jueves, 18 de febrero de 2010

Demonios para otros ojos

Diluidos en una forma no permitida,
disueltos, tan incorrectos,
tan osados como capaces
de quemar las alas de los árboles
para escondernos tras las llamas
pues no encontramos lugar ajeno
donde no nos persigan;

vivir en las puntas para recibir la lluvia,
jugar en la tierra aunque no sea nuestra.
Vivir sin miedo, libre de espejos,
sin las cadenas de detenerse a pensar,
sin caminos qué formar,
sin razones qué seguir,
simplemente satisfaciendo
la turbia e imperiosa curiosidad
que nace del deseo.

¡No llegará la hora
en que nos vean sufriendo!,
aunque existamos perseguidos por sus azotes.
Sencillamente incomprendidos
porque su mundo, que no es mío,
ni nuestro, sino suyo,
que muy a mi pesar, compartimos,
simplemente no entendemos.

No conectamos con ustedes,
ustedes que nos intrigan,
que nos frustran y nos divierten;
ustedes que actúan según su razón
mientras que nosotros, demonios para sus ojos,
razonamos según nuestro instinto,
sin miedo a equivocarnos y ser vistos,
sin temor a un error que no nos concierne,
sin miedo a equivocarnos porque eso no existe.

No hay bien ni mal sin condicionar la libertad a la obediencia.
No es ninguna ciencia oculta
ser verdaderamente libre,
sin esa conciencia absurda
que no sabe qué defender,
que defiende mientras duda,
no sabe ni por qué defiende lo que defiende;
busca una postura fija,
negando su misma naturaleza:
sólo quien se aquieta perece.

Un alma tranquila es un alma que no se apaga,
que no se detiene,
que no vacila en buscar belleza,
que no se agazapa aunque no sea su turno,
que no se arrana ni se retracta,
no se corrige pues no tiene molde;
que perecerá cuando encuentre una forma,
una forma que exista más allá de su vida,
y así quede fluyendo como memoria,
y así trascienda, lo que no se queda,
a "lo que no se sabe".

Un alma tranquila no sabe a dónde se dirige,
no construye puentes para evitar el camino,
no premedita en dar ningún paso
pudiendo abrir sus alas y dejarse guiar.
Los ojos bien abiertos no son para espiar
sino para admirar el paisaje.

Un alma tranquila es un alma que no adora sino lo que ya ha gozado
y que anhela lo que aun no le existe,
sin buscarlo.
Recuerda y no añora lo bien que la ha pasado,
no se adorna ni se acomoda para estar bien ante los demás.
Sabe que no necesita más que una boca para hablar
y que ninguna ajena podría explicarle
pues no es materia de estudio
no es un sistema de reacciones causales.

Rechazando una vejez frustrada
que mira con pesar su trayecto,
vejez privada de contar,
"yo hice esto o aquello",
para encajar en la sociedad
que me viera tras un cristal
de miserables y empolvados recuerdos,
su cortina de pesares.

Rechazando una vejez a la que le sobra aliento,
aliento que no pueda encender ni llevar a cabo,
aliento que no sirve ni para calentar.
Aceptando la muerte de una buena vida,
adaptando el flujo y calor de la sangre
para que nunca se enfríe el corazón.

Somos monstruos por permitirnos ser libres,
monstruos para quienes viven con miedo.
Somos demonios para los ojos de quienes
no se atreven a mirarse hacia adentro.

No hay comentarios.: