- Primero se debe de vivir antes que escribir
Eso fue lo que dijo su hermano. ¿Quien se cree? Pensó él indignado.
La más reciente de sus brillantes y nuevas ideas. Si… escribir… escribirlo todo, hacer en su propio… un Big Brother donde sus manos, ya sea con una pluma o un teclado, fueran las cámaras. Cámaras que captarían todos y cada uno de sus pensamientos, sus acciones, sus sentimientos y sus más perversas y nefastas chaquetas mentales.
Lo que él quería y buscaba era trascender, influir de alguna manera en las personas, ser recordado o por lo menos encontrado, aun y cuando solo fuera por mera casualidad dentro de un par de cientos de años por algún arqueólogo aficionado. Él estaba seguro de que cuando el tiempo pasara, mucho tiempo después de que los gusanos devoraran sus ojos, los arqueólogos tendrían que descifrar códigos obsoletos de reliquias computacionales, en lugar de que tuvieran que excavar en la tierra como lo hacen hoy. En efecto, ensuciarse las manos para saber sobre los antiguos, a excepción, tal vez… de una pequeña manchilla gris y ovalada en los dedos dejada por el polvo acumulado, iba a ser lo más rudo a lo que esta nueva generación de arqueólogos se enfrentaría.
Si… en algún momento de la historia lo descubrirían, en algún momento alguna persona despistada se toparía con lo que él escribiera hoy. No tengo prisa, le decía a quien le preguntara, esta vez es cuestión de estadística y no de percepción. Eventualmente, alguien se lo va a tener que encontrar. ¿No acaban de encontrar el evangelio de Judas? Imagínate… si ese vato fue un culero, y traicionó al dios, y como quiera se encontraron lo que escribió… imagínate yo que ni le he hecho nada. Pues ya las tengo de ganar, calculo que si se tardaron unos dos mil años en encontrar lo que escribió Judas, pues lo mío en unos cien ¿no? La gente sonreía y asentía con la cabeza cuando terminaba de decir este argumento por mera cordialidad, por lástima o por cobardes. Por cordialidad los que querían evitarse problemas con una lógica tan torcida como esta. Por lástima los que no querían ser el malo del cuento como Judas. Finalmente los cobardes por no querer razonar la gran estupidez que acababan de escuchar y solo decir si, sin si quiera cuestionar.
Después de un pesado y largo silencio largo, su hermano lo miró y le dijo con su tono habitual de voz, un tono amigable y despreocupado, a pesar de que las palabras dichas tuvieran un sentido siniestro o melancólico.
- Primero se debe de vivir antes que escribir
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