Busco la frase para empezar a escribir éste artículo noti-jocoso. Ya sé que lo arruiné con esto primero, pero la frase que llega a mi cabeza es “patean traseros”. No me gustaba el grupo antes del concierto, lo admito. Los respetaba porque tienen bunas rolas, buena creatividad y porque ps son buenos, pero no me gusta la faramalla, principalmente del vocalista. Fui al concierto, puuuuuf, menuda explosión de energía. Y sí, el vocalista hacía lo que yo pensaba era pura faramalla, pero ahora caigo en cuenta de que francamente es un pachuco chaparro naco y auténtico y que lo que hace es lo que hace, sin faramallas, algo así como el Diente de Marrano quiere lograr.
No estoy seguro de cómo caí en cuenta de eso, pero como que me proyecté y me identifiqué con ese cuate (el vocalista), jaja, sí, me da risa, y sí, creo que hay gente por ahí que me considera un mamón fantoche que se la pasa haciendo ridículos en los conciertos con sus pasos de baile de la lluvia y otros más que si bien son ridículos, pero yo lo hago auténticamente porque me nace y porque me divierte.
Eso es lo que se hace cuando uno va al concierto, echar desmadre y dejar toda máscara de postura social atrás, o bueno, así lo veo yo. Recuerdo un libro que nos pusieron a leer en alguna de esas estúpidas clases de relleno que tratan acerca de cómo debe comportarse uno y que los manejos de voz, el lenguaje no corporal y otras cosas de esas. La clase podría llegar a ser interesante, pero el manejo que le dan apesta. En fin, en el libro que nos pusieron a leer había una parte que decía más o menos algo así como que un cuate fue a un concierto de los Rolling Stones y se encontró a una chica que conocía, que parecía ser buena chica, educada, de buenos modales, bla, bla, bla... y que la chica esta andaba vuelta un desmadre, grite y grite como si estuviera poseída... uy, qué miedo. Yo pregunto ¡¿y cómo carajos va uno a comportarse en un concierto de sus satánicas majestades, los Rolling Stones?! Chinga, el resto lo dejo a lo obvio.
Musicalmente hablando, le mando un aplauso al tecladista que considero es el “cerebrito” de la banda, y me impresionó cómo toca la chuncha esa a la que le soplas mientras estás brincando, ta cañón, inténtelo a ver si pueden. Se prendieron por un muy buen rato, y prendieron a la banda saltillense (una banda difícil de prender) por un buen rato, también. Yo me la pasé de lujo, la verdad, sintiendo la música, bailando en el corto espacio que me tocaba, mirando alrededor el folclore de la gente que va a semejantes eventos. Desde viejitos pachuchos bien locos y borrachos, chavos y chavas banda, incluso había fresas, me cae. Hay música que no tiene fronteras, la de Café Tacuba está entre esas.
Los momentos a resaltar del evento.
- Antes de llegar, Lalo, Alexandra y yo estábamos inmersos en cierta clase de “fobia paranoica” hacia lo que nos rodeaba. Yo era el que manejaba la camioneta y francamente estaba manejando muy mal, sentía que todos los coches me querían comer, ya ni siquiera chocar, ¡comer! ...y luego todos los polis que andaban en el concierto... puts, andábamos pero si paniqueados. Al principio sólo eramos Lalo y yo, porque la verdad eso de la manejada no es lo nuestro, y pues, como que se lo contagiamos a Alexandra. Incluso, la muy miedosa no quiso que pasara por la única calle por donde se entraba al evento. En dicha calle había unas patrullas y un poli que se acercaba a los coches y algo les decía a la banda. Tuvimos que pasarnos de largo para calmarnos, entrar en nuestros cabales y tomar riendas de nuestras emociones. Lalo, cabe resaltar, se hizo el dormido cuando pasamos frente a los policías, que sólo nos querían decir que la salida era por el lado contrario a por donde entramos al Parque Maravillas. En fin...
- La competencia de popularidad entre Alexandra y yo. No sé ni por qué se me ocurrió competir con ella en popularidad, digo, ella debe tener conocidos hasta por debajo de las axilas y yo soy bien antisocial. Dimos una vuelta por la fila y contamos a las personas que conocíamos. Ella ganó, por supuesto.
- Un chavo aventó cerveza y nos mojó a algunos. Alexandra, cual salvaje Valquiria que a veces es, sin medir las consecuencias de sus actos, tomó una lata de cerveza y le aventó cerveza al güey, claro que el cuate este no la vio. No sé por qué lo hizo (él), igual y fue venganza, pero el cuate aventó la cerveza para atrás, no arriba, sino atrás. Tal vez pensó que la persona que tenía atrás fue quien le aventó la cerveza... quien sabe. El caso es que el cuate este mojó de lleno a la chava que tenía detrás, le bañó toda la cara. Pobre gortida, se le aurrinó todo el maquillaje. La amiga de la gordita entró en acción y le dio un tremendo empujón al güey que casi lo tumba del asiento donde estaba parado (casi todos estaban parados en asientos para ver). Se armó toda un zafarrancho a causa de que la Valquiria aventó la cerveza al güey que la había aventado para arriba, total que después de la escaramuza los de seguridad sacaron al cuate este. Moraleja: no avientes cerveza, no seas bruto y tómatela.
- Las luces estuvieron muy buenas, ambientadoras e inspiradoras.
- Hubo una rola, creo que la de la “Chica Banda” en la que invitaron a pasar al escenario a tantas chicas como pudieran ir, y el escenario se llenó de chicas bailando. Hubo una, bien posesiva, que no soltaba al vocalista, y luego se adueñó del micrófono, la muy artista. Se llevó unos buenos aplausos y supongo que unos buenos agasajos que le puso a los músicos.
Bueno, fueron esos. Cabe resaltar que describir la energía y toda la onda del sentimiento más afín a la música es muy difícil e incluso podría llegar a ser aburrido si lo escribiera, así que nomás me queda decirles que, qué mala onda quien se lo perdió. ¡¡¡Conciertazo!!!
lunes, 9 de junio de 2008
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1 comentario:
pendejo de mierda!
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