chale mis escepticismos me corroen.