Entre los senderos de un viejo parque
mi alma distingue tu tímida silueta
es un suspiro que se acomoda en el aire
es un amague de una nítida idea.
Mi sombra se enciende y en su máximo brillo
te pide a gritos: ¡ven!, quédate conmigo.
Entre los escombros de un viejo castillo
chapoteando en aguas algún día manantiales
tu sonrisa me devuelve la fe de un chiquillo
de un chiquillo que sabe que aunque es pequeño, es grande.
Mis manos se extienden, no es que pidan auxilio
es que aclaman a gritos: ¡ven!, quédate conmigo.
Entre las olas de un mar alevoso
tu isla voladora se divisa y despega
es mi morada un barco ya muy roto
es tu mirada una brújula de estrellas.
Mis alas se abren, no vacilo ni deliro.
Espera, no me abandones
deja que me vaya contigo
Ahora que siento que te he perdido
los días ya no me sonríen por la mañana
la vida ahora carece mucho de su sentido
o tal vez quiere que yo retome la vagancia
a la que iba a renunciar
por haber encontrado un hogar
en tu corazón.
Si no te atreviste a quererme,
olvídame mejor.
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