Nace de la nada la mañana maromera.
Crece en tres segundos una luz que persigue.
¿Huir? Imposible, sólo el tonto que permite
hacerse cegar sin vas ni voy ni venga.
Nace de la nada la mañana repentina.
Dos mil recuerdos al despuntar la aurora.
Instinto animal, el más natural de ahora.
Tomar lo que se quiere sin hacer esperar al día.
Nace de la nada la mañana rastrera.
Un último suspiro se acomoda olvidado,
obligado a permanecer contra todo respiro;
atolondrado, pues creyó encontrar descanso que no era.
Nace del todo la noche entre su magia.
Desnuda y sagaz; seductora y fresca,
Pidiendo a gritos las almas que se dejan.
Gotas pasajeras que en los amores descansan.
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