Vibra, nena, vibra
pues mi mano es tu temblor.
Siente todas mis caricias;
dulces, suaves, como la brisa,
rudas, toscas, tan jugosas;
siente cómo nublan tu razón.
Así sea en un arranque de deseo...
burda explosión,
o en un fino y delicado coqueteo.
Sean todos mis versos un deseo
por besarte y bajarte el calzón.
Todo el amor que poseo
yace en tu corazón.
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