Me enamoré de quien no debí enamorarme
¿qué no siempre es así al principio?
y al final...
cuando te rindes al corazón imperfecto
que siempre siente sin pensar.
Por miedo a arruinar una amistad
por parte de ella
pues para mí ya estaba arruinada,
moría cada vez que iba a verla
sabiendo que ella ni me ojeaba
de la forma en que yo la miraba con profundidad,
sabiendo que su corazón no se aceleraba
cuando nos sentábamos juntos.
Y si te he perdido así, tan absurdo,
pues nunca te he tenido,
valió la pena haberte soñado
y haberme atrevido
a perseguirte despierto
porque hubo una noche
aunque sólo haya sido esa una
que demostraste que me querías
al cruzar el umbral
de la puerta de ese bar
a donde fuiste tú sola
y te sentaste tú sola
y esperaste tú sola
sólo para verme.
En ese bar
donde yo toco solo
donde yo canto solo
donde yo bebo solo
como todos los jueves
donde pocos van a verme.
Esa noche, tú me hiciste,
cuan pequeño e insignificante que soy:
el hombre más importante y dichoso del mundo.
Y si aún sigues creyendo
que yo tomaba lo nuestro
como un simple juego,
una mera diversión.
Ven, te invito a que tomes una escoba
y limpies los cristales rotos
de lo que quedó de mi corazón.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario