viernes, 27 de marzo de 2009

María me salvó aquel día

Hubo una ocasión, en una fiesta de quién sabe quién, en quién sabe dónde, que una chica me estaba acosando, bueno, no tanto, pero ya andaba en ese cotorreo de la coquetería borracha donde “sin querer” te embarran las bubs y se arriman a tus partes nobles y se te acerca mucho a la boca y te susurra al oído y te mira con esos ojos y te otorga esa sonrisa, o bueno, al menos eso era lo que creía ella, porque muy a menudo eructaba en toda mi jetota y me echaba el humo del cigarro y ps la onda no se ponía nada chida, aparte de que la chica esta no me latia ni un poquito.
La verdad no recuerdo cómo fue que me puse a platicar con ella, cómo había empezado esa tediosa conversación, pero sí recuerdo que tuve que aplicar dos tres técnicas para rechazarla sin que se sintiera rechazada... ¡menuda faena! Porque, a pesar de que ya estaba harto de esta chica, no podía portarme mamón, digo, no está chido y no tenía ganas.
Total, que mi primer intento consistió en fingir ser todo un fanfarrón peleonero, de esos que las pueden de todas, todas; que se dan mucho al Mandrake; que sólo sus chicharrones truenan, que qué pancho pistolas ni qué mis tanates... cosas así. Le conté que en una ocasión diez güeyes se la hicieron de pedo a un amigo mío por andar muy ebrio. Que yo me encabroné y fui a hacérselas de tos (cosa que nunca haría por las muy obvias razones de que me caga darme de trompadas y más aún si ellos son diez y nosotros dos, aunque mi amigo no contaba porque más que caminar, se arrastraba).
Ps le ando contando esa situación peculiar, pensando que la chica esta iba a darme por un fanfarrón peleonero y que, por lógica, eso no es lo que quieren las mujeres (¿quién me dio permiso de imaginarme la lógica de las mujeres?... pobre iluso), ah, porque la cosa no acaba en que fui a hacérselas de tos. Todavía, para hacerla más panchosa, le dije que llegué bien campante, casi, casi dando tiros al aire y que con mi pura presencia los güeyes casi acaban por pedirle perdón a mi amigo.
No maaaaaaaaaanchs, si alguien me cuenta una de esas, primero veo su tamaño y si no es una bestia sobrehumana, le digo: disculpa, amigo, voy a cagar. Y no regreso, a menos que quiera que me cuenten otra de vaqueros.
Ps íngale, que acabo mi historia fanfarrona y mamona, hasta adopté una postura impregnada en soberbia arrogante, todo para que esta chica pensara que soy un pendejo y ahí nos vemos... pero cuáaaaaal. Los ojitos le brillaban como nunca antes los vi brillar. ¡Qué valiente!, decía. Esos son hombres y no chingaderas.
Puuuuuta madre, a esta morra le gusta que la toreen y que le vean cara de pendeja. Chingada, pero bueno, mi cabeza trabajó al máximo para zafármela de encima y dije: okei, le gustan los hombrezotes, ps deja salgo con esta otra historia, y que empiezo a contarle que lo que yo quiero es hacer música y me vale madre todo lo demás y la fregada y la tostada. Estaba creando el ambiente para llegar a la parte cúspide, al bum que definitivamente debería alejar a esta chica de mi, que ya casi casi andaba babeándome mi chaleco rocanrolero del Tri y toqueteándome las nachas.
Tenía que actuar rápido porque ya me andaban oliendo el cuello y creo que se había quitado el brasierre por debajo de la blusa y las cosas se iban a tornar a un punto que me daría mucha pena ajena con esa chica, aparte, yo he estado en una posición con el corazón bien abierto pa que me rechacen, tons puedo agarrar la onda, así que había que tronar por otros medios más sutiles.
Sí, y como te decía, yo lo que quiero es la música y bla bla bla... es más, si algún día llega un productor y me dice que me da un contrato a cambio de mis nalgas, ps chíngue su madre, se las doy.
Yo pensaba que con ese comentario la chava iba a pensar que había algo de homosexual en mí y que ya no iba a querer nada. En un principio se quedó callada, perpleja. Me miró fijamente con sus ojos que ya decían: de esto no me acuerdo mañana; y dijo algo así como “me encantas porque harías hasta lo imposible por seguir tus sueños”, se inclinó hacia mí y apunto estuvo de besarme de no ser porque le vino una flema asquerosa, tal vez era vomitada, pero se la aguantó. Cerró la boca y eructó girando un poco. Pta, yo no me aguantaba el asco. Una sonrisa asomó a mi boca, sonrisa nerviosa, qué chingaos. Ya nada iba a funcionar para quitarme a esa morra de encima de una forma no tan directa y culera...
Se recuperó de su eructo y volvió a la carga ¡¡¡Qué descaro!!! Reaxiona, cabrón, reaxiona, di algo, CORRE. No, espera, le dije, interponiendo mi mano en su boca. Tengo novia. Ella retrocedió... casi se le salen las lágrimas. Ya, cabrón, lo lograste, heriste su corazón... justamente lo que no quería hacer, pero, de nueva cuenta me equivocaba. Yo pensaba que eran lágrimas de tristeza o algo por el estilo, de frustración, pero no, era de la pura emoción.
Entonces eres prohibido... mmmmmm, lo prohibido sabe más rico. No maaaaaaaaames, ora sí que no mames. Esta vieja estaba loca, loca y pedisisísima. Pero... las buenas manos de María acudieron a mi salvación.
¡Eh, Ñero!, ¿quieres? Me llamó un cuate mostrando un cigarrillo en su mano. ¿Qué es?, le pregunté. ¿Cómo que qué es buey? Contestó poniendo cara como si mi pregunta hubiera sido de las más torpes y necias. ¡Ps aguelita de batman, carnal!, ahorita voy, respondí. Que volteo con la chica y me mira con su jetota de enojada. ¿Le haces a ese pedo? me preguntó. Uuuuuuuu, dije, de aquí soy. Ps claaaaaro que le hago, soy bieeeeeeen locototote. ¿qué tú no? No, yo no, respondió ella.
María me salvó aquel día.

1 comentario:

Anónimo dijo...

que viva, que vivaaaaaaa MAria jajajajjajajja