Ringo y Esthar se tomaban unas chelas en el Confesionario, platicaban de que no eran muy exigentes con las chicas, desde cierto punto e vista. Sólo quiero que pueda venir conmigo aquí, y pasársela bien. Eso es todo. Bla bla bla bla. Sí cómo no. Pobres incomprendidos. Lo que querían era una chica alivianada, de otra ciudad, según ellos. No me molestan las vaqueritas, decía Rigo, de hecho, me atraen y me antojan bastante. Es el medio del vaquerismo que no me late. Siempre se pelean, caon, siempre, y se pelean retegacho. No es que sea un cobarde gallina, que lo soy, pero qué hueva tener que andar siempre presto porque un cabrón te quiere pegar por cualquier pendejada. Pobre banda reprimida. Tienen demasiado coraje reprimido. ¿De dónde vendrá? Ps quien sabe, ¿qué me importa? Ps total...
Total que en esas andaban. Tomando chelas, pensando en la mujer que quisieran tener a su lado, pensando en la bebida que estaría tomando, pensando en qué estaría pensando, pensando en cómo sería besarla, pensando en cómo sería tocarla, pensando en cómo sería abrazarla, pensando en cómo sería acariciarla, pensando en cómo sería despedirse de ella, pensando en qué estarían platicando, pensando en cómo estaría vestida, pensando en qué contestaría a tal comentario.
Entre que se hacían sus chaquetas mentales, no evitaban voltear a ver el televisor. Videos de metaleros, claro. Conciertos masivos donde greñudos tocaban en el escenario y prendían a la banda de tal manera. Ringo se perdió en esa cadena de ideas. Ringo, el metalero frustrado porque tocar metal en la guitarra era demasiado rápido y él no alcanzaba, y cantarlo era muy agudo. Pero en la prepa bien que era metalero. Disfrutaba de las rolas, de la energía de la distorsión, de mover parriba y pabajo el greñerío abundante.
- De entre todas las tribus urbanas que existen, creo que nadie goza tanto y con tanta energía como un metalero en un concierto. – comentó Ringo, como si sus palabras fueran perlas de sabiduría.
- ¿Tu crees?
- Sí, güey, me cae. Fíjate. Un fresa no disfruta tanto en un antro, tomando Bacardí. Un vaquero no disfruta tanto cuando monta un toro o caballo. Un futbolista no disfruta tanto cuando mete un gol, por más chingón que sea el gol. Es más, no creo que un marihuano disfrute tanto cuando fuma mota.
- Aaaaaaa, ¿te cae?
- Me cae, caon. Se disfruta bastante, pero no tanto como los metaleros en un concierto, ese desmadre es de otro nivel.
- No ps ta cabrón.
- Ta cabrón. Es más, caon, así te la pongo. Un metalero disfruta más en un concierto que un satánico sacándole el corazón a una persona en uno de sus ritos oscuros.
- ¡No mames! Eso está cabrón.
- No me imagino nada más cabrón... o bueno, ¡cámara! Esta se la mata a todas. Un metalero disfruta más un concierto que un padrecito violándose a un niño.
- No mames, güey, eso está cabronsísimo.
- Fuerte, ¿no?
- Pasado de lanza. Están cabrones los metaleros.
martes, 20 de enero de 2009
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1 comentario:
Me agrada mucho lo que escribes... digamos que es muy... TU xD, el que me encnto asi muchisisisisisisismo fue el de Creo... refleja mucho que no dejas que lo demas veamos, pero me encant
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