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jueves, 5 de junio de 2008

La muerte de Fausto

Fausto fue de los que vivieron deprisa y dejaron un cuerpo joven y hermoso (esa es la idea), aunque bueno, eso se lo dejamos a los verdaderamente famosos. Lo que sí puedo decir de Fausto es que se tardó en morir, o, más correctamente puesto, no se dejaba ver como un muerto. Llegó incluso a caminar entre nosotros con la terrible idea de que ya había muerto. No era zombie, ni vampiro ni nada de eso, no era Dorian Grey. Era un, no sé, un algo, un ente que simplemente se negaba a aceptar su muerte. Se aparecía, no como los espantos, sino como la persona que era cuando aún vivía. Se aparecía entre nosotros. Se manifestaba como si estuviera aún vivo. Algo así como una crónica de muerte no anunciada pero de general conocimiento por los que le rodeábamos. Ya después, mucho tiempo después, desapareció al fin, y para comprobar su muerte, se encontró un cadáver tan deshecho que se llegó a pensar que vivió en épocas prehispánicas. Pero quien sabe, aunque yo no creo que reviva algún día, tal vez nos haya dejado algo con qué recordarlo, y no me refiero a simples recuerdos.
El muerto que no acepta su muerte, por tanto, un poco de vida le queda.

- ¿Hubo un punto, antes de la separación, en que dedujiste que se separarían?
Desde luego, no tenían ni que decir nada para que yo supiera que se separarían, y no era por el hecho de que era obvio que cada quien debía tomar su curso en la vida, sino que era notorio. El ambiente comenzó a pesar, y aún no me decían nada. Pero se veía, y lo veía yo, que no me metía en los ensayos ni en el grupo (yo, más que todo, era un amigo muy fan, pero sobre todo amigo). César no estaba conforme con Lalo. Yo sabía esto porque no puedes poner a dos personas como ellos en un mismo punto y mantenerlos así. Los dos buscan brillar. César quería que sus rolas salieran bien y Lalo tocaba “lo que sentía” y a veces cambiaba mucho. Nunca tocaba lo mismo, ese fue un gran problema. Pero yo le voy más a la personalidad de cada uno, como mencioné antes, los dos buscaban brillar y no era que quisieran brillar por encima de los demás (aunque puede que haya sido eso), sino que querían brillar más que todos. No sé si me haya explicado con esa oración, pero bueno, suena bonito.
Total, varias veces Lalo me decía que ya se iba a salir de Fausto porque César no lo dejaba tocar nada, bla bla bla. No es que le quite crédito a Lalo, pero puede exagerar mucho las cosas, o decir cosas que francamente no son. Es honesto, consigo mismo... ¿pero qué mierdas digo?, no me hagan caso, yo no soy ni seré psicólogo ni lector de mentes ni nada semejante. A lo que voy es a que Lalo me decía que se iba a salir pero no lo hacía, que Chicharín era un culero y bla bla bla. Lo hube de comprobar (aunque no hacía falta comprobarlo, se notaba), cuando Canepa llegó conmigo a darme una muy mala noticia. Me dijo que César ya no quería tocar con Lalo. Así que Lalo me decía a mí y César le decía a Canepa.
Canepa y yo lo hablamos a fondo, no queríamos que desapareciera Fausto, hasta convenimos en una muy buena estrategia para alivianar la tensión que existía. Pues bien, no se separaron sino hasta después de haber tenido esa noche gloriosa en el Dublín. No es por darnos crédito a Canepa y a mi, pero creo que si logramos un poco, como que calmamos la tensión de entonces, pero las personalidades eran imposibles de cambiar, el grupo tenía que separarse.
Desde luego que Fausto no se desintegró con la salida de Lalo, pero definitivamente sí cambió. No puedo decir que su vuelo se tornó en picada, pero me atrevo a decir que ya no pudieron subir más. No grabaron el disco que habían ganado. Las tocadas disminuyeron significativamente. Como que la magia acabó y después de bastante tiempo que no se encontraba a Fausto por ahí, se encontró el cadáver flotando en un río.

- ¿Querías que se separara el grupo?
Desde luego que no. Varias razones, aunque probablemente mientras explico una se me olvida la otra, o se me olviden por completo.
Una.- Son mis amigos y no me gustaba verlos en un ambiente tenso, porque las cosas se tornaron tensas en Fausto. Hubo una tocada en el Bocks en la que sí, uuuf, se odiaban César y Lalo. Nomás llegaron a tocar por compromiso, acabaron, guardaron sus cachivaches y se largaron. Creo que ni se dijeron palabra, tal vez, incluso, ni se voltearon a ver. Bueno, esa clase de ambientes no me gustaba, y yo no andaba en humores para escuchar a Lalo andarse quejando de que no lo dejaban tocar mientras él buscaba el “sonido” exacto y preciso. En fin, esa es una.
Dos.- Me divertía bastante, y es como cuando un niño está en el parque divirtiéndose a lo grande, con mucha pila todavía y de repente le dicen que hay que irse porque se hace de noche. Claro que de noche no es bueno jugar en el parque, te puedes meter unos trancazos muy duros, lo mismo pasaba con Fausto, las cosas podían acabar peor, y hablamos de la personalidad de los integrantes, nuestros amigos. Yo soy mucho de regañar y decir qué hacer y qué no hacer, no es que me guste, pero se me da, y también me gusta un tanto, pero en cuanto a hacer a las personas cambiar en algo que simplemente es parte de ellos mismos, y que yo veo que no los va a llevar por caminos muy jodidos, pues ni qué hacerle.
Tres.- Me gustaban las canciones del grupo. Me gustaba el grupo. Yo era un fan.

- ¿Te quedaste con ganas de más o crees que con eso fue suficiente Fausto en tu vida?
Esa pregunta no es sencilla. Ahora que todo ha pasado y miro lo sucedido como algo que quedó en el pasado, digo que estuvo de poca madre, que me divertí como nunca, que tenemos muchas cosas qué contar y que no repercudió tan, tan salvajemente con el físico. Mucho se hablaba, recuerdo que una o dos veces lo hablé con Steph, de que ese ritmo de vida iba a acabarnos. Tantas desveladas tan locochonas, tanto ir y venir y tanto pistear iba, irremediablemente, a verse reflejado en nuestras ojeras, nuestro humor, nuestra sanidad. ¡Y eso que apenas empezábamos! Bueno, al menos la banda. Sabíamos que mientras iban creciendo los ensayos serían a morir, las grabaciones, las tocadas... todo eso se incrementaría y podía ser que llegara a afectar nuestra salud. Que si la garganta de César, que si el corazón de Lalo, que si esto que si el otro. Entonces, hoy por hoy puedo decir que estuvo bien que se nos impusiera un “ya párale”, aunque por esas épocas, definitivamente me quedé con ganas.
Para cerrar con un buen derrapón, me atrevo a decir que aprendimos a que si en verdad vamos a andar en esos roles, no hay que tener más que esa chamba y vivir para eso. Tener otras actividades aparte del rocanrol a todo lo que da es demasiado pesado, al menos para mí.


- ¿Qué pasó con el disco que iban a grabar?
Yo no sé. Sólo sé que no lo grabaron. Y sigo esperando mi copia.

martes, 3 de junio de 2008

Fausto en mi vida, el antes, el mientras y el después.

(FAUSTO, SEGÚN ERICK. TERCERA PARTE)

Desde que desapareció Fausto mi vida cambió, sí. Antes de Fausto mi vida era distinta, también. No puedo decir que fue un parte-aguas en mi vida, pero sí es distinta. Ya le disminuí al desmadre, ya no voy a los lugares a los que iba tan a menudo. Fue como otra vida, tan, tan distinta a lo que cotidianamente tengo y conozco que ni cuenta me di. Fue como si hubiera abordado una estrella fugaz, probado algo de la inmensidad del espacio y volver a tocar tierra en un abrir y cerrar de ojos, dejándome sólo destellos de lo sucedido, como si hubiera sido un sueño del que me acuerdo por partes, como lagunas mentales. Fue tan impactante que puede que haya sido todo una gran fantasía que mi imaginación anuda para darle un toque de realidad. Algo así como si viera un fenómeno paranormal y en lo que intentara asimilarlo desaparece y ya no sé si en verdad lo vi o fue sólo producto de mi cabeza.
Lo que sí, es que tengo muy, muy gratos recuerdos y momentos de gloria.

- ¿Cómo era tu ritmo de vida con Fausto?
Mi ritmo de vida con Fausto fue desbordado, sin control. No manches, ni sé cómo le hacía para sobrevivir. En esa época aun entrenaba taekwondo para competir, osea que entrenaba muy duro, y con todo, me sobraban pilas para ir a cotorrear después de entrenar, emborracharme entre semana y aguantar la cruda del día siguiente en la mañana en la chamba. Me cae que no manches. Hoy en día no puedo ni atreverme a pensar en la cruda de un viernes por la mañana, antes, y no hablo de mucho tiempo... serán dos años como máximo, mientras tomaba brindábamos por las crudas, que sí, eran pesadísimas, pero soportables, y las soportaba con todas las buenas de la ley, con merecido dolor de cabeza mareos y demás. Pero ahora, nooooo, ahora no quiero ni estar crudo en fin de semana. Ya no las puedo.

lunes, 2 de junio de 2008

Los pininos

(FAUSTO, SEGÚN ERICK. SEGUNDA PARTE)
César fue quien inició con el grupo, incluso, me atrevo a decir que Fausto fue en gran parte obra de César. Yo no sé cómo le hacían para sacar las rolas, pero sí sabía que César las escribía. Había una de Lalo y Canepa, y otra de Carlitos, pero casi nunca las escuché, y eso que los escuchaba a cada rato. Pero en cuanto al inicio del grupo, se lo debemos a César. Surgió, a mi parecer como una idea de querer tocar en una banda y ya, y como entre los cuates tocábamos instrumentos y nos gustaba la música, ps nos invitó. Sí, nos invitó, yo también fui invitado, pero por azares del destino yo no formé parte.
Aunque, ahora que lo pienso, Fausto no inició... ni sé cómo se inició, pero sí supe que hay un antecesor al Fausto que yo conocí, y pues no puedo hablar de ese antecesor puesto que yo no supe mucho, y lo que me contaron, se me olvidó. Sólo recuerdo que en Fausto llegó a tocar el primo de César, Pioser, Lalo, Quique, creo... ya ni sé, mejor no digo nada.
Lo que sí sé es que Canepa estaba aprendiendo a tocar la guitarra y lo pusieron como bajista, Lalo entró como guitarrista principal y César cantaba y tocaba la guitarra de acompañamiento, así empezó el Fausto que yo conocí, luego le agregaron a Carlitos en la batería y así inició.
A mí me gustaba Fausto, no sé si por las canciones, que me gustan; o por el conjunto, que sonaba bien; o porque eran mis amigos y lo siguen siendo, y francamente no tenía ni idea de qué forma iba a tomar. Para mí Fausto era sinónimo de diversión, fiesta y rock. Nunca esperé nada de ellos, tal vez por eso siempre me gustaron. Lo que puedo decir es que no me aburría y eso que escuchaba sus canciones casi cada fin de semana, y las mismas.
Aunque era de esperarse, que Fausto tuviera una forma muy semejante a César: siniestro y muy prendido en una especie de depresión alocada. Pero eran muy prendidos, eso me gustaba bastante.


- ¿Qué expectativas tenías del grupo cuando se inició? ¿Se cumplieron esas expectativas?
Pues, yo esperaba divertirme y que me juntaran, y sí, eso siempre se cumplió. Musicalmente no esperaba mucho de ellos, y no es que no los respete como músicos. Me gusta la forma en que César compone; Lalo tiene una forma muy peculiar de ver la música y aunque muchas veces discrepo, sé que puede llegar a tocar bastante bien; Canepa tiene buenos gustos y le salía bien el bajo, no era nada impresionante, pero bien; y Carlitos levantaba bien a la banda, que es básicamente lo más importante que hace la batería, y lo hacía muy bien. Y bueno, ahora que están separados, Lalo ya puede hacer lo que quiera con la guitarra: explorando sonidos, pastillas y sonoridad de la madera; Carlitos tiene un grupo que no será muy de mi agrado por la onda que traen, como que popera, pero ps se oye bien; Canepa escribe casi nada, así que no puedo opinar; y César ya no tiene que lidiar con Carlitos que llegaba tarde o con Lalo que siempre tocaba algo distinto, aunque no he escuchado nada nuevo suyo (de César).

viernes, 30 de mayo de 2008

Hasta yo, alguna vez, me sentí famoso

(FAUSTO, SEGÚN ERICK. PRIMERA PARTE)
Estaba tan contagiado con el crecimiento de Fausto, o tal vez era que tenía muchísima confianza en mis amigos, que hasta yo me llegué a sentir famoso. No sé si ellos se sientan o se sintieran, entonces, famosos. Pero yo sí llegué a sentirme famoso. Probablemente, no, muy probablemente la fama era una mera chaqueta mental puesto que yo no conocía a mucha gente y supongo que pocos llegaron a conocerme por siempre andar alrededor de Fausto. ¿Pero ps qué?, son sueños guajiros. Yo ya tenía mi espacio entre ellos para tocar las típicas rolas que siempre tocaba: Wish you were here, La Balada y una que otra mía, como la de “lo madreó un vochito”, “la maldición de moctezuma” y una que otra más.
A veces me sentía, con todo orgullo, como el espectáculo de medio tiempo del espectáculo que ellos daban. Y mejor aún, ese espectáculo no era mecánico, osea que no sucedía siempre. Dependía del lugar, claro, como por ejemplo: en el Bocks, cuando a Chicharín (César) le daban ganas de orinar o se cansaba dos tres, yo lo suplía en el escenario y tocaba dos o tres rolas. En Guanajuato también llegué a tocar, y hasta recité parte de “La vida es sueño” de Calderón de la Barca, no recuerdo por qué, andaba palpando universos distantes e inminentes que sólo se presentan cuando te estás divirtiendo demasiado y llevas no sé cuántas copas encima, entre otras cosas.
Y pues, ¿cómo no? Me sentía yo todo un chingón en el arte mientras caminaba detrás del escenario del Auditorio del Parque Maravillas para decirle a Lalo que se pusiera las chanclas por alguna onda de la electricidad, que descalzo hacía tierra o algo así. Y pues en el cotorreo de los camerinos. Yo era guarura, fan, staff, pero sobre todo, cuate de la banda.