jueves, 19 de noviembre de 2009

Nuestro Accidente

Migajas sobre la guitarra
y un rastro de sed
que llega a ti.
Un cuarto en el que sólo baila una vela
arrullada por el ritmo de tu respiración.

Quiero decirte, sin una palabra
todo trazo que tu encanto me inspira.
Háblame de ti, dime por dónde vibras,
ponme en tu rumbo, ponme en tus alas.

Dentro del frágil sueño que respiras,
una caricia libre de marañas,
un gran telón derretido, sin mañas,
mi palpitar se revuelve en esquirlas.

Derramada la tinta lisonjera,
tu estela acechada por un talento,
con motivos carentes de sentido,
con tu cadera en suave movimiento.

Terminada la etapa telonera
quiebra apretada, la voz del misterio.
Tus latidos se empalman con los míos,
bailan apenas brilla el firmamento.

Un aroma incorpóreo, incandescente
lo mejor que me pasa: tu pasión, nuestro accidente
la mejor razón: lo bien que se siente.
No quisiera dormir sin invertir
en esa osada, tan dulce, tan fresca
apuesta que nos ata y anda latente,
que libera, disfruta y no maltrata,
que no se retracta,
que le brinda el sabor a este poema.

Mi “te quiero” en tus ojos,
tu “no te detengas”.

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