Amo tu sonrisa y cuando la veo
siento latir mi corazón sincero.
Arde una llama aunque no tenga leña,
arde y se apaga; y el calor se queda.
Bien chula
tan brillante
que aunque estuvieras en la luna
esa sonrisa logra apantallarme.
Es, tu voz, un conjuro que mantiene
mi estado inestable, bajo control;
son tus labios, tus ejes pronunciados,
tus besos, los que saben a licor;
son esos suaves roces delicados,
tiernos apretones inesperados;
partes de tu filosa seducción:
el sedante más presto y atinado
para tenerme a tu disposición.
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