jueves, 6 de noviembre de 2008

De cómo formar una banda

¿Banda de qué?, me preguntaban las tantas personas a las que les preguntaba si conocían a algún músico que quisiera formar una banda. ¿Ps qué importa? Una banda experimental, de todo se vale.
Ya a estas alturas de frustración que parece impenetrable e inviolable -como una que otra monja, de esas que ni aunque se te pongan de rodillas, nieguen a su dios y te proclamen amo y señor de todas las cosas-, uno busca por los medios más desesperados encontrar gente afín con la que pueda hacer una banda de música experimental.
Pensé que la cosa era conocer músicos que quisieran formar parte de una banda, ese es el primer paso, conocerlos. Como no conozco tantos, me puse a preguntarle a una muy buena parte de gente que conozco, si ellos conocían algún músico que quisiera formar una banda, para entonces ponernos de acuerdo y ver si se arma el proyecto o no. No se puede perder nada, supongo.
Así que en un jalón, de esos arranques de histeria y conmoción que lo mueven a uno por lares insospechados, me puse a preguntar.

Lógicamente yo tengo mis influencias, gustos y métodos que quizás iré a plasmar en el ambiente y la música, la banda en general, dado el caso que se logre esta idea. Así como espero que los demás miembros lo hagan. Ese, considero, puede ser un problema, dilema, situación, asunto que tratar y tratar a fondo, al menos por mi parte.
Si no se siente a gusto tocando, ps ni para qué tocar.
Entonces surgen dos cuestiones ¿quieres una banda para hacer música?, o ¿quieres una banda para cotorrear y divertirte? Lo ideal, lógicamente, es encontrar el equilibrio perfecto, pero... no me voy a meter en eso. Algún punto debe de ganar. La cosa no es encontrar el equilibrio, sino conocer y tener en cuenta hasta qué punto puede estirarse una cuestión para darle en la madre a la otra; hasta qué punto, la banda es seria y musicalmente progresiva y generativa sin tener que llegar al tedio y a las enojadas, a las llegadas tarde y a los valemadrismos de parte de unos que fastidian a otros, broncas tontas y lelas que pueden acabar en disolución y problemas. O, por otro lado, hasta qué punto no hay bronca, venimos a cotorrearla, vamos por unas chelas mientras este güey se digna en aparecer, total, ni que en verdad quisiéramos hacer algo de nuestra música. Hasta qué punto llega una cuestión y hasta qué punto llega la otra.
Un cuate ya empezó con sus trance-psycodelic-electro-rock-bullshit. Y a carcajadas mentales pienso: “¿ps qué no querías un grupo experimental?” Ps si, mano, pero como mencioné antes, tengo mis influencias, gustos y métodos y si de plano el experimento no me agrada, ps a la goma. Lo irónico es que este cuate es el primero que me dice “sí, sobres, vamos, que se haga”, con muchas ganas y empeño, y yo ya estoy poniéndole trabas al asunto. Pero ya le dije que va, voy a escuchar ese trance-psycodelic-electro-rock-bullshit, con todas las del haber de que estoy casi seguro de que me negaré a participar en ello, aunque eso implique que vaya (cuando lo vaya a escuchar) programado a que no me guste. No me importa, si ha de gustarme, me gustará, con o sin programación mental de valemierda.
Es todo por ahora, a ver qué sigue.

No hay comentarios.: