Como la lepra te arranca la piel,
tú me dejaste sin ojos ni orejas.
De un zarpazo nariz, manos y lengua;
nada para saborear otra vez.
Me quedan melancólicos recuerdos.
Esto sólo ocurre ante tu presencia.
Mira que compararte con la lepra
habla de ti y de mi como unos tuertos.
Todo, a medias tintas, es antojable
y más si sólo ves el lado ameno.
Par de corazones desentrañables
Que se extrañan cuando no se hacen daño.
Ya habiendo asesinado a este cortejo
me mato para no desenterrarlo.
miércoles, 17 de diciembre de 2008
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